Érase una vez.
Los cuentos infantiles, muggles por supuesto, comienzan con la misma frase, Sirius diría algo como "Que poca maldita imaginación" antes de bufar y decir alguna pavada. Él contaría su historia diferente, pero con la misma frase, porque podía. Sirius tenía la creencia de que todo lo podía y como, de hecho, sí podía era un perfecto narcisista, pero no se lo digas, te respondería algo como "¿Narcisista? Suena como a mi prima, que asco, no me llames así", una larga historia que Remus hace como que no pasó.
De cualquier modo, Sirius contaría su historia, no a cualquiera, pero la contaría y sería algo como "Erase un Black", pero no, suena muy muggle. Mejor "El sol...", no, muy poético, le recordaba a Lily y sus obras muggles. ¡Demonios! ¿Por qué siguen apareciendo los muggles? Y por el contrario había mucha oscuridad.
Y ahí estaba.
¡Eso es! ¡Oscuridad!
La clave de todo: Oscuridad. Sirius contaría su historia de la manera más oscura que puedas imaginar, tampoco es como que no lo haya vivido de esa manera. Pero hoy no, hay que retroceder un poco, solo un poco, aproximadamente un año antes de Hogwarts. Cuando había oscuridad, siempre la hubo y siempre habrá, pero Sirius apenas comenzaba a verla.
Alguna vez hubo paz en la noble y ancestral casa Black, Sirius lo sabía, fueron momentos que, en su tiempo, consideró normales, aunque una vocecilla en su cabeza insistía en que hacer ruido con los cubiertos de plata sería divertido. Todo eso acabó poco antes de que Sirius entrara a Hogwarts.
Su madre había vuelto, envuelta en llamas, con apenas unas cenizas sobre el hombro, el ceño fruncido y los labios apretados. Sirius sabía que en poco tiempo estallaría su cólera, realmente no le apetecía ser blanco de hechizos lanzados al azar y por mero coraje. Recogió sus fichas de ajedrez y corrió a su habitación, deteniéndose frente a la de su hermano.
— No salgas, mamá volvió de casa del tío Cygnus, y no viene contenta. —Regulus lo miró unos segundos antes de asentir. Sirius le sonrió y siguió su camino a la habitación.
Si el mismo Sirius no les hubiera contado eso a los Merodeadores, seis años mas tarde, jamás lo hubieran creído. Porque alguna vez también tuvo una buena relación con Regulus, y era normal sonreírle, abrazarlo, revolverle el cabello y dejar la puerta abierta para que entrara cuando quisiera. Ese día no fue la excepción, en cuanto un jarrón se rompió Regulus ya estaba parado frente a su puerta.
— ¿Por qué gritan? —preguntó Regulus. Sirius se encogió de hombros mientras guardaba su tablero y fichas de ajedrez con cuidado.
Aun después de que Sirius les contó a los Merodeadores sobre como alguna vez había tenido su habitación pulcramente ordenada, nada fuera de lugar y todo impecable, ninguno le creyó y soltaron varias carcajadas.
— No lo sé, no te preocupes —se incorporó con una sonrisa antes de abrazarlo por los hombros—. No es con nosotros.
— ¡HA TRAICIONADO SU NOMBRE, DESHONRANDO SU FAMILIA! —ambos niños dieron un brinco en su lugar ante el grito de su madre. Sirius, con la curiosidad latente en su interior, soltó a Regulus y bajó las escaleras, deteniéndose entes del último escalón. Regulus lo veía desde arriba. Sirius le sonrió y caminó hasta la estancia, donde su madre sujetaba la varita con fuerza y su padre miraba el tapiz con desprecio.
— Debe ser borrada, no merece su lugar aquí —habló su padre, sacando la varita de su saco.
— No merece nada —gruñó Walburga—. Ni la sangre que corre por sus venas, el honor de su nombre, el noble apellido, la educación que le han brindado, nada ¡ANDRÓMEDA NO MERECE NADA! —gritó, tensando la mandíbula.
Sirius brincó en su lugar nuevamente, asustado por el grito de su madre. Sin embargo, la mujer retomó su postura.
— La buena esposa de mi hermano está salvando la honradez de su familia al no matarla.
Walburga frunció su entrecejo, pensando en algo que Sirius desconocía, paseando los ojos por la estancia hasta que su mirada oscura se encontró con los ojos grises de Sirius, Walburga alzó la barbilla e hizo un amago de sonrisa.
—Ven, Sirius —Sirius caminó de inmediato a donde su madre se encontraba.
Hubo un tiempo en el que Sirius obedecía a sus padres, guardaba silencio ante su madre y respondía solo cuando su padre lo ordenaba. Fue el mismo tiempo que miró en silenciosa admiración la rebeldía de su tío Alphard, que alguna vez le dijo que pronto estaría orgulloso de él. Después descubriría que estuvo lo suficiente orgulloso de él como para formar parte de su herencia.
— ¿Sabes lo que ocurrió? —preguntó Walburga. Sirius miró a su padre y, ante el cabeceo de este, negó.
— No —respondió con voz clara, a Walburga le molestaba infinitamente que no le respondieran con la voz "Por algo la tienes ¿no? ¡Úsala!". Walburga finalmente sonrió y acarició el cabello de Sirius, algo largo pero no lo suficiente como para molestar a su padre.
— Tan inocente —susurró Walburga, acomodando mechones del cabello de Sirius, Orion observaba atentamente a su hijo, esperando su reacción—. Andrómeda se ha… enamorado de un sangre sucia —Sirius jamás creyó que tan pocas palabras pudieran expresar tanto odio, Walburga le demostró lo contrario.
Ya no había un "tu prima, Andrómeda" o "Dromeda, cariño", ahora era un seco, cruel e indiferente "Andrómeda" como quien habla de un asquerosa rata. No había problema con el "Sangre Sucia", Walburga siempre lo pronunciaba con odio. Pero "enamorado" era puro rencor y odio, como veneno.
—Se lo ha echado en cara a Druella y Cygnus ¡Ha tenido la desfachatez de restregárselos en la cara! —Dijo con coraje, Sirius tan solo escuchaba atentamente—, ninguna de tus primas sabía sobre ese tal Tonks, ni siquiera Cissy —dijo con pesar.
Sirius estaba seguro de que estaría próximo a un castigo si a su padre se le ocurria leerle la mente en aquel momento. Porque él sabía, sabía perfectamente, quien era Ted Tonks y qué era de su prima Andrómeda. Sirius sabía todo de ambos. Y sin embargo, no lo demostró, su padre le había enseñado a ocultar sus emociones, sus sentimientos y sus pensamientos, aunque aún no le enseñaba oclumancia.
— ¿Qué crees que deba pasar? —preguntó Walburga, Sirius volvió a mirar a su padre, quien parpadeó, concediendo que respondiera.
— Las tradiciones se cumplen, lo castigos deberían cumplirse también —pero Sirius jamás habría imitado mejor a su padre. Las palabras no eran suyas, él hubiera gritado algo como "Ella lo ama, es lo que importa. La pureza de la sangre está sobrevalorada, no importa si hay amor de por medio, mamá. Creo que Andrómeda debería ser feliz a pesar de lo que piensen". Pero el también desaparecería del tapiz tan pronto como dijera la primera frase.
Walburga sonrió con gran orgullo, acarició su rostro antes de girarse al tapiz y quemar el rostro con el nombre de "Andrómeda" debajo, el nombre fue lo único que quedó legible. Orion suspiró, puso una mano en el hombro de Sirius, muestra de orgullo y una próxima frase que tenía que recordar.
— Le debes honor a tu familia, Sirius, debes respetar las tradiciones y creencias de nuestra casa, todos nuestros ancestros y generaciones han hecho hasta lo imposible por mantener la pureza en nuestra sangre, tú debes hacer lo mismo. A eso te debes.
Le dio unas palmaditas en el hombro antes de desaparecer por la escalera. Sirius miró a su madre, esperando la complementación a las filosóficas frases de su padre.
— Lo que Andrómeda le ha hecho a los Black, Sirius, no tiene perdón. Y a partir de hoy, no es parte de esta familia —dijo con la voz dura. Se giró y acomodó por última vez el cabello de Sirius— Ve por Regulus, es hora de cenar.
Sirius le contó su hermano lo que había pasado, Regulus estaba realmente asombrado pero, a diferencia de Sirius, creyó que su madre hacía lo correcto. Sirius no objetó nada ante la opinión de su hermano, después de todo, solo tenía nueve años.
Sirius estaba seguro de que si te ibas de la casa Black no volvías jamás. Entonces deseó con todas sus fuerzas que Andrómeda no volviera nunca y que solo fuera feliz junto a Ted.
Él sería feliz ahí dentro, imitando las palabras de su padre, guardando secretos, cuidando de Regulus y obteniendo caricias de su madre.
En poco tiempo iría a Hogwarts y tenía que cumplir con las palabras de su padre. Tenía que honrar a su familia perteneciendo a Slytherin, siendo un buen estudiante y siendo un buen Black. Como tenía que ser.
Sin embargo, desde aquella noche, comenzó a resquebrajarse la paz en el #12 de Grimmauld Place.
Y Sirius descubriría más tarde que aquella grieta lo dejaría ver la luz del exterior, deseando más y más, porque afuera había luz y algo dorado que le atraía a seguir avanzando.
A seguir saliendo para no volver jamás.
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¡Hola!
Escribí esto mientras escuchaba musica, no lo parece pero les prometo que es Wolfstar.
Sin embargo, esta es una historia, aunque no pasará de los 15 capítulos, quizá ni de los 10.
Aún no estoy completamente segura de seguir una linea de hechos, pero de cualquier manera sera entendible.
Quiero profundizar en los personajes que solo conocemos por su nombre o alguna acción. En especial de los Black, centrándome más que nada en Sirius y la influencia que algunas personas tuvieron a lo largo de su vida.
Si buscas algo romántico, no creo que debas estar aquí.
¡ADVERTENCIA!
ESTA HISTORIA CONTENDRÁ MENCIÓN Y DESCRIPCIÓN DE SEXO, PALABRAS ALTISONANTES Y VIOLENCIA TANTO FÍSICA COMO MENTAL.
Sobre aviso no hay engaño.
Se agradece la confianza, los comentarios y los votos.
¡Nos leemos pronto!
-Danny :).
