Hora de comer helado

Un grupo de jóvenes se encontraba dentro de un gran salón. Meiko estaba sentada, completamente aburrida viendo a los demás con su botella de sake en la mano. Rin y Len estaban pelando, algo acerca de un programa. Gakupo estaba sentado en el piso, pensando en cosas sin importancia alguna. Luka estaba recargada en la pared sola, de brazos cruzados sin decir ni una sola palabra. Gumi se encontraba dando vueltas de un lado a otro. Miki estaba platicando con Piko. Lily estaba leyendo algo. Yuzuki e IA hablaban de música, y de algunas canciones. Aoki estaba sentada sola, viendo a todos haciendo lo suyo. Sin embargo, había alguien en especial que no podía quedarse quieta, tranquila, ni tampoco podía distraerse de ninguna forma. Solo recorría el salón de un lado a otro con los brazos cruzados.

-Dios, ¿Alguien recuerda a dónde fue Kaito?

-No Miku, ya te dijimos que no nos dijo a donde iba a ir. –Repitió Meiko por séptima vez en el día. –Espera un poco más, ya no debe tardar en llegar.

-Pero ya lo esperamos mucho tiempo, y aun no llega. –Se quejó con un puchero.

-Sí, Kaito-nii siempre hace eso. –Dijo Rin

-Ya no se preocupen por esperarlo. –Dijo Luka, diciendo algo por primera vez en el día. –Ya llego.

Como invocado por esas palabras, Kaito apareció por la puerta con una pequeña sonrisa en el rostro.

-Hola chicos, ¿Cómo están? –Saludo al entrar.

-Bien, gracias. –Dijo Gakupo, contento de que su amigo hubiese llegado al fin.

-Kaito, ¿Dónde estabas? –Pregunto Miku, acercándose a él con ambos brazos en la cintura.

-¿Yo? –Preguntó señalándose a sí mismo. –Estaba comiendo un helado.

-¿Helado? –Preguntó Meiko, un tanto sorprendida por el hecho de que su compañero aun comiera helado como si fuera un niño chiquito.

-Sí, helado. –Repitió el chico ampliando aún más su sonrisa.

-Bueno, como sea. –Dijo Lily cerrando su libro y poniendo fin a la discusión. –Ya que llego Kaito, vamos a ensayar.

-Sí. –Dijeron Rin y Len, olvidando su discusión de hacía unos segundos.

-¡Al fin! –Grito Megpoid, dejando de dar vueltas y corriendo hacia el escenario.

-¡Sí! ¡A ensayar! –Grito Miku saltando de alegría.

Todos se dirigieron al escenario para empezar a ensayar sus canciones. Meiko solo le dedico una última mirada a Kaito, ¿Cómo podía ser posible que su adicción a los helados siguiera vigente? Desde que lo conocía amaba a los helados, y eso había sido hacía más de diez años.

El ensayo termino y todos empezaron a recoger sus cosas, despedirse e irse a su casa. Algunos decidieron irse solos, otros decidieron ir juntos. Meiko fue una de las ultimas en salir. Al ver que Kaito y Miku tardarían mucho porque al parecer los dos eran demasiado despistados como para recordar donde habían dejado sus cosas, suspiró y abrió la puerta.

-Nos vemos mañana Kaito, Miku –Dijo al fin. –No olviden cerrar.

-¡Sí! –Grito Kaito mientras movía todo lo que había en el lugar con tal de encontrar sus cosas -¡Adiós Meiko!

-¡Hasta mañana Meiko! –Grito Miku de la misma forma que Kaito.

Meiko negó con la cabeza y salió del salón.

-Par de niños –Susurro sacando una botella de sake.

Kaito y Miku siguieron buscando sus cosas por un buen rato, recorriendo el salón de un lado a otro y moviendo todo lo que se cruzaba en su camino.

Al fin los dos encontraron sus cosas –que resultaron estar detrás de una batería– y guardaron todo nuevamente.

-Al fin. –Dijo Kaito. –Vámonos Miku.

-Voy. –Contesto la peliazul.

Los dos salieron y empezaron a caminar uno al lado de otro. Aunque de repente, Miku recordó algo.

-Oye Kaito, ¿Por qué te gustan tanto los helados?

El mayor vio de reojo a su acompañante, y simplemente alzó los hombros –No sé, me gustan desde que estoy pequeño.

-Se nota. –Comentó sonriendo.

Siguieron caminado en silencio hasta que llegaron a una esquina en la que se separaron y se despidieron con un simple "adiós". Kaito llego a su casa y pensó un poco en como lo habían recibido sus amigos en la tarde. Siempre Meiko le decía lo mismo: "¿Por qué sigues comiendo helados? Pareces niño chiquito cuando vez uno". Pero a Kaito no le importaba eso, a él le gustaban los helados y lo que dijera su querida y borracha amiga o cualquiera de los otros no le importaba, lo que en verdad le importaba era hacer lo que a él le gustaba, y eso era comer helado.

Miku llego a su casa y pensó en lo que le había dicho Meiko durante el ensayo.

Kaito aún es un niño. Mira que llegar tan tarde por comer un helado…¿Acaso no piensa crecer y enfrentar sus responsabilidades?

Sin embargo, Kaito era muy maduro. En realidad, quien sabe que harían todos ellos sin él. Ni Meiko, ni Gakupo, ni siquiera Luka sería capaz de controlar a Rin y a Len cuando se enojan. Sin Kaito, ¿Quién sería el hermano mayor? ¿Quién les enseñaría tantas cosas? Después de todo, Kaito y Meiko eran los que tenían más experiencia cantando. Kaito, por muy infantil que podía llegar a ser, también era muy maduro y era un gran amigo y hermano mayor.

Al día siguiente todos llegaron a la misma hora de siempre para ensayar algunas canciones. Claro, todos menos Kaito.

-¿Donde esta Kaito? –Bufó molesta, imitando su reacción del día anterior.

-Miku-san, no creo que se tarde mucho. –Dijo Aoki con lo que aparentemente era una sonrisa para reconfortarla.

-¡Pero ya se tardó mucho!

-Tranquila Miku… -Dijo Luka. –Es Kaito, ya llegará.

-De seguro está comiéndose un helado otra vez. –Dijo Miki entre risas.

-Sí, lo más seguro es que este en la heladería de la esquina de su casa. –apoyo Piko.

-Por supuesto que está comiendo helado. –Aseguro Gakupo. –Es Kaito de quien estamos hablando.

-Es un adicto. –Dijo Gumi.

-¿Y apenas se dan cuenta? –Pregunto Meiko.

-¡Hola!

Todos se giraron a ver a Kaito llegar sonriente.

-Kaito-nii, otra vez tarde. –Dijo IA.

-Perdón, perdón. –Se rascó la nuca con una sonrisa tonta.

-¿En dónde estabas? –Pregunto Miku.

-Comiendo un helado.

-¿Ves Miku? Te lo dijimos. –dijo Miki.

-Era muy obvio. –Dijo Lily.

-Vale –Dijo Yuzuki poniéndose de pie. –Ya que Kaito-nii llegó, podemos ensayar.

Todo siguió su curso normal. Al terminar el ensayo todos se fueron retirando a sus casas, nada fuera de lo normal.

Y todo fue así el resto de la semana, con Kaito llegando tarde a todos los ensayos. Tanto así, que Meiko decidió que ya no lo esperarían y empezarían sin él. Y así fue durante la mitad de la semana.

-¿En dónde estabas?

-¿Yo? Estaba comiendo un helado.

Esa era la forma en la que se saludaban Miku y Kaito todos los días. Ya se les había vuelto una costumbre, y algunos ya se estaban dando cuenta de esa actitud que tomaban los dos, sin hacer comentarios al respecto.

Al fin llego el viernes, y como siempre, Kaito volvió a llegar tarde.

-¿En dónde estabas?

-¿Yo? Estaba comiendo un helado.

Antes de decir algo más Luka llamo a Miku para ensayar, Magnet por lo que no pudieron decirse nada más. Y así pasaron las horas y por una u otra cosa ya no hablaron hasta el final del ensayo, cuando ya todos se habían ido.

-Oye Kaito, ¿En serio llegas tarde solo por comer helado?

Kaito rió un poco. –Sí, ¿Por qué?

-Porque no puedo creer que solo por un helado llegues tarde.

El chico se quedó callado unos segundos, pensando en algo. –Miku, hay que comer juntos la próxima vez. ¿Qué te parece si mañana te invito un helado?

Miku lo miro, sonriéndole dulcemente y haciendo que por alguna razón se sonrojara. –Bueno, me parece bien. Nos vemos mañana. –Dijo agradeciendo que hubiesen llegado a la esquina donde se separaban.

-Sí, adiós Miku.

-Adiós Kaito.

Los dos regresaron a sus casas, preguntándose qué pasaría al día siguiente en la heladería. Kaito esperaba que Miku entendiera porque le gustaban tanto los helados, mientras que Miku esperaba encontrar la razón por lo cual siempre terminaban esperando a Kaito.

Sin embargo, había algo más que los dos esperaban de esa pequeña "cita". Porque, era una cita, ¿no? Por alguna extraña razón a Kaito le agradaba estar con Miku. Era dulce, tierna, amable, linda, divertida. Era una amiga diferente a Meiko, que era como su hermana, Miku era algo más que eso, era alguien diferente.

Y a Miku también le gustaba estar con Kaito. Kaito era amable, divertido, tierno, chistoso, caballeroso y además de todo era muy guapo. ¿Guapo? Si, la verdad es que Kaito era un chico muy guapo. Pero solo era un amigo, un amigo o acaso, ¿Un amor secreto? No, no podía ser eso, ¿O sí? La inquietud que le llegaba a Miku cuando Kaito se tardaba más de lo que solía tardarse, esa era una de las razones por las que siempre le preguntaba dónde estaba, para asegurarse que no le hubiera pasado nada malo.

Al día siguiente Miku salió de su casa y se encontró a Kaito en la entrada, y al verlo no pudo evitar sonreír.

-Hola Miku. –Saludo alzando su mano y sonriendo dulcemente. -¿Nos vamos?

-Sí, claro.

Kaito y Miku caminaron unas cuantas calles hasta que llegaron a una heladería muy grande. Entraron y se sentaron en una de las mesas. Apenas se sentaron una chica se acercó a ellos.

-Hola Kaito, ¿Cómo estás?

-Bien, ¿y tú?

-Bien, bien. –Respondió echándole un vistazo a Miku, y sonrió. -¿lo de siempre?

-Sí, mira. –Hizo un gesto hacia la peliazul. –Te presento a Miku, es una amiga mía.

-Hola –Saludo con dulzura, y algo más que Miku no pudo descifrar –Me llamo Tone Rion

-Hola –Saludo igual de sonriente, intentando disimular la incomodidad ante la aparente diversión en la cara de la chica de cabello morado.

-¿Y tú que vas a querer?

-Tráele un helado de chocolate. –Dijo Kaito antes de que ella pudiese responder por su cuenta.

-Bueno. –Le dio una última mirada cómplice a Kaito. –Con permiso.

La chica se fue y Miku miro a Kaito un tanto molesta, aunque más que amenazante se veía un tanto chistosa, con las mejillas infladas de esa forma.

-No te enojes, es solo que quiero que veas porque me tardo tanto en llegar.

Rion regreso con dos helados y se los entrego.

-Ten –Dijo Kaito dándole el dinero de ambos helados.

-Bien, adiós –Dijo guiñándole el ojo a Kaito. –Suerte –Dijo en lo que se supone debía ser un susurro, pero que Miku pudo escuchar perfectamente.

-Adiós –respondieron los dos, un tanto sonrojados; sobre todo Kaito, quien le hizo señas para que se fuera, a lo que la chica solo rió para después irse a atender a otros clientes.

Miku intento ignorar lo que sea que hubiese sido eso y observo el helado frente a ella y luego miro a Kaito, quien le sonrió.

-Anda, come. Vas a ver que es delicioso.

A simple vista sí, se veía delicioso. Tomó la cuchara y le dio una última mirada a su amigo. –Bueno, si tú lo dices.

Miku y Kaito tomaron una probadita de su helado y sonrieron de oreja a oreja. Pero para sorpresa de Kaito, Miku empezó a comer cada vez más rápido, y a cada bocado parecía que su sonrisa se agrandaba más y sus ojos mostraban cada vez más brillo.

-¡Esta delicioso!

-Sí, lo se…

-¡Quiero más! ¡Tráeme más! –Se dirigió a Rion, quien en ese momento pasaba cerca de su mesa.

-Claro Miku-san –Respondió la chica aguantando una risita.

Kaito se sorprendió al ver a Miku de esa forma, después de todo, se suponía que el adicto a los helados era él. Pero aun así, ver como sus ojos se iluminaban al probar una cucharada y ver esa sonrisa lo hacían derretirse más rápido que el helado.

Tras unos cuantos helados más, Miku al fin se llenó y los dos salieron de la heladería y se dirigieron al parque que estaba en la siguiente esquina.

-Tienes razón Kaito, esos helados están deliciosos. –Dijo Miku sentándose en una banca del parque y sujetando su ahora lleno estómago.

Kaito soltó una pequeña risa mientras se sentaba a su lado. –Sí, lo sé. Me alegra que te hayan gustado.

-Sí, creo que voy a ir más seguido a la heladería.

-En ese caso, hay que ir juntos.

La chica abrió grandes los ojos. -¿Juntos?

-Sí… -Hizo una cara de preocupación. -¿No te agrada estar conmigo?

-Por supuesto que si me agrada –Respondió alegre, pero cuando se dio cuenta de lo que había dicho se sonrojo un poco.

-Eso es bueno –Dijo Kaito tomándole la barbilla, antes de que ella pudiese decir algo. –Porque a mí también me gusta mucho estar contigo.

Miku abrió aún más los ojos cuando Kaito la beso en los labios. Había sido tan rápido, pero aun así había sido tierno. Después de unos segundos Miku al fin correspondió al beso, mientras Kaito le acariciaba la cara.

-Te quiero Miku. –Dijo sonriendo, y con un apenas visible sonrojo en las mejillas.

-Yo también te quiero Kaito. –Respondió en un susurro.

Kaito abrazo a Miku y la recargo en él.

-¿Sabes? Ahora sé porque te gustan los helados.

Kaito sonrió y Miku le dio un beso en la mejilla.

El lunes, todos llegaron a la hora del ensayo menos dos personas, nada más y nada menos que Kaito y Miku.

-Vaya, Miku siempre se está quejando de que Kaito nunca llega a tiempo y ahora ella tampoco llega. –Dijo Lily, extrañada por la situación.

-Sí, ¿Por qué no habrá llegado? –Yuzuki se llevó un dedo a la barbilla. –Ella es de las primeras en llegar.

-Quien sabe… ¿Y si le paso algo?

-¡No digas tonterías Gakupo! –Gritó Megpoid.

-Para mí que si le pasó algo. –Dijo Rin.

-Sí, esto está muy raro. –Dijo Len

-¡Hola!

Todos se voltearon a ver a Kaito y a Miku llegar con una enorme sonrisa en el rostro.

-Miku, ¿En dónde estabas? –Pregunto Meiko, alzando una ceja.

-¿Yo? Estaba comiendo un helado con Kaito.

-¿Tú también? –Pregunto Piko, rodando los ojos.

-Ay no –Susurro Meiko sacando su botella de sake.

Kaito y Miku se miraron sonrientes mientras Meiko tomaba su sake. Lo que le faltaba.

Bueno, al menos ya no estará preocupándose por él…


Actualización 29/04/17: Corrección de algunos errores :)