Disclaimer: Digimon no me pertenece, este fic es para mi querida jacque-kari por su cumpleaños, aunque aún queda bastante.
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~ Fotografías ~
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—Trae algo diferente. Esto no sirve, ¿entiendes?
Me escuecen los ojos pero intento no llorar. Sé que tiene razón, me fío de su criterio.
—¿Quieres de verdad que te admitan? Tendrás que demostrar que te lo mereces. No con fotos de cachorritos o de niños jugando, esas las hace todo el mundo. Tienes que conectar de verdad...
—¿Cómo? —Se perturba cuando interrumpo su monólogo. Hay como una regla no escrita de que jamás se habla mientras lo hace un profesor. Los alumnos tienen que fingir cumplirla.
—Piensa, Yagami. Hacer fotografías es parecido a pintar un cuadro. Tienes que encontrar los detalles que lo vuelven realista, las cosas que forman la imagen y que a veces pasan desapercibidas.
Aprieto los labios. Él suspira.
—¿Quieres que te admitan en el curso de verano? —Asiento con la cabeza—. Entonces haz algo que sea verdadero. Algo que haga sentir a quienes nunca han aprendido a hacerlo.
Deja caer la carpeta con las fotos inservibles. Se salen las esquinas blancas y coloreadas, los momentos que capturé y que no esconden nada especial. Sé que mi profesor tiene razón. Puede que ahora imparta clases de inglés en el instituto, pero hubo un tiempo en el que fue un fotógrafo un poco conocido. Dice que para conseguir vivir de ello debes tener algo que no tengan los demás. Él lo tenía al principio, pero lo perdió y nunca más ha podido recuperarlo.
—Es como le pasa a muchos escritores —me dijo un día—. Hacen un buen libro y nada más. Por mucho que se esfuercen, no consiguen crear otro mundo que merezca la pena. Eso me pasó. Conecté con la vida durante una sesión de fotos, gané un premio y todo. No pude repetirlo.
Recojo mi trabajo, de los seis años que llevo teniendo una cámara, y me marcho. Cuando estoy en la puerta, el profesor me sonríe.
—Espero que no encuentres lo que buscas. Porque si lo haces una vez, sufrirás la decepción de no poder repetirlo.
—¿Y si no es así? ¿Y si puedo conectar con el mundo más de una vez?
—Entonces te envidiaré profundamente.
Sonrío vagamente antes de cerrar.
Camino hasta casa. Siempre me ha gustado pasear, sirve para que despeje la cabeza y me deje llevar por la vida que se respira. No me incomoda ver la pintura picada de las casas viejas o los huecos en la dentadura del vagabundo que siempre pide en la puerta del supermercado. Todo es parte del mundo, no se puede comprender cómo es si no se acepta todo.
Hubo un tiempo en que mis padres no ponían las noticias, decían que yo era pequeña para ver imágenes de catástrofes y escuchar sobre asesinatos. Empecé a verlas cuando no había nadie en casa, el secreto las hizo más interesantes. Al contrario de lo que ellos pensaban, no me entristecía ver aquello. Tampoco me alegraba. Simplemente era una ventana hacia la vida, una manera de entender que siempre está avanzando y que nunca es buena o mala por completo.
Me doy cuenta de que he llegado cuando ya tengo un vaso de agua en la mano. Bebo despacio. Miro las figuras que forma la luz contra el cristal. Mi hermano me mira a mí, muchas veces lo hace así, como si intentara descifrarme.
—¿Pasa algo?
—Eso tendría que preguntarlo yo —dice.
—¿Por qué?
—Estás seria. Dijiste que ibas a ir a hablar con el profesor. ¿Qué te ha dicho?
—Mis fotos no sirven. Cualquiera puede hacer algo así.
—¡Menudo estúpido! ¡Qué sabrá él de…!
—Taichi, él tiene razón. Si le hubieras escuchado sabrías que tiene razón.
—A mí me gustan tus fotos.
Sonrío. Dejo el vaso y me apoyo en la encimera de la cocina con los antebrazos. Parpadeo tres veces antes de hablar.
—No basta con eso. Tengo que conectar con el mundo de verdad, con las personas. Encontrar cosas que parezcan insignificantes. En los pequeños detalles está la vida.
Él resopla. Se frustra cuando hablo así, dice que paso demasiado tiempo con Takeru y su alma de poeta. Después se ríe, aunque más bien parece que va a toser.
—Bueno, entonces hazlo.
Una pestaña se escapa de su párpado y se posa en la mejilla, cerca de la nariz. Tai no se ha dado cuenta, pero yo sí. Vuelvo a sonreír. Ya he encontrado lo que buscaba.
—Eso voy a hacer.
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Esto es una idea vieja, que encontré mientras pensaba qué podía regalarle a jacque. ¿Por qué esto en lugar de un Yamakari, su pareja favorita, como normalmente? Porque siento que es una de las pocas personas que aprecia tanto a Hikari como yo, y que la percibe de la misma manera a la que yo lo hago.
Serán doce capítulos cortitos (muy cortitos) más. El último, el día del cumpleaños de jacque.
Felicidades adelantadas :)
