LUNA ROJA

Camino distraídamente y relajado por las calles transitadas calles de Buenos Aires, a el ritmo de la melodía inigualable que toca la noche.

Con la mirada oculta bajo del sombrero, con las manos en los bolsillos y el cuello levantado… voy chiflando a las estrellas que han salido esta noche, voy cantando a mi amor que se a extraviado.

Entonces, la luna roja me habla de ti, yo le pregunto si tú me esperas ya sobre aquel balcón nuevamente, pero ella solo me responder

"si quieres saberlo, ve, pues en aquel lugar no e visto a nadie"

Y le digo tu nombre, te llamo a gritos para verte, toda la gente me habla de ti, y todos ellos me contestan:

"es tarde ya, ¿Qué quieres saber? ¡Aquí ya no hay nadie!"

Luna roja, ¿donde se encuentra el? ¿A donde se ha ido?, ¿por que se marchó? ¿Es acaso que tarde demasiado en volver?

Mas sin embargo aquel enorme astro no me responde, me priva de su sabiduría, de sus conocimientos, me deja a mi suerte cada noche, deja que los nervios me consuman hasta que yo mismo me enfrente a la vedad.

He tenido mas de mi citas, he encendido mas de mil cigarrillos, muchas tazas de café he bebido y otras cuantas de licor e tomado, mil bocas amargas e besado en días anteriores, sin contar las veces que me e emborrachado y despertado en una nueva cama cada día, mas no e obtenido en todo aquello la satisfacción que obtengo contigo en tan solo una noche.

Y aun mantengo la esperanza de volverte a ver, de que al llegar a aquella habitación de hotel, me esperes en el balcón esta noche a las diez.

Como cada año, para repetir aquella tradición del 6 de marzo.

Solo por esa noche nos damos el lujo de vernos, de reservar un cuarto y pasar la noche juntos. Para al amanecer, cada quien levantarse e irse a sus respectivas vida, para no volvernos a ver hasta el año entrante, solo cuando la Luna roja como cómplice esta, para ocultar nuestra traición.

El 6 de marzo, una noche infinita, para la cual practico mil diálogos y escribo un millar de cartas para evitar una despedida, cosas que jamás serán entregadas o dichas.

Pues un minuto mas no hará menos triste la despedida, vamos, te iras al amanecer o tal ves yo lo hare, pues si nos quedamos un minuto más, el adiós puede que no ocurra jamás.

Después correremos hasta quedarnos sin aliento, alejándonos.

Pasaremos un dolor extremo, pero aun así regresaremos a la estación.

Para que mentirnos, para que engañarnos, tenemos nuestras vidas, nuestras familias, no somos capaz de dejar todo aquello, por lo tanto, lo nuestro no es amor, solo una simple obsesión.

Naruto Uzumaki.