- ¡Aquí tienes tu regalo, espero que te guste!
Ran le entregó el regalo y sonrió llena de alegría. Chen agarró su obsequio excitadamente y rápidamente lo puso en el piso. Se sentó y empezó a abrirlo; sus pequeñas manos hacían contacto con la superficie de la caja agarrándola para arrancar pequeños trozos de la envoltura.
Después de lo que pareció una memorable eternidad Chen por fin arrancó toda la envoltura. Apenas pudo contener la emoción mientras hurgaba en la caja buscando la cubierta para quitarla. Cuando lo abrió sus ojos se le agrandaron al ver su regalo. Era una pequeña gorra de baño verde. Una sonrisa se extendió a través de su cara y después de inspeccionar el sombrero desde diferentes ángulos se levantó y se lo colocó en la cabeza justo entre sus peludas orejas gatunas.
- ¿Te gusta? – Preguntó Ran. – Lo hice yo misma.
Chen miró a su Ama y asintió sonriéndole.
- ¡Gracias, Ran-Shama! – Exclamó mientras abrazaba a Ran poniendo sus labios en los de su Ama.
El beso duró un segundo pero para Ran duró una eternidad. Los labios de Chen eran cálidos y era casi risible que su Ama pudiera probar algo de los dumplings chinos que su shikigami había comido más temprano en el almuerzo. Chen se alejó un poco de Ran sonriéndole nuevamente; un hilo de saliva aún conectaba sus labios.
- ¡No puedo esperar para mostrárselo a mis amigas!
Chen rápidamente se dirigió a la puerta principal de la casa deslizándola y cerrándola detrás de ella. Ran apenas podía oír el repique de los pasitos mientras su shikigami se alejaba. Ran se quedó quieta ya que seguía cubierta de saliva y estaba completamente estupefacta y ruborizada con una completa expresión de estupidez.
Sin embargo después de un momento ella simplemente sonrió.
