Such a pale light It's been so long I will go now
Such a long night
Pick up that key
Don't drop your gaze in your coffee
Is it me?
Do I look beautiful in the half light?
Years have gone
Since I belonged
Hold me please
Stay with me
And I will sleep
But I will be with you
Hold my gaze
Hold me inside you
Half Light, Porcupine Tree.
-0-
Jim entró, tambaleándose. No entendía claramente qué diablos lo había llevado ahí.
Los pasillos de la Academia permanecían lúgubres, pese a los esfuerzos del Almirantazgo por crear un ambiente de fiesta, al Fin de Cursos.
Después de todo, tres cuartas partes de los cadetes habían muerto, en el ataque de la Flota Secundaria contra Nero y quedaban meramente los comandantes, los pocos remanentes en Tierra y los cadetes de la DS9… y los 410 del Enterprise.
El código de entrada de Gaila funcionaba aún y Nyota no se había molestado en cambiarlo; su departamento era el único ocupado en ese piso. Jim notó la presencia de la belleza africana; la mochila arrojada como al descuido, junto a sus ordenadas botas y uniformes.
El otro lado de la habitación era, prácticamente, un desastre. El staff de limpieza todavía no había retirado las cosas de Gaila. Gaila en la Farragout.
Muerta.
¿Quién había sido el genio que tuviera la genial idea de recoger lo que pudiera hallarse de los cadetes, flotando sobre el hueco que fuera antes Vulcano? Indudablemente, alguien macabro. La hermosa pelirroja estaba encogida contra un trozo del casco de su propia nave, protegiendo a uno de los mecánicos jóvenes. Como orionita, podía resistir durante más tiempo la pérdida de presión y oxígeno y había dejado su reserva al chico –Guzmán? ¿Cómo diablos se llamaba?- el cual había corrido con la maldición de sobrevivir y la de perder las dos piernas.
Jim, creo que te amo…
Entre el eco de las palabras, se tiró en el sofá, entre batas de seda rosa y verde, aretes de todos los largos y colores, y un marco de tritanio, de esos que contienen toda tu vida en holografías.
Curioso y lo suficientemente ebrio como para no sentir dolor –todavía- Jim tomó el marco y deslizó los dedos por el borde.
La primera imagen la mostraba todavía niña… entre un grupo de más de veinte orionitas, mujeres todas, de diferentes edades. La matriarca y sus hermanas, de seguro, las largas cortinas del prostíbulo familiar tras ellas. Las imágenes cambiaron desde su primera medalla en sus estudios de Física hasta su primera danza erótica en el burdel, pasando por el día que la llevaran al templo de la Diosa, para que el sacerdote la hiciera perder su virginidad –junto con otros cuatro hombres- y la niña pudiera dedicarse por fin, de manera decente, al negocio que había distinguido a Orión por los siglos de los siglos, amén.
Jim no supo cuando empezó a llorar, atragantadamente.
De muchas maneras, se identificaba con la orionita; a los dos les gustaba el sexo como deporte, los dos eran unos descastados –Gaila había recibido el rechazo de toda su familia por haberse dedicado a la Física y la Computación y a reparar naves y sólo su abuela la había apoyado en su entrada a la Flota- y ella comprendía muy bien el rencor del joven por verse minimizado por la sombra de su padre, sombra que a ella la perseguía en forma de piel verdosa, cabellos increíblemente rojos, un cuerpo irremediable y feromonas irresistibles para cualquier ser sintiente.
Uhura y Spock entraron, en ese momento. Tomados de la mano; el vulcano enverdeció ligeramente, por haber sido sorprendido en semejante gesto íntimo y soltó a Nyota. Jim no se fijó siquiera
-¡Kirk! ¿Qué haces aquí?
Jim alzó la bata de seda rosa y verde con una mano
-Yo… ella me dijo que me amaba… y yo… sólo éramos amigos y… tenía las claves para el Kobayashi… yo no la usé, te lo juro, Nyota… ella dijo que me amaba, que…lo haría sólo por…-hipó y siguió balbuceando ininteligiblemente.
Nyota sintió tanto ira como dolor; claro, desde el primer momento que los sorprendió juntos, SUPO que James T. Kirk sólo estaba ahí por la clave de entrada a los códigos del Kobayashi Maru, no porque sintiera aprecio alguno por una orionita que, después de todo, no era mas que lo que era, sin importar lo que sus calificaciones como cadete dijeran. Alzó la mano y la cachetada sacudió a Jim de lado a lado. Spock la detuvo de la muñeca, antes de que continuara
-Lógica como es tu respuesta, Nyota, no creo que sea el momento…
-¿No? ¡Y cuándo entonces, Spock? ¡Kirk se aprovechó de Gaila para hackear TU examen! ¡Tú mismo lo acusaste!
Spock se irguió tan alto como era
-No sé nada sobre Kirk y Gaila. Y abrigo serias dudas en el sentido de que la simulación planteada fuera totalmente… congruente con la realidad. En todo caso, si Kirk obtuvo así los códigos de entrada, fue él quien reprogramó la simulación y no la cadete Fumbrritsskanjjngh…
Nyota frunció el ceño frente a la perfecta pronunciación del mestizo
-Eso no cambia las cosas, Spock…
-Tampoco volverá a la vida a Gaila
Jim comenzó a toser más fuerte; en la palidez de su piel, Spock se dio cuenta de que era o la intoxicación inducida por el alcohol o una alergia. O las dos cosas. Nyota lo alzó de los cabellos; tenía los labios azules
-¡Dios mío, Kirk! ¡Qué te metiste!
Un susurro arrastrado de algo como "cerveza romulana" y más tos. Spock reaccionó en dos segundos; durante su servicio en la Resolution, el capitán Pike y el CMO Gernabheidt le habían enseñado que si había algo que pudiera contrarrestar los efectos del romulan ale, era la cafeína con azúcar
-Rápido, Nyota, tienes café?
La teniente no dudó y saltó hacia el replicador
-Con todo el azúcar que puedas, por favor. Eso acelerará su metabolismo
-Lo hará vomitar
-Le sacará el alcohol
-Tenemos que llamar al médico, Spock
El vulcano señaló los labios del humano, cada vez más azules
-Mis probabilidades predicen que no logrará llegar a tiempo, Nyota ¿Serías tan amable de ayudarme?
Uhura comprendió al momento; el vulcano se resistía a tocar a Kirk. Ebrio y con las emociones a flor de piel, serían una prueba ruda para el mestizo, recientemente traumatizado con la pérdida de su planeta y su madre. Como pudo, lo hizo beber toda la taza de café, con el equivalente de diez cucharadas de azúcar. Jim apenas si reaccionó un poco.
Y entonces, Spock hizo lo impensable; sus dedos tomaron la forma del meld y tocaron los puntos clave en el rostro de Jim
Delta Vega. Hielo. Dolor. Soledad. Él. Él, muy anciano. Su otro yo. Scotty. Rencor y el Itya Monstrum persiguiéndolo hasta la cueva. Tarsus IV. La muerte de Sarah y la de Kevin Riley. El corvette rojo, cayendo por el precipicio. Cayendo, junto con la memoria de su madre y la pérdida de George, su padre, siempre presente. Saltos descontinuados y dolor en cada uno, soledad infinita en cada uno. Alivio, mirando estrellas. La media luz de las estrellas, siempre como un consuelo, una manta infinita, abrigadora. Golpes. Los de Frank, su padrastro. Los de Luke, en la escuela primaria, por sacar mejores calificaciones que él. Los de Cupcake, en el bar, después de toparse con Uhura. Los del romulano, en la base del taladro. Los de los guardias de Kodos, en Tarsus IV. Los de Nero, afirmando que lo mataría, como había matado a su padre. Los de Spock, uno tras otro, rompiendo su boca y una costilla y su puño, tronando lentamente la tráquea. El mismo odio recibido en todos. Y sólo una persona diciéndole, entre todas "Jim, creo que te amo…"
Spock rompió el meld; Jim respiraba regularmente ahora, su despeinada cabeza aún en el regazo de Uhura. Unos minutos de silencio, en lo que el vulcano dejaba de temblar, recuperaba el ritmo de su respiración y su serenidad calma de siempre, Nyota azorada de lo recién sucedido
-Por…qué?
-Porque habría muerto, de otro modo. Un mind meld estabiliza el cuerpo de cualquier sintiente. Le presté parte de mi… estabilidad física…
Jim abrió los ojos. Ni en sus sueños más delirantes habría soñado despertarse donde estaba. No se sintió feliz. Rompió a llorar como un crío, mientras Nyota despeinaba más sus cabellos, las lágrimas deslizándose en silencio y mientras Spock, inusitadamente, unía su mano a la de Uhura…
El marco holográfico cayó al piso; la proyección era sencilla, Nyota y Gaila y Chekov y Sulu y Kirk. Seguramente McCoy había tomado la imagen. En algún momento, la batería se agotó y sólo quedó la luz verde cintilando, de fondo.
Spock trastabilló; la transferencia emocional había sido vaciante, agotadora. El dolor de Jim no era ilógico. La ira y pérdida de Nyota no eran ilógicas. El afecto de Gaila por Jim, tampoco lo había sido y la culpa de éste último, eran la consecuencia de una lógica tan afilada como un bisturí láser.
Mientras Jim se iba quedando dormido en el sofá, mientras Nyota intentaba ordenar las cosas de Gaila, sin dejar de llorar en silencio, los sentimientos que también hacían humano al vulcano, se filtraron, despacio, agua perforando la roca, sin que la roca, se diese cuenta.
En la media luz del amanecer, en alguna parte del espaciotiempo, una sonriente pelirroja de piel verde guiñó un ojo, divertida. Lo que tuviera que ocurrir, sería genial… así como había sido genial creer que amaba a Jim…
-0-
NdA
Lo que CREEMOS que és… no siempre, lo és.
Escribí esta serie usando los siete tonos del arcoiris, sin orden espectral.
La realidad golpea como el mar, todo lo que vivimos y como éste, convierte las rocas más duras en arena. Esta serie queda nombrada como "Bad Real Things Happen". Una realidad, por color. Ninguna, agradable. Ninguna, concluída. Siete aspectos, incluyendo nacimiento, muerte, reconciliaciones y todo lo que rodea a una pareja de carne y hueso.
Sch'n T'Gai Spock y James T. Kirk, STXI
Gracias, Fragantialuna y T'Key'La, por el orionita, el vulcano y el "spockanese". Y gracias también, por comprender que mi idea, no era un desatino y por escribir "La Pelea"
Namasté y mil gracias por su lectura y review. FA.
