Hola, pues primero que nada estoy muy contenta de poder estar aqi de nuevo con ustedes(: puesto que ya terminé la adaptación que estaba haciendo de "Venganza Siciliana" que disfruté mucho haberla adaptado y como dije. Adaptaria muchas mas y pues les traigo este nuevo proyecto
A mí se me hizo muy buena idea y muy buena para esos que les encante lo pervertido como amí, despues les traeré otras historias que sean más calmadas, ya tengo 1 par en mente, que stoy segura que amaran, pero como yo digo. Primero termino uno para ir al siguiente;) y eso eso lo que hare ahora.
Sin más que decir, espero qe sea algo qe llame su atención
Cap. 1
La noche que desató el deseo
Sakura oyó el ruido de la puerta y levantó las manos del teclado.
No debería haber nadie allí a las diez y media de la noche. Y aquel día menos que nunca. Nerviosa, se levantó de la silla. Estaba en el único despacho iluminado de toda la planta y cualquiera podría verla desde el pasillo, mientras ella no podía ver nada.
Aunque el despacho de Sasuke Uchiha era enorme, no había ningún sitio para esconderse, ni siquiera unas gruesas cortinas de terciopelo. Y aunque ella era delgada, intentar esconderse tras las persianas de madera sería ridículo.
De hecho, su miedo era ridículo. Ella era una persona demasiado sensata como para imaginar que había entrado un ladrón.
Sakura se acercó a la puerta que conectaba el despacho de Sasuke Uchiha con el suyo. No oía nada, excepto el viendo golpeando las ventanas… entonces vio una figura oscura en el pasillo.
— ¿Oiga? ¿Oiga?
Estaba llamado a alguien a las diez y media de la noche, en una oficina que ella misma había cerrado con llave después de entrar.
— ¿Quién es?
Se preguntó entonces si le responderían las piernas en caso de que tuviera que salir corriendo. Medía un metro sesenta y la figura que se dirigía hacia ella parecía medir treinta centímetros más.
— ¿Quién crees que soy? —contestó el hombre. En ese momento se encendió la luz y Sakura dejó escapar un suspiro de alivio—. ¿Un ladrón que viene a robar las lujosas oficinas de Sasuke Uchiha?
La retórica pregunta pareció divertirle mucho porque soltó una estruendosa carcajada.
— ¿Qué haces aquí, Sasuke-kun? ¿No deberías estar…?
— ¿Dónde? —la interrumpió él. La risa había desaparecido abruptamente y Sakura observó que parecía borracho.
Eso la dejó perpleja. Sasuke Uchiha no bebía. O, al menos, no era su costumbre. Lo sabía porque había acudido varias recepciones en los diez meses que llevaba trabajando para él como secretaria.
—No has contestado a mi pregunta.
— ¿Qué pregunta?
— ¿Dónde crees que debería estar?
Aun borracho, Sasuke Uchiha emanaba un increíble atractivo masculino. Su ropa oscura, la corbata torcida, el abrigo negro que parecía la capa de un mago, el cabello oscuro echado hacia atrás… todo ello le daba un aspecto peligroso.
—Pensé que estarías en casa… con tus parientes.
Después de todo, el funeral de su esposa había tenido lugar aquel mismo día.
—Tengo que sentarme.
Sasuke entró en su despacho y Sakura se preguntó si debía seguirlo o marcharse discretamente. La situación era bastante extraña.
Pero no tuvo elección.
—Tráeme agua, por favor. O mejor, una taza de café bien cargado.
—Agua sería mejor. Si has bebido mucho alcohol, estarás deshidratado. Tienes que beber todo lo que puedas.
—Siempre tan sensata, ¿eh? —Exclamó Sasuke, dejándose caer en el sofá—. Siempre dispuesta a dar un buen consejo.
Ella hizo una mueca. Sí, la sensata Sakura, que había conseguido llegar a secretaria del director por su eficiencia, su capacidad de trabajo y su habilidad para perder la cabeza.
La buena de Sakura, que no podía estar en la misma habitación con su jefe sin sentir mariposas en el estómago, la que solía mirarlo cuando él no se daba cuenta, como si fuera una fruta prohibida, no solo porque estaba casado sino porque jamás se fijaría en alguien tan corriente como ella.
— ¿Crees que debería estar en mi casa? —preguntó Sasuke, tumbado en el sofá, con un brazo sobre la cara.
Sí, pensó, debería estar en casa, llorando la pérdida de su esposa y soportando el pésame de sus parientes, a algunos de los cuales ni siquiera conocía.
La idea hizo que sintiera náuseas.
— ¿Alguien sabe que estás aquí? Quizá deberíamos llamar…
— ¡No! No necesito que me rescaten como si fuera un inválido.
—Puede que estén preocupados —insistió Sakura.
—Siéntate en el brazo del sofá. No voy a hacerte nada, no te preocupes.
—Si quieres estar solo, lo mejor es que me vaya…
— ¿Qué hacías aquí a estas horas? —La interrumpió Sasuke—. Son las once de la noche, ¿no tienes nada mejor que hacer?
— ¡Claro que sí! Es que me sentía un poco… inquieta. Los funerales…—Sakura no terminó la frase, incómoda—. Sé que parece un poco raro, pero…
—Son deprimentes —dijo Sasuke.
—Sé que ya te lo he dicho esta mañana, pero lo siento mucho. Quizá te ayudaría hablar de lo que ha pasado.
—Lo que ha pasado es un accidente de tráfico. Sencillamente.
Sasuke se tapó los ojos con la mano, sintiendo de nuevo una punzada de culpabilidad por no experimentar dolor alguno.
Karin era, en apariencia, todo lo que un hombre podría desear: preciosa, sensual, exótica, con la costumbre de mover su larga melena oscura y sonreír de una forma que volvería loco a cualquier hombre.
Y durante un tiempo estuvo enamorado de ella. Tanto como para casarse, confiando en que fuera para toda la vida.
Pero no duró. Podía decir sin equivocarse que en los dos años de matrimonio solo hubo cuatro meses de felicidad y después… el largo proceso de enfrentarse con lo inevitable.
—Has bebido mucho, ¿verdad?
—Lo suficiente como para olvidar.
—Era muy guapa —dijo Sakura—. Imagino que estas dos semanas han debido ser una pesadilla para ti.
—No imagines —replicó Sasuke, abruptamente. Su voz lo relajaba, era como una cascada de agua. Y, por un momento, estuvo a punto de confesarle que aquello no era una pesadilla para él.
La pesadilla era recordar los meses de peleas con su esposa, sus acusaciones de no ser suficientemente hombre como para satisfacerla porque su única amante era el trabajo. Cada acusación los alejaba más y más y cuando empezó a salir por las noches, a dormir fuera de casa, Sasuke solo sintió indiferencia.
Pero aguantó la situación, incapaz de pedir el divorcio. Cuando su padre lo llamó desde Grecia para decirle que su mujer había tenido un accidente de tráfico en la estrecha carretera que iba Atenas a la finca familiar, Sasuke pensó que debería sentirse culpable por no haberle prestado más atención a Karin, por haber dejado que se fuera de Londres para divertirse en otro país.
Pero no sentía remordimiento alguno. Además, el accidente había destapado una sórdida historia de adulterio que él sospechaba desde hacía tiempo. Karin y su amante murieron juntos.
Se preguntó entonces qué pensaría su seria y eficiente secretaria si le contara todo eso. Pero Sakura no era una mujer de mundo, todo lo contrario.
Sasuke abrió los ojos y se quedó mirándola fijamente hasta que ella se puso colorada como una cría.
—Supongo que te has llevado un susto de muerte al verme en el pasillo —dijo, suspirando—. Me sorprende que no hayas llamado a la policía.
—Estaba a punto de hacerlo, la verdad. No esperaba verte aquí esta noche.
—El ambiente de mi casa empezaba a ahogarme. El funeral ya fue suficientemente… agotador, pero verme rodeado de dos familias griegas preguntándose por qué se la va a enterrar aquí en lugar de en su país, todos llorando, todos hablando de ella… tenía que marcharme.
Si estuviera sobrio ni siquiera le habría contado eso. De hecho, no se lo había contado a nadie. Pero Sakura estaba allí, mirándolo con tal compasión que no tuvo más remedio que decir lo que le pasaba por la cabeza.
Absurdo.
— ¿Por qué decidiste enterrarla aquí?
—Porque es aquí donde vivió siempre. Me pareció lo más apropiado. Después de todo, ¿no debería tener cerca de mí el recuerdo de mi querida esposa? —replicó Sasuke, sin poder disimular la ironía.
Un recordatorio constante de la vacuidad del sacramento del matrimonio y de la traición de su mujer.
Sakura se aclaró la garganta.
—Creo que es hora de que me marche. ¿Te importa quedarte solo o quieres que llame a alguien? En momentos como este… quizá necesites compañía.
—Ya tengo compañía
Lo había dicho mirándola a los ojos y Sakura sintió un escalofrío.
Era la primera vez que la mirada como si no estuviera viendo a la eficiente y seria secretaria sino… pero era mejor no pensarlo.
Su jefe había debido mucho, estaba sufriendo lo indecible por la muerte de su esposa y, seguramente, no sabía lo que hacía. Pero no entendía por qué la mirada así.
Quizá veía el rostro de su mujer, aunque físicamente no se parecían nada. Karin era alto, voluptuosa, blanca de cabello largo y ojos rojos. Ella, en cambio, era bajita, pelirosa, con el cabello corto, ojos verdes y la tez pálida.
Pero había soñado con Sasuke tantas veces… había imaginado que la acariciaba, que la besaba. Y era patéticamente emocionante sentir que la miraba como un hombre mira a una mujer por primera vez.
—Es muy tarde, Sasuke. Tengo que irme.
— ¿Para qué?
— ¿Cómo?
— ¿Hay alguien esperándote en casa?
—Pues…
— ¿Tus padres?
—No vivo con mis padres. Mi familia vive en Cornualles. ¿Cuántos años crees que tengo, doce?
—Ah, perdón —sonrió él—. No quería insultarte.
Aquella sonrisa la derretía por dentro; era una sonrisa nueva, diferente.
—No pasa nada.
—Sigues con el vestido negro. ¿Desde cuándo estás aquí?
—No fui a tu casa después del funeral. Lo siento, no podía soportar…
— ¿A las hordas de simpatizantes? Parece casi una obscenidad que tanta gente se reúna en un momento así, ¿verdad? Charlando, contándose sus cosas, hablando con parientes a los que hace siglos que no ven, poniendo cara de pena…
El cinismo que había en aquel comentario la sorprendió. Pero Sakura se recordó a sí misma que cada persona lidiaba con el dolor de distinta manera. No todo el mundo mostraba sus sentimientos y Sasuke Uchiha no era hombre que llorase delante de nadie. Pero eso no significaba que su dolor fuera menos profundo.
—Es un momento difícil para ti. Mira…
—No te vayas —la interrumpió él, tomándola de la mano—. Aún no.
— ¿Quieres otro vaso de agua? —Preguntó Sakura, intentando disimular el nerviosismo—. Deberías beber todo lo posible.
—Quédate. Cuéntame cosas. Dime qué hiciste al salir de la iglesia.
—Fui al supermercado. Estaba lleno de gente, así que tardé una hora y media… pero esto es muy aburrido.
—Tu voz me tranquiliza.
Sasuke estaba acariciando distraídamente su mano, haciéndola sentir escalofríos. Pero no se daba cuenta.
—Bueno, el caso es que dejé la compra de mi apartamento y después fui a cenar algo a un restaurante.
— ¿Sola?
—Sola.
—Pensé que las mujeres nunca iban solas a un restaurante. Karin no lo habría hecho jamás.
Oh, no, Karin no habría hecho eso. No le gustaba estar sola. Necesitaba público a su alrededor, sobre todo público masculino, alguien para quien mover la melena, alguien para quien inclinarse mostrando el escote.
—A mí no me molesta —dijo Sakura, un poco a la defensiva—. Pensarás que es muy triste que una mujer de veintitrés años tenga que cenar sola un viernes por la noche, pero yo no soy de las que necesitan compañía todo el tiempo.
Se le ocurrió entonces que haber sentido la necesidad de defenderse la hacía parecer un poco patética. No parecía la mujer liberada que pretendía ser.
—A mí no me parece triste.
—Debería haberme ido a casa después, pero me apetecía dar una vuelta en el coche. Y cuando pasé por delante de la oficina, se me ocurrió que podría terminar unas cosas. No sé, no estaba cansada y no me apetecía ir a casa.
—Me alegro mucho —dijo Sasuke, acariciando su brazo.
¿Qué estaba pasando? No lo sabía. Miraba a Sakura y su cuerpo empezaba a reaccionar. Era como si estuviesen en otro mundo, en otra realidad donde solo existían sus confusos pensamientos y aquella mujer. Y la quería allí, quería una persona cálida a su lado.
Llevaba una falda negra y un jersey de color Corinto. Se había fijado en ella durante el funeral, con un enorme abrigo negro que la hacía parecer más pequeña todavía. No era una belleza, pero tenía una boca perfecta; una boca que Sasuke estaba rozando con la punta del dedo en aquel momento.
Sakura lo apartó con manos temblorosas. Tenía que salir de allí con fuera.
—Mira, sé que acabas de pasar por una experiencia muy traumática, pero necesitas dormir.
—No, no es eso lo que necesito —murmuró él, mirándola de arriba abajo.
Sakura siempre vestía discretamente, con chaquetas anchas y faldas poco provocativas. Nunca antes había sentido el deseo de tocarla. Pero, claro, antes estaba casado.
Estaba casado con una idea de fidelidad, demasiado orgullo como para admitir el fracaso aun cuando supo que el barco se hundía.
Pero en aquel momento, Sasuke no podía dejar de observar cómo el jersey de color Corinto se pegaba a sus pechos. Y tampoco le pasó desapercibido que su mirada la estaba excitando.
Cuando Sakura cruzó los brazos sobre el pecho, estuvo seguro del todo. ¿No se daba cuenta de que así lo excitaba más, que lo hacía querer tocar lo que ella estaba protegiendo?
¡Debía estar volviéndose loco!
— ¿Has pensado alguna vez en casarte?
Sakura lo miró en silencio durante unos segundos.
—Claro que sí. Como casi todas las mujeres, supongo. He soñado con encontrar el príncipe azul y con el final feliz.
"Cállate, cállate, márchate de aquí cuanto antes", se dijo a sí misma. Pero sus pies no la obedecían.
— ¿El final feliz? —rio Sasuke, irónico—. Si lo consigues, cuéntamelo.
Desde luego, él no había encontrado la felicidad. Ni siquiera durante el primer año.
Sakura lo observó, compasiva. El hombre seguro de sí mismo para el que llevaba meses trabajando, el millonario que podía silenciar una habitación con su mera presencia, aquel hombre tumbado en el sofá, parecía desprotegido, sin defensas.
Su cinismo era comprensible. Para él no había final feliz.
Impulsivamente, Sakura tomó su mano.
Sasuke se incorporó, cansado, apoyando la cabeza en el respaldo del sofá.
—Parece como si hubiera corrido un maratón.
—Debes estar agotado —murmuró ella.
Y entonces hizo lo impensable. Alargó una mano y pasó los dedos por su cara.
A Sasuke nada le había parecido más dulce en toda su vida. Entonces, cerrando los ojos, empezó a besar sus dedos uno por uno. El dolor de cabeza que había empezado con el primer whisky desapareció, reemplazado por una abrumadora sensación de deseo.
La atrajo hacia él, buscando su boca ciegamente, tomando su cara entre sus manos.
—Sasuke… esto no es lo que necesitas.
Sakura intentó apartarse, o más bien, supo que debía apartarse, pero lo que llevaba meses sintiendo por él era más fuerte que el sentido común.
¿Por qué estaba haciendo eso?, se preguntó Sasuke. ¿Qué necesitaba? ¿Solaz, diversión, olvidar? ¿Una oportunidad para volver a vivir aquellos dos años sin cometer los errores que habían endurecido su corazón?
—Necesito consuelo —dijo por fin, buscando de nuevo sus labios, el interior de su boca que sabía a miel.
Aquello era una locura, pensaba Sakura. Sasuke Uchiha no estaba en sus cabales. Parecía necesitar consuelo, pero aquello era imposible.
—Tienes que dormir. ¿Por qué no dejas que… te lleve a tu casa?
Sasuke no contestó. Tiró de ella hasta dejarla casi tumbada en el sofá y acarició el pelo.
— ¿Has tenido alguna vez el pelo largo? —murmuró, con los ojos entrecerrados—. No te puedo imaginar con el pelo largo.
—Tengo que irme.
—El pelo corto te queda bien —insistió él, metiendo la mano debajo del jersey.
Sakura intentó levantarse, pero había soñado con aquellas caricias prohibidas tantas veces…
—Como una gacela —murmuró Sasuke, acariciando sus pequeños y bien formados pechos.
Ella emitió un gemido de sorpresa cuando metió la mano por debajo del sujetador.
—No podemos hacer esto…
—Te necesito, Sakura.
—No es verdad.
—Deja que te vea.
—Sasuke…
—Quítate el jersey. Deja que te vea.
Estaba confusa, pero no podía dejar de mirarlo a ojos. Sin pensar, sin darse apenas cuenta, se quitó el jersey y quedó solo con el sujetador.
Los dos respiraban con dificultad mientras Sasuke bajaba las dos tiras de encaje. Dos pequeños senos abultados con los pezones endurecidos. Sakura estaba evidentemente excitada y él solo deseaba tomar en su boca aquellos rosados pezones…
Entonces, ávido, inclinó la cabeza y se metió uno de ellos en la boca, chupando con ansiedad. Sakura tomó su cabeza entre las manos sin decir nada, aceptando la caricia, pidiéndole más.
La erección de Sasuke era casi dolorosa y mientras seguía chupando los delicados pezones guió su mano hacia abajo, manteniéndola allí mientras intentaba bajarse la cremallera del pantalón.
Aquello no podía estar pasando. Sasuke Uchiha besándola, acariciaba sus pezones… era asombroso, irreal. Pero cuando su mano rodeó la erección masculina, Sakura sintió una ola de deseo indescriptible.
Se levantó entonces, pero solo para quitarse la falda y las braguitas con manos impacientes.
Necesitaba sentir el cuerpo de Sasuke sobre el suyo, pero él apretó sus nalgas soplando suavemente sobre el triángulo de vello entre sus muslos.
Sakura echó la cabeza hacia atrás, abriendo las piernas mientras él exploraba sus regiones más íntimas, mientras acariciaba los pliegues de su feminidad, haciéndola temblar.
Ardiendo de deseo, sujetó su cabeza con manos temblorosas y movió las caderas para acercarse más. Cuando estaba a punto de explotar, Sasuke la colocó sobre él. Sakura sintió la dura erección y la tela de sus pantalones rozando sus muslos.
Había algo muy sensual en estar completamente desnuda mientras él llevaba todavía la camisa y los pantalones. Sintió entonces una increíble sensación de poder, algo desconocido que la obligó a desabrochar los botones de su camisa para disfrutar de aquel torso de pectorales y abdominales marcados.
Él la miraba con un deseo abrasador, sujetando sus caderas para controlar el ritmo mientras clavaba la mirada en el bamboleo de sus pechos.
Si pudiera alargar aquel momento hasta la eternidad… pero no podía. Una pasión animal lo recorría como una potente droga y cuando Sakura empezó a moverse más rápido empezó a sentir que llevaba al orgasmo. No pudo controlarse más y se dejó ir, al mismo tiempo que ella, jadeando los ojos buscando aire.
Sasuke la tumbó sobre él, disfrutando de su calor, de la suavidad de su cuerpo.
Debía de estar mucho más frustrado de lo que creía, porque hacer el amor nunca le había parecido tan hermoso. Incluso entonces, exhausto, la sensación de los pechos aplastados contra su torso lo excitaba de nuevo.
Sasuke cerró los ojos. Tenía que dormir. Y podía hacerlo porque ya no sentía aquella rabia en su interior.
—No puedo creerlo… ¿cómo puede haber pasado esto?
El horro de la situación devolvió a Sakura a la realidad como un jarro de agua fría. No podía mirarlo a la cara. Mejor, pensó, al ver que tenía los ojos cerrados. Seguramente estaba buscando una forma de despedirla sin saltarse ninguna norma de la empresa.
Sakura se volvió para vestirse, intentando encontrar una justificación para su comportamiento.
—Me doy cuenta de que estas en una situación difícil para ti —murmuró, volviéndose cuando ya se había puesto la falda y el jersey. Pero al verlo en el sofá, medio desnudo, la realidad de la situación lo golpeó de nuevo—. Siento mucho lo que ha pasado… Por favor, no piense que te culpo en absoluto. Me culpo a mí misma y lo entenderé perfectamente si quieres que deje mi puesto el lunes.
Él no dijo nada y Sakura se acercó al sofá.
— ¿Sasuke?
Estaba dormido, profundamente dormido.
Se quedó parada un momento, atónita. Unos segundos después, suspirando, se puso el abrigo y salió del despacho.
Los dos habían actuado por impulso, sin pensar en las consecuencias. Aunque normalmente solía ser al revés. ¿No era el hombre quien solía aprovecharse de la mujer borracha?
Cuando despertase, ¿la vería como alguien que se había aprovechado de la situación?
Era un pensamiento horrible, insoportable.
Si seguir trabajando para él, le probaría que aquello solo fue un rapto de locura, que no volvería a pasar. En un momento de dolor, de furia, la había usado como terapia y ella se había dejado usar.
Solo podría recuperar el respeto por sí misma asegurándose de que aquello no volvía a pasar. Nunca.
CONTINUARA…
Bueno pues ojala que si les haya gustado y déjenme decirles, que aunque sea 1 o 2 los comentarios yo estaré contenta porque lo toman en cuenta y lo leen y eso es lo importante, subiré otra historia hasta que sea el fin de esta y así sucesivamente Les agradezco todo y muchísimas gracias por dejarme estar aqi
Nos vemos!(:
