Reto: 10 parejas
Claim: Ushiromiya Battler (Hachijo Tohya)
Pareja: Bernkastel
Notas: Spoilers del EP8
Rating: T
Género: Angst/Romance
Tabla de retos: Abecedario
Tema: 26. Gato
Notas: Digamos que es mi propia teoría hecha un pedazo de fanfic, en ella, Battler-Tohya amnésico creó/escribió incluso el metaworld y se inspiró para hacer a las brujas en cosas cotidianas, Higurashi en sus novelas gráficas es un mundo dentro de un manga, de ahí viene Rika y se supone entre los fans que Bernkastel también.
Llevaba días atascado en esa condenada parte, días, años, ya no llevaba la cuenta, de cualquier manera, ¿importaba? No, claro que no. Sus recuerdos no volverían con tan sólo desearlo, así como tampoco la novela nueva se escribiría sola a pura fuerza de voluntad. Necesitaba algo más para darle vitalidad a las cosas, ya tenía a Beatrice haciendo de las suyas por los pasillos de la mansión amparada por la oscuridad y tenía a Battler para atacarla (le costaba tanto pensar que era él, le costaba tanto que casi pensaba que Battler era un brujo, una entidad separada de su cuerpo), pero faltaba algo más, una chispa, un villano.
Pero, ¿qué villano podía introducir? ¿Cómo sería? ¿Cuál sería su propósito? La idea se escapaba de su mente cada vez que llegaba a vislumbrarla, como un gato escurridizo o peor aún quizás como algo que en realidad nunca existió, un fantasma de su propia incertidumbre. La idea se escapaba con los días y las horas, dejándolo solo en su estudio con la misma desesperación que ya era rutina, la misma búsqueda incansable por los recuerdos, por el sentido de lo que todo el mundo llamaba masacre de Rokkenjima y de la que él había logrado escapar ya hacía tantos años, ileso mentalmente.
Así pues, Tohya pasaba los días mirando fijamente algún punto de su estudio, a veces la ventana, a veces la alfombra roja como la sangre que tantas veces lo había inspirado, como si de pronto la respuesta fuese a aparecer ahí, junto al gato de Ikuko, negro y con ojos demasiado penetrantes, demasiado diabólicos.
—¿Todavía no has empezado? —era la pregunta con la cual Ikuko anunciaba su visita cuando se escabullía en el estudio, ansiosa por tener algo a lo cual echarle un buen ojo crítico o bien, algo con lo cual devanarse los sesos buscando el hilo final de la trama.
Él siempre la recibía con una mirada silenciosa y ella correspondía con un gesto similar al de una sonrisa, expectante pero comprensivo, a veces también teñido con un matiz de preocupación.
—Necesito un villano, pero no puedo imaginármelo —esa tarde ésa había sido su respuesta, muchas otras sólo el silencio, la frustración flotando en el aire, como emanada de todos sus poros.
Ikuko lo observó durante algunos momentos y luego desvío su vista hacia el escritorio, donde el manuscrito mecanografiado continuaba intacto en las mismas palabras "La Leyenda de la Bruja Dorada", a su lado, un montón de comics y libros que seguramente habían salido de su biblioteca personal estaban dispersos en curiosos montoncitos, pues sin duda el hombre había tratado de buscar inspiración en ellos sin encontrarla, todos, salvo un manga, cuyas páginas abiertas él no dejaba de observar cada tanto.
—¿Higurashi? —había leído ese trabajo hacía mucho tiempo y era francamente interesante, había constituído un reto hasta el final, uno que ella no pudo anticipar y que le granjeó el cariño por el autor en particular. Aún así, no entendía qué buscaba Tohya en Higurashi, cuando los mundos eran claramente diferentes y lo que él estaba escribiendo era el punto de partida para encontrar sus memorias, que sin duda no se hallaban sumergidas en Hinamizawa.
—Quiero a alguien como ella —afirmó el hombre, mirando fascinado a Rika Furudo, quien había superado cientos de kakeras llenas de dolor, algo similar a lo que él planeaba hacer con su familia con tal de recuperar los fragmentos perdidos de su personalidad—. A alguien retorcido. La quiero a ella. ¿No crees que se haya convertido en una Bruja? ¿No crees que era su derecho después de tantos fragmentos de dolor?
Ikuko sonrió ante la idea, que parecía tentadora.
—Se llamó a sí misma Bernkastel —recordó ella, tratando de ayudarlo a salir del atasco donde se había quedado durante días, casi semanas, con tan sólo una parte de la novela escrita—. La bruja de los milagros. ¿Quieres que sea ella la villana?
Tohya sonrió, las ideas parecían formarse en su mente nebulosa como si fueran haces de luz brillantes a los que debiera aferrarse, agujeros en la hoja de papel donde podía zambullirse y no mirar atrás. Bernkastel, bruja de los milagros. Bernkastel, a veces aliada, casi siempre enemiga peligrosa, tan escurridiza y astuta como el gato de Ikuko, que curiosamente se llamaba Bern. Una gran coincidencia que casi le hizo sentirse revitalizado, una pieza que parecía querer encajar con el rompecabezas de su memoria.
—Se podrá convertir en un gato —murmuró él, con voz átona, aunque Ikuko podía ver lo febril que estaba, casi como cuando lo había encontrado, lleno de agua salada y con fiebre, abriendo los ojos de cuando en cuando para preguntar por ella (¿ella quién?), por Beatrice.
—Te dejo solo.
Si la oyó, no hizo ningún intento de respuesta y su figura se desvaneció del estudio casi como por arte de magia, dejándolo a solas con su imaginación y sus memorias borrosas, con la bruja Bernkastel flotando frente a él, desafiante, inclinándose para levantar su rostro con un dedo bajo el mentón. Le advertía que Battler sufriría mucho y también su querida Beatrice cuando ella se introdujera, le advertía que no sería fácil, que le daría guerra, pero él sólo sonreía, con un extraño arrebato de la personalidad del ya muerto Battler, desafiante, retador, expectante.
Que empiece el juego. La segunda bruja ha nacido.
