Nota deTraductora: ¡Hola! Parece que me estoy aventurando en territorio inexplorado... así que espero que alguien encuentre esto y no esté hablando sola... MUY IMPORTANTE, les recuerdo que "Becoming Human" no me pertenece, sino que a "Cat Alex" y a su mente extraordinaria por escribir una historia tan hermosa. Solo tomo crédito por la traducción ¡Espero que la disfruten!

Actualización: Después de revisar el capítulo varias veces, hice algunos cambios y corregí algunos errores para que la narración y los diálogos fluyeran más naturalmente. Los cambios no soy muy significantes, es solo para que sea más fácil de leer y no de tantas vueltas, pero las historia sigue siendo la misma. Puede que errores permanezcan, ¡así que espero pescarlos la próxima vez que los vea! La verdad es que me divertí mucho traduciendo esto, tanto que incluso vuelvo años después para hacer unas correcciones. Por ahora este es el único capítulo revisado en la fecha de 05/09/2017.


N/A: Es como una expansión del manga. Sigue algunos de los eventos vagamente, comenzando desde el segundo volumen (casi a la mitad del capítulo cinco) pero terminará yendo por su propio camino. Es un TresxEsther con varios capítulos ¡porque soy una simplona! ¡Espero que sea de su agrado!


"El primer paso para convertirse en un hombre verdadero es proteger a la chica."

El rostro de Tres estaba inexpresivo mientras procesaba las palabras del niño ¿Había un protocolo para ser clasificado en ese concepto incuantificable de "humanidad"?

Una definición potencialmente adecuada: La cualidad de ser humano; naturaleza humana.

Él no era humano; era un androide. A pesar de que tuviera partes orgánicas las cuales requerían vitaminas para evitar requerir mantenimiento, estaba principalmente compuesto por procesadores y metal moldado en la forma de un hombre. Suavemente zumbaba y chasqueaba, y no segregaba ningún químico que pudiera afectar su estado mental.

En cuanto a la "naturaleza humana", lo único que él creía que compartía con ella era su forma física externa. En términos de la conducta humana, su naturaleza no se asimilaba demasiado a la de un hombre. Él usaba números y directivas para hacer sus decisiones y no se desviaba de las directivas. No podía desobedecer su programación más que un humano pudiera rechazar su ADN.

Otra definición que posiblemente podría ser adecuada: La cualidad de ser humanitario; bondad; benevolencia. Las emociones no eran totalmente definibles. Sus conceptos eran comprendidos, pero no había experimentado cosas así. Cuando alguien le decía que estaba "asustado", el podía procesar y entender que su comportamiento sería afectado en tal condición; que la probabilidad de alguien en un estado de "temor" saliera huyendo incrementaría notablemente. Su desempeño podría declinar a partir de ese estado de ánimo, pero también podría mejorar en igual proporción con su instinto de supervivencia. Habían tantos cálculos que podían hacerse para tratar de predecir el comportamiento humano en varios estados emocionales pero el poder de procesamiento requerido estaba más allá de su capacidad. Todo lo que podía hacer era reaccionar ante sus conductas.

O no, como en el caso actual. La Hermana Esther Blanchett parecía estar fascinada por su naturaleza mecánica. Tenía el hábito de observar cómo el androide reaccionaba ante la charla interminable de Abel, contemplaba sus respuestas. La reacción de Tres ante su escrutinio era ignorarlo completamente. Lo reconocía como "curiosidad" y comprendía que el ser un androide era algo extraño y poco común con lo que uno no se encontrabas muy a menudo.

Las pruebas por las que habían pasado para subirse al tren no habían sido inusuales para un miembro del AX pero para su nueva escolta, le había cambiado el mundo. Tres sabía que ella no era una adición efectiva para el equipo y requeriría vigilancia constante para preservar su vida. Aunque era observadora, enseguida había comprendido que Tres había sido enviado para asegurarse de que Abel no se extraviara del objetivo. A pesar de algunas preocupaciones del Vaticano concerniendo a Abel Nightroad, cuando las cosas se ponían duras, Abel se ponía el doble de duro. Tres había sido emparejado durante los años con Abel las veces suficientes como para saber que a pesar de que Abel pudiera soltar un sinfín de tonterías que Tres no entendía, él era uno de los mejores luchadores que AX tenía.

Antes de que la conversación con este niño y el modismo que había aprendido de su padre pudiera continuar, fueron interrumpidos y Tres se puso en guardia de inmediato.


Ni Abel ni Esther tomaron bien las noticias de que no podían regresar a Roma en tren. Tres estaba acostumbrado a las reacciones extremas de Abel ante información como esta y lo ignoró en favor de observar la respuesta de su nueva acompañante.

—Reporte de daños, Hermana Esther Blanchett. —Le dijo mientras se le aproximaba.

Ella estaba de rodillas, con la cabeza gacha y las manos presionadas contra el suelo para mantenerse erguida.

—Perdí mi equipaje ¿¡y ahora tengo que caminar!? —Esther gritó desesperanza.

Tres no dijo nada. Su respuesta había sido similar a la exageración de Abel. Eran un par muy curioso. Ella se había desempeñado admirablemente cuando fue confrontada por oponentes peligrosos en espacios reducidos. Hizo lo que necesitaba ser hecho, tomando la iniciativa y llevando a los pasajeros a una locación más segura durante la pelea.

Ahora los dos estaban lamentándose el hecho de que no les pudieran reembolsar ya que la pelea había causado que el tren estallara junto con su equipaje y recibos. Tres simplemente utilizó su sistema de navegación interno para marcar su viaje a pie hasta Roma y comenzó a caminar. Abel y Esther lo siguieron eventualmente con las cabezas gachas.

Este viaje iba a ser largo, arduo y posiblemente involucraría muchísimas molestias, aunque Tres no podía poner en palabras que constituiría "molestias" para un androide. Archivó un informe de error y siguió andando.


—¿En verdad eres un sacerdote? ¿Los androides pueden serlo? —Esther lo cuestionó inocentemente mientras caminaban. Casi había pasado un día desde que dejaron las ruinas del vagón de tren atrás. Abel erraba un poco más adelante, ansioso por explorar y encontrar un lugar en el que se pudieran quedar por la noche a pesar de haber sido informado que adelante solo había más camino y bosque.

Tres consideró su pregunta. Las ropas que usaba so significaban nada para él; la parafernalia religiosa que venían con ciertos ropajes no era más que decoración ¿Qué significado tenía la religión para un androide? "Uniforme" y "disfraz" eran las únicas explicaciones adecuadas que Tres había producido. Nunca había llevado a cabo ningún ritual oficial para establecerse como un hombre de la iglesia, como no era un hombre y era imparcial ante la noción de un dios. La común denominación del Padre Tres encajaba con la explicación del disfraz - extendía su credibilidad como un sacerdote de la Iglesia.

Se dio cuenta de que había considerado el asunto por demasiado tiempo y Esther lo estaba viendo con una expresión que él aproximó a la "preocupación"

—No lo soy. —Respondió.

Esther pareció estar levemente nerviosa.

—¿E-entonces solo debería llamarte Tres? —Preguntó.

—Negativo. Podría potencialmente despertar sospechas. Es más fácil para mí pasar como un sacerdote humano incluso en una división de combate que como un androide. Moverse por los países con la menor interferencia posible es la condición óptima para el trabajo que me otorgan mis amos.

Esther pensó por un momento.

—Espera un segundo... si se supone que pases como humano, ¿entonces por qué no hablas como uno normal?

—Hablo como se me programó que hablara.

Eso cortó la conversación. Esther dejó de hacerles preguntas y su pasó disminuyó mientras pensaba.

Después de un tiempo, mientras el sol comenzó a esconderse por el horizonte, el trío había llegado a una bifurcación; una elección entre la calle principal o un atajo por el bosque.

—Este bosque es la ruta más rápida. —Tres les informó a ambos y Abel pareció emocionado.

—Me pregunto si hay osos... —Abel se preguntó en voz alta y Esther se resistió.

—¿¡Q-qué? ¡No podemos ir ahí! ¡Nos perderemos!

Tres calculó que la consternación de Esther no sobrepasaba la necesidad de regresar a Roma tan rápido como fuese posible.

—Esta es la ruta más rápida. —Reiteró, pero Esther negó con la cabeza.

—¡Algo sucederá ahí adentro y terminaremos desperdiciando más tiempo que si caminamos por la calle principal! —Insistió.

—No hay un fundamento lógico para su hipótesis. —Él le remarcó.

Esther frunció el entrecejo y sus palmas formaron puños.

—Es una sensación. Estoy segura de que alguno de nosotros está atrayendo mala suerte. No hemos tenido descanso desde que comenzamos a viajar juntos.

—Error al computar su lenguaje. Defina "una sensación"

Enfrentó a Esther quien se puso nerviosa. La joven se retorció un mechón de cabello y se mordió el labio inferior mientras pensaba, los ojos inmovibles de Tres estaban fijos en ella.

—Bueno... es una sensación ¡No lo puedo explicar bien! —hizo una pausa para pensar y eventualmente dijo—¿Te acuerdas como fuimos atacados varias veces desde que nos encaminamos a Roma?

Tres asintió con la cabeza.

—Afirmativo.

—¿No parece más seguro que nos ataquen al estar más expuestos en el bosque que si vamos por la calle? —Ella concluyó.

—Negativo. —Tres contestó, causando que Esther lo mirara con incredulidad.

—¿¡Qué!? Entonces explícamelo, Sr. Androide Lógico.

Tres ni se inmutó ante su sarcasmo.

—El bosque es una ruta más directa a Roma comparada con la calle en la que habíamos estado viajando. Es improbable que el bosque sea usado por muchos. Los atacantes no esperarán que crucemos el bosque, como tampoco sería probable que un atacante fuera capaz de localizarnos en un bosque tan vasto. La calle es perfecta para una emboscada. Es más fácil observar aquellos que viajan por aquél camino y formular un plan de ataque. Es poco probable que en esta ruta haya problemas. —Explicó calmadamente, Esther suspiró y se volteó en la dirección de Abel.

—Me rindo, Padre Nightroad, usted comprende que estamos en una situación de la ley de Murphy, ¿cierto?

Abel asintió con la cabeza energéticamente.

—Por supuesto, Esther. Pero Tres no entiende tales nociones. Aunque es cierto que esta ruta es más rápida y generalmente estoy inclinado a seguir a Tres en este tipo de situaciones. Al final del día podría ser una lección valiosa para él y no es como si no fuéramos capases de defendernos si algo se presentara.

Esther se relajó finalmente. Tres no entendió a lo que Abel se refería ni tampoco cómo había logrado tranquilizar a Esther a diferencia de él, cuando la explicación del androide mismo había sido completamente lógica.

—En fin —Abel continuó— Tres tiene un sentido de la dirección impecable.

—No lo sé... —Esther se preocupó.

—Entonces puede ir por la calle —Tres dijo repentinamente y se encaminó hacia bosque—. Nuestra mayor prioridad es regresar a Roma lo más rápido posible. Si no puede soportar tales condiciones, debemos tomar caminos separados.

Esther lo persiguió con suma rapidez, aferrándosele al brazo con miedo en los ojos.

—¡No! ¡Voy con ustedes! — Vociferó, mirando a sus alrededores con recelo.

Tres la miró y Esther lo soltó de inmediato con un sonrojo en las mejillas.

—¿¡Tres siempre es así, Padre Nightroad!? —Esther le llamó a Abel y disminuyó el paso para caminar a su lado.

Abel le sonrió.

—Sí, bastante. Aunque a veces tiene sus momentos que te hace cuestionarlo...

Tres los escuchó sin comprender por completo ¿Cómo sus acciones podían extraviarse de su comportamiento usual? Repasó sus conversaciones, analizando cada detalle.

—¿...Puede ser así de impulsivo? —De repente oyó a Esther susurrar.

¿"Impulsivo"? ¿Era capaz de ser "impulsivo"?

—Como ni te lo imaginas —Abel le respondió en voz baja—. Espero algún día llegar a las raíces de la creación de Tres y ver que pasó realmente. Sé que tiene componentes orgánicos, lo que me hace sospechar aún más...

¿Abel había cuestionado sus orígenes basado solamente en el comportamiento que había demostrado? Tres no sabía cómo interpretar las palabras del cura.

—P-pero eso sería... ¡horrible! —Exclamó Esther lo que provocó que Tres se diera la vuelta. Ella se cubrió la boca de inmediato y abrió los ojos de par en par, mientras que Abel miraba a Tres con una expresión que no pudo identificar de inmediato.

—¿Por qué están hablando de mi comportamiento? ¿Fui inapropiado? —Tres interrogó. No entendía sus reacciones; al escanear sus expresiones identificó las palabras "lástima", "temor", "culpa" y "preocupación" de su base de datos ¿Por qué hablar sobre él causaba que tales emociones aparecieran en sus rostros?

La expresión de lástima de Abel se tornó en una de alegría. se acercó a Tres y le dio una palmada amigable en el hombro.

—¡No fuiste inapropiado, Tres! Solo sentimos curiosidad por ti, eso es todo.

Su disposición amigable no satisfizo el análisis de la situación en general.

—Tengo preguntas sobre sus conductas, Padre Abel Nightroad y Hermana Esther Blanchett.

Esther pareció haber recobrado la compostura, pero no miró a Tres y se movió para pararse más cerca de Abel.

—Lo siento, Padre Tres. —Dijo Esther inclinando la cabeza hacia delante.

—No comprendo sus acciones ¿Hay razón por la disculpa?

Tres pudo sentir sus procesadores sobrecalentarse por la cantidad de cálculos que estaban llevando a cabo para comprender la situación. El zumbido de la máquina se estaba haciendo cada vez más audible.

Esther miró Abel y este asintió con la cabeza.

—La honestidad es la mejor norma. Creo que es importante que Tres entienda interacciones como esta por completo. Puede que sea un androide de lo más avanzado, pero aprendí en mi tiempo con él que las interacciones sociales son un territorio que lo confunde.

—No puedo sentirme confundido. —Tres interrumpió provocando que Abel arqueara una ceja.

—¿Cómo clasificarías lo que estás sintiendo en esta situación? No comprendes lo que Esther y yo hemos estado hablando. Eso es confusión ¿o me equivoco?

—La confusión es una emoción. No comprendo su lenguaje en referencia a mí.

Abel se rió y negó con la cabeza.

—A eso se le llama confusión, Tres, y nuestras explicaciones con suerte deberían aclarar cierta confusión ¿Supongo que dirías que nuestras definiciones y entradas ayudarán a tu capacidad de procesador a añadir más data para estas situaciones y de este modo permitir a tu procesador regresar a los niveles normales de funcionamiento?

—Afirmativo. —Tres le respondió y Abel dejó escapar un suspiro.

—Sí, eso creí. Esther, ¿te importaría aclarar esta situación? No queremos que se sobrecaliente o algo parecido.

Tres prosiguió a explicar con serenidad que la probabilidad de que eso sucediera era del uno por ciento como mucho, pero Abel le tapó la boca con un dedo lo cual Tres reconoció como la orden de "silencio" y obedeció. Se volteó para mirar a Esther quien había juntado el coraje para finalmente volver a mirar a Tres.

—Es considerado mala educación hablar sobre alguien más, especialmente a sus espaldas —Esther comenzó a explicar—. Es incluso peor cuando la persona de la que se está hablando oye y comienza a preguntar sobre el tema. Así que lo siento por hablar así de usted.

Inclinó la cabeza devuelta.

—Sus palabras no me hieren. No tengo sentimientos a los que herir. Simplemente deseaba la definición de sus palabras. Soy un androide, no puedo ser "impulsivo" ¿Por qué tener componentes orgánicos es sospechoso? ¿Y por qué tal cosa sería "horrible"? Estas preguntas fueron la razón por las que me volteé a hablarles.

Esther se mordió el labio y lo miró a Abel, quien posó una mano en el hombro de la monja.

—Es solo justo participar en la charla. Lo has hecho bien ilustrando el por qué estaríamos un poco avergonzados después de que Tres nos atrapara. Yo me haré cargo del resto. —Dijo, brindándole una sonrisa a la joven.

—Debemos seguir caminando si queremos hacer posible este atajo. —Tres intervino y Abel asintió la cabeza en acuerdo.

—Por supuesto. Pongámonos en marcha.

Caminaron juntos, Abel y Esther estaban a cada lado de Tres.

—Tres... nos estábamos preguntando sobre tus orígenes ¿Sabes algo?

El aludido negó con la cabeza.

—Recibo mantenimiento y sigo órdenes. Eso es todo lo que importa. A comparación de la vida humana, no estuve operando por mucho tiempo. Data fue perdida en mi encendido inicial.

Observó sin entender la mirada de piedad que Esther le brindaba.

—Pues, Tres, estábamos considerando la noción de que quizás no fuiste un verdadero androide, que tal vez eras un cyborg y estabas inconsciente de tu estatus de poseer más componentes humanos de que los tendrías al ser un androide. Verás, desde la perspectiva de un humano, esto sería considerado horrendo. El que un humano no conozca su verdadera naturaleza... sería visto como algo terrible. Una mentira. —Abel intentó explicar, estando inseguro de cómo decirlo.

Tres asintió con la cabeza.

—Creo que su explicación es suficiente. El mentir es considerado un pecado por la Iglesia y por lo tanto obligar a vivir una mentira sin el conocimiento del otro sería un pecado aún mayor para el individuo o individuos que mintieron. La persona que vivió la mentira sería designada como la "víctima". Yo sería una "víctima" en sus ojos y en los de la Hermana Esther Blanchett si no fuera un androide, sino algo más cercano a un humano. La noción de ser una "víctima" traería "lástima" y sería demostrada mediante ambos para correlacionar.

Esther quedó boquiabierta.

—¡Realmente lo entiendes!

Tres afirmó con la cabeza.

—Por supuesto; Puedo comprender e incorporar una explicación en mi programación si esta es coherente y razonable. No obstante, fue una pérdida de tiempo; soy un androide y nada más.

—¿Cómo estás tan seguro? —La pelirroja vociferó y Tres se volteó para verla.

—Puedo ser programado, sobrescrito y no tengo emociones. Encajo en la definición de "androide" y no de "cyborg".

Esther frunció el ceño.

—¿Entonces qué fue ese comportamiento impulsivo de antes? Tan solo te marchaste en dirección del bosque sin esperarnos ni a Abel ni a mí. Fue como sí... te hubieses hartado de discutir conmigo.

Tres negó con la cabeza.

—Negativo. Simplemente había decidido que si fuéramos a aprovechar el bosque como atajo nos tendríamos que mover lo más rápido posible. Analicé la situación y deduje que la probabilidad de que me siguiera era alta si la dejaba atrás. —Él razonó calmadamente, Esther se vio molesta.

—Entonces jugaste con mis sentimientos.

—Observé su patrón de conducta e hice un cálculo razonable que avanzaría la misión con su cooperación.

Esther no contestó y se movió como para caminar al lado de Abel. Abel le brindó una sonrisa empática y le rodeó los hombros con el brazo.

—No te preocupes, Esther; no tiene malas intenciones. Estás pensando en Tres como un humano a pesar de que insiste que no tiene emociones. No está intentando herir tus sentimientos, lo que está tratando de hacer es que regresemos a Roma tan rápido como es posible.

—No es una insistencia, es un hecho. —Tres le corrigió y Abel asintió con la cabeza.

—Claro, claro. —Le apaciguó y Tres no se percató de su falta de sinceridad.

Caminaron en silencio por casi una hora cuando Tres se detuvo abruptamente.

—Error. Un campo magnético está interfiriendo con mi sistema de navegación.

Esther se dio la vuelta con los ojos bien abiertos.

—¿¡Qué? E-espera un segundo... ¡lo sabía! ¡Ya habíamos pasado por aquí! —Gritó.

Abel pareció entrar en pánico y agarró a Tres por hombros, sacudiéndole levemente.

—¡Se suponía que nos guiaras a través del bosque! ¡Se suponía que esto fuera un atajo!

—Una máquina no es infalible.

El sacerdote dejó escapar un suspiro y soltó a Tres para luego colapsar sobre el musgoso suelo del bosque.

—Tengo tanta hambre... —musitó, adquiriendo una posición fetal.

La monja cayó arrodillada.

—Te dije que tenía la sensación de que esto saldría mal, pero nooo... eso no es lógico. —Los ojos se le llenaron de lágrimas.

—¡No quiero morir de una manera horrible en un bosque espantoso como este! —Se quejó y Tres pudo detectar los niveles de estrés en su voz.

Las palabras del chico en el tren de repente invadieron la mente del androide. Desde donde estaba parado, Esther se veía tan pequeña y vulnerable arrodillada en el bosque.

Se acercó y se agachó para estar al nivel de ella.

—Todo irá bien, Hermana Esther Blanchett. La protegeré. —Le dijo y la muchacha se secó las lágrimas.

—¿Q-qué? —Murmuró, pestañeando varias veces.

—La protegeré, Hermana Esther Blanchett. No morirá en este bosque.

Tres no pudo describir la menara en la que Esther lo estaba contemplando. Lo más cercano que pudo aproximar fue "contemplativa" ¿Qué estaba contemplando? Tres no tenía idea.

—Tres tiene razón ¡Por supuesto que no moriremos en este bosque! Todo lo que tenemos que hacer es esperar a que el sol vuelva a salir. Ahí es cuando deberíamos poder ver mejor y encontrar una salida ¡Todo estará bien! —Dijo Abel con ánimo. Se sentó y comenzó a juntar leña. Tres lo asistió y eventualmente encendieron un fuego decente. Abel y Esther se sentaron a su alrededor mientras que Tres se quedó de pie.

—¿¡Cómo puede estar tan calmado!? —La monja exclamó mientras lo miraba fijo. Abel solo se encogió de hombros.

—Este tipo de cosas son bastante comunes para mí. Cuando mencionaste que alguien atraía mala suerte me temo que pensé en mí al instante ¡No hace mucho casi me congelo vivo en unas montañas nevosas!

Esther pestañeó con sorpresa.

—¿Lo dice en serio?

Abel le sonrió desamparadamente.

—Como dije, mala suerte. Soy como un imán que atrae problemas. Siento haberte involucrado.

Esther negó con la cabeza y levantó las manos frente de sí.

—No, no, no es como si ustedes me hubieran involucrado. Yo vine por cuenta propia.

Esther repentinamente miró sus alrededores.

—¿A dónde fue Tres?

Abel sonrió.

—¡A patrullar, por supuesto! No va a descansar hasta que el lugar esté seguro para a sus estándares, lo cual en la situación actual no hay mucha probabilidad de que eso suceda.

Esther estaba a punto de preguntar si Tres necesitaba descansar, al ser inhumano y todo eso, cuando de repente sintió que algo le envolvía el tobillo.

—¿Qué? —Dijo al mismo tiempo que bajó la mirada, pero algo que se sentía como una cuerda lisa le tiró la cabeza hacia atrás. Se ahogó pero se resistió ante lo que sea que la estaba estrangulando y se las arregló para ver enredaderas envolviendo su cuerpo.

Habría gritado sino la estuviese ahorcando.

—¡Esther! —Abel gritó, poniéndose de pie de un salto. Antes de que pudiera tomar un paso hacia ella, la joven oyó la voz espeluznantemente calma de Tres decir...

—No se mueva, Hermana Esther Blanchett. —Antes de que una lluvia de balas la liberaran. Lo que ella no se dio cuenta era de que estaba a unos buenos seis metros del suelo y dejó escapar un alarido al caer y luego impactar contra algo duro recubierto de metal y tela.

Se encogió de dolor y luego comenzó a entrar en pánico cuando sintió una mano sostenerla de la cintura para evitar que se resbalara de donde estaba. Su mano agarró lo primero que encontró, lo que terminó siendo la melena del robot.

—¡Tres! —Exclamó.

Él la sostuvo firmemente, su pistola aún humeaba.

—Reporte de daños, Hermana Esther Blanchett.

Ella no dijo nada pero su bamboleo precario sobre él y la falta de gritos de dolor pareció satisfacer la pregunta de Tres, por lo que procedió a posar su atención en Abel.

—Un matusalén con la habilidad de controlar la flora , un objetivo de la categoría F: una "dríade". —Informó Tres, colocando a Esther en el suelo con cuidado. La pelirroja dejó que su mano se deslizara por el cabello moreno; se sintió un poco áspero al tacto, para nada como el cabello de un humano.

—He detectado otra presencia más al lado nuestro hace ciento setenta y dos segundos. —Tres continuó, sosteniendo a Esther de la cintura mientras la bajaba. Esther pudo sentir su rostro enrojecerse pero se mantuvo en silencio.

—Un matusalén, mm... —Dijo Abel mientras inspeccionaba los alrededores.

—Afirmativo, pero no soy incapaz de detectar el cuerpo.

Abel frunció el entrecejo y Esther lo miró confundida.

—¿Qué? Eso no puede ser cierto... —Abel murmuró.

La joven cambiaba el peso de un pie al otro con nerviosismo, insegura de qué hacer o dónde pararse.

—¿Acaban de oír eso? —El más alto de los tres dijo de la nada, dándose la vuelta.

Esther se mordió el labio y siguió la mirada del sacerdote.

—¿Escuchó algo? Yo no puedo oír nada, Padre Nightroad. —Dijo la chica, preocupándose. Esto se estaba tornando demasiado extraño para su gusto. Tres parecía estar escaneando el perímetro.

—Era el sonido de una campana... —Abel apenas le contestó.

—Mis sensores auditivos no detectan nada. —Tres confirmó y la joven pudo sentir el hilo de miedo cuando las palabras del moreno le recorrieron la espalda como un escalofrío.

Se puso peor cuando ambos, ella y Tres, se percataron de que Abel estaba viendo y escuchando algo que ellos no podían. Eso hizo que la pelirroja se pegara más al robot.

Las enredaderas se movieron y luego atacaron, Esther de repente se encontró suspendida en el aire otra vez, había sido jalada de la ropa por el androide. Aterrizaron brutamente, Tres de pie y Esther pegada a la cadera de este. A la muchacha le temblaban las piernas y había quedado media estrangulada por el agarre firme del robot.

—Padre Nightroad, ¿con qué se está comunicando? —Exigió Tres, preparando su pistola. Abel estaba de espalda a espalda con Tres, ambos estaban listos para la acción.

¿Y yo qué puedo hacer? ¿Nada? ¿Ser arrastrada de la ropa por un robot que a veces es impulsivo? —Esther pensó malhumoradamente.

—No lo sé pero no creo que sea humana... o matusalén. —Dijo Abel tratando de divisar algo en la oscuridad del bosque.

El agarre de Tres se fortaleció como si estuviese listo de arrastrar a Esther otra vez.

—¿Qué?

El padre se encogió de hombros y sonrió débilmente.

—¿Tal vez haya salido de un cuento de hadas?

Esther luchó por estabilizarse con piernas que parecían estar hechas de gelatina.

—No comprendo. —Tres le respondió.

—¿A-a qué se refiere, P-Padre Nightroad? —Ella preguntó media ahorcada.

—No sé cómo explicarlo... —Abel dijo al mismo tiempo que se encogía de hombros.

—No comprendo —Tres repitió mientras preparaba su arma—, pero si es un enemigo lo destruiré.

Esther pudo sentir la vibración del cuerpo de Tres mientras computaba algún proceso interno pero esta fue rápidamente enmascarada por el estremecimiento causado por la pistola del robot. Él la soltó y ella se desplomó, no estaba segura de qué debería hacer.

—Tenga piedad, Señor —Abel murmuró antes de disparar— ¡Amén!

Las enredaderas recobraron vida y el peliplateado hizo una mueca.

—¡No! —gritó— ¡No está muerta!

Las viñas se retorcieron y apuntaron para luego salir disparadas en dirección de Esther. Todo lo que pudo hacer fue quedarse boquiabierta; todo su cuerpo se había congelado y su mente había quedado en blanco.

Se dejaron de mover en un abrir y cerrar de ojos y la joven pudo sentir un líquido cálido salpicarle la cara. Pestañeó un par de veces para darse cuenta de que Tres tenía un brazo estirado en frente de ella. La que hubiera acabado con su vida había traspasado el brazo del androide. Él no pareció particularmente afectado por lo sucedido.

—P... Padre Tres... —Susurró estando paralizada.

—Hermana Esther Blanchett —este respondió retorciendo el brazo para quebrar la viña. Sacó lo que quedaba de su extremidad— Deberíamos tomar la retirada y ponerla a salvo. Regresaré en breve, Padre Nightroad, aunque mi sensores ópticos no pueden detectar el objetivo.

Abel asintió con la cabeza.

—Está comenzando a movilizarse así que la seguiré. —Dijo y se fue.

Tres rápidamente alzó a Esther en brazos y comenzó a moverse con una velocidad perturbadora. La pelirroja lo rodeó con ambos brazos y se aferró con fuerza.

—Tres... ¿No deberías seguirlo?

—Padre Tres. —El susodicho le corrigió y ella puso mala cara.

—¿No lo puedo acortarlo a Tres cuando no hay nadie alrededor al que estemos tratando de hacerle creer que eres un sacerdote? Abel te dice Tres todo el tiempo.

—Muy bien, Hermana Esther Blanchett.

Esther volvió a fruncir el ceño.

—¿Y puedes dejar de llamarme Hermana Esther Blanchett todo el tiempo? Solo dime Esther, ¿sí?

—Afirmativo, Esther. Y si lo fuera a seguir, usted estaría en peligro potencial.

—Pero si me dejas en un lugar fuera del alcance ¿qué tal si me sucede algo? —Ella replicó y lo miró suplicante a los ojos a pesar de saber que las emociones no le afectaban— Por favor, no me dejes sola ¿No me puedes dejar en algún lugar cerca para que por lo menos los pueda ver a ambos?

Tres la miró por un segundo y paró en seco.

—Si cree que su seguridad es mayor ante la presencia del Padre Nightroad y la mía, entonces cumpliré con sus deseos. —Decidió eventualmente y la joven suspiró aliviada y lo abrazó tan fuerte como pudo.

—Gracias, Tres. —Musitó contra su cuello para que después el androide se diera la vuelta y rastreara a Abel.

Rápidamente llegó ante un árbol de gran tamaño que parecía ser la fuente de todas las viñas, luego encontró un arbusto cercano y depositó a Esther allí.

—Dije que la protegería. Si algo sucede, alérteme a mí o al Padre Nightroad. —Le instruyó. Esther abrió la boca para hablar antes de que el robot pudiera volver a pararse.

—¿E... es eso sangre, Tres? —Tocó con delicadeza el brazo perforado. Le había estado molestando desde que le había salpicado sobre el rostro.

—Negativo, Esther. Es un fluido sintético diseñado para permitir que mis articulaciones se muevan sin problemas. —Le contó y se puso de pie.

—Debo ir a asistir al padre Nightroad.

Ella asintió levemente. Cuando se alejó, nerviosamente se limpió el "fluido sintético" de la cara y lo probó con cautela.

Sabía como una perturbadora mezcla de aceite y sangre. Arrugó el rostro y luego lo escupió.

¿Qué es lo que eres, Tres?

Decidió echar un vistazo por encima del arbusto para ver el árbol enorme y las enredaderas envolviendo a Abel. Había sido bloqueado de la vista. Esther tomó una bocanada de aire y cerró los ojos con fuerza pero el sonido desconcertante de los tiros de una pistola hicieron que los volviera a abrir.

Tres estaba ahí parado con el arma humeando.

—Cero punto cincuenta y ocho segundos demasiado tarde. —Declaró.

Personificaba a una máquina asesina en combate. Un muñeco sin mente propia que solo obedecía órdenes. Esther no tenía idea de qué pensar sobre Tres Iqus ¿Estaba ayudando a un camarada? ¿Siguiendo directivas? ¿O ambos? ¿No tenía órdenes de regresar a Roma tan rápido como fuese posible? Y aún así, ahí estaban, luchando contra algo que ni siquiera sabían lo que era. La lógica dictaría que huyeran pero sin embargo allí se encontraban.

Y Esther se sintió como una inútil ahí sentada mientras el hombre y la máquina luchaban espalda a espalda; Tres giraba y disparaba con tanta agilidad que nunca se le hubiese cruzado por la cabeza que pesaba más de casi doscientos kilogramos y que también tenía el brazo dañado.

"Me pregunto sí se encuentra bien... ¿pero qué podría hacer si no fuera así?"

Abrió los ojos de par en par. Las enredaderas se enrollaron alrededor de una de las pistolas y se la quitaron de la mano. Esther no sabía qué hacer. Sus piernas se movieron como si estuviera por levantarse pero el resto de su cuerpo no coincidió con ellas y permaneció inmóvil. Las viñas se enredaron alrededor del cuerpo de Tres, apretujándolo e inutilizando su otra arma.

"¡Tengo que hacer algo, lo que sea!" Decidió y se paró de un salto.

Agarró su propia pistola con manos temblorosas. Había rezado por nunca tener que usarla, ya que no tenía experiencia alguna, pero tenía que intentar salvarlo.

Disparó todos los proyectiles, esforzándose en poder darle a las viñas. Una vez que se quedó sin balas, soltó el arma.

—¿¡Te encuentras bien, Tres!? —Le gritó mientras su cuerpo se estremecía.

Él se había librado de las enredaderas y estaba de nuevo con los pies en la tierra.

—Me ha dado. —Declaró y apuntó a su cintura por la cual salía un poco de humo.

La pelirroja se mordió el labio y se le acercó unos pasos.

—¿E-estás herido, Tres? —Exclamó cuando Tres se le aproximó con el rostro inexpresivo.

—Negativo. —Dijo y extendió un brazo. Por un momento Esther pensó que le iba a acariciar la mejilla pero para su horror, su mano se dobló y abrió por la muñeca para revelar alguna clase de pistola metida en su brazo.

—No soy humano —le dijo, la tomó de la cintura y la colocó detrás suyo para escudarla del proyectil que disparó—, soy una máquina.

La soltó y se movió hacia delante mientras Esther quedaba congelada por el shock.

—¿Qué está haciendo, Esther? —Le preguntó al mismo tiempo que se volteaba para mirarla. La chica quedó embobada.

—Yo... yo... ¿Qué? —Fue todo lo que logró musitar.

—Continué con su ofensiva y cúbrame. —Le indicó.

—Eh... oh, ¡sí! ¡S... sí, señor! —La chica balbuceó y encontró el lugar en donde había arrojado el arma. La recargó tan rápido como un amateur lo podía hacer y siguió a Tres.

"Estoy siguiendo a una máquina de guerra sin cuestionar. A algo que insiste que no es humano pero que aún así... no puedo evitar pensar y tratarlo como si fuese un 'él'. No comprendo pero... quiero protegerlo como él me ha protegido a mí."

Esther manejó con torpeza la pistola y sintió la punzada de una memoria. Dietrich, sonriendo incluso cuando le susurraba traiciones y palabras dulces y retorcidas en el oído.

"Dietrich... me voy a Roma. No sé qué pensar de ti... ¿en serio me has traicionado?" Apretó la mandíbula. "Pelearé para enterarme de todo."

Esther alcanzó a Tres y comenzó a hacer lo mejor que pudo para protegerlo. Las viñas venían en un santiamén y a gran velocidad y ella trató de seguir el paso tanto como pudo pero sus manos temblaban y Tres se las arregló para encargarse de la mayoría de las enredaderas por ambos. Pero hubo un punto en el que el miedo y la adrenalina le ganaron y cayó de rodillas al suelo, respirando pesadamente.

—Ya no... puedo seguir más... —Dijo luchando por conseguir aire. Sus manos estaban demasiado calientes gracias a la pistola.

Fue solo entonces que se había percatado de lo silencioso que estaba todo.

—Eso no será necesario, Esther. El objetivo ha sido silenciado.

Esther pudo escuchar el gruñido de su maquinaria por debajo de su ropa. Sonaba totalmente bizarro, como el peor rugido de estómago de la historia.

—¿De verdad? —Esther pestañeó y miró sus alrededores. Las enredaderas estaban quietas pero eso no significaba que se quisiera acercar, sin importar lo que Tres le dijera.

—No obstante, le sugiero que refine su puntería cuando arribemos a Roma. Es un peligro con solo un ocho a quince por ciento de precisión. Podría herir a sus aliados.

Su ánimo cayó en picada y para su confusión lo vio caminar hasta un arbusto y comenzar a buscar algo en este.

—Sin embargo —se enderezó y arrojó algo en su dirección. La pequeña monja levantó las manos para protegerse el rostro pero el objeto que el robot había arrojado aterrizó nítidamente en su regazo. Esther miró hacia abajo para encontrar su velo.

—Eso no compromete el valor de su ataque inicial. Usted ayudó a cambiar el resultado de la batalla de una manera favorable para nosotros.

La pelirroja esbozó una sonrisa.

"Me ha elogiado..."

—Gracias, Tres ¿Cre... crees que me podrías ayudar a mejorar mi puntería de vez en cuando? —Preguntó con nerviosismo y los ojos de Tres se fijaron en ella.

—Si no tengo que cumplir ningún deber, podría ayudarla a mejorar sus habilidades combativas.

Ella sonrió con la intensidad del sol y se puso de pie.

—¡Gracias!

Antes de que nada más pudiera ser dicho, resonó una voz— ¡Todavía hay mucho por hacer, Esther!

—¡Padre Nightroad! —Gritó y se volteó para enfrentarlo. El hombre emergió del bosque con las ropas tan rasgadas que revelaban la mayoría de su torso. La monja se acercó para mirarlo mejor. Casi no parecía tener ni un rasguño lo que le hizo preguntarse cómo se las había arreglado para evitar ser dañado por las enredaderas.

—¡Coser! —Abel anunció, sacándola a Esther de sus pensamientos y sonriendo ampliamente—. Y también encontré una salida del bosque. Bastante bueno, ¿no?

Había regresado de nuevo a su alegre ser. Esther aún especulaba cuál era el verdadero Abel o si tal vez ambos podían coexistir tranquilamente. Ella en realidad tenía a dos hombres enigmáticos junto a ella... bueno, un hombre enigmático y una máquina enigmática.

Tres se le acercó a Esther desde atrás.

—¿Cuál es el estatus del objetivo?

La sonrisa de Abel flaqueó.

—Desvaneció... justo como en un cuento de hadas... —murmuró—. Como la nieve.

Las rodillas le flaquearon y cayó rendido. Esther corrió a su socorro justo a tiempo para evitar que su rostro golpeara contra el suelo. Lo tomó por los hombros para sostenerlo. Pesaba más de lo que había anticipado. Tampoco ayudaba el hecho de que no le quedaban fuerzas a causa de la fatiga.

—¡Padre!

—¿Dónde está herido? —Tres inquirió y se inclinó para examinar al sacerdote más de cerca.

Esther se estremeció repentinamente. Sintió como si manos frías la hubiesen manoseado toda. No le dio importancia y le dio palmaditas a Abel.

—Todo está bien —le aseguró de manera confortante—, puedes quedarte así hasta que te recuperes.

—¿Esther? —Abel vociferó, tomándola por sorpresa por el hecho de que siguiera despierto.

—¿Sí?

—¡Eres como mi manager!

La joven revoleó los ojos y se paró, soltando a Abel. Abel o era extrañamente taciturno o extremadamente jovial. La ponía intranquila. Justo en ese entonces, no estaba de humor como para tolerar su comportamiento errático. Tres también pareció no querer soportar a Abel y le dio la espalda, comenzando a adentrarse nuevamente en el bosque.

—Me adelantaré. —Tres dijo con voz monótona y salió a los pisotones.

—¡Ahí tiene hilo y aguja, Padre! —La chica le anunció.

No llegó a oír la respuesta nerviosa del sacerdote.