Jamás me han gustado las historias de cowboy, vaqueros y pistolas, pero por alguna razón rarisima cuando comencé a escribir este fic apareció todo en escenarios del viejo Oeste, captus, buitres, ferrocarriles, cantinas, gorros, caballos, etc, etc, además de cierta forma podía sacarle provecho a la increíble capacidad de Helga G. Pataki para espiar, actuar, engañar, ser femenina y no, agregar personajes y jugar con la paciencia sagrada del cabeza de balón.
Disculpen, me presento ya que es la primera vez que hago un fic para este cartoon.
ShinobuByako, comúnmente realizando fic de HTF y de las PPG.
Soy muy apegada a lo que es el drama y el genero del Ero, aunque trataré de no irme por las ramas en este fic y también tengo la mala costumbre de demorar mucho (muuuuuuuuuuuuuuuuucccccccchhhhhhhhhhhhooooooooooo oooooooo) para actualizar.
Disfruten el demo de una posible historia larga XD
Había planeado todo con detalles, calculado los tiempos, estudiado cada movimiento de todos los individuos en el interior de la zona bancaria del pueblo, conocía la estructura del rustico pero bien protegido edificio donde por la parte delantera de la calle transitada rezaba un gran letrero que ponía "Banco".
Extrajo de su abrigo un elegante reloj de bolsillo para verificar los tiempos, solo faltaba un minuto antes de que el banquero saliera escoltado junto con el "guardia" asignado por el "Sheriff".
-Créame, esto no es necesario, este pueblo está tan muerto que la bodega del banco está totalmente vacía, ha sido una pérdida de tiempo venir a este lugar olvidado de dios, me arrepiento profundamente. –se le oyó decir a un rechoncho y calvo hombre de estatura baja mientras giraba la segunda llave de la puerta colocando el ultimo seguro.
-si tan mal va la cosa ¿por qué el Sheriff insiste en mantener el banco tan recelosamente?
-no lo sé, la único que tengo de valor son unos mugrientos papeles de propiedad, pero realmente es de una zona muerta, nada crecería ahí, no vale la pena ni para querer exigirla como garante para hipoteca.
-algo debe tener ese lugar ¿quizás oro?
-no hay oro en esta parte del mundo.-afirmó tajante el banquero Wartz algo irritado –me decepciona pero lo único bueno que alguna vez tuvo este lugar fueron los ganados, ahora que todo yace muerto ni a eso se puede aspirar.
-el Sheriff dijo que la sequía era cosa de brujería.
-oh incrédulo, simplemente es una mala racha que está durando demasiado.
Desde su escondite en lo oscuro del callejón vio como el par de hombre se alejaba, se acomodó su sombrero y levantó las solapas de su roído abrigo cubriendo su rostro lo mejor posible.
Trepó con agilidad gatuna y silenciosamente por la cañería de desagote de lluvia que más que nada estaba meramente para adornar la simple fachada del edificio de dos pisos, llegó hasta una ventana con barrotes y forcejeó un poco con los fierros, sabía de antemano que uno de estos se podía doblar sin dificultad, no en vano había sido participe de la construcción del "Banco", se deslizó por el estrecho hueco que quedaba logrando finalmente entrar.
Palpó sus bolsillos buscando cerillos y la vela que se había agenciado hacía ya una semana, observo con dificultad las sombras y penumbras que se movían junto al baile de la llama en la punta de la vela, entrecerró los ojos para acostumbrarse al minúsculo resplandor, había estado tanto rato oculta en las sombras que pese a que el brillo de la vela era relativamente insignificante lograba irritarle los ojos.
Se pasó una mano por la nuca removiendo una par de mechones de su rubio cabello, debía ir a la bóveda buscar los malditos papeles y eliminarlos, no debía existir documento que testificara que alguien era propietario de "esas tierras".
Con mucho cuidado se retiró las botas, dejándolas cerca de la ventana, caminó casi deslizando los pies, sabía que ese roñoso lugar no era nuevo, llevaba tres años desde que lo habían construido además el clima caluroso había hecho que la mayoría de las tablas se agrietaran por dentro provocando por cada pisada un delator sonido, si ese gordo avaricioso no fuera tan tacaño habría pedido mejores materiales para la estructura, sin mencionar que ni siquiera le había costado un solo céntimo de su bolsillo, después de todo, el dinero había sido "donado" por los pueblerinos.
A medida que avanzaba procuraba evitar ventanas o puertas que dieran hacia el exterior, cualquier brillo podría alertar a algún transeúnte haciendo sonar la campana y mandando al diablo todo trabajo.
Llegó finalmente hasta la bóveda, giró la perilla, colocó las ganzúas y desbloqueó el seguro, hizo un gesto de decepción, incluso tan tacaño era que ni un buen seguro le había puesto a lo más importante de ese lugar ¿Qué pensaría la gente del pueblo si supieran que sus cosas de valor estaban peor protegidas a que si las colocasen bajo un tablón en el piso de sus propias casas?
Sin darla más importancia ingresó al interior de la bóveda, inspeccionó el lugar, era pequeño y estaba relativamente vacío, había una mesa larga de mostrador con un par de pequeñas bolsas que seguramente tenían uno que otro dólar, pero no era el dinero lo que buscaba, su intención no era el robo de lo poco que tenía esa gente, lo suyo era deshacerse de un maldito documento falso que le arrebataba a una familia lo que era suyo por generaciones.
Miró a las paredes dando con pequeños gabinetes de color blanco y manijas negras, buscó con cuidado en cada uno comenzando a exasperarse, eran más de 60 malditos cajones pequeños y casi… TODOS estaban vacíos ¿no estaban los papeles? Pero había odio al gordo banquero Wartz que los tenía…. ¿había mentido? ¿o quizás el muy desgraciado si los había cobrado como hipoteca? En ese caso lo más probable era que había hecho el cambio de titular y trasladado los papeles a otro lugar, a la gran ciudad ¿Cuándo lo había hecho? No recordaba haberlo visto abandonar el pueblo….. o quizás no había sido él, el sheriff….. ese maldito, petulante descerebrado y abusivo que se hacía llamar a sí mismo Wolfgang.
Lo meditó profundamente, ese cretino debía haber participado de alguna forma, claro que no se podría beneficiar directamente con ese documento, después de todo era falso, solo bastaba con que aquellos papeles desaparecieran para que los originales dueños pudiesen reclamar sus tierras nuevamente, los Peterson tenían un papel de legalidad que por suerte había llegado a sus manos y custodiaba recelosamente, sin embargo cada miembro familiar había sido aniquilado uno por uno casi extinguiendo a un linaje de 12 generaciones, movidos por el miedo permitieron que les quitara las tierras frente sus narices sin mover un solo dedo pese a que tenían las de ganar, la última amenaza, que escuchó directamente de la boca del "Sheriff" Wolfgang los dejó literalmente llorando de miedo.
Entonces prefirió hacerlo a su forma, si ese maldito documento falso dejaba de existir los Peterson podrían reclamar sus tierras.
El sonido de unas llaves chocando con metal proveniente de la entrada la sacó de sus profundos pensamientos obligándole a reaccionar de forma rápida y precipitada, tenía que salir de ahí ahora mismo.
Corrió por el pasillo hasta el segundo piso mientras el maldito crujir de la madera la delataba y aquel que estuviese afuera se apresuraba a abrir la puerta, en ese momento dio gracias que hubiese puesto dos seguros en la puerta y que la llave siempre se trabase.
Llegó a la habitación donde estaban sus botas se las calzó lo más rápido que pudo y saltó por la ventana olvidándose que estaba en un alto segundo piso, apretó los dientes para evitar lanzar un alarido de dolor al momento que tocase el piso, seguramente se destrozaría las piernas….. Pero no sucedió, la caída había sido dolorosa pero su cuerpo estaba completo, el único gruñido de dolor provino de alguien bajo suyo, había caído sobre una persona….. Más precisamente sobre el guardia se seguridad del banco.
Hizo un gesto con la boca mascullando entre dientes, trató de levantarse lo más rápido que pudo para emprender la huida pero una poderosa mano se aferró a su pierna, lo miró con miedo, estaba más que segura que no la reconocería, nunca se habían cruzado directamente y con sus ropas no pensarían que aquel "ladrón" era realmente una mujer, lo miró a la cara y sus ojos se toparon con el joven semblante de un muchacho que la miraba molesto, él trató de levantarse pero ella reaccionó más rápido, le pegó una patada bajo la quijada logrando su libertad y sin pensárselo dos veces emprendió la ansiada huida.
Se ocultó en un almacén detrás de la pulpería del rustico pueblo, se deshizo de sus ropas colocándose otras que había dejado preparadas previamente, se soltó el cabello y se hizo una trenza lo más rápido que pudo enrollándolo y cubriéndola con un gorro de paja algo gastado.
Se miró el atuendo dejando escapar un suspiro de alivio, nadie la había seguido, o eso creía.
-no te pega, realmente no te pega, conociendo ese hermoso rostro y el increíble cuerpo de femme fatale que posee no comprendo porque insistes en aparentar ser un muchacho.
Pegó un respingo mientras sentía que la sangre se le helaba ¿Cuánto tiempo había estado él ahí observándola?
-no mucho sabes- contestó con tranquilidad como si le hubiese leído el pensamiento –acabo de entrar para buscar unas bebidas, por desgracia no pude ver tu maravilloso cuerpo querida mía, pero dime ¿Cómo te fue?
Ella bajó la cabeza desconcertada y ese joven lo entendió todo sin problemas.
-Helga ¿te pillaron?
-no…. Bueno, casi pero no, dejé inconsciente al que logró verme.
-¿te vieron?-se aterró.
-solo en presencia, no me reconoció, jamás nos hemos cruzado así que no creo que pueda llegar a identificarme.
-¿entonces?
-no di con los documentos.
-¿no alcanzaste a encontrarlos?
-no estaban ahí, Alam, revisé todas y cada una de las malditas gavetas y todas estaban vacías.
-¿Qué hay de los sacos?
-eran muy pequeños para tener los papeles doblados en su interior, más o menos del tamaño de mi puño.
-¿entonces?
-esos documentos fueron extraídos ¿A dónde se los llevaron? Ni idea.
-¿Qué haremos?
-me preocupa, los Peterson perderán las tierra…
-Helga querida- se acercó a ella y la abrazó cálidamente –debemos pensar con la cabeza fría, quizás fue una maniobra de Von Scheck. Tal vez trata de convertir ese fraude en algo real.
-¿Cómo?
-por ahora no se me ocurre ninguna idea pero tenemos que buscar la forma de dar con esos documentos….. ¿Tienes algún plan? Wolfgang ha estado muy relajado últimamente así que supongo que habrá recibido una suma considerable de dinero, ha estado bebiendo como un cosaco y gastando todo lo que trae en el bolsillo como si no hubiese un mañana.
-¿Qué me propones?- alzó una ceja mientras se separaba de Alam.
-¿Por qué no usas tus encantos femeninos por esta vez? Prometo que no me pondré celoso cariño.- sonrió seductoramente mientras la sujetaba con delicadeza del mentón –además estando borracho como está seguramente cantará como un ruiseñor.
-no creo que ese cretino tenga una voz de en sueño, lo compararía con una gallina a la que le acabo de torcer el cogote de forma herrada y agoniza lentamente.
-seguramente, hipea tanto que creo que morirá por eso pero de que tu lograras hacerle hablar, no tengo dudas ¿entonces?
-… odio hacer esto.
-jajajaja, ve a la habitación de Lyla, encontraras lo que te haga falta en su closet.
-…. Odio usar la ropa de la pecosa pelirroja, su corsé me es demasiado estrecho- se quejó dirigiéndose hacia la puerta y cubriéndose el pecho.
-sigo sin entender cómo es que con semejante par de bellezas- alzando las cejas y mirando descaradamente el pecho de la rubia- nadie ha notado que eres mujer y no hombre.
-porque vivimos en un pueblo lleno de zopencos, Alam.
De mala gana fue hacia la taberna, era tarde y sinceramente prefería irse a dormir pero debido al intento de robo, a la huida del sospechoso frente sus narices y la agresión, el Banquero Wartz le obligo a ir por el "Sheriff" Wolfgang.
-"será de mejor utilidad que tú, tenías al criminal entre las manos y lo dejaste ir, no puedo creer que el sheriff haya puesto la seguridad de mi banco en tus manos muchacho."
Era consciente de que había sido en parte su culpa pero no se esperaba que el delincuente saltase por la ventana cayéndole encima, además lo había aturdido, no es que aquel desconocido pesase una tonelada sino que le cayó en la cabeza, luego cuando trató de retenerlo le propinó un golpe en la quijada que por unos momentos creyó haber perdido un par de dientes.
Suspiró resignado y agotado, ingresó a la taberna buscando con la mirada al borracho….. al sheriff, comúnmente a esa hora siempre iba a beber un par de copas y tratar de ligar a la hermosa cantante Lyla, pensándolo bien, no era tan malo si con esa visita lograba ver una de las actuaciones de la hermosa pelirroja.
Se acercó a la barra pasando de la gente que lo miraba con mala cara, era uno de los "hombres de confianza del sheriff" pero sinceramente no lo odiaban por eso, sino porque a diferencia de los demás hombres que trabajaban para Wolfgang, a él si le importaba hacer el trabajo y se había negado a ser sobornado un par de ocasiones para hacer la vista gorda.
Incluso se había atrevido a recriminarle a su "jefe" la situación precaria del pueblo, pero lo único que recibió a cambio fue una sonora carcajada burlona de Wolfgang y sus hombres.
-"no hemos venido a este lugar para matarnos trabajando, estas tierras están bajo nuestro poder, deberías reconsiderar mejor de lado de quien estás Shortman, te he dejado ser parte de mi equipo por el simple hecho de que eres uno de los pocos hombres jóvenes que saben leer y sumar, además de tener una increíble puntería, ahora lárgate de mí vista y ve a servir como portero al banco, tengo cosas que hacer"
Apretó la mandíbula con rabia, frente a él a unos 10 pasos cerca del extremo de la barra casi al lado del escenario estaba Wolfgang riendo como un imbécil mientras una dama lo tomaba de la mano y se lo llevaba a quien sabe dónde, los vio subir por las escaleras confundido, no recordaba que en la taberna hubiese otra dama aparte de la joven cantante Lyla y la camarera Nadinne, las demás mujeres del pueblo ya eran mayores o casadas y nada tenían que estar haciendo por ese lugar a esas horas, se acercó curioso para tratar de ver más de cerca a la desconocida pero el brazo de Wolfgang le tapaba el rostro, lo único que pudo notar con seguridad era que tenía melena rubia….. Bueno, no recordaba a ninguna dama rubia de todas formas.
Pensó en seguirlos, Wartz le había "ordenado" ir por el Sheriff y aunque sabía que nada podría hacer borracho como se le notaba, debía intentarlo.
-¿Qué necesita?
Se giró algo asustado, como si lo hubiesen pillado haciendo alguna travesura, miró al joven hombre y sonrió de lado nervioso.
-buenas noches.
-buenas noches joven Shortman ¿Qué hace por aquí? ¿Ha decidido acompañarnos esta noche para contemplar una de las actuaciones de la joven Lyla y escucharme tocar el piano?
-no…. Me encantaría pero realmente vengo por trabajo.
-no tengo nada para ofrecerle señor Shortman, no he visto a nadie extraño, solo a los mismos consumidores alcohólicos y ludópatas de todas las noches- dijo con total seguridad mientras se dirigía a la barra y limpiaba un vaso de vidrio –desea una copa, no se preocupe, el "sheriff" Wolfgang a invitado los tragos de esta noche, así que no tendrá que pagar por el consumo.
-¿en serio?- dijo sorprendido, sabía que nadie le negaba nada a Wolfgang pero que este pagara por algo, eso era realmente raro.
-sí, y me alegro, su cuenta estaba comenzando a preocuparnos, nos llevaría a la banca rota de continuar así.
-bueno, solo un trago, realmente venía a buscar al sheriff, intentaron asaltar el banco.
-¿en serio?- parecía sorprendido, rápidamente y con total disimulo miró hacia la puerta de la habitación del segundo piso -¿sabe quién fue?
-no tengo idea, no logré verle, realmente es algo desconcertante, digo, me cayó encima y luego me pateo el rostro…..
-…. No se sienta mal joven Shortman, supongo que no se robaron nada.
-no realmente, parece que no le dio el tiempo.
-pero ¿tiene alguna idea de quien pudo ser?
-alguien joven sin duda, más o menos de mi altura- meditó llevándose los dedos al mentón rozándose el leve corte que le había ocasionado la patada bestial de aquel desgraciado –alguien bastante ágil, delgado y liviano.
Alam entrecerró los ojos analizando con cuidado al joven frente suyo, no había duda que tenía bien presente las "cualidades" del "ladrón" y que por obvias razones nadie de los actuales hombres en esa taberna podía ser el sospechoso, se preocupó por unos segundos al imaginar que llegase a indagar más en el tema.
-disculpe señor Redmon.
-jajaja- soltó una carcajada sorprendiendo al joven frente suyo -¿señor? No soy tan viejo, supongo que tendré a lo sumo tres o cuatro años más que usted "señor Shortman".
-lo siento, no quise sonar descortés.
-para nada, sinceramente es uno de los pocos con los que tengo el gusto de intercambiar palabras, llámeme Alam.
-oh…. Bueno, si así lo prefieres, Alam, hace poco…- se giró hacia las escaleras observando el segundo piso –vi a una joven rubia.
Alam tragó con dificultad, la mayoría de los que estaban en el bar miraban hacia el escenario esperando por la aparición de Lyla, él se había encargado de mandar al borracho de Wolfgang a la parte más oscura y apartada para que Helga se le acercase sin levantar sospechas y nadie la notase, maldita la hora que ese novato había decidido ir por el "sheriff".
-¿en serio?
-si estoy seguro ¿es una nueva muchacha?
-no recuerdo a nadie nuevo trabajando en la taberna.
-¿Cómo?- el rubio se levantó de golpe - ¿entonces quién es?
-quizás el señor Vemecilli la haya contratado, tengo entendido que el "Sheriff" estaba acosando demasiado a la señorita Lyla y esta había amenazado con largarse si no la dejaba en paz, así que en resumidas, tal vez sea una cortesana que le aliviará tensiones a nuestra hermosa cantante.
El rubio puso mala cara, sabia del deseo que tenía Wolfgang por Lyla y cualquier mujer joven de buen aspecto pero le desagradaba la idea de que alguna "señorita" tuviese que hacer esos "servicios", no le gustaba pensar mal de la gente pero consideraba que una dama debía apreciarse más.
-¿sería una pena interrumpirlos?
-….no hablarán en serio ¿verdad?-Alam se alarmó pero logró disimularlo.
-es que necesito al Sheriff.
-seamos realistas, Arnold ¿de qué te va a servir un borracho que ni se puede sostener por sí mismo en este momento?
-lo sé pero.
-además ¿sabes lo peligro que es un borracho en plena faena? –lo miró de forma peligrosa –no saldrías vivo de esta.
-… pues- suspiró resignado, detestaba su trabajo y ese maldito pueblo de mala muerte –no sé qué voy hacer con el señor Wartz.
-yo te diré lo que vas hacer, te tomaras ese trago y verás a la hermosa Lyla dar su show, olvídate del banquero, solo es cuestión de unos minutos para que venga a "recrearse" después de su segunda copa ni se acordara porque diablos buscaba al "sheriff".
Arnold observó todo el lugar, el escenario con su piano y la cutre decoración de un páramo desértico, un cactus de utilería y una rueda de alguna carreta, a los hombres bebiendo y apostando con las cartas, algunos ya empezando a insultarse, a Alam limpiando vasos y preparando tragos, a Nadinne abofeteando a uno que otro sin vergüenza que se había atrevido a darle un poco más de la atención adecuada y mirando con el rabillo del ojo a aquella desconocida dama que salía de una de las habitaciones del segundo piso para dirigirse a otra…
-"vaya"- pensó para sí mismo –"debe estar ocupada….. Me pregunto…."- se puso de pie pero antes de dar un solo paso Alam lo detuvo.
-ya comienza el acto de la señorita Lyla, tenga- le dio otra trago –diviértase.
-¿usted no la acompañara a escena?
-no, esta canción es a capela….. Bueno, entre nos, no me sé esa canción en piano.
Y sin decir más se dirigió al segundo piso entrando por la misma habitación donde previamente había ingresado la joven desconocida.
Aguardó unos segundos y se atrevió a subir, se aproximó a la habitación donde debería estar su "jefe", efectivamente yacía dormido sobre un catre, totalmente vestido y roncando.
Cerró la puerta para luego acercarse a la de al lado, pegó la oreja contra la madera y escuchó atentamente.
-¿Qué conseguiste?
-ese desgraciado, no sabe tratar a una dama, mira que intentar desgarrarme el vestido ¿Qué se cree, que me lo regalan?
-Helga.
-bien, bien, lo siento, es que estoy exasperada, ese desgraciado, lo único bueno que conseguí de todo esto fue confirmar mis sospechas.
-¿entonces?
-efectivamente Alam, se llevaron los papeles del banco, por eso no los encontré pero de eso ya hace dos semanas.
-no tiene sentido, estoy seguro que vi los documentos en la mesa del banquero hace cuatro días.
-posiblemente estaban intentado crear otra falsificación para robar las tierras de alguien más.
-¿Cómo?
-eso mismo Alam, Wolfgamg me lo confirmó, se jactaba de aquel exitoso primer plato, el timo por los documentos falsos les salió tan bien que planean repetirlo con otros, pero no entiendo ¿para qué demonios quieren las tierras de por aquí? Están muertas, ya no crece nada, sin mencionar que con esta falta de lluvia las cosas están mucho peor ¿Qué se ganaría con eso?
-…. Créeme que yo tampoco le veo la lógica a todo esto.
-por un momento pensé que podría ser oro, pero ya hace años se confirmó que por aquí oro no hay y sin vegetación para cosechar o criar un ganando…. Son más una perdida que una ganancia.
-tiene que haber algo de valor, algo realmente valioso como para robar tan descaradamente ¿Wolfgang no te dijo nada?
-….. no creo que sepa algo más, es un idiota, con el hecho de que se le pague por cuidar "la mercancía" se conforma.
-estamos como el principio, con las manos vacías ¿Qué vas hacer ahora Helga?
-no lo sé. Realmente no lo sé, quiero recuperar las tierras de los Peterson, fueron personas realmente agradables con migo cuando necesite más ayuda que nunca, pero me siento con las manos atadas.
-… veré que puedo averiguar del gordo de Wartz, espera a que no haya nadie y sal por la ventana de atrás.
-no quiero seguir saltando por las ventanas, casi me mato cuando intenté escapar del banco.
Arnold abrió sus ojos de par en par sorprendido, el asaltante misterioso era una mujer, esa desconocida de cabello rubio, sin pensarlo dos veces abrió la puerta delatándose, ante sus ojos estaban Alam el pianista y una desconocida… muy hermosa….. y peligrosa mujer.
Ante la sorpresa ambos hombre quedaron paralizados, Alam por haber sido descubierto y Arnold por haber descubierto a una bella dama con una mirada salvaje mar reaccionando rápidamente para propinarle un golpe seco con su puño directo en su sien. El golpe en si no le había sido tan doloroso pero el empujón que le dio contra el marco de la puerta fue tal que revotó cayendo al piso.
Helga lo tomó del saco y lo arrastró al interior de la habitación mientras Alam finalmente reaccionaba y cerraba la puerta con llave.
-maldición, maldición ¿Quién es este tipo?- gruñía la rubia mientras se apresuraba y ataba las manos del semi inconsciente rubio con las sabanas de la cama.
-es el guardia de seguridad del banco… aquel al que le pateaste el rostro hace menos de una hora.
-y ahora le romperé la jeta! Maldita sea.
-Helga querida, no maldigas, no se te ve bien, recuerda que eres una dama.
-no es momento para eso Alam, nos ha descubierto, debemos deshacernos de él, es una amenaza, trabaja para Wolfgang y sus hombres- se arrodilló acercándose a Arnold jalando de su pelo para levantarle la cara –seguro es un cretino mafioso y sin escrúpulos como todos esos cerdos avariciosos.
-….. el joven Shotman ¿un bastardo y cretino? No, ingenuo quizás pero no es un inmoral.
-¿lo estás defendiendo?- se irritó la rubia enterrando sus dedos en la cabellera del joven Shotman.
-ay!
-cállate!- le ordenó autoritaria jalando con más fuerza.
Arnold fijó su mirada en el rostro de la desconocida dama frente suyo, tez blanca, cabello rubio, ojos celeste mar y con el ceño fruncido mandando un mensaje más que obvio "TE MATARÉ", miró cuidadosamente su alrededor, estaba algo aturdido, el golpe que le había dado esa "señorita" había sido digno de comparar con el de un boxeador callejero, jamás en su vida mujer alguna se había atrevido a levantarle la mano y menos a amenazarlo.
-señorita….. Será mejor que me suelte.
-oh no melenudo –le insultó –no estás en condiciones de exigirme nada- se llevó una mano a la cintura y extrajo algo brillante, Arnold tragó con dificultad pero se relajó al notar que no era un arma blanca sino un reloj -….. Quizás lo pueda retener hasta que venga el próximo tren.
-¿planeas irte querida?- Redmon la miró profundamente, de una forma extraña.
Helga se puso de pie soltando al rubio, caminó por la habitación como un animal enjaulado, estaba claro que parecía nerviosa y asustada.
-temo por ti ¿Qué te pasara?-susurró la rubia.
-…. Supongo que podríamos irnos juntos, pero eso sería sospechoso.
-y peligros.
-claro, no quiero dejar sola a las niñas, Vermecilli sabe que tengo contactos con gente influyente en la ciudad por una parte, por otra…. Si me voy no sé qué pasaría con Lyla o Nadinne.
-está más que claro que sin ti ellas serán carne de cañón… pero no puedo quedarme, y si te dejo… este tipejo ¿Qué te hará?
Alam miró a Arnold que parecía estar atento a cada palabra que se decía en esa extraña conversación. Cruzó los brazos pensativo mientras tomaba asiento en una banca y posaba sus ojos en Helga, del poco tiempo que llevaba en ese pueblo de mala muerte había aprendido a distinguir a la basura de los nobles, Arnold Shortman era uno de los nobles. Se puso de pie y se inclinó frente a Arnold sonriéndole con suspicacia.
-usted es un buen hombre ¿verdad joven Shortman?
-¿Qué quiere señor Redmond?- masculló el rubio desconfiando y con el ceño fruncido.
-verá, le contaré todo.
-¿Qué?- Helga se abalanzó contra Alam y lo jaló del hombro para que se girase y la mirase a la cara. -¿estás loco?
-no querida, creo que es necesario y quizás un beneficio, para ti.
-¿Cómo?-dijeron ambos rubios al mismo tiempo.
Alam Redmond se puso nuevamente de pie para sentarse en la banca de antes.
-estoy seguro que usted es un buen hombre joven Shortman, por eso creo que puedo confiarle este secretito, resulta que yo trabajo para una policía secreta, hace poco se nos ha presentado una cantidad de hurtos y fraudes que la gente poderosa y publica no ha querido resolver debido a que se niegan a involucrarse en estos escándalos, más que nada por mera pereza y por ser unos egoístas, pero muchos de los que hemos sido perjudicados estamos realmente cansados de esto.
-¿hemos? ¿Usted también?
-soy hijo de un distinguido conde del viejo continente, su nombre no es reconocido por estos lugares y me alegro porque con ello he podido mantener un bajo perfil, el caso es que hacia un tiempo nos habíamos hecho con unas tierras y resultaron ser hurtadas de forma fraudulentas, se culpó a mi padre del robo y de mafioso, su reputación intachable fue marcada por alguien que hizo el verdadero trabajo sucio y tuvo el descaro de concluirlo involucrando a mi familia, tras ese suceso todo fue para peor, pero ¿sabe lo que realmente me impulsó a tener que investigar esto?
Arnold negó con la cabeza.
-muchos otros nobles pasaron por lo mismo, y aun así, pese a la gran obviedad de las cosas, nadie se molestó en tratar de detener este enfermo juego de robos y fraudes, gente trabajadora, de generaciones perdieron lo que les pertenecía por derecho y todo a causa de la aparición de papeles falsos con firmas y sellos igualmente falsos.
-¿Qué intenta decirme?
-personalmente trataba de llegar a la punta de la pirámide, ya sabe, averiguar quién es el cabecilla pero me vi frenado por este pueblo, pase de ser un investigador londinense a ser el guardián personal de tres jóvenes damas que pasaron por la situación anteriormente mencionada.
El Ojiverde miró a la joven dama que permanecía al lado de Alam, estaba con los brazos cruzados y el ceño fruncido mirándolo de forma asesina, esa era una dama peligrosa sin duda alguna.
-in…. Intentó robar el banco.-trató de recordarles
-realmente no era su intención, buscaba unos documentos del hurto, ya sabe papeles con un derecho de propiedad falsos, nunca sacó nada del banco, está totalmente limpia.
-me agredió
-usted la asustó-la excusó Redmond
-no me asustó, solo me defendí, no iba a permitir que me atrapasen para luego colgarme- objetó molesta.
-querida -Alam la miró serio y tenebroso –que te hubiesen colgado hubiese sido mejor a lo que Wolfgang te habría hecho una vez descubierta como mujer.
Tanto Helga como Arnold tragaron con dificultad, era claro de que estaban hablando, si, Helga había corrido con suerte.
-lo lamento tanto joven Shortman, la señorita solo se protegía, salió totalmente limpia del banco, no extrajo nada ¿Podrían hacer las paces?
-¿Qué?-dijeron al unísono ambos rubios nuevamente mirándose, ella con odio y desprecio, él confundido y desconfiado.
-Joven Shortman, le tengo una propuesta, trabaje para mí.
-¿te has vuelto loco? ¿No recuerdas que es un hombre de Wolfgang? Es una amenaza, seguramente es tan cretino como esos desgraciados, los que tienen carita de ángel son los peores!
-….vaya, ni siquiera me conoce y ya se cree con derecho a criticarme- se molestó el rubio.
-por suerte no te conozco zopenco, criminal! Alam, no puedes ir en serio, siempre tienes ideas descabelladas pero ¿ofrecerle tu confianza a un hombre de Wolfgang?
-es en serio querida- Redmond miró directamente a Arnold –este joven es un buen hombre ¿Qué me dice?
-¿Por qué debería creerle?
-no debe, pero dígame ¿de verdad espera prosperar de la forma correcta en su trabajo en este lugar y sirviendo a alguien tan corrupto como Wolfgang?
-…. Sé que no es un hombre correcto.
-¿hombre correcto? Ja- se mofó Helga- yo le llamaría cretino asqueroso, en su vida ha hecho algo correcto.
-el caso- Arnold miró a la joven rubia algo disgustado, esa dama no tenía nada de dama –es que ¿para qué me quiere a mí?
-aparte de que nos ha descubierto y amenaza esta operación, podríamos fácilmente deshacernos de usted pero sería una gran pérdida, un alma noble y correcta, eso necesito mientras mi aprendiz sigue llevando a cabo las averiguaciones pertinentes necesitará protección.
-no, Criminal! No Alam, ni se te ocurra- le amenazó la rubia con algo de miedo en su mirada.
-lo siento querida, pero no puedo dejarte ir sola, Shortman, le contrato para que sea el guardián personal de mi aprendiz la señorita Helga Pataki.
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Arnold Shortman, tensó cada musculo de su cuerpo, las muñecas le dolían, el amarre que había realizado la mujer era efectivo y fuerte, tal como ella, como toda ella, una mujer delgada pero de curvas sensuales que se paraba altanera y sin nada de elegancia femenina con las que él creía era algo natural en todas las mujeres del mundo, su ceño estaba fruncido y sus grandes ojos azules destellaban un peligroso brillo de odio, ira y molestia, su mentón estaba tenso, igual que los músculos de él pero no por la misma razón, ella estaba tensa por un fuerte disgusto, él porque estaba nervioso, quizá algo intimidado y sorprendido.
Miró directamente a Alam Redmond tratando de encontrar alguna mueca de burla, pero no, estaba serio devolviéndole la mirada aguardando por una repuestas que esperaba fuera positiva.
-¿por qué le ayudaría?...¿y si le digo que no me he creído ninguna de sus palabras señor Redmond?-trató de sonar arrogante pese a que no se encontraba en posición para eso.
-¿por qué le mentiría?-colocó ambas manos sobre sus rodillas y bajó la cabeza entendiendo el gesto como una gran exasperación, estaba claramente frustrado, era evidente después de semejante gemido de irritación –ambos estamos en las mismas condiciones Arnold, usted habla, yo y las chicas estamos perdidos en caso contrario podríamos perfectamente cortarle el cuello, deshacernos de su cuerpo sin levantar sospechas y a ver si alguien quiere investigar sobre su muerte, realmente, el que las tiene todas a perder entre usted y yo es solo usted, no sería el primer "alguacil" liquidado solo por una absurda disputa o por mero gusto de algún matón. Realmente "Señor Shortman" su vida no vale nada.- remató con tanta arrogancia y desprecio que logró palidecer al joven alguacil al que tenían amarrado.
La rubia arrogante que permanecía parada de brazos cruzados y una pose altanera se agachó inclinándose para quedar muy, pero muy y estrechamente cerca del rostro del otro rubio logrando intimidarlo, un leve sonrojo se posó en la bronceada piel del joven hombre, ella sonrió con sorna.
-¿Cuánto valoras tu vida melenudo?
-…mu…mucho.
-me alegro.-volvió a sonreír de una forma tan extraña, pero que para Arnold se le antojó seductor y tramposo. –Alam, prepara una historia, iré a cambiarme- caminó hasta la puerta colocando la mano sobre la perilla –más te vale cooperar por la buenas flacucho.- abrió la puerta levemente para ver por la pequeña abertura y luego abandonó el cuarto.
Ambos hombres miraron detenidamente la puerta como si la imagen de aquella arrogante y peligrosa fémina de cabellera rubia y ojos mar aun permaneciera parada ahí, Alam sonrió suavizando su expresión, aún permanecía sentando con las manos sobre sus rodillas pero la tensión de hace unos minutos se había evaporado.
-que gran temple, nadie como la gran Helga G. Pataki, la extrañaré sin duda.
Arnold centró su atención en Redmond nuevamente con sus ojos entrecerrados, había un extraño sentimiento en su pecho y sus venas parecían hervir pero su capacidad de infinita paciencia y calma volvió a controlarlo.
-pensemos un poco, usted está aquí porque Wolfgang le vio utilidad, al menos que no sea por una razón realmente irrefutable no veo porque quiera permitirle abandonar el pueblo.
-¿piensa sacarme de aquí?
-es necesario, mi aprendiz tiene que seguir la pista de los falsificadores.
-¿esto es real?
-muy real, muy serio y muy personal, tanto por mi parte como por parte de ella.
-la …"señorita…."
-jajajaja, le ha costado decirlo ¿verdad? Cuando uno piensa en Helga Pataki no puede ver la palabra "señorita" en la misma frase, pero realmente es una mujer increíble y uno termina por darse cuenta de muchas cosas, es una mujer sorprendente.
-suena como si estuviese enamorado –alzó una ceja incrédulo pero con clara irritación.
-puede ser, si no fuera una coraza impenetrable quizás me atrevería a intentar sacudirla porque, señor Shortman, no puede negarme que la joven "señorita" es realmente hermosa.
Arnold se sonrojó ante el recuerdo de la peligrosa dama, si era hermosa, era raro ver a una mujer de cabello rubio y ojos claros con una piel tan blanca como el mármol y labios rojos como la sangre, pero lo realmente seductor de aquella fémina era el misterio y el peligro que parecía rodearla, desprendía un aura extraña y magnética.
-por lo menos estamos de acuerdo en algo, quizás eso pueda ayudarle a sobrellevar esto, aunque dudo que pueda a llegar a algo con ella, Helga Pataki es una mujer prohibida.
-¿lo dice porque es su pretensión?
-no, lo digo por ella, ante los ojos de Pataki el mundo entero está lleno de cretinos inútiles.
-no me dio esa impresión realmente, no con usted.
-respeto Señor Shortman, respeto que he logrado sembrar en ella durante cuatro años de paciencia casi divina, pero, nos estamos desviando del tema principal, aquí estamos tratando el plan para abandonar el pueblo sin levantar sospechas, dígame señor Shortman, usted ¿tiene familia?
-¿eh?
-familia ¿padres, hermanos?
-…..soy…. huérfano.
-claro, debí suponerlo- dijo Alam sin más, como si se lo hubiese esperado, aunque no era su intención sonar irritable logró molestar a Arnold.-por favor, no me mire así, lo digo por el hecho de que esté aquí trabajando para Wolfgang, alguien de familia un poco más "influyente" no mandaría a su hijo a un pueblo de mala muerte olvidado en medio de la nada, ni aunque perteneciera a una familia granjera, lo más seguro sería que fuera otro pueblerino o un campesino bobalicón buscando algún trabajillo de medio tiempo en la ciudad para lograr algo de comer y un lugar para pasar la noche, pero está aquí trabajando para un cretino desmesurado pese a ser un buen hombre, era evidente que usted estaba solo en este mundo. –y antes de que Arnold pudiese objetar nada Alam sonrió de lado agregando.-igual que Helga.
Alam Redmond se levantó del banquillo y se acercó a la ventana mirando la nada de la profunda noche oscura como boca de lobo, se le notaba que estaba pensando en algo serio pese a que su semblante estaba tranquilo.
-¿Cuánto se sabe de usted?
-¿sobre mi vida personal?
-si, y ¿cuantos se la saben?
-el sheriff Wolfgang y el banquero Wartz, después de todo trabajo para ellos.
-supongo que no se podrá agregar a su desconocido árbol genealógico algún miembro familiar más, es una lástima, haber hecho pasar a Helga como su hermana menor hubiese venido bien.
-¿lo había pensado?
-por supuesto, ambos compartís rangos similares, ella es rubia y alta, usted también ¿Quién hubiese sospechado lo contrario? Pero debido a que no posee familia no podemos simplemente presentarla como tal, tiene que haber alguna forma "poderosa" para sacarlo de aquí sin que nadie quiera interferir.
-¿y si prometo que no diré nada?
-aunque me lo firmara con su propia sangre no lo dejaría aquí y mucho menos mandaría a Helga sola por quien sabe que rumbos, ella es una mujer después de todo, necesita protección.
-parece bastante capaz por si misma- Arnold se removió un poco, los brazos se le estaban acalambrando y le dolían los músculos del cuerpo ¿podría ese hombre soltarlo de una vez?
-… lo creía más caballeroso señor Shortman ¿de verdad dejaría que una mujer se aventure por el mundo totalmente sola? Una cosa es un muchacho con sed de aventura, ella no lo es, es una mujer que busca venganza ¿alguna vez ha estado tan enojado, tan furioso que ha hecho cosas sin pensar?
-no, creo que no- no estaba entendiendo hacia donde iba el tema.
-Helga es una persona impresionante, en muchos sentidos, es complicada, un verdadero desafío, yo, en lo personal siempre me he jactado de mi increíble capacidad para poder observar y descubrir a las personas, puedo decir mucho de alguien con solo ver sus comportamientos y sin necesidad de haber intercambiado una sola palabra, por ejemplo usted, un joven soñador, correcto, paciente, responsable, muy loable y manipulable, fácil de hacer sentir culpa para que me entienda, dispuesto a ayudar a quien lo necesita por mucho que le cueste y apasionado de los rostros angelicales ¿me equivoco?
El rubio estaba asombrado, era una descripción muy completa, por un momento se sintió desnudo e inseguro, era claro que no conocía al hombre frente a él, no era el mismo que atendía la barra con una mirada cansada y total desinterés de todos los que lo frecuentaban o tocaba el piano concentrando únicamente en las piezas del teclado, era su pantalla, ahora estaba frente a un ser desconocido y peligroso que fichaba a cada individuo que osaba pasear frente a él.
-pero Helga, ella crea rutas con varios pasajes que no llevan a ningún lugar, su ser es todo un laberintos con giros y escaleras, puede ser el ser más despiadado del mundo y pasar a sentir una compasión infinita, decir las palabras más crueles para luego recitar versos dulzones con un tono cantarín casi embelesado, carecer de toda clase o etiqueta pero conocer todo tipo de protocolos, en pocas palabras ¿Quién es Helga? ¿Quién es ella realmente? Ese misterio que es todo su ser me apasionó a tal punto que simplemente no pude evitar intentar explorarla convirtiéndola en mi reto personal y cuando pude ver algo de su verdadero yo…. Un residuo de ella….. me enamoré.
Arnold tragó con dificultad, ese hombre parecía estar absorto en sus pensamientos contemplando un paisaje impresionante ¿esa aguerrida mujer lo había dejado así? Temió, no pudo evitarlo, temió que a él le pasase lo mismo y también su pecho se infló de emoción, hasta ahora todo giraba en torno a esa extraña y misteriosa mujer.
-lo único que se me ocurre es que sea su "prometida"
-¿Qué?...¿disculpe qué? ¿de qué estamos hablando ahora?
-sé que usted gusta de leer el periódico, sobre todo la sección de contactos ¿verdad?- Alam rió de lado de forma burlona -¿buscaba pareja señor Shortman?
¿Pero cómo se había enterado? ¿Es que lo había estado siguiendo en secreto?
Arnold estaba totalmente seguro que nadie había sospechado que su interés en el periódico, que lamentablemente llegaba una vez cada dos o tres meses, era la sección de contactos, donde mujeres jóvenes en edad para casarse publicaban un pequeño perfil buscando un posible esposo, claro era vergonzoso contestar las cartas pero era un buen pasatiempo y de paso no perdía la costumbre de escribir y leer, considerando que la mayoría, por no decir todo el pueblo, era analfabeta y su nivel de cultura era lamentable, solo Alam Redmond era uno de los pocos seres en ese lugar con un lenguaje rico y temas de conversaciones, era una lástima que no frecuentara la cantina.
-¿no cree que es tiempo que alguna de esas "señoritas" le conteste y lo venga a visitar?
La idea de que la mujer aguerrida se presentara como su posible conquista resultó inquietante, incomoda, desconcertante pero la palabra "desagradable" jamás pasó por su mente.
-ella no lo aceptará.
-claro que no, pero no le quedará de otra, la idea es sacarlos a los dos del pueblo este, no que se casen aquí, por parte debemos dar gracias a que este lugar estén tan lejos de la vista de "Dios" que ni capillita tiene para una ceremonia.
Otra idea cruzó su cabeza ¿Por qué se imaginó frente a un altar tomando las manos de la mujer más rara que había visto en su vida? Esa fatiga muscular comenzaba a contagiar a su cerebro.
Alam Redmond volvió a tomar asiento frente a Arnold Shortman con esa seriedad intimidante.
-escuche bien señor Shortman, el plan es sencillo, una joven vendrá a visitarlo para conocer a su futuro esposo, usted aceptará el compromiso y pedirá…. No, EXIGIRÁ que se le permita un traslado a la capital para poder casarse como corresponde y establecerse.
-¿cree que Wolfgang me permitirá partir así como si nada?
-si, sobre todo cuando le deje en claro que su "prometida" es solo suya.
-¿perdone? No lo estoy entendiendo
-demuestre posesión con Helga cuando se la presente, como un hombre celoso, estoy seguro que Wolfgang verá con cierto interés a la "señorita", una vez fuera del pueblo nos pondremos en contacto.
-¿hasta cuándo debería mantener la farsa?-preguntó más que nada curioso que molesto, de cierta forma todo este lio parecía interesante, una parte de su ser de joven loco aventurero comenzaba, sin que él mismo lo notase, a entusiasmarse.
-supongo que hasta que estén lejos del pueblo, luego podrán seguir odiándose como si nada.
-odiándonos, yo no odio a la "señorita" pese a su agresiva personalidad- sonrió de lado, claramente estaba siendo sarcástico.
-usted es todo un caballero después de todo- Alam se puso de pie y se acercó a las amarras de Arnold pero no lo desató aún- ¿entonces? Créame señor Shortman, he sido total y completamente sincero con usted, no he mentido sobre esta investigación y realmente le tengo respeto, ya se lo había dicho antes, usted es un buen hombre.
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Estaba nervioso, no sabía cuál había sido la reacción por parte de "ella" pero el plan seguía en marcha.
Al día siguiente, después de todo lo sucedido y haber jurado "ayudar", recibió instrucciones por escrito de Redmond.
"Nadie sabe leer, y dudo mucho que Wartz llegue a sospechar que usted planea algo, memorice las instrucciones y luego queme el papel"
De cierta forma era verdad, Wolfgang era un analfabeta, no sabía distinguir la O de la E además de que el banquero directamente no estaría presente en el momento que se iniciara toda la farsa, el plan parecía sencillo, dentro de dos días llegaría a través del ferrocarril la correspondencia de la ciudad, entre ellas Redmond agregaría una carta escrita por una de las "señoritas" que habían respondido al joven alguacil con una propuesta seria. Luego aguardarían el tiempo prudente para que "ella" hiciera acto de presencia.
Estaba, claramente nervioso, le costaba disimularlo así que solo respondió confesando su "secretito y pasatiempo"
he estado manteniendo correspondencia con una joven señorita de la ciudad… le …. Le …. Le propuse… matrimonio….
La cruel risotada burlona de Wolfgang y de sus hombres lo habían hecho sentir como si fuera el ser más patético sobre la faz de la tierra, pero por suerte había logrado su objetivo desviar cualquier tipo de sospecha.
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Al día dos de la "Noticia", que no tardó en ser conocida por todo el pueblo, llegó la ansiada carta.
Era un sobre realmente elegante y atractivo de color violeta claro con un decorado pintado a mano de unas flores el borde del sobre acompañando una fina y bien caligrafiada letra a mano, acercó el sobre un poco sorprendido, esa no era la letra de Alam Redmond, entonces notó un leve aroma dulzón pero suave, olía a flores silvestres ¿había rociado el sobre con perfume?
Alzó una ceja incrédulo, estaban llevando muy en serio esa farsa, porque hasta él sintió que la carta realmente era de alguna joven dama distante y soñadora que había contestado con toda la ilusión de una chiquilla enamorada….
Ahora sentía verdadera curiosidad por saber su contenido.
-¿y que dice muchacho?- instigó ya impaciente el "Sheriff" que había estado al pendiente del sobre y miraba al chico curioso –¿te ha rechazado ya?
Arnold tragó con dificultad, una parte de su ser se estremeció de forma desalentadora ante la frese de Wolfgang "¿te ha rechazado ya?", sabía que aunque ella quisiera y estuviese en todo su derecho no podía escribirle una carta donde lo mandaba al diablo y le expresaba todo su odio por haberse entrometido en su "misión".
Molesto ante la idea y el recuerdo de esa tosca mujer, tomó el abrecartas de Wolfgang y desgarró, sin nada de consideración al fino papel, la parte derecha del sobre, extrajo un par….. ¿un par? De hojas perfectamente dobladas de las cuales provenía el aroma a flores, las desdobló asombrándose del fino y suave papel casi trasparente, como las hojas de las biblias impresas.
Nuevamente sintió esa extraña emoción bullendo en su estómago, como una punzada agradable pero que le crispaba los nervios, centró su atención a la primera línea ignorando de forma casi divina la molesta mirada burlona de Wolfgang.
"Querido señor Mio…."
Querido?...
Una sensación agradable le heló la espalda
"…..Las últimas cartas donde hemos tenido la oportunidad para intercambiar ideas y sinceras opiniones me ha hecho comprender que realmente mi corazón se ha dejado seducir sin ningún problema."
Esto tenía que ser una broma, tenía que serlo.
"Quizás también sea la necesidad creciente en mi ser que anhela casi de forma agonizante poder conocerle y mirarle directamente a los ojos, estoy segura que posee una mirada tan profunda y encantadora como esas agradables palabras que ha usado para relatarme sus historias y que me he atrevido a memorizar imaginando que estoy con usted presenciando cada detalle, cada momento….. "
Esto no pudo escribirlo Redmond, por favor no.
"Necesito tener un altivo de atrevimiento con usted, por mínimo que sea para poder finalmente calmar este palpitante sentimiento que crece con el paso del tiempo, puede que lo encuentre un poco imprudente y no corresponda en unas señorita pero tras su última carta pude reafirmar mis sentimientos.
Deseo corresponderle, deseo conocerlo y profundizar esta relación como toda mujer enamorada, deseo mirarle a los ojos y confesar mi amor por usted."
… ¿acaso ella escribió esto?…. Esto parece una verdadera carta de amor…. ¿Por qué me siento emocionado?
"Querido mío, pretendo poder conocerle y confesarle mis sentimientos abiertamente.
Todo este hermoso romance por cartas ha sido tan encantador pero quisiera que me tuviese de las manos antes de poder responder sinceramente con todo mi amor.
Pretendía poder presentarme ante usted para darle una sorpresa, pero mi lado romántico anhela que me esperéis en la estación aguardando mi llegada.
Finalmente podremos estar juntos para amarnos sin la distancia de por medio.
Por siempre tuya Eleonor Geraldine."
Su rostro se volvió rojo intensó, en algún momento se le cruzó por la cabeza la imagen de la alta y delgada rubia mirándolo de forma suave, con una sonrisa agradable mientras le sujetaba ambas manos, el cabello suelto sobre sus hombros, vestida con un hermoso vestido de chica de ciudad aguardando un acercamiento un poco más íntimo, quizás un beso…..
¿Eleonor Geraldine? Claro, era una aprendiz de un investigador ¿había esperado que firmara con su verdadero nombre?
Tenía que dar crédito a Alam o a la rubia Pataki, la farsa y la carta les había quedado impresionante a tal punto que hasta él, que era parte de todo esto, se lo estaba creyendo.
Estaba tan absorto por la carta y su romántico contenido que Wolfgang, ya harto de llamarlo decidió zamarrearlo muy a su manera, agarrándolo violentamente del brazo enterrando sus dedos y moviéndolo da un lado a otro casi derribándolo.
-¿Qué te pasa chico?
-ella vendrá…. –contestó algo aturdido por la frenética movida que le había dado su jefe
-¿en serio? ¿viene a conocerte?- torció la boca con un clásico gesto burlón y cierta malicia en su mirada
-viene a casarse…..
-¿en serio? Y es que ¿ya la conoces chico? Porque supongo que debe ser una dama muy hermosa y distinguida como para pagarse un viaje en tren a este lugar.
-… ella…..-podría decir que no la había visto jamás pero no era verdad ¿hermosa? Si, era una mujer atractiva.- me había mandado una foto, es una dama muy hermosa.
Se puso de pie dando por zanjada la conversación.
Guardando la carta en el bolsillo interno de su abrigo, se colocó su gorro de cowboy para dirigirse a su puesto de trabajo, el banco. Más tarde hablaría con Redmond para aclarar algunas cosas y de paso ver si podía saber que más planeaban.
Una vez en su lugar, en la entrada del banco como si fuera un maldito portero, trató de imaginarse la situación, él aguardando por ella en la rudimentaria estación y ella descendiendo de uno de los vagones vestida con su traje de cabaretera…. No, definitivamente no, se le hacía difícil la idea de que ella pudiese desempeñar el papel de una joven muchacha de ciudad buscando, debido a un arrebato romántico, a un hombre que supuestamente la había seducido por correspondencia.
Esto no funcionará. Es una mala idea, un mal plan, todo esto está ¡MAL!
-me he enterado, es la comidilla del pueblo, bueno al ser un lugar pequeño como esto es casi imposible que no llegase a saberlo, habría que ser el tonto del pueblo para eso.
-¿disculpe?
-¿para cuándo tiene la fecha?
-creo que estoy algo perdido ¿de qué estamos hablando?
-de usted hombre- el gordo banquero Wartz le dio dos leves golpecitos amistosos en el hombro al joven rubio –de usted y de su prometida.
-ah…..-no quería hablar de eso, ni él lo entendía realmente.
-¿entonces?
-¿entones…. Que?
-¿Cuándo vendrá la joven afortunada?-sonrió de forma sincera mostrando sus blancos dientes
-no estoy seguro, no ha fijado fecha, supongo que tendré que pasar a la estación cada vez que venga el ferrocarril- no sonaba entusiasmado, ni ansioso, ni depresivo o asustado, era tan neutral.
-pero hombre ¿acaso te a entado el pánico y ahora te arrepientes?
-¿Qué? ¿Por qué cree eso?
-tu cara muchacho, deja mucho que desear.
-realmente yo….no…. –Arnold se pasó una mano por la nuca secando su sudor frió –no sé qué esperar…..
-¿es que no te lo esperabas?-preguntó incrédulo el gordo banquero arqueando la ceja izquierda
-sinceramente no.
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Al caer el alba y cuando finalmente el gordo Wartz terminaba de poner el cuarto candado, que habían decidido agregar después del "intento de robo" de hace menos de tres días, sus pies lo encaminaron hasta la entrada de la taberna, echó una ojeada el interior buscando la presencia de Redmond, en su lugar vio a la hermosa y refinada señorita Lila sentada en la misma mesa que la del banquero Wartz haciéndolo compañía y aparentemente charlando, en eso Arnold se cuestionó si la joven pelirroja no era también alguna espía que trabajaba para Redmond.
Se acercó disimuladamente, se puso a un lado del banquero Wartz y le saludó con un gesto despreocupado.
-vaya chico, no esperaba verte por aquí.
-eh venido…. A liberar tensiones.
-¿nervioso por la futura señora Shortman?
En eso Lila se percató de la presencia del rubio, giró su rostro y le dedicó una sincera sonrisa amistosa.
-vaya, buenas noches señor Shortma ¿entusiasmado?- preguntó incrédula la pelirroja –había oído rumores, es realmente agradable ver el amor joven por este pueblito tan lejos de la civilización.
Arnold se aguantó las ganas de atreverse a mirarla con desconfianza.
-el muchacho buscaba compañía, en este lugar alejado de todo y sin nada para congracias la vista no me sorprende que mandara cartas al periódico.
-¿oh? ¿Se refiere a esa sección para conocer gente?
-esas mismas- el banquero Wartz movió bruscamente su brazo derramando parte del contenido del vaso que sostenía –que suerte que supieras leer y escribir chico, sino seguirías solo y soltero.
-¿en serio? Lo felicitó señor Shortman – Lila se puso de pie y le tomó con suavidad una de las manos al rubio logrando sacarle un leve sonrojo –yo sinceramente soy pésima para eso, hace poco, antes de venir al pueblo conseguí que me enseñasen algunas palabras, pero realmente soy malísima- dijo con clara decepción.
-¿no sabe leer señorita?- preguntó desconcertado Arnold.
-muy poco realmente- dijo apenada con un ligero tinte rosa en sus mejillas.
-¿y escribir?
-no sé ni siquiera como sostener un lápiz, solo puedo leer algunas palabras.
El rubio quedó tan desolado, pensaba que la elegancia y delicadeza de la joven pelirroja venía acompañado de conocimientos en las escrituras, pasión por lecturas románticas y por tanto temas de conversaciones apasionados, pero realmente se limitaba a ser encantadora a la vista y poseer una hermosa voz.
-sin embargo, mi maestra era muy paciente y apasionada, me había dicho que si aprendía a leer podría escribir mis propias canciones.
-¿su maestra? –preguntaron al unísonos Arnold y Wartz
-se veia muy joven, aunque era 15 años mayor que yo, leía como sacerdote, incluso puedo asegurar que sabía francés y latín.
-¡VAYA! ¿y de quien brotaba tanta virtud y talento?- preguntó cínico el rubio sorprendiéndose incluso él mismo de su inapropiado tono de voz sin embargo al parecer sus interlocutores no lo notaron, la joven Lila seguía sonriendo amablemente y Wartz embelesado por su compañía.
-lo lamento- dijo apenada pero mirando para otro lado –no recuerdo su nombre, era extrajera.
-Joven Shortman!-se escuchó la voz de Alam Redmond a cierta distancia, el rubio se giró tratando de dar con su ubicación –por aquí "señor"- levantó su brazo revelando su posición, en el extremo alejado de la barra cerca del escenario a un lado de las escaleras que daban al segundo piso.
Arnold se acercó con una mirada cansada, alzó una ceja cuando su atención se fijó en una puerta levemente abierta en el segundo piso.
-no está ahí, se lo puedo asegurar joven Shortman.- se apresuró a aclararle Alam mientras limpiaba un vaso para luego verter algún tipo de trago –para el futuro novio, la casa invita.
-¿Dónde?- se atrevió a preguntar antes de llevarse a la boca el vaso y beber su contenido.
-a dos pueblos.
-¿Qué?
-por supuesto ¿Qué esperaba? Incluso la carta fue mandada en el ferrocarril para no levantar sospechas.
-¿pero se fue?
-pero volverá- Alam dibujó una media sonrisa en su rostro -¿está ansioso acaso?
-¿qué estupideces dice?-se molestó ¿es que se estaba quedando con él? Si, Arnold sabía que lo tenían como una persona densa, pero no era estúpido –todo este lio es su problema.
-ahora es su problema señor Shortman, dentro de poco, en dos días más para ser preciso recibirá a su "futura esposa", será mejor que cambie esa irritante expresión de su cara, porque no lo lamentará, el único que lo lamenta es este hombre que tiene frente a usted.
-¿Por qué?
-¿no le comenté que soy un hombre celoso?
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No lo quería sentir de esa forma, de hecho buscó muchas maneras de disimularlo.
¿Qué le había dicho Redmond?
"Llegue cerca de la hora, no sea usted el impaciente, no quiero que le dé una falsa impresión, debe parecer ante todos ansioso y enamorado pero, cuando esté compartiendo espació con ella sin mirada de curiosos manténgase alejado, Helga es muy temperamental, puede ser muy buena actriz pero la paciencia es su virtud señor Shortman, no de ella."
Parecer enamorado ¿enamorado? Que alguien me explique cómo se hace eso porque yo que sepa jamás me he padecido algo como eso.
Finalmente la suela de su gastado calzado tuvo contactó con la vieja madera de la rudimentaria estación de tren, el vapor comenzó a salir nuevamente de la locomotora y el gigante "caballo de acero" procedió a abandonar ese páramo triste y desolado, miró a los lados de todo lo largo que lograba ser esa construcción pero no vio a nadie.
Tomó asiento en una de las bancas del lugar, bajó su sombrero para ocultar su mirada y cerrar los ojos, aprovecharía el "tiempo libre" que se le había dado para hacer el vago y mantenerse alejado un buen rato del apestoso banco y su insoportable dueño, ignoraría todo como ese ligero sonido de unos tacones sobre la madera aproximándose, ignoraría el hecho que ya no sentía que el sol le estaba pegando directamente ni se le estaba calentado el sombrero, ignoraría incluso el hecho que una pequeña mano cubierta de un guante de seda tenía contacto con su sien y decencia por su mejilla con delicadeza y gracia, ignoraría …
¿eh?
Permitió que la mano desconocida llegase a su mentó y alzara la mirada para dar directamente con unos grandes y hermosos ojos azul cielo de un rostro níveo enmarcado por risos rubios brillantes como el sol…
Tengo problemas.
Tragón con dificultad y pensó que estaba realmente en problemas cuando ella, la dama peligrosa, la mujer aguerrida, la mano de hierro, la que lo había amenazado e insultado le devolvía una suave y delicada sonrisa dándole la apariencia de una joven tímida, él se lo creyó.
Hasta aquí
No sé realmente cuantos lectores tiene esta sección, pero me parece que bastante porque ya me e devorado un par de fic.
Me encanta Helga G. Pataki, también la serie de Hey Arnold pero Helga era la razón de mi interés.
Quizas deba aclarar que los personajes no son niñatos pre-pubertos, eso está mas que claro ¿verdad?
Mi interés es hacerlo desde la visual de Arnold, porque me parece mas divertido, los hombres parecieran enloquecer mas con las mujeres y sobre todo con una mujer como Helga, tan linda y sorprendente ella, además me gustaría que Arnold sufriera un poco. XD
ShinobuByako...leyendo leyes constitucionales... (¿por que? porque estoy aburrida)
