Este fic participa en el reto "¿Y si hacemos un muñeco?" del foro "Bienvenidos a Storybrooke". oUAT, NO ME PERTENECE.
Rabia, furia, ira, cólera… pero detrás de eso… ¿Qué había detrás de eso? No lo sabía. Pensaba en su pasado, y en cómo fue separada de su familia, en cómo dejo a su querida Anna, a la cual juró proteger ante todo y todos. Pensaba en ser reina, y como siempre quiso ser la mejor cuando lo fuera, pero desgraciadamente, tampoco pudo serlo.
Pensó.
Aquella maldita cueva, fría y oscura, era donde mejor se encontraba. Se había acostumbrado a los lugares fríos, vacíos, oscuros y solitarios.
Estar sola…
Estaba sola. No Anna, no papá y mamá, no nada.
Completamente sola en un pueblo que había congelado
Huyendo. De todo y de todos. De Anna, de su pasado, de las consecuencias de sus actos.
Daría lo que fuera por volver a ser una niña pequeña, que actuaba sin pensar, feliz, sin que nada importara.
No podía soportar aquella situación.
Oyó pasos, pero apenas pudo levantar la mirada.
Pero cuando lo hizo y se dio cuenta de quien estaba ahí… ¿Qué hacía ella ahí? ¿Acaso era su lugar favorito o algo? O… ¿Es que la había seguido?
- Hola, ¿Qué tal? – preguntó de manera animada, escondiendo su nerviosismo
- ¿Qué quieres? – Le preguntó de manera directa y fría, escondiendo sus lágrimas.
- Tenemos que hablar, te conozco y…
- ¡NO! ¡NO DIGAS QUE ME CONOCES! ¡NO TE ATREVAS! ¡YA NO OSY LA MISMA, HE CAMBIADO! –dijo alterada, asustando a la castaña.
- No lo dudo, pero…
Alterada y encolerizada, Elsa la congeló. Vio como caía al suelo y se rompía en mil pedazos, pedazos de hielo, como su corazón.
La había perdido, de nuevo. Su orgullo… su orgullo de reina había matado a Anna, su hermana.
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Despertó sobresaltada, buscando con la mirada el teléfono. Dos meses en aquel pueblo, y ya estaba casi acostumbrada.
Cuando localizó el objeto, llamó. No importaba la hora. La necesitaba.
- … ¿sí? – preguntó somnolienta
- Soy Elsa. He tenido una pesadilla, y bueno… ¿nos vemos en la cueva?
- … sí. Dame unos diez minutos, me has pillado ocupada.
- Tú ocupación mide 1'75 y tiene los ojos verdes, ¿no? – preguntó de manera pícara.
La mujer rodó los ojos ante las palabras de su amiga. Salió de la cama, busco su ropa, y se la puso.
Iba con prisa. Elsa había tenido una pesadilla, y eso era malo. Era, de hecho, horrible. Era su amiga, no iba a dejarla sola. Ni pensarlo.
- ¿Ya te vas?
Salió de la habitación sin dignarse a contestar.
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-No sé que hacer… me siento tan culpable…
- ¿Culpable? ¿Por qué te obligaron a llevar una vida miserable? Eres, definitivamente, tonta. Elsa, nada de esto es tu culpa. Lo siento, pero me niego a pensar eso. – dijo, cruzándose cómicamente de brazos.
Elsa estaba bastante feliz, la verdad. Sí, tener a Regina Mills como amiga hacía que tu día mejorara notablemente.
