Título: La Pesadilla de Sebastián? (Sebaastian's Nightmare)

Género: Humor/ y según yo romance.. Júzguenlo ustedes.

Sinopsis: Ciel se convirtió, no en un chico-gato, sino en un chico-perro. ¿Cómo podría Sebastián hacer frente a eso? ¿Qué es esto? Ciel está en celo.

Disclaimer: Ni el Ciel con las orejas de perro, ni el Sebastián que busca la manera de deshacerse de ellas me pertenecen; ergo, Kuroshitsuji y sus personajes son de Yana Toboso. La historia original es de MarsInsane yo solo la traduzco al español.

Warning: Ahora sí que los advierto seriamente. Lemon, Shota, Yaoi y situaciones parecidas en capítulos posteriores. A quien no le guste dicho género es preferible que no lea.

N/A: Entonces.. La verdad no sé.. Drabble por los momentos.

Lemon luego porque yo soy así -_- Debería lavar mi cerebro con jabón o algo parecido. No creo hacer nunca una historia sin él.. ¿Quieren que lo haga?


Sebastián entró a la habitación de Ciel. Era hora de que el joven Conde se levantara. Pausó en su viaje a la ventana y volteó la vista al bulto escondido entre sábanas. Sentía que había algo distinto pero se deshizo rápidamente de la idea. Continuó hacia las cortinas. Antes de abrirlas llamó a Ciel diciéndole que era tiempo de despertar. Conforme comenzaba a apartar las cortinas para luego atarlas y dejar pasar la luz, podía oír los suaves gruñidos de su amo. Al voltearse hacía la cama notó que el bulto apenas se había movido. Suspiró suavemente y tomó las sábanas. Trató de remover el edredón más Ciel estaba sujetándolo.

–Joven Amo. Sé que no se ha sentido bien pero debería levantarse y trabajar un poco.– Dijo Sebastián sonando un poco exasperado. Por los últimos dos días Ciel había presentado cierto malestar. El chico seguía quejándose por un dolor en su estómago. Sebastián asumió que era un virus estomacal que andaba por allí porque la última semana Bard había estado fuera por la misma razón. Anoche notó mejora y además leyó que los virus de ese tipo solo duraban alrededor de 36 horas.

Finalmente Sebastián logró separar la sábana de su joven amo. Volteó para acercar el carrito de té, nombrando lo que había preparado para esa mañana. Sebastián hizo platos simples para no agravar el estómago de Ciel. Cuando no oyó una respuesta a lo que había dicho suspiró de nuevo y se dio vuelta para encarar a su amo. Se congeló y casi dejó caer la taza de té. Ciel estaba mirándolo adormilado y no parecía estar registrando mucho pero cuando vio la mirada que su mayordomo le daba despertó.

–¡Sebastián! ¿Qué sucede?– Demandó Ciel. Sebastián quito la expresión, pero de repente su rostro cambió a pensativo. En lugar de alcanzarle a Ciel el té lo puso de nuevo en el carrito.

–Joven amo. ¿Cómo se siente hoy?– Preguntó Sebastián, arrodillándose al lado del chico para estar a su nivel. Ciel observó a su mayordomo y después a su cuerpo. Aún estaba usando la bata de dormir que fue puesta anoche, no se sentía diferente, y su estómago ya no dolía.

–No me siento enfermo pero ¿por qué estas mirándome como si de pronto me he convertido en algo que detestas?– Preguntó Ciel mirando a su mayordomo. –¿Hay algo en mi cara?– Sebastián parpadeó pero sacudió su cabeza negativamente.

–No joven amo, pero prepárese para sorprenderse.– Dijo Sebastián neutralmente. Levantó a Ciel de la cama y lo colocó frente a un espejo de cuerpo completo. Ciel contempló su reflejo y vio finalmente lo que estaba fuera de lugar. En su cabeza había un par de orejas triangulares, negras y peludas con piel de color gris en el interior. Lentamente levantó una mano y haló la punta de una. Hizo una mueca y rápidamente la soltó. Las orejas temblaban y una se hizo hacia a un lado cuando Sebastián se movió.

Ciel solo miró incrédulo. Aún tenía orejas normales así que era un tanto bizarro. De hecho el solo tener orejas naciendo del tope de su cabeza era bizarro. Rápidamente se revisó para verificar que no hubiera crecido algún otro apéndice. Tragó grueso cuando volteó hacia un lado y vio un bulto bajo su bata, justo sobre su trasero. Sebastián había estado mirándole mientras Ciel inspeccionaba sus orejas.

Ciel bajó lentamente sus manos al borde de su bata y alzó la parte de atrás. Se detuvo justo antes de que el pijama revelara lo que allí había. Así que solo apretó los dientes y la levantó. Él y Sebastián solo miraron. Y siguieron mirando. Una cola negra se curvaba hacia arriba en su baja espalda y comenzaba justo sobre su trasero. La piel de la espalda era áspera mientras que la de la punta lucía esponjosa. Ciel bajó el camisón lentamente y caminó hacia su cama algo aturdido.

–Estoy soñando. Debo ir a la cama y cuando despierte nada de esto estará aquí. – Murmuró Ciel para sí mismo conforme se acostaba en la cama, tomó la sábana, y se cubrió a sí mismo. Sebastián se sintió tentado en dejar a Ciel hacer eso, pero él sabía que esto no era un sueño. Caminó a la cama y gentilmente levantó el cobertor. Ciel estaba allí con sus ojos cerrados fuertemente. Sus nuevas orejas estaban planas, descansando sobre su cabeza.

–Joven amo. Lamento decirle que esto no es un sueño.– Dijo Sebastián. Su tono era un poco como de disculpa. Ciel abrió sus ojos y miró a su mayordomo.

–Entonces ¿Cómo demonios sucedió esto?– Ciel gruñó. Sebastián pestañeó, un poco sorprendido por el sonido.

–Tengo una idea pero quizás deberíamos enfocarnos en regresarlo a la normalidad.– Dijo Sebastián, devolviendo el té. Tuvo que regresarlo ya que estaba frío. Una vez que había colado una nueva taza se la alcanzó a su amo. Ciel tomó el té y lo olfateó. Lo miró con algo de sorpresa y dudosamente le dio un sorbo.

–¿Y cómo haremos eso? No es un hecho común y si la gente llega a enterarse, tengo el presentimiento de que seré quemado en una estaca.– Dijo Ciel con su voz normal. Sebastián sintió como una de sus comisuras se elevaba en una sonrisa agradecido de que el cambio no había cambiado la personalidad del chico. Lo observó y tosió en su mano para llamar la atención de su joven amo cuando se dio cuenta de lo que el chico estaba haciendo.

Ciel lo miró y se dio cuenta de que había estado lamiendo el té. Estuvo muy cerca de lanzar la taza y su contenido al otro lado de la habitación a causa del asco que sintió pero se controló y colocó la porcelana china en su mesa de noche.

–Debo preguntar por la persona que pudo haber iniciado esto. – Dijo Sebastián. Ciel lo miró sin expresión alguna pero a juzgar por sus orejas el chico tenía una mezcla de curiosidad y frustración.

–Bueno obviamente no puedo dejar la casa ni dejar que nadie me vea así. Tendrás que traerme el trabajo Sebastián. – Dijo Ciel en tono resignado. Luego sus cejas se ciñeron. –¿Cómo me vestiré? Mi ropa no está hecho para una cola.– Dijo Ciel, articulando al palabra cola con desagrado.

–Deberé coserle algo para que pueda estar cómodo.– Dijo Sebastián yendo al closet de Ciel para escoger algo que al conde no le importara alterar. Se decidió por un conjunto que le quedaba un poco pequeño pero tendría que funcionar. Sacó su kit de costura y rápidamente se puso a trabajar.

Ciel suspiró y salió de la cama nuevamente. Agarró la taza y el plato y tomó otro sorbo de su té conforme se dirigía a la ventana para ver hacia afuera. Era otoño, como lo demostraba el naranja de las hojas secas esparcidas por el camino. Vio una pila de hojas, hecha por Finny, y tuvo la extraña urgencia de ir y rodar sobre ellas.

Sebastián levantó la vista hacia su amo cuando terminó de modificar los pantalones y casi dejó caer la tela que estaba sosteniendo. Ciel estaba mirando hacia afuera, sus orejas estaban erguidas, y la cola bajo su bata estaba meciéndose. Sebastián siguió mirando y deseó que fuera un sueño o una pesadilla. ¿Por qué su lindo joven amo tuvo que convertirse en un perro en vez de un gato?


N/T: Y así termina el primer capítulo.

Me decidí por este para incursionar en el lemon por ser distinto. Es relativamente común imaginarse que Ciel se convierta en un gato.. Pero.. ¿Un perro? Eso tiene que ser entretenido..

Subiré el próximo capítulo apenas lo termine..

Gracias por leer(: