Summary:
Steve y Tony están juntos. Y Bucky es un espectador de dicho romance con el corazón roto. Porque ama demasiado a Steve, y nada cambiará eso. Simplemente no puede alejarse de él.
[Slash] [Steve x Bucky] [Steve x Tony]
Disclaimer:
El Capitán América y Bucky Barnes son propiedad de Marvel y de sus respectivos creadores. No hago esto con fines de lucro, solo escribo motivada por mi infinito aburrimiento durante las tardes de otoño.
Seguiré aquí, aunque duela.
I. Silencioso clamor.
Steve le sonreía a Tony con calidez, su mirada plasmaba el amor que le profesaba. Tony lo abrazaba afectuosamente mientras reía en medio de la algarabía de la pequeña fiesta en la que se encontraban. Steve había pasado los últimos 6 meses en una misión en Asia, la cual después de mucho trabajo había resultado ser todo un éxito. Y como de costumbre, Stark no escatimó en gastos al momento de organizar la bienvenida de Steve, a la cual invitó a sus amigos más cercanos.
Bucky se encontraba en medio del salón, mirando la escena repetirse una y otra vez: a Steve y Tony intercambiando muestras públicas de afecto. No tendría nada de malo, sino fuese porque Bucky durante los últimos meses había caído en la trampa del amor, y amaba a Steve tan profundamente que su propia vida ahora le resultaba insoportable. Porque dolía cada vez que los veía cerca, hablándose con la mirada, declarando su mutuo amor a los cuatro vientos.
Fue difícil llegar hasta ese punto. Cuando Steve lo ayudó a volver a ser quien solía ser, a pesar de no tener por completo sus memorias de vuelta, comenzó a desarrollar un extraño afecto por él. Al principio creyó que lo que sentía por Steve se trataba de agradecimiento, admiración y camaradería, o que tal vez era la sombra del antiguo vínculo amical que solía unirlos en el pasado.
Pero pronto sus verdaderos sentimientos comenzaron a rasgar la vana seda que había usado para encubrirlos. Todo comenzó cuando Stark le declaró su amor a Steve.
Ante la noticia de su relación, se sintió perturbado, al principio no sabía por qué, pero le molestaba en sobremanera la idea. Con el pasar de los días se dio cuenta de que aquello era la clase de celos que se siente por el ser amado. Confundido y aterrado ante tal posibilidad, comenzó a evitar a Steve. Y en consecuencia terminó alejándose más y más de él, encerrándose en su dolor.
Debido a que en los meses anteriores a esto habían sido muy cercanos, Steve no pudo evitar notar el brusco cambio. Le pidió una explicación. Le preguntó mientras lo miraba con tristeza y pena acongojando su corazón si le había ofendido de alguna manera y pidió disculpas si ese había sido el caso. Las acciones de Steve no hicieron más que agravar la pena de Bucky, pues se sentía culpable. Nunca fue su intención darle motivos de pena o sentimientos de culpa a Steve. Además, le conmovió ver cuánto valoraba su amistad. Decidió entonces no apartarse más. Fue doloroso, muy doloroso, pero aprendió a soportar las mil heridas en el corazón que le ocasionaba ver a Steve y a Tony cerca el uno del otro, susurrándose palabras de amor, tomándose de las manos con afecto, exhibiendo los besos y caricias que él anhelaba impartir y recibir. Dolía, pero no podía alejarse de Steve.
Así fue como aprendió a usar una máscara todo el tiempo. Encubriendo sus verdaderos sentimientos, sonriendo y regocijándose externamente por la dicha de la pareja, cuando en su interior el dolor imperaba, condenado a sonreír mientras sufría. Condenado a mirar al verdugo que lo azotaba y torturaba, y siendo forzado a sonreír mientras lo destruían y a elogiar la acción.
Miserable existencia. ¿Hay desdicha tan grande como el vivir una mentira? Si lo hay, y eso es ver cómo el amor de tu vida huye de tus brazos para refugiarse en otros, y ser incapaz de hacer algo al respecto, sobretodo para no herir al ser amado con los pesares que azotan tu corazón.
Y como de costumbre, soportó en silencio aquel dolor durante la velada, sonriéndole a la pareja mientras bebía copa tras copa de vino, intentando adormecer sus sentidos, intentando que todo pierda sentido y así poder olvidar...
El olvido, antes había sido tan odiado, ahora era tan necesitado y deseado. Clamaba su corazón a gritos para que aquella insensibilidad que envolvía sus sentidos en antaño volviera a dominarlo.
— Es suficiente, silencio —dijo entre risas Tony, a la vez que subía al escenario del gran salón sosteniendo una copa en una mano y jalando a Steve del brazo con la otra—. Quiero hacer un anuncio. Quiero aprovechar la ocasión para decirles algo muy importante —Stark besó en la mejilla a Steve, a la vez que lo acercó más a sí, rodeándole con el brazo—. Steve y yo nos casaremos.
Los aplausos resonaron en la habitación, Tony y Steve descendieron del escenario y las felicitaciones y los abrazos a la pareja no se hicieron esperar.
Bucky estaba anonadado. Se quedó inmóvil por unos segundos, sintiendo cómo un agudo dolor invadía su pecho y una extraña sensación de vacío lo adormecía.
Salió de la habitación, sin saber bien qué hacía, como en un sueño, movido por una fuerza externa ajena a su consciente, sin percatarse de que unos ojos esmeraldas vigilaban sus movimientos.
Salió del edificio, caminó sin rumbo, aun con el dolor carcomiéndole por dentro, con el pesar agarrotando su cuerpo. Se detuvo en su vagabundear en un bar vetusto y gris. Entró en él, pidió un whisky doble, y bebiendo lentamente en un rincón apartado del lugar, gruesas lágrimas descendieron por sus mejillas. La desesperación era incontrolable por más tiempo.
Sintió al poco rato una mano posarse sobre su hombro. Alzó la vista y se topó con la mirada inquisitiva de Natasha. Volvió la mirada al vaso, permaneciendo en silencio.
Natasha suspiró. Se sentó en la silla libre frente a Bucky, sin quitarle la mirada de encima, preocupada.
— Te ves terrible —dijo Natasha, rompiendo el silencio.
— Eso no podría importarme menos —dijo Bucky con un tono brusco y grave, con la mirada perdida en el vaso que sostenía entre sus dedos—.
— Tal vez a ti no te interese, pero a Steve si —le reprochó Natasha, con severidad—.
Bucky finalmente levantó la mirada y la fijó en Natasha. Sus ojos estaban enrojecidos y vidriosos, y en sus mejillas permanecía el tenue rastro de las lágrimas previas.
— No pudiste escoger peor lugar y peor momento para el interrogatorio —dijo Bucky, con amargura en la voz— ¿Qué quieres saber? ¿O qué crees saber?
— Es suficiente, te estás haciendo daño, y a Steve también—le respondió Natasha, sin intimidarse en lo más mínimo y con resolución—. Si realmente lo amas, detendrás esta tortura.
Bucky suspiró. Sabía que Natasha tenía razón. Esto no era bueno ni para él ni para Steve, pero no veía otra salida, o tal vez no quería verla. Bajó la mirada, sintiéndose incapaz de hacer lo correcto.
— ¿Qué sugieres? ¿Que me vaya? Eso lo heriría aun más —se excusó y luego acabó de un solo trago su bebida. Permaneció en silencio unos segundos, intentando justificarse, intentando hallar una salida que no lo llevara por un sendero diferente al de Steve—. Puedo soportarlo, puedo seguir con esta maldita farsa.
— No, no puedes seguir con esto —le respondió Natasha, seria y cortante—. Te está matando.
— ¡No me importa morir! —Dijo Bucky, alzando la voz y golpeando su puño contra la mesa.
— Esto es suficiente, Steve merece saberlo...—dijo Natasha a la vez que se levantó de la silla para irse, pero Bucky se puso de pie y la sostuvo del brazo antes de que se marchara.
— Lo siento...—musitó Bucky, con la mirada baja, ante lo cual Natasha se detuvo.
— ¿Se lo dirás? —Preguntó Natasha, esperando impacientemente una respuesta y una solución final a dicho problema—.
— No le haría algo como eso, derrumbaría su mundo...y el mío. Me tiene confianza, es mi amigo. Al menos así tengo algo de él. Una pequeña parte de su amor. No quiero que me odie o se aparte de mí al revelarle lo que siento —respondió Bucky, con la voz temblorosa por el llanto que amenazaba con quebrarlo, abriendo su corazón por completo—. Seguiré aquí, aunque duela. Aunque mi ser se consuma en el fuego de mi dolor, hasta que yo no sea más que cenizas y mi corazón haya muerto —los ojos de Bucky se tornaban más vidriosos, producto de las lágrimas que se privaba de derramar—. Sí, tal vez moriré, pero prefiero una muerte rápida a su lado que una larga vida de agonía lejos de él.
Ante tales palabras, Natasha sintió empatía por el dolor de Bucky, por lo que no dijo una sola palabra más de reproche durante aquella noche.
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Subió las escaleras en completa oscuridad, con el cansancio y el sueño venciéndolo. Avanzaba lentamente, apoyándose en la baranda para no perder el equilibrio, víctima de los estragos provocados por el licor. Solo quería recostarse en su cama y sucumbir al sueño, y de esa manera despejar su mente por un par de horas antes de ser golpeado nuevamente por la realidad.
Abrió la puerta de su departamento, provocando que las bisagras rechinaran. Cerró la puerta tras de sí con un estruendoso golpe, demasiado cansado como para ser cuidadoso.
— ¿Bucky? —preguntó una voz dolorosamente familiar en las tinieblas en cuanto el ruidoso golpear de la puerta hizo añicos la quietud del lugar.
— Steve...—Bucky susurró su nombre, buscándolo con la mirada bajo la escasa luz, completamente sorprendido por su presencia. Vio su sombra sobre el sofá, levantándose perezosamente—. ¿Qué haces aquí?
— ¿Por qué te fuiste? —preguntó Steve, avanzando hacia él—. ¿Por que te fuiste de esa manera, sin decir una sola palabra a nadie? Estaba preocupado.
— Steve, son las 4 de la madrugada... Vete a casa —pidió Bucky, mientras se restregaba los ojos con las manos. Su presencia en esos instantes era como una marca de hierro sobre una herida abierta, avivando el dolor insoportablemente. Temía quebrarse en cualquier momento frente a él, mucho más aun considerando que el licor comenzaba a nublar su consciencia y podría decir algo imprudente—.
— Tengo que decirte algo —dijo Steve, acercándosele un poco más—. Es importante, sobre Tony y yo. Creo que...
Al oír aquel nombre, Bucky dio varios pasos hacia atrás. Dolía demasiado. Sintió la necesidad de salir del lugar, sentía que se asfixiaba.
— Este no es el momento —dijo Bucky con un tono áspero y cortante—. Hablaremos de esto mañana. Vete ya.
— ¿Estás molesto conmigo de nuevo, verdad? —Le preguntó Steve, con tristeza—.
Aquello tomó por sorpresa a Bucky. Se dio cuenta de que estaba hiriéndolo de nuevo por la brusquedad de sus palabras. Cerró los ojos, respirando profundamente.
— No, no digas eso. Yo... es solo que ahora estoy muy cansado...—susurró Bucky, apesadumbrado.
Las sensaciones eran abrumadoras. La cercanía y las palabras de Steve y la necesidad de su corazón hacían estragos en su autocontrol. Extendió sus manos para tomar el rostro de Steve, dejándose llevar por la necesidad de hacerle saber a Steve que era muy preciado para él. Un beso casto sobre su mejilla fue lo que se atrevió a darle en medio de aquel arrebato, lleno de ternura y delicadeza. Se apartó lentamente de su lado, como si se negara a romper el contacto entre los dos. Pero en cuanto se separó de él, huyó a su habitación, asegurando la puerta.
Steve permaneció atónito por unos segundos. Tocó su mejilla, allí donde todavía hormigueaba la piel por el contacto recibido. No pudo decir ni una sola palabra o intentar pedirle explicaciones a Bucky, pues aquel simple y candoroso beso había destruido todo discurso de sus labios, cambiado repentinamente sus planes y arrojado luz sobre tesoros que creía perdidos. Y había revivido la esperanza en él, la esperanza de realizar su más profundo anhelo, aquel que había permanecido dormido por tantas décadas en su pecho, esperando pacientemente bajo la oscuridad del olvido.
