Yes, empecé otra historia xd Ya sé que estoy bastante ausente estos días, pero la tarea en el colegio me lo complica bastante ònó Aunque no me va tan mal, tengo un 6, dos 8 y seis 10 :3 aunque no tengo que aflojar, ya que tengo una previa y debo estudiar :"v

Descartando eso, esta historia va a ser como un "reemplazo" a Nuevos Amigos, porque es una especie de parodia, pero acá van a ser todos aliens y van a estar en el espacio. Todos fueron criados ahí, pero acá las tortugas son mutantes, no confundir xd

Hago estas aclaraciones porque se me da la gana y quiero ser profesional xd

TMNT no me pertenece.


"A veces es increíble cómo las cosas cambian tan drásticamente. Un momento puedes estar intentando comenzar una nueva vida, y al otro todo da un giro de 180 grados. Uno tan inesperado, que hasta se pensaría que es un cuento de ficción.

Yo desearía que en este caso lo fuera."

Flashback

Una figura encapuchada caminaba por las calles con un carrito de compras, donde había una caja y algunos objetos de metal. El rostro de la figura era casi imposible de ver debido a la oscuridad de la noche y la capucha puesta. Desde la caja en el carrito se escuchaban unos ruidos. La figura abrió la caja ligeramente y susurró dentro de ésta.

-Sean silenciosos. Escúchenme. Nunca sean oídos. Nunca sean vistos. -les advirtió cerrando la caja.

La figura iba a ir hacia el subterráneo. Parecía una buena idea para esconderse, luego de lo que acababa de pasar. Si no hubiera visto las sombras de unos hombres. Tan rápido como pudo empujó el carrito a un callejón. Una vez asegurado su escondite, se asomó, viendo a tres hombres idénticos en rostro y ropa, saliendo de las escaleras del subterráneo. Uno de ellos tenía un extraño aparato plateado y rosa en las manos.

"Desde hace ya varios días había intentado evadir a esos 'hombres'. En su momento no podía considerarlos de otra manera, hasta que los escuché hablar. Hablaban de una manera tan extraña..."

-Kraang tiene a todo Kraang re-escaneando el lugar. -dijo uno de los tres 'hombres'.

-Kraang debería encontrar a los mutantes rápido. -habló el que tenía el aparato. Lo encendió, activando un escáner rosa, pero la figura encapuchada se escondió a tiempo.

No perdió ni un segundo y se alejó de ahí lo más que pudo, hasta llegar debajo de un puente de tren. Jadeó algo cansado, pero aliviado de haber evadido a esos 'hombres'. Revisó dentro de la caja, viendo a los pequeños seres dentro de ésta. Una sonrisa vaga se formó en sus labios. Aunque poco después se desvaneció al ver a una de ellos, acurrucada al borde de la caja en posición fetal. La pobrecita estaba enferma, y aunque pudo haberla dejado sola, no quería dejarla sufriendo. La mujer a la que amó alguna vez jamás se lo hubiera perdonado.

Ella era como la luz de la vida. Apreciaba toda vida existente. Consideraba todo muy valioso. Y honraría su memoria haciendo lo posible por ayudarla.

Apoyó el carrito contra una pared y se sentó contra éste, abrazando sus rodillas.

"Permanecer concentrado incluso cuando descansas te mantiene prevenido. Siempre hay calma antes de la tormenta. Siempre."

-Organismo mutante. -dijo una voz frente a él. Abrió los ojos y vio a 5 de esos hombres frente a él. Se puso de pie- Ven a lo que es conocido como silencioso. Ríndete, mutante. -apuntaron sus armas hacia él- Resistirse ante Kraang es inútil.

Pudo haber hecho lo que le dijeron. Pero no estaba en sus planes morir.

-Eso lo veremos. -respondió, a lo que se ponía en pose de pelea.

Los 5 hombres estaban listos para disparar sus armas, pero a sorpresa de todos, un disparo naranja/amarillo le dio en la cabeza al líder. El encapuchado esperaba ver sangre, pero al contrario de eso, vio que tenía un esqueleto plateado, un cuerpo celeste y su piel era de goma.

-¿Qué? ¿Máquinas? -estaba más que confundido. Los otros 4 hombres voltearon y vieron al causante de ese disparo... O más bien causantes.

Del otro lado de la calle se veían a unas criaturas extrañas, más extrañas que él mismo o los robots.

"Ahí fue cuando mi confusión creció. Ver a esas criaturas, que hasta ese momento pensaba que estaban extintos..."

Se trataban de dinosaurios antropomórficos. Eran triceratops gigantes, naranjas, con cuernos muy gruesos, ojos de verde azuloso brillante y trajes negros. Sus armas parecían ser de piedra.

-Escuadrón Gamma, ¡avancen! -ordenó uno de ellos. Los otros dinosaurios hicieron caso y empezaron a dispararles tanto a los 'Kraang', como se hacían llamar ellos, como a él. Viendo que estaba en más problemas aún, tomó el carrito de compras y salió corriendo mientras empujaba.

Pero hacer eso fue lo mismo que quedarse ahí, ya que habían más de esos dinosaurios atacando gente con sus armas, encerrándolos en burbujas naranjas o disparándoles. No tuvo más opción que correr lo más lejos que pudo. A medida que corría, veía cómo la gente corría asustada de los dinosaurios, eran capturados o les disparaban. Era una total masacre...

Dando una vuelta a la esquina, chocó con algo... O más bien alguien.

Era uno de los dinosaurios. Éste lucía molesto al ver que había chocado con él, y sacó su arma de fuego. El encapuchado acercó su mano lentamente al carrito de compras, y antes de que el dinosaurio pudiese disparar, le lanzó una shuriken al cañón del arma, haciéndola explotar en la cara del dinosaurio, noqueándolo. Siguió corriendo con el carrito.

Llegó a otro callejón y se ocultó en las sombras. Necesitaba un mejor escondite, porque viendo las circunstancias en las que estaba ahora la ciudad, y probablemente el planeta, no podía estar a la vista por mucho tiempo.

"Tenía pocas esperanzas de escapar. Tenía miedo. Miedo al recordar la masacre que ocurrió en mi tierra natal, poco antes de perder... al amor de mi vida. Había tanto sufrimiento y muerte, que no podía imaginar qué hacer para escapar... Luego apareciste tú."

-Disculpe. -dijo una voz detrás de él. Se puso en guardia sacando una espada del carrito al voltear, pero de nuevo quedó confundido al ver...

... Un robot. En este caso era más bajo, blanco y con luces naranjas.

-Creo que es mejor que nos vayamos de aquí. Rápido, sígueme. -djo el robot. El encapuchado no sabía en quién confiar. Ya había tenido conflictos con los otros robots, y no podría saber si éste era hostil también o no.

¿Pero qué otra opción tenía?

Suspiró con pesadez, recordándose de darse a sí mismo un golpe en la cara si volvían a emboscarlo, y volviendo a empujar el carrito, siguió al robot. Éste se aseguraba de ser lo más cauteloso posible, a lo que la figura encapuchada le seguía el paso. Llegaron hasta un parque. Washington Square Park. Estaba totalmente vacío, casi como si de allá hasta la masacre en el resto de la ciudad no se viera nada.

-¿Qué está pasando? -preguntó el encapuchado. El robot tocó algo en el antebrazo de su cuerpo robótico, y se reveló, casi como si se hubiera estado camuflando todo este tiempo, una nave blanca. Se abrió una puerta hasta abajo, hasta tomar la forma de una rampa. El robot entró corriendo, pero se detuvo al ver que el encapuchado no lo seguía.

-¿Qué estás esperando? ¡Sube! -exclamó. El encapuchado sacudió la cabeza y subió empujando el carrito, y tan pronto entró, la puerta se cerró. Una vez ya dentro, se quitó la capucha, liberando su rostro. Era una rata.

-¿Podrías reponderme ahora qué está pasando? -preguntó la rata. El robot volteó un poco la mirada y fue a su estación.

-Responderé tan pronto salgamos de aquí. -dijo, y desde el suelo de la estación del robot, subieron unas "puertas" que se cerraron alrededor suyo, dejando su cabeza a la vista.

-¿Salir? -cuestionó la rata preocupado. La nave empezó a temblar en lo que se elevaba del suelo.

-Te recomiendo que te sostengas de algo. -habló el robot. La rata tomó el carrito y lo sostuvo con fuerza, sosteniendose también de una estación secundaria.

La nave despegó velozmente. La rata casi caía al suelo, pero supo sostenerse. Miró por el parabrisas de la nave, que daba hacia el cielo del espacio. Habían muchas, muchísimas naves. El robot puso ojos determinados e hizo todas las maniobras posibles para evadir los ataques de las naves. Los pequeños seres dentro del carrito se salieron por accidente de la caja por el movimiento, y al salir se pudo ver que los pequeños eran tortuguitas. Unas muy pequeñas.

El robot accionó unos controles y la nave despegó con velocidad lejos de las naves invasoras, y por ende lejos de su alcance.

La rata se levantó algo cansado del suelo, pero el robot se acercó a ayudarlo.

-¿Estás bien? -inquirió el robot, esperando que la rata no estuviera herido.

-Sí... -volteó la vista, viendo a las tortuguita tiradas en el suelo. Cuatro de ellos no parecían estar muy mal, al contrario, gateaban curiosos por la nave, pero los ojos de la rata recalleron sobre la más pequeña. Preocupado corrió hacia ella y la sostuvo en sus manos. La pequeña estaba aún en posición fetal y con los labios apretados del dolor. La rata volvió a mirar al robot con miedo en sus ojos- Por favor, ¿crees poder ayudarla? Está gravemente enferma.

El robot se acercó a la pequeña tortuga y la miró con cuidado.

-Creo tener algo para ayudarla. -caminó hacia una puerta deslizante y al pasar por ella, desapareció de su vista.

Y la rata quedó sólo con las 5 tortuguitas.

Suspiró y se frotó los ojos. Todo estaba pasando demasiado rápido.

"Todo había ocurrido casi como en una película. Demasiado rápido como para procesarlo, y demasiada adrenalina. La única diferencia era que no se podía rebobinar, para volver al momento deseado."

Antes de que los pequeños se fueran a divagar por algún lado, la rata tomó a los 4 y los puso de vuelta en su caja, para que al menos no se lastimaran ni causarán problemas. Pero se quedó con la más pequeña en sus manos, mientras ésta se aferraba a su ropa. Acarició su cabecita.

Poco tiempo después el robot volvió con una botella llena de un líquido amarillo en una mano.

-Ten. -se la entregó a la rata- Haz que beba una gota de eso. Cura cualquier cosa.

Algo dubitativo, acercó la botella hacia la boca de la tortuga bebé. Ella apenas tenía los labios entre-abiertos, lo que le dio paso a la rata para darle una gota del líquido. Le devolvió la medicina al robot y contempló a la pequeña.

-Tardará un rato en hacer efecto, pero se pondrá bien. -habló el robot a modo de consolación. La rata suspiró de alivio al saber que la pequeña con prontitud iba a mejorar. Al menos lo peor ya había pasado- ¿Te importa si pregunto cómo te llamas?

Ahí fue cuando la rata cayó en cuenta de que no se había presentado. Aunque con toda la conmoción no había tenido tiempo. Ahora era buen momento de mostrar que por lo menos tenía modales.

-No, en lo absoluto. -contestó, para luego aclararse la garganta- Mi nombre es Hamato Yoshi.

-Es un placer, Hamato Yoshi. -dijo el robot, haciendo una expresión de simpatía- Yo soy el profesor Zayton Honeycutt.

Fin del flashback

-Y eso fue todo lo que sucedió. -dijo Yoshi, tomando una taza de té que Honeycutt le había ofrecido.

-Hmm... Ya veo... ¿No es la primera vez que viste a los Kraang, verdad? -intuyó el robot.

-No... Hace ya varias semanas los había visto y nos habían estado persiguiendo. -respondió con un suspiro cansado. Junto a él estaba la caja de televisión en donde las tortuguita estaban, sólo que ahora estaba la pequeña dormida mientras los otros 4 estaban curioseando por la nave.

Honeycutt se limitó a darle su simpatía silenciosa al palmearle el hombro. Luego a Yoshi le picó la duda.

-¿Por qué me ayudaste a mí? ¿De todas las personas que estaban en la Tierra, por qué nos elegiste a mí y a mis pequeños? -inclinó las orejas ante su pregunta. Honeycutt volteó un poco la mirada, pensando su respuesta, y luego volteó hacia la rata nuevamente.

-Pues.. Creo que me reflejé en ti. Aún sabiendo que tenías pocas probabilidades de salvarte, seguiste peleando. Y respeto a alguien así.

Por primera vez en toda la noche desde esa conmoción, Yoshi sonrió con honestidad.


Más tarde, Honeycutt le había dado a Yoshi y a las tortuguitas una habitación donde quedarse. Era totalmente blanca, aunque con luces naranjas en las paredes. Yoshi dejó a las 5 tortuguitas curiosear sin problemas, ya que sabía que no irían a ningún lado. Aunque la pequeña, a pesar de sentirse mejor, decidió quedarse junto a Yoshi y hacerle compañía. Siempre y cuando no causara problemas, aceptaba que ella se quedara.

Viendo que todo ya se había calmado un poco, Yoshi creyó que sería un buen momento para meditar y aclarar su mente. Se puso en posición de meditación y juntó sus manos.

-Sohm. -susurró, tratando de concentrarse... Pero no le duró mucho, ya que las 4 tortuguitas varones se dispusieron a escalar a la enorme rata. Yoshi suspiró con pesadez en lo que entrelazaba sus dedos- Parece que la meditación está fuera de cuestión para ustedes. -murmuró. Esuchó un mascar y bajó la mirada, viendo a uno de los pequeños mordiendo una salchicha italiana. El pequeño le ofreció un poco con una risita, y ante eso, Yoshi no pudo ocultar una suave carcajada- Gracias, joven tortuga. -puso un rostro pensativo y se frotó la barba- Supongo... que necesitan nombres apropiados.

Los pequeños lo miraron confundido, a lo que uno de ellos chupaba una bujía cual chupón. Yoshi se levantó de su lugar y se dirigió al carrito, donde había una caja con todas sus cosas. De adentro de ésta sacó un libro y volvió con los bebés.

-Cuando era niño, quería ser un artista. -se sentó frente a los cinco- Así que me parece apropiado nombrarlos a todos como a los maestros de mi periodo del arte favorito: el Renacimiento. -afirmó. Una de las tortuguitas aplaudió feliz, mientras que otra estiró su manito hacia el libro- Tal vez, en algún entonces... -Yoshi apoyó el libro en el suelo, dejando que los bebés se acercaran a ver- Ustedes crecerán para ser algo grande.

Los cuatro varones miraron los dibujos y biografías que más atención les había llamado y sonrieron. Yoshi hizo igual.

-Los llamaré... Donatello, -apuntó a uno, quien se rascó el mentón- Miguel Ángel, -el pequeño sacó la lengua- Raphael, -sonrió con soberbia- y Leonardo. -el último sonrió noblemente. Los bebés se veían felices, pero luego Yoshi se dio cuenta de que alguien faltaba... La pequeña.

Ella estaba sentada junto a él, agarrando su yukata. Yoshi la tomó en sus manos.

-No te angusties, pequeña. -le aseguró Yoshi, acariciando su rostro- Vamos a buscar un nombre para ti. -pasó las páginas del libro. La pequeña se veía algo indecisa. Luego, llegando a un artículo de Miguel Ángel, vio el nombre de una escultura:

"Venus de Milo"

-Venus de Milo... ¿te gusta? -preguntó, mirando a la pequeña. Ella sonrió y tomó el rostro de Yoshi. Él devolvió el gesto- Venus de Milo serás entonces.

Apagó una lámpara que tenía encendida, y luego de acariciar a una de las adormiladas tortuguitas en la barriga, los acomodó a todos en una caja de frutas con un colchón y una manta para que durmieran.

-Descansen ahora, mis tortugas... -dijo Yoshi, tapándolos con cuidado- Porque temo que no podremos eludir a nuestros cazadores y enemigos por mucho tiempo.

Y no sabía cuánta razón tenía. Esto era sólo el comienzo... de una gran aventura.


Ya saben, review si quieren que siga y fav si les gustó el prólogo xD seguiré escribiendo durante las mañanas, ya que ahora tengo horario nocturno en el colegio. Probablemente las actualizaciones sean antes de las 12 del mediodía en Argentina. Los mantendré al tanto xd