Recuerdos de media noche
Flashback...
Otra vez despertaba como un chiquillo asustado, su respiración estaba agitada y un sudor frío recorría su cuerpo. Se incorporó rápidamente y se dirigió a la ventana de su pequeña habitación para respirar algo de aire fresco. Desde hacía un mes que las pesadillas se habían vuelto recurrentes e interrumpían su ciclo normal de sueño. Se encontraba fastidiado, justo cuando pensaba que había sido capaz de dominar su mente, esta le hacía el cruel recordatorio de que no era así.
-Destruye la mente, construye la mente... libera la mente.-Repetía en voz baja a manera de mantra, intentando calmar su ansiedad.
Un desastre, en eso se había convertido la vida del joven Shieda Kayn desde hacía un tiempo. Pesadillas de un pasado que se esforzaba por dejar atrás, pesadillas que le recordaban la vida que se le fue arrancada por causa de la guerra. Se posicionó frente al espejo, hizo una mueca de disgusto al ver las notables ojeras que adornaban su rostro. Se veía cansado, comenzó a temer que su desequilibrio emocional fuera notorio a los ojos de su maestro, no debía mostrar signo alguno de debilidad, no debía decepcionar al ser que más admiraba en el mundo.
Completamente ofuscado y sin recuperar la tranquilidad por completo, se adentró nuevamente en su lecho para intentar descansar. Luego de varios intentos desesperados, fue vencido por el cansancio. Pasaron algunas horas y los primeros rayos del sol comenzaban a colarse por la rendija, abrió los ojos de mala gana al sentir la luz dar de lleno contra su rostro. En unos cuántos segundos cayó en la cuenta de que llegaría tarde al entrenamiento, el maestro Zed seguramente estaría furioso. Se aseó y arregló lo más rápido que pudo, su ansiedad había aumentado al encontrarse en una situación tan estresante. Antes de que siquiera llegara a la puerta de su habitación, escuchó que alguien tocaba.
-Shieda ¿sigues dormido? El maestro me ha enviado a buscarte, desea hablar con nosotros.-Era Nakuri, su hermano de la orden de las sombras.
"Maldita sea" masculló con enojo, tal vez se trataba nuevamente de una reunión en la que Zed le restregaría en la cara lo buen acólito que era Nakuri y que tal vez en un futuro podría llegar a igualarlo e incluso superarlo. Las declaraciones del maestro de las sombras no eran erradas del todo, aquel jovencito comenzaba a mostrar una fuerza y determinación dignas de la orden a la que pertenecía. Pero a diferencia de Kayn, parecía mostrar una estabilidad y un equilibrio emocional mayores.
Ambos desconocían el motivo por el cual habían sido llamados por Zed, incluso Nakuri, que no era muy observador, pudo notar las emociones desbordantes que su hermano de la orden intentaba contener. Parecía tener una lucha interna, pero esa actitud cambió a una llena de arrogancia cuando Zed entró por la puerta. Su sorpresa fue grande al ver que el mayor se despojaba de su característico yelmo y mostraba un semblante serio ante ellos. Debía tratarse de algo muy serio para que el maestro de las sombras se presentara de esa manera.
Zed no escatimó en palabras y explicaciones, quería que sus discípulos tuvieran clara su misión. Noxus no se detendría en su afán por conquistar y destruir. Habían logrado hacerse de una antigua arma viviente: un darkin que esperaba la más mínima oportunidad de ser libre y causar un cataclismo de dimensiones desconocidas. Kayn y Nakuri escucharon atentamente las instrucciones de su maestro, debían ubicar el arma y luego destruirla, no podían permitir que la fuerza noxiana hiciera uso de un poder tan letal que sería capaz de doblegar incluso a la magia más fuerte.
Luego de aquella seria charla, los días transcurrieron en bastante tranquilidad para Nakuri, sin embargo, las cosas comenzaban a empeorar para Kayn. Las pesadillas de su pasado dejaron de asediarlo y en su lugar, nuevas pesadillas que prometían vacío y oscuridad se hicieron presentes. Nunca tuvo miedo de la oscuridad o de las sombras, había entregado su vida a ello desde temprana edad, pero en sus 18 años de vida nunca había presenciado una oscuridad tan aterradora y profunda como la que le perseguía en sus sueños. Una monstruosa y gutural voz resonaba dentro de su cabeza, mencionaba palabras inteligibles para él, seguramente se trataba de alguno de los muchos dialectos jonios que aún desconocía.
El día de la misión había llegado, era su oportunidad de probar su valía y poder ante su maestro. Aunque le molestaba compartir su gloria con alguien tan pacífico y predecible como su compañero Nakuri. Sentir el suelo noxiano bajo sus pies le hizo recordar los lejanos años de su temprana infancia, abandonado, desamparado y lanzado a una guerra sin precedentes. Un ser que había sido desarmado por completo y había renacido en uno lleno de odio, resentimiento y dolor. El campo de batalla lo había forjado como un arma poderosa y destinada a la grandeza, o al menos eso era lo que le gustaba creer.
Tendió su trampa un poco antes del atardecer, sabía que la caravana que custodiaba al darkin se acercaría en esa dirección y haciendo uso de su magia sombría, atravesó uno de los muros cercanos a la Noxtoraa para utilizarlo a manera de escondite. Cuando pudo divisar a algunos guardias acercarse, salió del muro y los embistió con facilidad. Sin mucha ceremonia y haciendo uso de sus propias manos, logró arrebatar la vida de uno de los tres guardias. Otro intentó escapar, pero para su sorpresa, Kayn se disolvió en sombras e interceptó su camino, el guardia cayó inerte al suelo.
-Este es el momento en el que corres, noxiano. Di a todos de lo que fuiste testigo aquí.-Dijo Kayn al último guardia que quedaba con vida.
Este último intentó correr lo más rápido que pudo por el camino empedrado, pero su huida fue interrumpida por el frío filo de una katana que se enterraba en sus entrañas. Se trataba de Nakuri, quien ataviado en una túnica negra como la de Kayn, había asesinado a sangre fría al último guardia.
-¿Esta es la tan aclamada fuerza noxiana? Es bastante decepcionante.-Decía Nakuri mientras volvía a enfundar su espada.
-¡Vaya hermano! Sabía que eras impetuoso, pero ¿seguirme hasta aquí para compartir mi gloria?-Espetó Kayn con disgusto al notar que su compañero había decidido seguirlo en lugar de esperar por él.
Antes de que Nakuri pudiera responder algo, ambos escucharon a la caravana acercarse, a penas y tuvieron tiempo para deshacerse de los cuerpos y ocultarse para no ser vistos. La luz del sol comenzaba a apagarse en el horizonte y la caravana inició su paso frente a ellos. Era justo como la había descrito Zed, envuelta en una cota de malla estaba la cuchilla milenaria. Debían ser cuidadosos para no ser descubiertos, sin embargo, la paciencia era una virtud con la que no contaba su compañero Nakuri. Este se lanzó sin pensar contra los guaridas y a Kayn no le quedó más remedio que unirse a la batalla que había iniciado por causa de su hermano de la orden.
Ni siquiera la cantidad de hombres que custodiaba el arma era suficiente, ambos asesinos eran muy diestros y poseían habilidades sobresalientes. Uno a uno los noxianos fueron cayendo, en medio de su desesperación, uno de los soldados liberó el arma. El ojo rojo de la guadaña brillaba con un odio inhumano, dejando petrificados del miedo a los demás guardias. Los ojos del soldado que la liberó se agrandaron al tiempo que blandía el arma contra sus propios compañeros. Kayn conjuró su magia sombría nuevamente y se sumergió en la carne corrompida por el darkin del guardia noxiano.
Durante el breve momento que estuvo dentro, pudo ver lo mismo que por milenios vio el ser corrupto que poseía ese cuerpo. Vio dolor, muerte, destrucción sin precedentes. En las manos equivocadas, seguramente desataría un caos interminable, poseía un poder abrumador, en verdad debía ser detenida. Kayn salió de lo que había quedado del guardia noxiano, aquel pobre hombre había sido consumido por completo y de su cuerpo quedaba únicamente un rígido cascarón que se rompió en mil pedazos al momento que Kayn salió.
-¿Quién demostrará ser digno?-Resonó una monstruosa voz en su cabeza.
Al parecer Nakuri la había escuchado también, sin pensarlo dos veces, Kayn invocó su magia sombría nuevamente y empuñó la guadaña. Aquel ojo rojo se abrió mostrando un brillo aterrador, amenazaba con consumirlo al igual que al guardia que yacía hecho polvo a sus pies. Pero Shieda Kayn era diferente, era poseedor de una voluntad inquebrantable, era alguien casi imposible de doblegar. La corrupción comenzaba a expandirse por su brazo izquierdo, sintió su piel arder y uno de sus ojos comenzó a tornarse rojo como el del maligno ser contenido en el arma que ahora empuñaba. Dio un grito de dolor, pero no cedió, la corrupción dejó de avanzar y una maligna risa resonó en todo el lugar.
-Por fin alguien digno de ser el nuevo recipiente de la muerte encarnada.-Dijo el darkin con orgullo.
Fin del flashback...
Kayn despertó, era media noche aproximadamente y lo supo porque llevaba varias noches despertando a la misma hora. Los sueños del fatídico día que empuñó a Raast lo comenzaron a perseguir desde hacía unas semanas. Se levantó de la cama y decidió dar un salir del monasterio a dar un paseo nocturno. Se había vuelto una costumbre un poco extraña viniendo de alguien como él, pero el aire fresco de las frías noches de Jonia lograban calmar su ansiedad. Pero esa noche era diferente, por primera vez en años comenzó a tener pensamientos que se alejaban completamente de sus deberes como miembro de la orden de las sombras. Comenzó a pensar las mismas cosas que cualquier chico de su edad pensaría, la soledad del bosque y la luz de la luna reflejada en el arroyo lo hicieron reflexionar sobre su propia humanidad.
Se recostó en el pasto, se dedicó a observar las constelaciones que adornaban el cielo nocturno. Por mucho tiempo se obligó a reprimir sus emociones, lo canalizaba todo a través del odio y la violencia. Había creado un personaje egocéntrico, seguro de sí mismo y que lograba intimidar a cualquiera. Pero en el fondo, muy en el fondo existía aún un poco de humanidad que amenazaba por salir. No, no podía permitirse mostrar esa parte de sí mismo al mundo. No podía permitirse ser débil ante las emociones, retuvo las lágrimas que amenazaban por salir y mantuvo su característica expresión seria. Cerró los ojos, en verdad se sentía demasiado cansado para volver al monasterio y en un acto de enorme irresponsabilidad, se quedó dormido en ese pequeño claro del bosque.
Cayó en un sueño profundo por algunas horas, pero este fue interrumpido de una manera inesperada. Había escuchado unos ruidos extraños a su alrededor, se mantuvo inmóvil, esperando el momento oportuno para atacar. Pero luego todo fue silencio, silencio y luego sintió unas delgadas manos acariciar su rostro, específicamente esa parte que había quedado afectada por la corrupción del darkin. Abrió los ojos lentamente y se encontró con una imagen que jamás imaginó ver en su vida. Era una chica de complexión pequeña, estaba flotando sobre él con algún tipo de magia que desconocía. Su cabello de colores fantasía ondeaba con el viento, heterocromía, sus ojos eran de distintos colores y su rostro redondo le daba un aspecto aniñado. En un movimiento rápido y brusco, Kayn apartó la mano de la chica y se incorporó. Ella parecía observarlo curiosa, comenzó a dar vueltas a su alrededor, como un cazador que examina a su presa o eso fue lo que él pensó en ese instante.
-¿Qué clase de criatura extraña eres tú? Luces... diferente.-Habló la chiquilla mientras se acercaba cada vez más a él.
-La única criatura extraña aquí eres tú, pequeño duende flotante.-Respondió Kayn con molestia.
-¡No soy una criatura extraña! Soy un aspecto de Monte Targón.-Exclamó indignada la chica.
-¿Un aspecto? ¡Maravilloso Kayn! Parece que estás destinado a cruzar camino con seres extraños por el resto de tu vida.-Exclamó él, llevándose las manos a la cara en señal de fastidio.
-¿Tu nombre es Kayn? Disculpa mis pocos modales, mi nombre es Zoe, aspecto del crepúsculo.-Se presentó haciendo una reverencia.
No supo como reaccionar, si bien conocía a sus compañeros de la orden y a su maestro, era la primera vez que alguien tan peculiar se presentaba ante él. "Eso no me puede estar pasando" pensó para sí mismo, nunca imaginó que su inocente siesta en el bosque le llevaría a conocer a un aspecto. La chica comenzó a revolotear a su alrededor, tenía una mirada curiosa y una amigable sonrisa que estaba comenzando a causarle ansiedad.
-Deja de verme así niñita, me pones nervioso. En verdad odio ser observado.-Dijo Kayn con una mueca de fastidio. En verdad deseaba ahuyentar a su inesperada compañía.
-Lo lamento... no ha sido mi intención causarte molestia.-Dijo Zoe bajando la cabeza apenada por lo sucedido.
Kayn no era una persona que se detenía a pensar en cómo sus acciones afectaban a los demás, pero por algún motivo que desconocía, sintió una punzada de remordimiento al ver la expresión de vergüenza que había provocado en la chica. Pensó en disculparse, ¿qué más daba? nadie lo estaba viendo. Nadie se enteraría que el gran y egocéntrico Shieda Kayn se había tomado la molestia de disculparse con una completa desconocida. Él estaba muy consciente de las impresiones que su apariencia causaba en la gente: terror, incomodidad y miedo. Sin embargo, aquel pequeño ser mostraba curiosidad, tal vez era su oportunidad de causar una impresión diferente. Todos esos pensamientos recorrieron su mente en poco tiempo, en verdad era una situación nueva y estresante para él. No tenía nada que perder, después de todo, sería la primera y última vez que cruzara su camino con aquel aspecto, o eso era lo que quería creer.
-No causas molestia, yo... yo lo lamento. Es un gusto Zoe, soy Kayn, Shieda Kayn.-Se presentó haciendo una pequeña reverencia a la chica. Actitud totalmente diferente a la que tomaba cuando conocía a alguien, pero quiso dejar su usual personaje de lado para experimentar algo nuevo. -Lamento haberte gritado, he tenido malas noches últimamente y ha sido difícil descansar.-Intentó justificarse.
-¡Tranquilo! Todos tenemos malos momentos, yo estoy pasando por uno ahora mismo.-Respondió Zoe, mostrando una expresión de tristeza.
-¿Qué te trae por este sitio?-Preguntó Kayn, intentando desviar la atención de la chica hacia otro tema.
-Justo eso, estoy pasando por un mal momento y en verdad deseaba estar sola o tal vez encontrar a alguien que pudiera escucharme... mi amigo Taric no está y me siento muy sola.-Explicó el aspecto del crepúsculo.
Luego de decir aquello, sin pensar dos veces en la reacción que él pudiera tener, se abalanzó sobre él y comenzó a derramar algunas lágrimas. Esa acción dejó completamente desconcertado y en shock al pobre Kayn, era quizá la primera vez en su vida que era abrazado por alguien. Pero era extraño, pareciera que la chiquilla buscaba consuelo, pero al ser alguien que por años se privó de sus emociones, para él era difícil saber cómo reaccionar. En un intento por corresponder, colocó su mano sobre la cabeza de la chica y comenzó a acariciar su cabello.
"¿Por qué me pasa esto a mí?" Dijo para sus adentros, la situación era incómoda sin dudas. Por primera vez intentaba ser amable y lo único que había conseguido era que una completa desconocida se abalanzara llorando sobre él. Seguramente Zed y sus compañeros se burlarían de él al verlo en aquel dilema tan grande. No podía pensar con claridad en ese momento, sin embargo, dijo lo primero que cruzó por su mente en un intento desesperado por calmar a la chica.
-Si lo deseas, puedo escucharte y tal vez eso te ayude a sentirte mejor.-Ofreció con algo de inseguridad.
-¿Pretendes que hable de mis problemas con un completo desconocido?-Dijo Zoe soltando al pobre Kayn.
-Tal vez eso facilite las cosas, soy un desconocido y no voy a juzgarte. Además, no le diré a nadie, digo, no es como que volvamos a vernos luego de esto.-Expuso Kayn.
La chica asintió y ambos tomaron asiento en el pasto, uno frente al otro. Kayn se arrepentiría grandemente por haber hecho aquel amable ofrecimiento a la chiquilla. Hablaba sin parar, con mucho entusiasmo contaba lo mucho que le gustaba un chico llamado Ezreal. Kayn nunca había escuchado tantos adjetivos calificativos utilizados para describir a alguien, en verdad Zoe se escuchaba muy ilusionada con el tal Ezreal. Todo se fue cuesta abajo cuando Zoe comenzó a relatar que el chico viajero de Piltóver tenía interés romántico en alguien más.
Zoe explicó cuán disgustada se encontraba al haber sido rechazada en innumerables ocasiones por Ezreal, se cuestionaba qué podía tener de atractivo la otra chica que ella no tuviera. Kayn se llevó las manos al rostro en señal de desesperación y fastidio, era la primera vez que entablaba conversación con alguien del "mundo exterior" y la cosa no iba para nada bien. Mientras escuchaba el relato de Zoe, comenzó a pensar en lo extraño e incómodo de la situación. Si bien había conocido a varias mujeres en su vida, nunca había conocido a alguien tan entusiasta y emocional como la pequeña Zoe. Cuando por fin hubo terminado, Kayn se tomó el atrevimiento de expresar su opinión al respecto.
-¡Eres una niña! No deberías ir por ahí ofreciendo tu amor a tipos mayores que tú.-Expresó Kayn con disgusto.
-¡No soy una niña! Para tu información, tengo más de mil años de vida, soy un aspecto, no lo olvides.-Se defendió Zoe.
-Bueno, en ese caso deberías dejar de coquetear con tipos menores que tú.-Rebatió Kayn. -Zoe, soy la peor persona para darte consejos de esa índole. Pero si algo tengo muy claro es que no debes quedarte donde no te quieren o te necesitan. Simplemente pierdes tu tiempo, tiempo que bien podrías utilizar para realizar otras actividades o conocer a más personas.-Aquel consejo había surgido de imprevisto, fue lo primero que vino a su cabeza y se sorprendió a sí mismo por haberlo dicho.
-¡Wooooow! Ese es un gran consejo, gracias Kayn.-Dijo Zoe mientras se abalanzaba sobre él, abrazándolo de manera efusiva.
-¡Basta! No soporto el contacto físico, ha sido demasiado para mí en tan poco tiempo.-Se excusó Kayn, intentando separar a la chica.
Zoe hizo caso omiso, a través de aquel abrazo ella quería agradecer que él se hubiera tomado la molestia de escucharla. Le había parecido un gesto sumamente amable que un desconocido hubiera escuchado su dilema y decidiera darle un consejo. Aún no sabía si seguiría dicho consejo, pero algo tenía por seguro, jamás olvidaría las palabras de ese extraño joven que despertó su curiosidad. Luego de su encuentro casual con el aspecto del crepúsculo, el segador sombrío volvió a sus labores cotidianas en la orden de las sombras, sin embargo, algo había cambiado dentro de él sin que lo notara.
Hi, this is Vega! Esta historia va dedicada a mi mejor amiga que adora League of Legends casi tanto como adora este ship de Kayn x Zoe.
