-¡¿Por qué?!- gritaba Ginny exigiendo una respuesta ante tan semejante escena.
-Ginny, yo...- empezó a intentar explicar Harry.
-¿Desde cuándo?- volvió a preguntar ya que Harry apenas hablaba.
Nadie hablaba, pero aquella imagen lo hacía por sí sola. Harry, su Harry, con la última persona que jamás hubiese imaginado. Sin previó aviso, las lágrimas salían desparramadas de sus ojos sin control.
Ella, había decidido salir antes de su trabajo, para poder darle una sorpresa a Harry. Pero la sorpresa, se la había llevado ella. En ese instante, se escucharon pasos en la puerta.
-¿Harry estás con...?- empezó a preguntar Ron, que acababa de llegar. Pero al ver a Ginny allí, decidió callar.
-¡¿Tú lo sabías?!- comenzó a gritarle Ginny a su hermano.
Él la miró con los ojos bien abiertos al ver en la situación que se encontraban.
-¡Lo sabías y no se te ocurrió decirme nada!- le recriminó Ginny a su hermano al ver que él agachaba la cabeza.
Ginny no podía más. Estaba furiosa, por lo que tenía las orejas tan rojas como su pelo. Pero a la vez, se sentía triste de la traición, de ver a Harry con otra mientras estaban saliendo, y de saber que ella había sido la última en enterarse. Todos estaban con la cabeza agachada, incapaces de hablar o responder las preguntas de la pelirroja.
Al ella, no poder aguantar mucho más tiempo en esa situación, decidió irse del que ella pensaba que en algún momento sería su apartamento junto a Harry, dando un fuerte portazo que no pasó desapercibido ni para los vecinos.
Ese día, Ginny había decidido salir a dar una vuelta. Habían pasado dos semanas desde el incidente con Harry. Y ahora, se veía con ganas de salir a la calle y respirar aire puro. Siempre que lo hacía, se sentía libre. Y en estos momentos, anhelaba la libertad.
Su rostro mientras caminaba, era inexpresivo. Nadie podría saber si estaba triste, enfadada, o simplemente pensativa.
Harry, su gran amor. Le había engañado con su mejor amiga. Ella le preguntaba cómo iba su relación con él, seguramente se reían de ella a su costa. Lo peor, su propio hermano lo sabía. Y se comportó como un gran amigo...pero no con ella. Sino con el estúpido de Potter.
Andaba enfrascada en sus pensamientos mientras notaba algunas lágrimas rebeldes caer por su mejilla.
Estaba andando por la calle, pero quería volver a encerrarse en su tenue habitación rodeada de un mar de lágrimas, que era lo único que le apetecía en ese momento, pero era demasiado tarde, tanto había andado, que había llegado a perderse.
Siguió andando a paso ligero, para poder encontrar algo que le ayudase a volver, hasta que encontró una de las puertas de entrada de la gran empresa en la que trabajaba su padre con un puesto mediocre. Decidió entrar, para así poder hablar con su padre al que tanto añoraba.
Tras pasar la rueda de reconocimiento, se dirigió a la planta en la que su padre trabajaba. Al llegar, posó su mano en la puerta de la sala donde se encontraba el despacho de su padre, para poder pegar.
Entró viendo como los compañeros de su padre la miraban raro porque sus ojos estaban un tanto hinchados debido al llanto.
-Ginevra- dijo su padre.
Ella, solamente levantó su cabeza para poder mirar a los ojos a su padre.
-Ginevra, llevaba tiempo sin verte. ¿Dónde estabas? Tu madre está muy preocupada. De seguro estuviste con Harry- esas palabras le sentaron como un balde de agua fría.
Ellos no sabían absolutamente nada. Pero al fin y al cabo, sus padres querían a Harry como si de un hijo se tratase. No podía contarle nada. No podía decirle que por su culpa, se había pasado semanas llorando. Y sin apenas dormir. No podía conciliar el sueño. Cuando conseguía dormirse, la imagen que le rompió el corazón se le presentaba a todo momento. Tenía que ingerir pociones para no soñar.
-Estuve ocupada, apenas tuve tiempo- ellos querían tener a Harry en la familia. Y para ello, tenían que casarla con él. Una lágrima traicionera, que no pasó desapercibida por Arthur, hizo presencia en ese momento.
-Hija, ¿te encuentras bien?- preguntó Arthur.
-Sí, solo tengo dolor de cabeza- mintió. Aunque en parte, era verdad.
-¿Has estado durmiendo bien?- volvió a preguntar.
-Será eso, que no he dormido bien- contesté simplemente. -Me voy papá.
-Espero verte pronto- escuchó a la lejanía cuando salía de la sala.
Intentó buscar el ascensor.
Ahora que Ginny se paraba a mirar, el edificio era realmente grande.
Caminaba en dirección al ascensor, cuando se encontró con el grupo de chicos con el que menos quería encontrarse.
Ginny, intentaba pasar desapercibida, pero no sirvió de mucho, ya que la vieron.
-Mirad chicos, la mugriente Weasley- dijo Zabinni advirtiendo a Malfoy y Nott.
Empezaron a acercarse a ella.
-Mirad, estuvo llorando. Seguro fue por culpa de San Potter- esas palabras de Malfoy, le dolieron.
-No estoy para vuestras tonterías- se giró dándole con su pelo en sus caras. Pero ellos la siguieron.
-Qué pasa Weasley, tanto nos deseas que has venido a buscarnos- dijo Nott provocando.
-Más quisierais- simplemente contestó.
-¿Y cara rajada?- volvió a insistir con el tema Malfoy. -¿Se quedó salvando al mundo?
Cogió unas pastillas para el dolor de cabeza. No podía soportarlo más.
-Qué Weasley. ¿Antidepresivos? Seguro que estar con cara rajada no era lo que esperabas- no, no lo era.
-O seguro que fue porque San Potter se fue con su amiguita la sabelotodo- comentó Nott.
-¡¿Qué?!- cómo se podían haber enterado.
Le enseñaron el periódico de ese día, en el que venía una foto de Hermione con Harry en aquella gala que Harry le dijo que quería ir solo.
Su rostro se puso pálido al instante. Todo el mundo sabía de su relación.
-¿Qué pasa comadreja? ¿No lo sabías?- preguntó Nott riéndose.
-Sois unos idiotas. No podíais haberme dejado en paz- gritaba mientras los intimidaba. -No, vosotros tenéis que molestar a todos. Sino, no sois felices- terminó de decir enfadada.
-Tú no sabes nada- consiguió decir Malfoy.
-Pues mira no, no lo sé. Igual que vosotros no sabéis nada. Así que cerrad vuestra maldita boca, y dejad vivir a los demás- dijo antes de irse corriendo de aquel sitio, sintiendo la tristeza mezclada con la furia.
Llegó a su apartamento, pero lo que vió no se lo esperaba. Luna, estaba sentada en la puerta de su casa.
-Luna por favor, quiero que te vayas- dijo Ginny con un hilo de voz.
-No Ginny, tienes que escucharme. Yo no sabía nada- empezó a decir mientras las lágrimas caían.
Ginny, se compadeció, y le dio un cálido abrazo.
-Gi-Ginny, y-yo...no lo sabía, lo prometo. Me he enterado por el periódico. Y- y cuando Ron me había dicho que él ya lo sabía y no te contó nada, me fui de la casa. Esperaba que pudiese quedarme aquí. Por favor- suplicó Luna.
-Es que no lo entiendo, porqué me hicieron eso. Yo...yo...le quería. Aún le quiero- dijo Ginny abrazando más fuerte a Luna.
-Ginny, deberíamos entrar- dijo intentando que Ginny se levantase. Al entrar, Luna fue directa a la cocina.
-Ginny, ¿has estado comiendo? Estás muy mal. Te haré algo de comer- propuso Luna preocupada por el estado de salud de su amiga.
-¿Desde cuando sabes cocinar?- preguntó Ginny intentando cambiar de tema.
-Vivo con tu hermano, he tenido que aprender- contestó con una risueña risa.
-¿Se ha enfadado contigo?- preguntó Ginny con una amarga sonrisa.
-Es que, no sé como no pudo decírtelo. No le voy a perdonar. Se comportó como un idiota. ¿Y tú cómo te encuentras?
-A ver, pues he perdido a mi novio, a mi amiga... En resumen, he perdido mi vida- una sola lágrima salió descontrolada.
-Tranquila- dijo Luna intentando consolar a Ginny, mientras se abalanzaba para darle un abrazo.
-¿Por qué me engañaron?- casi gritó Ginny comenzando a llorar más aún.
-¿Sabes lo que podemos hacer?- comenzó a decir Luna con un tono más animado.
Ginny solamente levantó la cabeza esperando que ella continuase.
-Vamos a ir a un bar- propuso contenta.
-No- negó Ginny la oferta de Luna casi al instante.
-Venga Ginny, no me podrás negar que no quieres un Whisky- intentó convencer a Ginny.
-Vale...- aceptó.
Llegaron a un bar cerca del apartamento de Ginny.
-Un whisky y una cerveza por favor- pidió Luna tan educada como siempre.
Empezaron a beber sin siquiera mirarse. Cuando ya llevaban un tiempo bebiendo, comenzaron a hablar de Hogwarts. Pero cada vez que nombraban a Harry, a Hermione o a Ron, cambiaban de tema.
-Hola lunática, hola comadreja- dijo alguien a sus espaldas.
-Hola hurón- contestó Ginny al que le había hablado.
Era el mismo grupo de tres chicos que se había encontrado Ginny horas antes.
-Qué pasa pelirroja, bebiendo para olvidar- comentó Zabinni.
Ginny se bebió otra copa antes de contestar, mientras era observada por una callada Luna. Cuando pidió otra copa, se dio la vuelta, y se la lanzó a Zabinni con una adorable sonrisa.
-Qué haces Weasley, has echado al suelo tu sueldo de un año- dijo Malfoy que no podía contener mucho la risa viendo la cara de su amigo.
Ginny cogió su bolso, y comenzó a andar hacia la salida, pero Luna le pidió que se quedase. Los tres chicos no se fueron, y siguieron molestando. Y ellas, bebiendo. Aunque, eso era lo último que Ginny recordaba de aquella noche.
Por la mañana, Ginny abrió los ojos dolorosamente. El dolor de cabeza, debido a la resaca era insoportable. Se tocó la cara con la mano, intentando despejarse.
¡A saber lo que había hecho la noche anterior!
Pero, que sólo estuviera ella en la cama de su habitación, le hacia pensar que no fue, a fin de cuentas una noche muy alocada.
O eso pensaba ella...
