Noche de tormenta
Era una fría noche cuando el cielo mostraba inminentes señales de tormenta, las estrellas y la luna se ocultaban tras las oscuras nubes, al tiempo que se posaban sobre una casa de cimientos resistentes y toques antiguos, en esta, por detrás de una de las ventanas del segundo piso una pequeña rubia de ojos verdes miraba el que para ella era un tenebroso espectáculo, su tímido semblante delataba que aun no era mayor de 4 años a pesar de que su estatura le aparentaba un par de años más.
De inmediato una presencia se incorporó tras ella, no le noto hasta que ésta le toco el hombro con sutileza y logro que a la pequeña le recorriera un escalofrío.
-¡ah, mamá!- grito la niñita por el susto, alegando a esa persona que estaba detrás suyo - no me hagas esto, sabes que me sorprendo mucho en la noche y más cuando está lloviendo- su tierno rostro reflejaba algo de enfado infantil que se manifestaba como capricho.
- perdona querida, solo quería asegurarme de que estuvieras bien- dijo una dulce mujer con rasgos delicados y cálida sonrisa que impedía a cualquiera el odio hacia ella.
-no te preocupes tanto por mí, mejor preocúpate por Miray, ella si tiene miedo- comento arrogante señalando a una gatita que a diferencia de ella, estaba muy tranquila.
-ya lo veo, pero mejor será que duermas de una buena vez- respondió divertida su madre por el comentario.
-aaaahhhhh, pero aún es temprano- reclamo con cara convincente.
-esta vez no funcionara, ya es más de media noche- su voz sonaba ahora más seria pero serena mientras levantaba a su hija y la acurrucaba entre las sabanas –ahora mejor descansa, mañana será un nuevo día-
-está bien yo…- no pudo terminar de hablar pues el cansancio al fin la venció, su madre salió sin hacer ruido alguno y la criaturita que la acompañaba se hizo de un lugar sobre las sabanas por debajo de sus pies.
Hasta esos momentos el cielo se encontraba en calma, pero la tormenta ya delataba signos de un comienzo próximo gracias a las fuertes ráfagas de viento y la carencia de astros.
A lo lejos de la casa, una sombra se acercaba amenazadoramente, sus ojos se encontraban ocultos en medio de la penumbra de su capucha, por lo que no expresaban emoción alguna y a cada paso su rostro mostraba más clara la presencia de la muerte que le acompañaba.
Las horas pasaron y los estridentes relámpagos por fin se dignaron a presentarse, en la casa no se divisaba ruido aparente, sin embargo, para los sensibles oídos de la pequeña, aquellos pequeños golpeteos eran peores que un escándalo, sin soportar un minuto más salió de su habitación en busca de su madre, pero no la encontró en su habitación.
"debe estar en la planta baja" pensó tranquila mientras limpiaba su rostro.
Ignorante de todo lo que vería; bajo sigilosamente las escaleras mientras seguía con su propósito, al enfocar su frágil mirada diviso la imagen de su madre torturada en una silla de su propio comedor, mientras que en su maltratado rostro se posaba una bella sonrisa dedicada a su pequeña, pero segundos después se esfumo a causa de un disparo en la frente que nadie más podría haber escuchado, pues fue ocultado por un silenciador y el sonido de un trueno, por la magnitud del impacto la mujer cayó junto con la silla de espaldas a la puerta de cristal que se partió en mil pedazos.
La mirada de la niña se contrajo, lo que quedaba de la puerta de vidrio y la cortina estaban manchadas con la sangre de esa mujer, se quedo estática, no podía hablar a causa de un nudo en su garganta, y aun que le dolía en el alma, no derramo una sola lagrima, cuando al fin recobro el sentido del habla solo dijo.
-mi padre te matará en venganza a esto- el asesino, que recién se había percatado de la presencia de la pequeña le dedico una amarga y sádica sonrisa.
-no seas imbécil, el ya no es molestia para mí- y sin ningún tipo de descaro levanto por encima de si, la cabeza mutilada del padre de la niña –ahora dime ¿Quién cobrara tu estúpida venganza?-
-¿Por qué, por qué lo hiciste?- preguntó intrigada mirando los ojos grises del hombre.
-nada personal, solo fue una orden de quien me contratara, y si no me crees, busca en un libro- río descarado
Los ojos verdes de la pequeña no parecieron sufrir cambios, lentamente bajo la mirada hasta la mano del intruso casi adivinando lo que planeaba hacer con aquello que sostenía en medio de su puño, se dio la media vuelta y subió las escaleras, deteniéndose en el séptimo escalón y mirándolo de medio lado le dijo.
-quema esta maldita casa de una vez, se que ya no te sirve para nada- al terminar siguió con su camino al cuarto continuo al de ella, el cual pertenecía a su hermana mayor, no se apresuro cuando sintió como el calor en el ambiente subía rápidamente. –al menos así seguiremos todos juntos verdad hermana mayor- decía totalmente desubicada mientras tomaba siento justo al lado de la otra pequeña que seguía dormida ignorando lo ocurrido.
Su hermana despertó si no cuanto percibió el aroma del humo, sus ojos se abrieron de par en par ante la vista de los hechos, volteo rápidamente, su hermana menor seguía en ese lugar acariciando la cabeza de aquel mamífero de pelaje blanco que tanto detestaba, su rostro se contrajo del horror al percibir que efectivamente un humo espeso invadía rápido toda la casa, indicando que esta se estaba incendiando, y ya para entonces había tomado una dura decisión.
