Advertencias: Yaoi, o sea una relación hombre x hombre, si el género no te gusta ¡¿Qué haces aquí todavía?! Ambientada(y escrita) antes de la película y la segunda temporada. SaruMi, lime.

Disclaimer: K Project y sus personajes no me pertenecen y no gano dinero por hacer esto, sigo siendo igual de pobre.

Los viejos tiempos

Ellos alguna vez se habían amado. Él había despertado a su lado y besado sus labios en la mañana, porque ambos se amaban, vivían juntos pues les gustaba y quizá aun no supieran que hacer con su futuro, pero sabían que querían una vida juntos.

Al menos así fue desde un principio. Misaki recuerda las mañana en que Saruhiko le besaba y quitaba sus castaños cabellos de sus ojos, quizá el de cabello azul no fuese de lo más expresivo, pero a Misaki le encantaba.

Saruhiko aun recuerda la vez que se conocieron, entre peleas estúpidas y malas calificaciones. Misaki, un desastre con patas le necesitaba tanto como él, Saruhiko, necesitaba de aquella inocencia y torpeza.

Pero las cosas cambian y aunque Saruhiko quiso ser el dueño de ese inocente corazón para siempre, aquel pelirrojo bueno para nada se lo quitó sin siquiera decir una palabra. Sin advertirle de todo el dolor que eso le traería.

Nunca habían tenido sexo, Misaki siempre se sonrojaba y decía que esperaran a que fuese mayores, pero ese hasta que fuesen mayores, nunca llegó. Misaki se había enamorado de Mikoto Suoh.

Había tenido la ingenua esperanza de recuperarle, pero Misaki se alejaba cada vez más de él y pronto la distancia se volvió insalvable.

Si no podía volver a hacer que lo amara, haría que lo odiara, al menos de esa forma tendría aquellos preciosos ojos para él nuevamente.

Un gemido quizá demasiado alto se escuchó entre las paredes de aquella habitación. Unos dedos rasguñando una pálida espalda, tratando de buscar un salvavidas en su placer. Un nombre arrancado de unos rojizos e hinchados labios.

Saruhiko.

Unas manos sosteniendo una cadera estrecha, la sensual danza del sexo y su vaivén de la perdición. Una estocada más profunda, un encuentro entre ambos cuerpo.

Demonios, Misaki.

Un grito, un nombre. Y tristemente no un te amo, porque ellos ya no se amaban.

Esa mañana, años después Saruhiko despertó temprano y vio un nostálgico cuerpo a su lado, un poco más grande, un poco más maduro. Incluso el mismo siendo ahora más adulto.

Esta vez no habría un beso en la mañana, ni Misaki le sonreiría, pero esa noche habían hecho mucho más que eso, pero sin amor, sin el amor que tanto se habían profesado en los viejos tiempos. Los viejos tiempos que no volverán nunca.