Avatar: El ultimo Maestro del Aire no me pertenece. Sólo me divierto escribiendo y jugando un poco con los personajes.

Sin más que decir aquí está el primer capítulo.


Capítulo 1:

Bienvenida a la Roca Hirviente.


Mai's POV:

- Supongo que no conoces a la gente tan bien como crees. Te equivocaste Azula, amo a Zuko, mucho más de lo que te temo a ti – dije con decisión. ¡Agni, no puedo creer que eso haya salido de mi boca!

- ¡No! ¡Tú te equivocas Mai! Deberías temerme más... -

Vi como Azula se preparaba para atacarme, así que hice lo mismo. Estaba preparada. Sabía lo que pasaría, pero si tenía que morir por Zuko, eso haría. Azula estaba por atacarme y de repente Ty Lee bloqueó su chi. Estaba en shock, Ty Lee traicionó a Azula, ¿por qué?

- Rápido tenemos que salir de aquí – escuché decir a Ty Lee mientras me jalaba, pero un grupo de guardias llegó y nos rodeó.

- ¿Qué hacemos con ellas Princesa? - dijo un guardia

- Enciérrenlas en un lugar donde jamás pueda ver sus rostros y que se pudran... -

Los guardias nos esposaron a Ty Lee y a mí y nos llevaron adentro de la prisión hasta detenernos enfrente de una especie de bodega. Me despojaron de todos mis cuchillos y a Ty Lee la dejaron esposada.

- Entren – ordenó uno de los guardias. Ty Lee y yo obedecimos.

- Éstos serán sus nuevos uniformes, pónganselos ahora y rápido. Cuando terminen toquen la puerta tres veces - dijo el mismo guardia que nos ordenó que entráramos a aquella bodega. Nos dio un par de uniformes de la prisión y salió.

- Mai, ¿qué nos van a hacer? - me preguntó Ty Lee con los ojos llenos de lágrimas y la voz en un hilo. No contesté y comencé a cambiar mi ropa.

- ¿Mai? - escuché de nuevo la voz de mi amiga.

- Ty Lee déjame pensar – le dije algo irritada

- ¿Podrías ayudarme? – volteé a ver a Ty Lee, quién tenía el uniforme en sus manos esposadas.

- Claro, lo siento – ayudé a Ty Lee a cambiarse, su flexibilidad ayudaba bastante.

- Mai, tengo mucho miedo.

- Lo sé, pero no dejaré que te pase nada, ¿de acuerdo? - le dije, tratando de sonar lo más convincente posible, ella se limitó a asentir con la cabeza.

Toqué la puerta tres veces como nos habían ordenado. Abrieron la puerta y entraron cuatro guardias, dos tomaron a Ty Lee y los otros dos a mí, al mismo tiempo que me esposaban de nuevo. Nos escoltaron hasta el segundo piso de la prisión, le quitaron las esposas a Ty Lee y la arrojaron a una celda. Vi como mi amiga se estremeció al sentir el suelo frío de aquel lugar bajo su cuerpo y noté sus ojos llorosos cuando alzó la mirada hacia mí. Después de eso, los guardias cerraron la puerta estrepitosamente y seguimos caminando. Al pasar por unas cinco celdas comencé a ponerme nerviosa. Era algo obvio que no me iban a meter a otra, porque si hubiesen querido hacer eso, me hubieran metido a la celda continúa a la de Ty Lee.

- ¿A dónde me llevan? – pregunté.

- Ya lo veras niña - dijo uno de los guardias que me tenía sujetada.

Seguimos caminando, subimos y bajamos escaleras, caminamos por largos pasillos y doblamos muchas esquinas. La Roca Hirviente de verdad era un laberinto. Nos detuvimos enfrente de una puerta enorme fabricada de una madera fina. No tenía que preguntar dónde estaba porque lo sabía perfectamente. Estaba en la oficina de mi tío. Uno de los guardias tocó la puerta.

- Pasen – escuché la voz de mi tío, los guardias abrieron la puerta y me llevaron adentro.

- Salgan – ordenó el alcaide, los tipos hicieron una reverencia y salieron.

- ¿Qué hiciste Mai? - dijo el hombre al que más amaba en el mundo después de Zuko y Tom-Tom con tono enojado.

- ¿A qué te refieres? - pregunté con sarcasmo.

- No juegues conmigo, sabes perfectamente a qué me refiero - dijo aún más enojado.

- Salvar a Zuko – admití. Sentí como sus ojos se clavaron en mí y evité su mirada.

- Quieres decir, al hombre que te rompió el corazón. No te entiendo Mai, primero dices que lo odias y después lo salvas. No te entiendo niña.

- No iba a dejar que muriera y aunque me cuesta admitirlo... - me callé, no iba a admitir mis sentimientos por Zuko de esa manera y menos enfrente de mi tío.

- Lo sigues amando, ¿no es cierto? – preguntó. Me conocía demasiado bien. No contesté a su pregunta.

- Mai, no lo entiendes. No entiendes nada. Has llevado a nuestra familia a la desgracia, ¿qué dirán tus padres? ¿Acaso no te importa eso? - volví a guardar silencio.

Sinceramente no me importaba, a final de cuentas ellos me habían orillado a esto. Ellos siempre me dijeron que debía de aspirar a un hombre como Zuko. Me enamoré, lo salvé y ahora todo está mal. Maldito Zuko, maldita Azula, maldito amor, maldito todo.

- ¿No oyes que te estoy hablando? - dijo mi tío aún más enojado.

- Te oigo - dije sin expresión alguna.

- ¿Entonces? ¿Por qué no contestas?

- No tengo nada que decir - dije aún con la mirada desviada de mi tío y oí como suspiró.

- Mírame – ordenó, volteé mis ojos hacia él y nos quedamos mirándonos por un instante.

- Te estoy mirando, ¿me vas a seguir regañando o me dirás algo que realmente me sirva para sobrevivir aquí? - dije de nuevo sin emoción.

- Mai, ya no importa lo que hayas hecho, no puedes corregirlo. Y de hecho si te diré algo con lo que puedes sobrevivir.

- Escucho.

- Mantente al margen, no te metas con nadie, no digas quién eres ni porque estás aquí y lo más importante sigue las reglas al pie de la letra sin protestar. Si sigues esto no tienes por qué tener problemas, créeme no conoces a esta gente - dijo el alcaide sin dejar de verme a los ojos ni un segundo.

- De acuerdo.

- No sé qué clase de nuevas reglas ponga el nuevo alcaide ni qué clase de castigo ordene la Princesa para ti y tu amiga, pero Mai, aguanta lo que sea que venga – escuché como mi tío me decía esto con un hilo de voz

- ¿Nuevo alcaide? ¿A qué te refieres con eso? ¿Te destituyeron? - pregunté sintiéndome alarmada, pero siempre diciéndolo sin emoción. Si mi tío ya no iba a ser el alcaide, entonces no estaría tan protegida como creía que iba a estarlo.

- No, ¿acaso creías que me dejarían de alcaide después de saber que mi sobrina iba a estar como prisionera en mi prisión? - dijo mientras ponía algunas cosas en una caja, volví a guardar silencio.

- Yo... lo siento - dije y bajé la mirada al piso.

- Ya te dije, no puedes corregir nada, sólo no te metas en problemas y soporta lo más que puedas. Yo trataré de ayudar con lo que pueda - dijo mi tío en un hilo de voz

- Lo haré.

- ¿Necesitas algo? – preguntó.

- Algo con que escribir o tal vez un libro para mantener mi mente cuerda. No lo sé, una cobija y comida sin veneno.

- Haré lo que pueda - con eso me di la vuelta y cuando pretendía caminar a la puerta, sentí la mano de mi tío en mi brazo y me abrazó.

- Es en serio Mai, cuídate - no pude hacer nada más que devolverle el abrazo.

- ¡Guardias! - gritó mi tío una vez que se soltó de mí. De inmediato entraron dos guardias. - Llévenla a su celda.

- Sí alcaide.

Dos de los guardias hicieron otra reverencia y me esposaron, el tercer guardia se quedó clavado al piso en la oficina de mi tío. Volteé un poco y vi a mi tío contemplando un marco, donde sabía que estaba yo de unos 12 años sonriendo un poco al lado del futuro ex-alcaide de la Roca Hirviente. Y con eso se cerró la puerta.

Comenzamos de nuevo el recorrido por la prisión hasta llegar al segundo piso de celdas. Para mi suerte, me pusieron en la celda continúa a Ty Lee. Abrieron el lugar donde sabía me pudriría y me arrojaron al igual que a Ty Lee.

- Bienvenida a tu cuarto de lujo en la Roca Hirviente dulzura - dijo uno de los guardias que me escoltaron, ¡idiota!

Cerraron la puerta y me quedé en esa celda sucia, con sólo un catre y sin nada con que cubrirme. Sola, sola con mis pensamientos. Me recosté en el estúpido catre, llevé mis rodillas hacia mi pecho y comencé a llorar por primera vez en mucho, mucho tiempo. Al final me quedé dormida.


Nota del autor: Éste es el primer capítulo de esta historia. Espero que les haya gustado, dejen sus reviews y no sean tan crueles. Es mi primer fanfic. Cabe decir que esta historia le va a dar un giro diferente al final de la serie y como lo habrán notado se va a centrar en Mai y Zuko. Actualizaré pronto.

- GirlFanatic30.