Desde que el pueblo tiene memoria, Astrid Hofferson es la vikinga mas ruda de todo Berk, pero ¿que pasaría si no fue Hipo el primero en montar un dragón?

Era una mañana cálida en Berk, Astrid Hofferson de tan sólo 8 años de edad practicaba con su nueva hacha, cortando todo a su paso se abrió camino en el enorme busque de Berk, la niña jugueteaba con dicha arma, asta que un fuerte crujido seguido de un rugido la saco de su concentración, al alzar la mirada se encontró con un enorme dragón, era un Nadder Mortífero.

La pequeña Hofferson temblaba del miedo, nunca en toda su corta vida había visto uno tan de cerca, levanto el hacha en modo de ataque, pero sus manos, a causa del pánico, empezaron a sudar, causando que el hacha saliera disparada muy lejos del lugar.

Lo siguiente paso muy rápido, Astrid se agacho cubriéndose con sus manos, esperando el impacto, que nunca llegó. Sintió que una fuerte ráfaga de viento la golpeaba, a causa de esto callo, espero varios minutos, aunque para ella fueron horas, cuando sintió que debía abrir los ojos, lo cual hizo, se quedó estupefacta al ver que dicho dragón seguía ahí, pero ahora traía su hacha en la boca y estaba en una posición que según su vista era de ¿juego?

Astrid miro al dragón confundida, y algo muy en su interior le dijo: '' acaricia la'', lo cual hizo. Dejo que primero las yemas de sus dedos rosaran su nariz, era escamosa, pero a la vez, suave, cuando tuvo mas confianza la acaricio en la cabeza, en animal solo tenía una cara de felicidad, en es momento se inclino, la misma voz que le había dicho a Astrid que la acariciara ahora le decía: '' monta la como si fuese un caballo'', estoy loca pensó, pero eso no la detuvo, se sentó en el lomo del animal y se agarro de su cuello. La Nadder, se puso en cuatro patas abrió sus alas, y despego, dejando Berck detrás de ellas.

Tenía la cabeza agachada, pues el despegue la había asustado, cuando sintió que el dragón empezaba a enderezarse, levanto la cabeza. El viento le pegaba en sus mejillas, era cálido y relajante, sus pequeñas trenzas danzaban en el aire, y la vista de todo el océano era, ESPECTACULAR, el animal daba piruetas en el cielo, y cada vez que esto ocurría, Astrid gritaba de emoción. Volaron por varias horas, hasta que el atardecer hizo su presencia.

La Nadder aterrizo en el mismo lugar que despego, la pequeña Hofferson bajo despeinada y emocionada de su nueva amiga.

-¡ASTRID!- se hoyo a lo lejos una voz varonil.

Astrid la reconoció de inmediato, era la voz de su padre, supo que tenía que irse.

-volveré- prometió.

Y dicho esto, tomo su arma que descansaba en el suelo y salio corriendo.

Estuvo castigada por un largo tiempo, aunque solo fue una semana, ella lo sintió que fue un siglo, le había prometido a su nueva amiga que volvería, y cuando por fin que libre, salio a su encuentro, ni siquiera le importó cuando la llamaron a mostrar le, el nuevo dragón que habían capturado.

Llegó al lugar donde la encontró en pocos minutos, pero por mas que la llamo, el Nadder Mortífero nunca apareció.

- debió haber sido un sueño - pensó. - un hermoso sueño.

Pero lo que ella no sabía es que en un futuro no muy lejano, no solo volvería a montar a su nueva amiga, si no que ahora sería para siempre.