Harry entra con el pergamino en la mano.

-¡¡La carta !!

Atraviesa l'habitación corriendo y se instala en la cama al lado de su madre.

Se llena los pulmones de aséptico y lejía.

Le pasa un pergamino por delante de los ojos:

-Howarts. Ha llegado esta mañana. Empiezo el uno de septiembre. Ni tío Sirius, ni tío Remus quieren decirme en que consiste la selección de casas pero están convencidos que seré Griffindor, como ellos, como vosotros. Y me han regalado una escoba nueva, ya sé que...

En ese momento James entre en l'habitación escoltado por dos enfermeras, al instante Harry se queda quieto, sigue hablando pero con un susurro:

- No puedo competir este año, pero el que viene entraré en el equipo. Pienso ser una estrella, como papá.

Lily sigue observando la pared, moviendo las manos compulsivamente y hablando para sí misma, completamente ignorante de lo que pasa a su alrededor. Ni siquiera se inmuta cuando James se transforma en ciervo.

Harry mira a su padre, evitando el contacto con los ojos y siempre a una distancia segura.

- El problema, -sigue susurrando.- es que, como estaré allí, no podré venir a veros tan a menudo... podría escribiros... pero no sé si tío Sirius tendrá tiempo...

-Si escribes a l'hospital yo se las leeré gustosamente.- Dice Dolly, la enfermera más vieja. Se ha ocupado de los Potter desde que llegaron y considera a Harry como su hijo. Se le rompe el corazón al ver esos ojos verdes tan ilusionados, todo el mundo dice que son idénticos a su madre, pero ella no ve similitud entre estos y aquellos ojos sin vida que siempre miran a la pared. –Pero ahora el tiempo de visita a finalizado.

El niño asiente, conoce las normas de l'hospital muy bien, demasiado bien para su edad. Pregunta algo con los ojos y ella se ve dándole permiso con un leve gesto de mano.

No debería hacerlo, James es violento y peligroso, una vez estuvo a punto de encornar a Harry, solo la rápida intervención y los mordiscos de Sirius Black consiguieron evitarlo.

Se mueve despacio, muy despacio, sin movimientos bruscos, hasta conseguir acariciar lentamente el pelaje del ciervo.

- Nos veremos papá. – James suelta un bufido que Harry espera que no este dirigido hacía él. Después se gira y se pierde unos instantes en la espesa cabellera de su madre.

- Te echaré de menos mamá.- No hay contestación.

Sandy, la enfermera joven, le acompaña hacía la puerta mientras la otra ata a James. Esa es la única forma para que pueda compartir habitación con su mujer. Porque uno es incapaz de controlarse y la otra de defenderse.

- Tu carta.- Le recuerda cuando llegan a la puerta.- Te la has dejado en la cama.

-Quédasela - dice Harry. Y un niño no debería tener esa desolación en la voz.- Solo quería que se sintiesen orgullosos.

-Lo están.- Le asegura Remus desde el otro lado de la puerta, incapaz de acercarse mucho más a esas dos caricaturas.- Lo están.