Los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen a mí, sino que a JK.

El comienzo (y solo el comienzo) de esta historia está basado en la telenovela Dulce Amor.


Camisa de emergencia

―Mierda.

Remus se tanteó sus bolsillos una vez más.

Nada.

Definitivamente, había perdido su billetera, con todos sus documentos, tarjeta de crédito y efectivo. Soltó un suspiro. No le podía estar pasando esto.

Era una tarde de comienzos de verano, hacía calor pero no demasiado. De todas formas, ahora que no tenía dinero para pagarse un taxi, tendría que ir caminando. Eso sí que le daría calor.

Tenía sed y estaba cansado por su viaje en tren. Había estado horas sentado, con el culo dolorido. Solo para que ahora no tuviera ni un peso para comprarse un refresco.

Decidió revisar su valija una vez más. Ya lo había hecho cinco veces y la billetera no estaba allí. Una sexta para asegurarse no le haría mal. Y valió la pena. No encontró su billetera, pero sí un único billete hecho una bola al fondo de un bolsillo interno.

―Gracias, Dios.

Un poco más animado, se acercó al pequeño bar que había en la estación del tren y pidió una Coca-Cola. Cerró los ojos mientras sentía el frío pasando por su garganta. El viaje a casa caminando y con la valija a cuestas ya no parecía un infierno ahora que se había quitado un poco la sed.

Estaba por cerrar la botella cuando un niño que corría mirando para atrás chocó contra él, provocando que todo el contenido cayera sobre su camisa.

― ¡Pero la p…!

Se detuvo antes de finalizar la frase y se contuvo de gritarle al niño, quien lo miraba horrorizado.

―Señor… disculpe… le juro que no fue mi intención… yo…―las lágrimas comenzaban a asomar en los ojos del pequeño.

―No pasa nada, en serio―forzó una sonrisa Remus.

Genial. Ahora no solo llegaría a su casa transpirando, sino que también con toda la camisa manchada. Y sus padres lo esperaban con invitados.

"Este día no podría ir peor".

Salió de la estación y comenzó su camino, sin apuro alguno. La expectativa de llegar a casa ya no era tan tentadora como lo había sido aquella misma mañana.

Había caminado solo media cuadra cuando vio una tienda. Tenía un cartel que decía "Como nuevo", y justo abajo y con letras más pequeñas habían añadido "Ropa de segunda mano".

Remus no lo pensó dos veces. Aún le quedaba un poco de plata. ¿Qué tan cara podía ser una camisa de segunda mano?

La tienda era mucho más grande por dentro de lo que aparentaba por fuera. Parecía que había sido en algún momento un enorme galpón. Estaba abarrotada de gente, y había grandes cajones por todos lados rebosando de ropa. Había también armarios de apariencia vieja con algunas prendas en perchas. Remus localizó rápidamente una camisa blanca. Le faltaba el botón superior y estaba bastante arrugada, pero no parecía de mala calidad.

― ¿Va a llevar eso, señor?

Un muchacho de pelo negro que aparentaba tener su edad se había acercado a él. Estaba vestido con un pantalón de jean y una remera simple. Remus supuso que sería un empleado, ya que tenía varias bolsas vacías del local en una mano.

―Sí, creo que sí…

Remus se fijó el precio y saco la plata que tenía.

―Mierda, no llego…

El muchacho miró para ambos lados antes de acercarse más. Parecía un poco nervioso.

―No sé preocupe, hoy está de oferta―dijo, quitándole a Remus la plata de la mano―. Tome―agarró la camisa, la metió en una bolsa y se la tendió a Remus.

Estaba sorprendido. Sin recibo, sin pasar por caja, y un empleado sin modales. Pero después de todo, era una tienda de segunda mano, jamás había ido a una antes. Quizá así funcionaban las cosas por allí.

―Eh… gracias.

El muchacho le dirigió una sonrisa rápida, se guardó la plata en el bolsillo del pantalón y desapareció entre la gente.

Remus se dirigió a la salida, aún confundido por lo que acababa de pasar. En el momento que cruzó las puertas, alguien chocó contra él con fuerza. Ambos cayeron al piso. Remus identificó al muchacho que lo había atendido hacía menos de diez minutos. Los ojos de este se dilataron, al parecer también reconociéndolo.

― ¿Estás…?

La frase de Remus fue cortada.

― ¡Corre! ―gritó el muchacho, levantándose de golpe. Agarró a Remus de la mano y comenzó a correr sin soltarlo. Remus miró para atrás y vio a dos oficiales de policía siguiéndolos a unos pocos metros.

― ¿Qué hiciste? ―exclamó Remus.

― ¡Ahora te lo explico!

El muchacho corría rápido y tenía fuerza suficiente para acelerar el paso de Remus, que no era tan atlético. Perdieron a los policías en una curva y el pelinegro empujó al otro detrás de un árbol. Remus se encontró acorralado entre el árbol y el muchacho, con la respiración de este contra su mandíbula. Se sentía incómodo, pero no pudo evitar notar el rico aroma que desprendía aquel extraño.

Escucharon unos pasos alejándose. El muchacho se relajó y miró a Remus a los ojos. Esbozó una sonrisa que mostraba todos los dientes.

―Perdón por eso.

Seguía tan cerca que su aliento entró directamente por la boca de Remus. Él lo empujó un poco para separarse, tenso.

― ¿Qué hiciste? ¿Quién eres? ¡¿Y por qué me metiste en tu problema?! ―exigió saber.

―Eh… puede que no sea un empleado de esa tienda―reconoció el otro, frunciendo los labios en una sonrisa de disculpa.

―Sí, eso lo noté, gracias―dijo Remus sarcástico.

―Bueno, y no podía dejarte ahí con una camisa robada…

― ¡No la robé! ¡Tú me hiciste creer que la compré!

El extraño se encogió de hombros.

―Sigue siendo robada.

Se quedaron unos segundos en silencio, Remus fulminándolo con la mirada. El muchacho soltó un suspiro.

―Mira, lo siento, ¿está bien? No soy un ladrón―Remus bufó ante esa afirmación―. ¡En serio! De acuerdo, sí, estaba robando. Pero tuviste la mala suerte de conocerme en el único día que lo intenté. Lo juro.

Parecía tan sincero que Remus no pudo evitar creerle.

―Como digas.

―En serio. No lo hacía por diversión. Necesito el dinero. Y mira, tampoco quería meterte en esto. Pero, ey, ¡los policías se fueron! ―volvió a sonreír.

Remus no pudo contener una pequeña sonrisa.

―No está bien lo que has hecho―le dijo―. Y no iré a la policía, solo si prometes no hacerlo más.

El muchacho puso una mano en el corazón y alzó la otra.

―Lo juro solemnemente―dijo, aún con una sonrisa pícara en sus labios―. Soy Sirius, por cierto―añadió, extendiendo una de sus manos.

Remus se la estrechó.

― ¿Solo Sirius, sin apellido?

Sirius se acercó más a él.

―Eso no te lo puedo decir―susurró en un tono cómplice que envío un leve temblor a toda la espalda de Remus―. En caso de que cambies de opinión y quieras ir a la estación de policía―ensanchó su sonrisa mientras se alejaba―. ¿Y tú eres?

―Remus―dijo sin más.

―Oh, ¿tampoco tienes un apellido? ―preguntó Sirius divertido―. ¿O también tienes motivos para ocultarlo?

Esta vez fue Remus el que habló en un susurro cómplice.

―Todos tenemos nuestros secretos.

Sirius se mordió el labio mientras sonreía.

―Bueno, será mejor que me vaya, antes de que uno de esos oficiales vuelva.

―Sí, yo también debo irme―afirmó Remus.

Sirius volvió a estrechar su mano, y lo miró directo a los ojos. A Remus se le cortó un poco la respiración por la intensidad que aquella mirada gris y profunda. Se dirigieron una leve sonrisa, con las manos aún aferradas, antes de que Sirius se diera media vuelta y echara a correr.

Remus lo vio alejarse hasta que se perdió en una equina.

Suspiró antes de seguir su camino. Era hora de ir a casa.


N/A:

¡Hola! Si estás leyendo esto: ¡muchas gracias! Espero que puedas dejar un comentario :)

Hace meses que no escribo nada; no solo en fanfiction, hace meses que no escribo nada de nada. Esto fue por problemas personales. Espero que mi falta de práctica no se note mucho, y también espero que mi técnica vaya mejorando a medida que sigo escribiendo. Sé que este capítulo no es la gran cosa, pero estoy haciendo un gran esfuerzo para mantenerme escribiendo, porque esa es mi forma de escapar de los problemas por un rato.

Esta historia será wolfstar y jily, pero creo que será más sobre la primera que sobre la segunda, si bien habrá jily. Por otro lado, Lily será Lupin, no Evans, ya que será la hermana de Remus.

Espero que disfruten de esta historia.

Saludos desde este rinconcito del mundo,

Ceci :)