Cuando Natalia abrió la caja del regalo y lo sostuvo entre sus manos, todos quedaron perplejos, congelados en su lugar y apenas respirando. Escucho como lanzaban bufidos ahogados, con indignación, incluso proliferaron varias maldiciones.

Ella misma se quedó congelada donde estaba, sin poder mover ni un solo musculo; un escalofrió le recorrió toda la espalda mientras el aire se le helaba en los pulmones y evitaba que pegara un grito… esperaba que alguien saltara a achacarse la broma de mal gusto y todo se acabara en ese momento.

Le habían regalado un paraguas… Un paraguas Rojo y Blanco…