El dilema del monarca de espadas (parte 1)
Holaa,ahora he regresado con una idea que se me vino a la mente hace unos días, que es hacer una historia Cardverse un AU que me encanta, la historia no sera del todo lineal,pero ya avisare en que parte cambio el orden cronológico y eso XD,sobre las parejas las ire revelando con el pasar de los capitulos,bueno el primero es un Rusame con leve Usuk, en la continuación de "El dilema del monarca de espadas" me centrare en el RusAme. sin mas espero que lo disfruten y gracias por leer :)
Disclaimer: Ni Hetalia ni el Cardverse me pertenecen :')
Pov Alfred
Desde niño me contaron historias sobre viajes y guerras, sobre embrujos y romances, estas últimas siempre fueron mis favoritas, esas que hablaban de héroes que rescataban a damiselas, de príncipes que luchaban por sus princesas y que siempre el bien ganaba y todos vivían felices para siempre, entonces me prometí que yo quería ser como esos héroes de los cuentos, que quería proteger a los desvalidos y encontrar a alguien especial para así ser feliz junto a quien amaba, en ese entonces nunca me hubiera imaginado lo que el destino me deparaba, y menos se me hubiera ocurrido encontrar el amor en el lugar donde lo encontré...si es que a lo que siento se le puede llamar así. Nací en el reino de espadas, mis padres vivían en el Palacio al tener el favor del rey y poseer títulos nobiliarios, recuerdo que desde ese entonces siempre me resultó un lugar frío y hostil, como si estuviera embrujado, lo habitará algún ser malvado o un dragón incluso, lo cual propició mis ideas de aventuras, por lo que exploré y exploré hasta conocer cada centímetro del castillo, ya me sentía amo de el sin saber todavía que algún día lo sería, y ahí fue, cuando lo conocí, nunca supe que fue lo que llamó mi atención de él, si fueron sus profundos ojos verdes que sentía que me traspasaban el alma o ese gesto serio tras el cual se escondía una gran persona que pocos tenían el privilegio de ver, o tal vez esa necesidad que vi en el de escapar de la soledad, de tener alguien en quien apoyarse, y apenas lo vi supe que yo quería ser ese alguien. Al poco tiempo descubrí que ese muchacho era nada más y nada menos que Arthur Kirkland, futura reina de espadas, que era un par de años mayor que yo y que toda su vida había vivido en el Reino de diamantes a pesar de ser oriundo del Reino de espadas, como sea, aquí el hecho importante es que me enamoré de él, se podría decir que en su caso llegó hasta el hecho de considerarme su amigo, o eso supuse ya que a él no le era fácil expresar lo que sentía como a mí, en esa época tenía unos catorce años y él unos dieciséis, y por esos días descubrí algo que consideré en su tiempo un regalo de la diosa fortuna, algo tan imposible y extraño que no podía creerlo y por lo que festeje dos meses enteros, yo, Alfred F. Jones era el futuro rey de espadas, pero más que el poder y la fama que eso me daría lo que me hacía dichoso era otra cosa, el hecho de que me casaría con Arthur eso para mí valía más que todo el oro del mundo, iba a cumplir mi sueño iba a ser como en las historias que tanto amaba de niño, ambos reinaríamos con justicia y viviríamos felices por siempre, el para mi buena suerte lo acepto bastante bien diciéndome que prefería casarse conmigo que con algún desconocido, bien ya sabía que él no me amaba pero tenía la esperanza de lograr que lo hiciera algún día. y así paso un año, año en el que conocí a otra persona importante en mi vida, no de la buena manera para mi desagrado, pero fue alguien que marcó y sigue marcando mi vida, Iván Braginsky, el rey de tréboles, a pesar de que ambos teníamos la misma edad el parecía mucho mayor que yo, incluso mayor que Arthur ya que era bastante alto y de complexión robusta, en fin, desde el primer momento supe que él era el villano en mi historia, no sabía exactamente a qué provenía mi odio, posiblemente a esas sonrisas falsas que daba a la gente, esa mirada maniaca que tenía como si quisiera partirme el cuello con los ojos, o el hecho de los múltiples desacuerdos que teníamos y lo incómodo que nos resultaba estar cerca uno del otro, más esto último no entendería a que se debía hasta unos años más tarde. Así pasaron dos años más entre mis intentos de conquistar a Arthur y de destruir a Iván, y paso algo que no me había esperado y que en el fondo me lleno de tristeza, el rey murió, el Palacio estuvo de luto por un tiempo prudente y no era para menos ya que él era una persona muy querida para todos por su sentido de Justicia y sus buenas obras para con el pueblo, más como la vida sigue, pasado el luto del rey anterior tenía que haber un nuevo regente, en este caso yo, lo primero fue mi boda con Arthur para que nuestra unión como reyes se formalizara y así se hizo, recuerdo ese día como si hubiera sido ayer, los nervios, la emoción, sentía que todo me daba vueltas, incluso me sentí un poco mal por estar tan feliz a pesar de que la boda se había adelantado por el incidente del otro rey. La boda fue bastante bien, hubieron asistentes de distintos reinos y todo fue muy ameno, aunque a diferencia de mi Arthur portaba una mirada melancólica que trataba de ocultar a toda costa, sabía que en el fondo él no quería esto, pero quería hacer lo posible para que pudiéramos llegar a la felicidad, ya que yo lo amaba, luego de la boda vino la famosa noche de bodas, en la que estaba muy ansioso, a mi edad nunca había tenido contacto íntimo con nadie pero me hacía feliz la idea de hacerlo con él, porque se supone que es una de las más importantes experiencias en la vida de una persona, cuando el entro a la alcoba se tiró encima mío de golpe y empezó a besarme, podía ver en sus ojos un sentimiento indescriptible como si fuera una especie de ira o pasión contenida, pero de tanta emoción ignore ese detalle, correspondí y proseguimos, omitiré detalles y solo diré una frase resumen...¡best fucking night ever!. A las pocas semanas se llevó a cabo la coronación, estaba muy emocionado, wow, yo como rey... Alfred Regente del Reino de espadas... definitivamente suena genial, me pusieron un traje de color azul como se estila en el reino y me llevaron ante un sacerdote para que bendiga mi reinado, a mi lado se encontraba Art...Mi reina el cual también estaba siendo coronado como es costumbre, una vez bendecidos nos colocaron las coronas, no se la de Arthur pero la mía pesaba y sentía que me estorbaba en la cabeza, definitivamente la usaría solo en ocasiones especiales, y ese fue mi inicio como el soberano de esta nación. Cuando te dicen que vas a ser rey lo primero que piensas es en lo genial que la pasaras y en qué todo será magnífico ayudarás al pueblo y bla bla bla, pero nada más lejano a la realidad, ser Rey implica muchas cosas, entre ellas velar por tu gente y su seguridad incluso de ser necesario dar la vida por ellos y eso fue algo que entendí cuando al poco tiempo de mi coronación el reino de tréboles nos declaró la guerra, pero no me acobardaria,lucharia por los míos, ese hijo de puta de Iván me las pagaría por osar retarme. Mucha sangre fue derramada durante aquellos meses que la guerra duró, conseguimos de aliados a los de diamantes más los tréboles tenían a los de corazones, si bien diamantes tenía armas de última tecnología corazones tenía escuadras de miles y miles de soldados perfectamente entrenados, algo que aquí no teníamos del todo. Cuando la guerra empezó, a pesar de ser la primera vez que dirigía algo tan grande tuve plena confianza en que tendríamos la guerra ganada, pero por primera vez he de reconocer que me equivoqué, subestime muy rápido a mis enemigos y cuando menos lo pensaba iban a la par mía. Ambos reinos estaban ya muy debilitados pero ninguno se atrevía a ceder, ya que ambos Iván y yo somos personas muy orgullosas para escapar de algo así, mas al vernos incapaces de seguir y tras la retirada de diamantes y corazones de la guerra fuimos prácticamente obligados a firmar un tratado de paz, el cual a pesar de nuestras provocaciones y guerras de espionaje perdura hasta estos días. Como había mencionado en párrafos anteriores Iván es un cabron, pero uno peligroso y de cuidado, no sé qué fue lo que me impulso hará algunos meses a ir a su castillo pero ahí me encontraba, con la utópica idea de formar una alianza, que sabía que no funcionaría pero no perdería nada intentando. La primera sensación que se me vino a la mente al entrar ahí fue el profundo frío que había, un frío como ningún otro, sentía que me recorría toda la columna helándome los huesos, según algunas bromas campesinas que me contaron mis soldados se decía que el frío era emanado por el Corazón del rey, y cuando lo vi con su fiera mirada violeta observándome con una torcida sonrisa en el rostro, no pude estar más de acuerdo. Me recibió inusualmente amable y me invitó a cenar, sabía que debía rechazar la invitación e ir directo al asunto en cuestión, más mi estómago me traicionó y terminé por aceptar, ahí empezó mi suplicio.
-Y bien ¿qué te trae por aquí?- me preguntó sentándose a la cabecera de la mesa.
-Quiero proponerte un trato, mejor dicho una alianza- sentí su mirada juzgándome como buscando algún indicio de mentira, luego de un rato respondió con una sonrisa burlona.
-¿Alianza? ¿Tú y yo una alianza? ¿Tan mal se encuentra tu reino?- río ligeramente.
-Te equivocas, mi reino es próspero, es más por conveniencia mutua-respondí tratando de mantener la compostura.
-Sinceramente, ¿Cuál es el motivo oculto de esto?-me miro con seriedad.
-No hay ningún motivo oculto en esto Iván, simplemente pensé que una alianza militar entre nuestros reinos podría evitar conflictos entre nosotros, aunque lo niegues sé que has quedado debilitado por la guerra, y no vengo a humillarte esta vez, solo quiero evitar futuros altercados entre ambos- respondí con sinceridad, JA, luego de mi discurso no podrá negarse.
-Pero no tiene sentido,ya tenemos un tratado de paz,¿o no?
-Un tratado frágil que sinceramente no dudaríamos en romper.
-He ahí un buen punto.
-Por eso te estoy proponiendo algo mas fuerte y duradero- dije poniéndome firme en la silla como en posición de negocios queriéndole dar mas seriedad al asunto.
-¿y porque habría de confiar en ti? ¿Sabes que te tengo fichado como la amenaza número uno de esta nación?- respondió mientras terminaba de dar los últimos bocados a sus alimentos.
-La culpa no es mía, tu provocaste esa guerra estúpida por tu odio hacia mí, pero bueno, no venía a eso-por mas que en el fondo desee sacarte en cara lo hijo de puta que fuiste al declararme la guerra sin motivo, pensé-venía a proponerte un tratado de apoyo mutuo, si me atacan me ayudas y viceversa, es sencillo de entender.
-¿Y si te ataco yo? ¿Qué ocurre?- sonrió burlón.
-Naturalmente te hare arrepentirte de intentarlo-le sonreí de vuelta, estaba empezando a impacientarme, ese imbécil siempre me tomaba en broma y me trataba como un stupid kid.
-Bueno, bueno, si voy a confiar en ti primero quiero que me demuestres que eres digno de mi confianza- se levantó de su asiento acercándose hacia el mío y poniendo su rostro peligrosamente cerca.
-Y… ¿Cómo planeas que haga eso?-trate de mostrarme calmado ante su cercanía, de todas las personas nunca mostraría debilidad hacia él.
-Eso debes averiguarlo tú, la confianza es algo difícil de ganar, sobre todo siendo tu- se alejó un poco de mí y se apoyó en la mesa-te doy esta semana, ero tendrás que quedarte aquí en el castillo, yo no pienso ir a tu reino.
-¿Pero y mis hombres? No pienso quedarme sin ellos-decidí ignorar lo último dicho pues no tenía ganas de empezar una discusión, pero me preocupaba que esto fuera una estrategia de el para dejarme desarmado y tenerme como rehén o en el peor de los casos ejecutarme.
-Pueden quedarse si quieres-aparentemente sintió mi desconfianza y termino por aceptar-ya resuelto el problema, ¿aceptas mis condiciones?
Y bien, sabia que quedarme ahí sería una locura, que era jodidamente peligroso y me estaba exponiendo a una posible muerte por un pacto que no sabía si iba funcionar y que a pesar de que me podía ser útil a futuro, el precio podría ser muy alto de ser todo esto de "ganarme la confianza" una treta, soy un rey y no debería, bajar la cabeza ante nadie, mas esto no lo considere una genuflexión ante el rey de tréboles si no un reto de que tanto podría llegar a hacer para lograr mis objetivos, y definitivamente no lo dejaría vencerme.
-Acepto-con los pensamientos ya mencionados en mente decidí aceptar, sabía que me estaba metiendo a la boca del lobo pero no fui consciente de lo grave que sería hasta días después, donde descubrí que hay muchas maneras de volver loca a una persona, y la mas cruel de ellas, implica sus sentimientos.
Bueno,e-eso es todo amigos(? okno. gracias por llegar hasta aqui,nos vemos en el siguiente cap,byee
