¡Hola! =D

Hoy tengo algo dedicado a todos aquellos que aprecian esta pareja c:

Espero que les guste tanto como a mí me gustó escribirlo :3


Capítulo I

Entré sigiloso, intentando no hacer mucho ruido. De inmediato me encontré con un escritorio de caoba y un pequeño hombre detrás de él. No me miraba, pero notaba sus ojos grises mirar los papeles que llenaba a pesar de que el cabello le cubría el rostro. Cuando me acerqué pasó su mirada directamente hacia mí, quitándose los anteojos de armazón delgado color negro. Luego estiró la mano, dándome el permiso de sentarme frente a él. Lo hice un poco abrumado, jamás había visitado ninguna clase de psicólogo o algo parecido, pero Mikasa me había recomendado ir con este hombre. No tenía nada que perder, fue lo que me convenció al final.

Intercambiamos un par de palabras al principio, presentándonos. Entonces nos quedamos en silencio un largo rato, él me miraba fijamente y yo recorría la habitación entera con la mirada. El lugar estaba realmente ordenado, además de que quizás nunca podría encontrar una sola mota de polvo por más que buscara. Tenía un montón de libros detrás de él, en el librero que cubría toda la pared. Luego, del lado izquierdo del escritorio, había un ventanal que daba hacia una hermosa vista de la ciudad, cierto, estábamos en un noveno piso. Me reí un poquito cuando lo recordé, entonces volví a mirar al hombre pequeño. Uff, tiene una presencia abrumadora con ese aspecto y mirada, pensé de inmediato.

Sin embargo pronto comenzamos a hablar fluidamente, desde el principio, aunque el principio en realidad terminó siendo parte del final. Había huecos en mi memoria, huecos que quizás no podría recordar jamás, algo que, aunque al principio me pareció estúpido, me abrumaba demasiado. Levi, que conservaba una paciencia inhumana ante las tonterías que le decía, me prestaba total atención. A tal grado en el que comenzaba a pensar que no había parpadeado ni una sola vez desde que comencé a hablar. Por medio minuto estuve atento a ello, pero gradualmente lo olvidé metido en mi tema.

Comencé a contarle que tenía una relación amorosa con un chico con el que tuve una primera impresión horrible.

¿Qué clase de primera impresión horrible?

El idiota criticó mis sueños y se burló de ellos diciendo que mis palabras eran hipócritas. Porque cuando nos encontramos en esa clase de "retiro" para ser una persona exitosa a la que mi padre me obligó a ir. No iba a aprovechar el retiro, sino que iba en busca de compradores de libros de superación personal que una editorial me obligaba a vender: la editorial de los padres de Armin, mi mejor amigo. Estaba hasta la parte de atrás, sin escuchar absolutamente nada de lo que el tipo al micrófono decía cuando me llamó, diciéndome que necesitaba a un voluntario más que subiera a dar un pequeño ejemplo de lo que decía. Fruncí las cejas yendo hasta allá y pasé por detrás de un par de chicos de mi edad, uno con pecas en la cara y el otro tenía un parecido horrible con un caballo. ¿Qué clase de sueños tienes? Ser fuerte, respondí, para acabar con todos aquellos grandes titanes que controlan mi vida y la de los demás. El Cara de Caballo contestó algo sobre querer estar seguro en la capital para no tener problemas nunca más y ser feliz, mientras que el otro chico decía que estaba trabajando duro para poder darlo todo por su pueblo. Todos se conmovieron con este último, incluyéndome.

Tras ése acto volví a mi lugar a esperar a que el retiro acabara de una vez y poder vender al menos un par de libros de una maldita vez. Muchos se acercaron de inmediato debido a lo bien que había hablado el orador acerca de un libro que yo tenía en venta. El más costoso, bingo. De ahora en adelante tomaría más participaciones en esas cosas, igual y algún buen hombre decidía hacerme la venta del año. Pero el idiota Cara de Caballo no parecía estar muy de acuerdo con dejarme trabajar a gusto, porque en cuanto pudo interrumpir mis ventas vino a burlarse de mí llamándome hipócrita e idiota por decir cosas tan cursis parecidas a un cuento de hadas. Tuvimos una pelea ahí mismo. El pecoso intentó por todos los medios detenernos pero terminaron llamando a la policía y ambos terminamos una noche en la misma celda por provocar disturbios en un lugar público.

Ésa noche fue quizás una de las peores de toda mi vida. Ambos nos la pasamos de lo lindo bufando y culpándonos el uno al otro entre gritos que nos valieron muchos golpes en los barrotes cortesía de los policías, lo hacían diciéndonos "¡Eh! ¡Quietos!", tal como si fuéramos alguna clase de animal. Alrededor de las tres de la mañana dejamos de pelear porque comenzábamos a cabecear del sueño. Entonces ambos fuimos a tirarnos en el remedo de cama que había en la celda, pues no era más que un colchón más delgado que hot cake. Y volvimos a pelear, así que, como castigo nos dejaron medio día más ahí. Medio día en el que decidimos callarnos un rato. Tal vez por el sueño que teníamos o quizás porque también nos castigaron quitándonos media comida.

Cuando salimos nos encontramos cada uno con alguien que nos esperaba. A él se lo llevó su madre en un auto gris y a mí me recogió Mikasa acompañada de Armin. No volvimos a encontrarnos en mucho tiempo.

¿Cómo volvieron a encontrarse?

Nuestro reencuentro fue curioso, porque mientras yo trabajaba en la editorial de los padres de Armin por ayudarlos y por tener un pequeño sueldo con el cual darme un par de lujos a veces; el Cara de Caballo llegó buscando alguna copia de muestra de un libro de química que manejaba la editorial, así que, sin poder evitarlo, nos volvimos a encontrar. Llevamos la fiesta en paz, intentando no pelearnos por cualquier estupidez mientras buscaba el libro, pues en cuanto le diera el libro se iría y probablemente no volvería a verlo. O eso pensaba yo. Sin embargo el destino no estaba de acuerdo, porque cuando encontré el libro de muestra resultó que no era la edición que buscaba. Ya no había otra, así que respiré profundo, llamé a Armin en busca de ayuda y la repuesta fue: dile que vuelva mañana por él.

El día siguiente tampoco hubo suerte. Armin tenía un resfriado y el libro lo había conseguido él. Sabía que tenía que haber ido por él la noche anterior. Ambos bufamos molestos. Mierda, mierda, mierda. Respiré tan profundo como pude, volteándome para darle una hoja de formulario donde anotara sus datos para llamarlo cuando estuviera el libro. Lo necesito para mañana. Joder. Tuve que prometerle que se lo llevaría a casa esa misma tarde, al fin y al cabo me había dado su dirección y todo. Cara de Caballo frunció las cejas a punto de decir algo, pero terminó bufando y se fue enojado. Yo también estaría enojado, pero tenía ganas de darle el libro hasta el día siguiente por idiota. Miré el formulario que llenó, su letra era clara e incluso un poco elegante. Anoté su número en el móvil por si algún día me daba insomnio, así podría llamarlo para molestar un rato a las tres de la madrugada. Entonces leí su dirección, mierda. Jean Kirchstein era mi vecino.

De regreso a casa alrededor de las cuatro y media de la tarde pasé a recoger el libro al departamento de Armin, no me quedé mucho tiempo, porque definitivamente no quería tener un resfriado y mi amigo realmente podría contagiármelo con un estornudo de lo mal que estaba. Por suerte su abuelo lo cuidaba y no tenía la necesidad de quedarme. A unas cuadras de casa me detuve para comprar algo de comer y ahí, de nuevo, estaba el estúpido poni. Le entregué el libro casi estampándoselo en la cara, sin importarme un carajo lo que dijera la gente y salí corriendo directo hacia mi casa. Busqué las llaves en mis bolsillos desesperadamente, por si llegaba a verme entrar. No estaban.

—Eres un idiota, lanzaste tus llaves junto con el libro— escuché. La mala suerte me seguía, o tal vez era la estupidez andando. Sí, debía ser eso.

De inmediato le arrebaté las llaves y esperé a que se fuera, pero no se movió ni un centímetro de donde estaba. Nos miramos fijamente esperando a que uno de los dos se largara de una vez. No pasó nada. Ninguno de los dos dio ni un solo paso. Entonces nos movimos a la vez, mirando cada uno nuestra puerta, que estaba a menos de un metro de la otra, la abrimos sin mirarnos y ¡Maldita sea! El grito alteró a una mujer que pasó cerca y nos juzgó con la mirada. Ése fue el día en el que nos dimos cuenta de que el mundo estaba en nuestra contra.

¿Cómo fue que jamás se vieron antes?

Ambos teníamos horarios extremadamente incompatibles. Si él llegaba a casa a las cuatro yo había salido diez minutos antes; si yo había salido a las siete él había llegado dos minutos antes. Y en el caso de que llegáramos a encontrarnos seguro que no habíamos puesto la suficiente atención para darnos cuenta de ello. Por ejemplo, con el tiempo me di cuenta de que él tenía clases por la mañana y trabajaba por la tarde los días en que yo descansaba y viceversa. Así de simple. Asistíamos al mismo colegio, pero estábamos en secciones diferentes que provocaba que nuestro rol fuera hacia diferentes lugares sin que nos cruzáramos una sola vez en la vida.

Me sorprendí bastante cuando me di cuenta de que nuestras madres trabajaban en el mismo lugar. Ambas se conocían hacía años e iban juntas de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Deberías intentar convivir un poco con los vecinos. Tienen un hijo de tu edad, es un buen chico. Claro, un buen chico. Ojalá lo conociera de verdad. Fue lo primero que pensé y caminé directo a mi habitación, furioso.

¿Cómo sobrevivieron a esa situación llena de infortunios?

Al principio fue totalmente incómodo: cuando salía a cualquier lugar, aún con mis padres o mis amigos, me asomaba por la puerta a ver si él estaba afuera, si estaba de regreso o quizás estaba por salir también. De regreso era lo mismo, no podía evitarlo, simplemente no quería encontrármelo y ver su estúpida cara de caballo. Sin embargo, por alguna razón, desde el día en el que nos enteramos de que éramos vecinos volvimos a encontrarnos innumerables veces. Siempre intentábamos ignorarnos, fingiendo no vernos y entrando rápidamente a la casa. Duramos alrededor de dos meses así hasta que comenzamos a ignorarnos de verdad. No nos miramos, ni nos hablamos.

Al menos eso duró hasta que a Jean se le ocurrió coquetear con Mikasa, que era como mi hermana. Fue en ese momento que comenzamos una pelea más. No terminamos en la cárcel como la primera vez, pero sí terminamos en casa quejándonos de los golpes, rasguños y moretones que nos dejamos mientras Mikasa y Armin nos atendían. Nos dijimos un montón de cosas entre refunfuños.

Y la tensión siguió por casi medio año. Sobre todo porque curiosamente coincidíamos cada día más, incluso en el colegio nos veíamos y una vez estuvimos en aulas contiguas, con las mismas horas de receso y todo. Maldita vida. Dale una oportunidad. Armin se la pasaba diciéndome eso una y otra vez. Decía que quizás podríamos comenzar desde el principio, presentarnos como es debido, no hablar de nuestros sueños (con especial énfasis) y tal vez buscar algún gusto en común, como el sabor de goma de mascar. Pero seguro hasta en eso estábamos en desacuerdo. Seguro que si a mí me gusta el de menta a él le gusta el de uva o el de fresa, o en cualquier caso si él dijera menta yo diría fresa por contradecirlo. Así de grave debía de estar nuestro odio.

Sin embargo un día decidimos, de nuevo, el ignorarnos en un ciento por ciento. Aunque sabíamos que no podríamos aguantar mucho. Así que básicamente nuestra "relación", o lo que fuera, se basaba en ignorarnos por un rato hasta que la frustración de no gritarle al otro se acumulaba lo suficiente como para comenzar a gritarnos en pleno pasillo del colegio.

Entonces ¿cómo comenzaron a tener una relación amorosa? Aunque esto sea el principio del fin, es una larga historia.


¿Qué tal? ¿Les gustó? ¿Sí? ¿No? ¡Espero sus reviews!

Ustedes deciden si sigue o no sigue ;)

Aclaración: cada pregunta en cursiva, siempre y cuando esté fuera de un párrafo,es una pregunta que Levi le hace a Eren y lo que sigue es la respuesta a esta.

Eso es todo por ahora, espero su opinión ;3

Mis mejores deseos,

Chicken Brown.