Volgarità

Lo que más le molestó de ella fue que no rogó piedad. En sus fantasías, Laertes la vio arrodillarse, llorando y clamando por su vida. No tenía ninguna gracia. Tampoco sus padres estuvieron asustados de él. Aún lo consideraban un mediocre. Después la vio flotando en el río de los árboles sagrados y fue quien le tuvo miedo, al ocurrírsele la horrenda idea de que esos vegetales (a los que gustoso hubiera mandado a podar, de no estar al tanto por la impávida Ophelia de que eso mermaría las fuerzas que mantenían en pie su precioso Reino) se sublevaran en su contra. Como si no alcanzara con los vulgares.