Equilibrio.
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Disclaimer: Los nombre propios que el lector reconozca pertenecen a una de las mujeres mas ricas de este planeta, entiéndase, JK Rowling.
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Capítulo I: Ése día no sería el día
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"Me gustan las rubias" se dijo una vez Theodore Nott totalmente convencido.
Sí, así tenían que ser…Rubias.
Después de estar con todo tipo de mujeres: pelirrojas, castañas, orientales y latinas, se dio cuenta que ninguna de aquellas iban bien con su estilo; que las pelirrojas eran demasiado llamativas, que las castañas se miraban demasiado simplonas a su lado, que las orientales simplemente no eran su tipo y que las latinas, que eran las segundas en su lista de preferencias, no hacían mas que echarle leña al fuego y él, que era un hombre demasiado… ¿cómo decían?... caliente, no lo podía permitir.
Y no podía porque Theo Nott creía en el balance de la vida…en que Equilibro…
Sí, ajá, en esas cosas como el Blanco y el Negro, el Yin y el Yang, el Bien y el Mal.
Para él las cosas, todas las cosas que eran creadas en este mundo venían en paquete de dos…no de tres o de cuatro…DOS.
Así pues, después de muchas muestras, de un arduo estudio y de mucho, mucho trabajo de investigación, Theo llegó a la irrefutable conclusión que para él las rubias iban mejor.
A lado de una de estas chicas, su cabello castaño adquiría más brillo y sus intensos ojos azules resaltaban increíblemente, en definitiva y pocas palabras, se miraba mas guapo…-o hermoso, como ustedes prefieran-. Y sin olvidar toda esa ideología de los pares, de los bueno y malos, la chica debía de ser lo contrarío a él…técnicamente una buena persona. Y entre tanto analizar, investigar, redescubrir, comparar y recolectar evidencias, logró crear a la rubia perfecta para él.
Es indiscutible el hecho de que en la vida muchas veces soñamos con la persona ideal para nosotros, ese ser casi irreal que viene a revolucionar tu mundo y a hacerte feliz. Esa persona a la que amaremos con todo el corazón y que nos amará de igual manera, con la que viviremos y envejeceremos y…, bueno en el caso de Theodore Nott, la mujer lo suficientemente buena para un hombre como él, lo suficientemente bella para encenderlo, lo suficientemente inteligente para no aburrirlo y lo suficientemente sana para darle un heredero…eso sin contar de debe de ser rubia, de ojos azules, cabello largo y alborotado, mirada soñadora, cara de ninfa y cuerpo de diosa.
Ésa era, tan perfecta como eso, sin nada más o nada menos.
Ahora díganme… ¿qué probabilidades tiene un sólo hombre de encontrar en este planeta una persona que se asemeje mínimo el cincuenta por ciento a lo que deseamos?...
Yo se los diré: mínimas, minúsculas…pequeñas…efímeras…. ¿debo continuar?
Ése era el problema de Theo, eso era lo que lo tenía tan cabreado…..El Condenado señor de allá arriba, pero muy arriba, creó a la mujer IDEAL, PERFECTA, para él, pero no era de él.
¿Me explicó?
Es decir, ahí estaba frente a él, a míseros metros de distancia, tan…tan….ELLA, justo como la había soñado, con nombre, apellido y todo, pero no era de él, era de otro, era de…
—Maldito Potter de mierda—, masculló por lo bajo Theo mientras miraba como Luna llegaba y se sentaba junto a Harry en la larga mesa de Grimmauld Place.
Ah sí, ¿recuerdan que hablábamos de una chica rubia, perfecta, bla, bla, bla? pues era ella, la mismísima Luna Lovegood. Era increíble cómo la vida nos cobra todas y cada una de las que hicimos. Ahí estaba él, rumiando, hirviendo de celos y rabia, mirando el modo en que ella se pegaba a Potter, la manera en que sus ojos se miraban y la esplendida forma en que ella sonreía…
Sí, ése es tu castigo Theodore Nott… ¿recuerdas las veces que te burlaste en el colegio, las veces que la llamaste "Lunática", las ocasiones en que….?
¡Mierda ya basta! Lo sabía, claro que lo recordaba. Pero… ¡coño! ¿Cómo iba a llegar a saber que la Lovegood se pondría tan…? ¡Diablos! Si era bellísima…
—Theo
Encantadora….
—Tierra hablando a Theo….
Divertida….
— ¡Carajo Nott que te estoy hablando!—, gritó Pansy enojada.
Theo dio un respingo y miró enojado a su amiga que acababa de sentarse junto a él. — ¿Qué quieres Parkinson?—, preguntó fastidiado mientras fingía interés en la comida. "De veras que Granger no sabe cocinar, pobre de Draco, lo que un Avada no ha podido hacer lo hará la sopa de la Granger"
Pansy alzó las cejas —. ¿Así que ahora soy Parkinson?
—Hasta que te cases con tu comadreja lo seguirás siendo.
—No le digas así a Ron.
El castaño volteó a verla burlón. —Se me olvidaba, la defensora de los pobres—, negó con la cabeza—. Cuanto nos hemos ablandado, ¿no, Pansy?
—Ni que lo digas. Mira eso—, le indicó con una seña hacia la derecha.
Theo sonrió. Ahí venían los mas resientes señores Malfoy: Draco y Hermione Malfoy. Ésta ultima con una barrigota de siete meses y el otro mirándola embelezado mientras apartaba las sillas para que su esposa no se lastimara. Cuando la castaña se sentó junto a Luna del otro lado de la mesa con la ayuda de Draco, Theo no pudo evitar soltar un bufido.
¡Vaya que se habían ablandado! ¡TODOS! ¿Dónde quedó el grandioso trío de planta, las serpientes más temidas y respetadas? Cuidando embarazadas a punto de explotar, defendiendo comadrejas descerebradas y siguiendo lealtades.
Aún no le es del todo claro cómo fue que sucedió. Cómo fue que Draco se comenzó a enamorar de una impura y Pansy de un Gryffindor pobretón, y sobre todo, cómo fue que los tres le dieron la espalda a sus ideales, a sus familias y terminaron uniéndose al bando de los buenos. Ellos por "amor" y él por lealtad a sus amigos, a su familia, porque aquel par de tozudas serpiente era su verdadera familia. Y cómo escuchó en una ocasión en aquella película muggle donde un extraterrestre llega a la tierra, encuentra una familia y se hace fanático del Rey, Elvis Presley: tu familia nunca te olvida ni te abandona.
Vale, eso fue demasiado marica.
Digamos que simplemente tenían un pacto silencioso en el cual juraron que donde estuviera uno ahí estarían los demás.
Y así fue como Theo terminó siendo un miembro más de la Orden de Pajarraco, como secretamente la llamaban las tres serpientes, digo, del bando bueno y todo pero no dejaban de ser serpientes. Fue así también como se reencontró con aquella rubia despampanante que llenaba cada uno de los requisitos para ser primero SU mujer, luego con un poco de suerte su esposa y la madre de sus hijos.
Pero como parecía que la vida le estaba cobrando todas las que había hecho, y recriminándolo por haber sido un mujeriego de mierda, pues estaba claro que no le permitiría tener una mujer como aquella.
Las cosas buenas para los buenos.
Maldito Potter, sí que tenía suerte el desgraciado. El Lord-cara chata-Voldermort, podría estar tras sus bolas en este momento pero El-puto-niño-que-aún-vive la tenía a ella todas las noches en su cama.
Si ser el elegido para que te destroce el mago mas grande de todos los tiempos-Dumbledore estaba muerto. En esto Voldy le ganó, lo siento viejo- te recompensaba teniendo a tan maravillosa mujer, entonces venga… ¿Para qué coños quieres a Potter?
Pero ahí había algo extraño, algo que no cuadraba, no con su ideología de los Malos y Buenos. Es decir, estaba claro que Potter era técnicamente "Bueno" y también estaban claro que ella era aun más que buena, BUENÍSIMA, por lo tanto ellos dos no podrían estar juntos, eran cargas magnéticas del mismo tipo, eran positivas. En cambio él, él era un chico malo, él definitivamente era de la clase negativa, él sí que hacía una buena pareja con ella.
Ellos dos eran perfectos juntos.
¿Cómo diablos ella no lo podía ver?
Hasta Draco y Pansy se dieron cuenta. El rubio, que era un arrogante, egoísta, Sangre Pura hasta el tuétano, cabrón de mierda, hijo de puta y amante de la buena comida, encontró a su adorada leona noble, valiente, impura y terrible cocinera Granger. Y luego estaba Pansy, presumida incorregible, snob de primera, caprichosa, orgullosa, vanidosa hasta el cansancio y amante de los buenos modales, unida a su amada comadreja del demonio Weasley, un pobretón, humilde, adorador de las cosas de segunda mano, de malos modales y mal hablado.
Ahí SÍ que se aplicada su regla.
Draco y Hermione.
Pansy y Ronald.
Bueno y malo.
Entonces, si tenía tan ENORMES ejemplos justo frente a su perfecta y respingada nariz…. ¿Por qué carajos está con El-Santo-Salvador de todos nosotros-Niño que vive-Potter?
¡Que alguien le explique!
El ruido de sillas siendo arrastradas llamó su atención, sacándolo de su letargo. Sintió los dedos de Pansy enterrándose en su carne dolorosamente. Se mordió el labio.
Por las puertas que daban al gran comedor entró un desaliñado Ronald Weasley, seguido de su hermano Charlie y el antiguo profesor de DCAO, Remus Lupin. Y sin el afán de ofender, Theo pensó que todos estaban hechos una mierda, pero nadie como Weasley menor.
Pansy se puso inmediatamente en pie y se lanzó a Ron, quien la recibió envolviéndola con sus fuertes brazos, pegándola a su cuerpo al tiempo que enterraba el rostro en el cuello de la pelinegra. Cuando se separaron un poco, tan sólo lo suficiente para mirarse a los ojos, Ron llevó sus manos hasta el rostro de la chica, lo acarició por un momento y tras plantarle un tierno beso en los labios se giró ante los demás.
—Nos han traicionado, Voldemort sabe la ubicación del cuartel —, dijo en voz firme, mientras posaba sus ojos azules en los de Harry.
El revuelo que se produjo a continuación pocas veces lo había presenciado y rápidamente en menos de un minuto se aplico el plan de contingencia. Si ya saben, ése que se aplica cada vez que hay un desastre natural, cuando el agua escasea, hay un Tsunami o un tornado asota la cuidad. Bueno, uno igualito a ése.
Las sillas comenzaron a volar y las voces de los presentes se elevaban cada vez más para dejarse escuchar sobre las demás. Los más veloces fueron Potter y Draco, el primero salió disparado rumbo a la chimenea del gran salón, mientras que Draco abrazaba a Hermione y rápidamente la sacaba del lugar. Como reaccionando ante el actuar del rubio y casi con un respingo, al momento siguiente todo salieron en tropel por la puerta del comedor. No es de extrañar que un par de ellos, Charlie y Lupin, quedaran atorados un momento al intentar salir al mismo tiempo. Al final el siempre educado ex profesor de DCAO se hizo a un lado y dejó que el Weasley saliera primero.
Theo fue el último en salir y mientras caminaba veloz detrás de sus compañeros, observaba atentamente. Frente iban Draco y Hermione, ambos iban con los dedos entrelazados, mientras que sujetaban su varita con la mano libre. Después estaban Pansy y Ron, éste la aferraba por la cintura con un brazo, en el otro, la varita en guardia. Le seguían Charlie Weasley, y Remus Lupin; y entre ellos y Theo, que era quien cerraba la comitiva, iba Luna Lovegood.
Todos se dirijan a la chimenea del salón principal. Era la única que estaba conectada a la Red Flú con un único destino directo: El Refugio. Grimmauld Place estaba protegido, nada ni nadie se podían aparecer o desaparecer dentro de la casa, las ventanas estaban cerradas mágicamente y el salir para huir no era buena idea. Lo mas seguro era que varios Mortífagos-no sabían qué tantos, bien unos cuentos, bien unos miles- ya estuvieran postrados afuera esperando para atacarlos en el momento en que pusieran un pie fuera del cuartel de la resistencia.
Cuando llegaron al salón tenuemente iluminado, de altos ventanales, rodias cortinas verdes y una inmensa araña colgando del techo, vieron al Patronus de Harry desaparecer. Y mientras el pelinegro seguía murmurando hechizos, borrando toda información de la Orden que pudiera estar en aquel lugar, sin mediar palabras, Draco entró con Hermione a la chimenea y ambos desaparecieron tras las llamas verdes que los envolvieron. No había necesidad de gritar el destino, ella ya sabía a dónde mandarlos. Le siguieron Pansy y Ron, luego fueron Lupin y Charlie.
Nadie se iba a quedar a combatir, era absurdo. No cuando lo mas seguro era que estuvieran en desventaja y en minoría. La batalla final entre el Oscuro y el Elegido estaba cerca pero definitivamente, no sería ése día.
— ¡Vámonos Harry!—, gritó Luna quien ya estaba dentro de la chimenea.
—Vete Luna—, le ordenó el pelinegro desesperado sin dejar de hacer florituras con la varita.
—No, no sin ti.
¡PUM!
Retumbó toda la casa, los cimientos se movieron, la lámpara del techo osciló peligrosamente y polvo milenario se desprendió de las paredes cayendo sobre las cabezas de los presentes. Eran Mortífagos y no tardarían en penetrar las defensas de Grimmauld Place.
— ¡Harry!—, gritó Luna a la desesperada.
—No, aún no. Tengo que terminar—, dijo Harry obstinado. El sudor corría por su frente y tenía los labios fruncidos y el ceño arrugado.
— ¡Con un carajo Potter!—, bramó Theo—, mueve tu culo para que podamos salir de aquí.
— ¡Ya casi! Yo…
—¡MAXIMA BOMBARDA!—, gritaron a lo lejos.
— ¡Están aquí!—. Luna salió de la chimenea y se plantó frente a Harry con la varita en alto.
— ¡Mierda!—. Theo no tuvo mucho tiempo. Tenían que salir de ahí y tenían que hacerlo ya. Así que aún a sabiendas de que cierta rubia lo iba a odiar por lo que iba a hacer, no tuvo más opción —. Siempre he pensado que eres un idiota Potter—, siseó Theo girándose hacia Harry— pero nunca más que ahora.
Lo último que vio Harry fue el puño de Theo estrellarse contra su rostro.
— ¡¿Pero qué hiciste Nott?—, preguntó Luna asustada mientras mirada en hito en hito el cuerpo de Harry al tiempo que un segundo Bombarda hacía retumbar las paredes del lugar.
Sin miramientos y sin contestar, Theo, con un rápido movimiento de varita, elevó el cuerpo de Harry y lo arrogó duramente dentro de la chimenea. Al instante las llamas lo rodearon y Harry desapareció.
Y cuando Theo tomó sin pedir permiso a Luna firmemente por la cintura, se la echó al hombro y comenzó a correr hacia la chimenea, un estruendo ensordecedor hizo temblar lo cimientos de la vieja mansión. El castaño perdió el equilibrio y sin poder evitarlo fue a parar al suelo con Luna sobre él.
— ¿Estás bien?—, le preguntó con voz entrecortada. La rubia sólo asintió en silencio—. Bien, hay que movernos o nos mataran. De pie Luna.
Ambos se pararon lo más rápido que sus piernas se lo permitieron, en un acto reflejo se tomaron de la mano y emprendieron de nuevo el camino al escape…pero jamás llegaron a la chimenea, ante sus ojos sorprendidos ésta voló en mil pedazos en una explosión que los mandó a volar varios metros.
El impacto de su cuerpo contra la dura pared le robó el aliento en un pesado gemido que escapó de sus labios. Como en cámara lenta, comenzó a resbalar hasta caer aparatosamente, con las piernas abiertas, cabeza agachada y la barbilla pegada el pecho. El aturdimiento era total. Un lastimero y punzante zumbido se instaló en sus oídos, haciéndolo sentir como si estuviera bajo toneladas de agua y la presión de ésta le aplastara los tímpanos contra el cerebro.
Dolorosamente abrió los ojos. Una densa capa de humo mezclada con polvo llenaba el lugar dificultándole la visión. La chimenea, la única ruta de escape seguro estaba hecha pedazos, diminutas y moribundas llamas verdes quemaban la esquina de alguna cortina y la pesada araña de luces que en antaño imponía, quedó hecha pedazos sobre la roída alfombra chamuscada.
Aturdido, tardó unos segundos recordar qué diablos había pasado, pero entonces la imagen de la chimenea explotándole en la cara lo invadió casi a la par con el recuerdo y la sensación de la mano de Luna entrelazada con la suya, despertó sus adormiladas neuronas.
— ¿Luna?—. Le dolía hasta el simple hecho de mover los labios, sentía la garganta hirviendo y la lengua engarrotada. Con la mayor velocidad que su cuerpo se lo permitió, se puso en pie, al hacerlo no pudo evitar tomarse la cabeza con ambas manos y tambalear un poco al dar su primero paso. Agudizó la visión al máximo, tratando de ver entre el asfixiante ambiente; fue entonces que un quejido lastimero atrajo su atención, luego hubo un segundo que fue el preludio de un tercero. Con el corazón desbocando y notando una desagradable sensación en le pecho, se dejó guiar por aquellos lamentos que, conforme avanzaba, se hacían mas intensos. De pronto la imagen de cabellos rubios desparramados en el suelo se atravesó en su campo visual—. ¿Luna, Luna?—, dijo una vez inclinado junto a la chica quien se debatía en la semiinconsciencia.
—Harry—, susurró ella. Fueron palabras que se clavaron en el pecho del castaño como la más traicionera de las estocadas.
—No Luna, no soy Harry, son Theo…soy Nott, ¿me escuchas?, ¿Luna?, tenemos que salir de aquí.
Los ojos de un azul eléctrico de Theo recorriendo fervientemente el cuerpo de Luna. Una gran mancha roja contrastaba horriblemente entre sus cabellos rubios. Corría desde su sien derecha hasta perderse por debajo de su oreja.
— ¿Puedes ponerte en pie?
Ella tardó un momento en contestar, poco después movió la cabeza lentamente de arriba abajo. Tomándola por la cintura, Theo la ayudó a levantarse, no la soltó siquiera cuando ella ya estaba trabajosamente erguida junto al castaño.
Un sólo paso, nada mas que un paso pudieron par cuando la peor de las voces, la peor voz que Theo había escuchado en su vida cruzó el ambiente como ráfaga de viento helado.
— ¿No me digas que te ibas sin saludar…—, un alto y fornido encapuchado se detuvo a unos metros de la pareja; el sobretodo le cubría el rostro pero dejaba ver su sonrisa macabra de dientes perfectos y una fuerte barbilla—…hijo mío?
—Padre—, escupió Theo sintiendo la rabia colmar su cuerpo. La furia comenzaba a burbujear como lava hirviente en sus venas y la furia amenazaba con nublarle el sentido. Theo estaba seguro que llegaría el día en que se enfrentaría, el día en que padre e hijo se verían las caras y no sería precisamente para tomar el té mientras se contaban sus vidas. Ellos dos se enfrentarían…él le cobraría todas y cada una, sin dejar cuenta pendiente…ninguna deuda quedaría sin saldar. Pero no sería ahora, no hoy. Ahora había algo mucho más importante, salir de ahí, salir con vida, sacar a Luna con vida. Theo miró de reojo a la rubia. Su piel era pálida y en su rostro un rictus de dolor.
Poco después sus miradas se encontraron. La determinación ardiendo en los ojos azul cielo de Luna, un asentamiento de cabeza por parte de ella y él supo de ambos pensaban lo mismo.
Ése día no sería el día.
Ambos empuñaron la varita fuertemente entre sus dedos, acto que no pasó desapercibido por el letal Mortífago.
Unas carcajadas demenciales y estridentes salieron de la boca del asesino, burlándose de aquellos dos, y así como iniciaron acabaron, abruptamente….de la misma manera en que se escapa el último aliento del moribundo—. Ni quiera lo pienses. Sabes que conmigo no tienes oportunidad—. Nott padre alzó su mano asesina y retiró la capucha de su cabeza. De pronto los miraban unos ojos iguales a los de Theo, de pronto un cabello castaño como los de Theo se dejaron apreciar, de pronto un rostro masculino, anguloso y varonil, pero mas viejo que el de su hijo, se mostró ante ellos…—. Aún puedes venir conmigo. Estoy seguro que mi Señor te aceptara. Talvez te castigue solo un poco, pero será un precio pequeño comparado con la gloria que te espera si te nos unes—. En un rápido movimiento sus ojos se posaron el Luna. Una mirada lasciva y lujuriosa la recorrió de pies a cabeza. Theo sintió a la rubia temblar contra su cuerpo, al tiempo que una rabia casi indómita pugnaba por escapar—. Ella también puede venir. La pasaríamos muy bien.
—Púdrete—, bramó Theo mientras pegaba posesivamente a Luna contra él.
Nott padre ladeó la cabeza mientras los mirada con gesto curioso, casi con inocencia.
—Tsk, tsk, mí querido Theo—, fijó sus orbes llenas de fanatismo en su hijo—, estás muerto.
—No padre, tú lo estás. ¡Ahora!
De las varitas de Luna y Theo salieron sin descanso rayos de luz contra el cuerpo del Mortio, pero éste, lleno de la experiencia que entrega la muerte y curtido de los reflejos que regala el esquivar maldiciones, logró echarse al suelo. El Crucio de Theo, pasó quemándole la ropa.
Sin detenerse un instante, Theo y Luna salieron corriendo del lugar con dirección a la puerta. Sabían que afuera seguramente estaba atestado de Mortífagos que pelearían por sus cabezas, pero por lo menos tendrían una oportunidad de desaparecerse una vez fuera de la casa.
Theo seguía sosteniendo a Luna por la cintura con un brazo mientras que con el otro lanzaba maldiciones sobre su hombro, Luna junto a él hacía lo mismo.
Un grito de furia incontrolable retumbó el toda la casa, la garganta de Nott padre se desgarraba de cólera al tiempo que su rostro adquiría aquella expresión demencial…era la bestia despertando…sus ojos se oscurecieron, como si fuera un perro mostraba los dientes bravamente mientras sus puños se apretaban y la varita entre sus dedos crujía peligrosamente.
Con una velocidad sobre natural se puso en pie echando a correr tras los jóvenes quienes estaban a unos metros de la puerta.
—¡Te voy a matar Theodore Nott!—, gritó encolerizado—. ¡Mortis Incendio!—, bramó apuntando a la espalda de su hijo.
Luna gritó pero Theo no pudo esquivar la maldición. Un rayo de fuego negro se estrelló contra su espalda, cerca de su hombro derecho. El castaño gritó de dolor mientras el fuego maldito le quemaba la piel. El momento un olorcillo a quemado llenó el ambiente.
—¡Theo!—, gritó Luna asustada mientras veía al ex Slytherin doblarse de dolor. Con miedo echo un vistazo a la espalda del chico, estaba negra. La piel se desprendía en algunos lugares casi calcinada.
—¡Maldito loco de mierda!—, escupió Theo con los labios apretados. Aquello dolía como el demonio, de no se por una serie de hechizos y magia antigua que protegían su cuerpo en estos momento estaría muerto. Y justo cuando se giraba para enfrentar a su padre, un grupo de tres mortios más hacían su entrada en la ancestral casa de los Black.
Que de ella, quedaba muy poco.
El vestíbulo estaba completamente destrozado…la pesada muerta de roble colgaba sobre los goznes…el papel tapiz ardía incesantemente, el polvo dominaba el lugar, humo negro que empañaba la visión y las cabezas de elfo rodaban por el suelo. El paragüero de pierna de Troll, con el que siempre tropezaba Tonks, estaba hecho cenizas, los cuadros ardían en las paredes mientras sus ocupantes gritaban y se desgarraban la piel con la uñas y tiraban de sus cabellos….La matriarca, Walburga Black, se consumía lentamente presa del fuego que la rodeaba, sus gritos desgarradores laceraban los tímpanos.
— ¡Theo, cuidado!—, gritó Luna haciéndose escuchar sobre los alaridos de la bruja madre difunda de Sirius al ver como los oscuros le apuntaban al castaño.
Pero esta vez las protecciones de Theo no fueron tan efectivas, menguadas por la magia negra que había usado su padre contra él, no pudieron detener el Sectusempra que le golpeó el pecholanzado por su antiguo compañero de clases, Gregory Goyle. Y con esto decenas de tajos, como hechos con espadas invisibles, adornaron el cuerpo de Theodore Nott.
La sangre manchó el suelo, pintó las mugrientas paredes de rojo y salpicó el rostro de Luna. El pesado cuerpo de Theo se dejaba caer de rodillas mientras impotentemente llevaba una mano a la más grande de las heridas y trataba inútilmente de calmar la hemorragia. Con incredulidad, clavó sus ojos en los de Luna mirándola desde el suelo, suplicando el silencio por algo que, estaba seguro, jamás tendría.
—No, no, no, ¡NO!...No te dejaré morir, no Theo ¡no!—, chilló Luna mientras las carcajadas de los presentes comenzaban a rodearla.
—Tú no harás nada preciosa—, se escuchó la voz de Nott padre acercándose lentamente a sus espaldas, Luna se puso rígida sin atreverse a voltear—, excepto ver morir al mal parido de mi hijo, y puede que con suerte retoces en mi cama un rato—. Gritó de horror al notar la pesada y nauseabunda respiración de aquel chocar contra su nuca, al tiempo que sus dedos le tomaron un mechón de sus cabellos y escuchó como aspiraba profundamente su aroma—. Te haré gritar como nunca antes lo has hecho, aunque no te garantizo que siempre sea de placer.
Las asquerosas risas de los otros tres se unieron a la de Nott. Los cuatro hombres se cerraron en torno a ella rodeándola de pie mientras se encontraba hincada en el suelo con la cabeza de Theo desangrándose bajo su regazo.
—Eso lo veremos—, susurró lento y firmemente. Ella no era leona, no fue a Gryffindor, en su pecho jamás brilló el escudo rojo y dorado pero en estos momentos su interior ardía de coraje, en sus ojos se reflejaba la flama de su valentía y sus dedos empuñando la varita demostraban tanta fiereza que el mismo Godric Gryffindor sentía vergüenza de llamarse el más valiente.
Pero sin dudarlo era Ravenclaw, sabía mantener la cabeza fría…analizar…procesar y encontrar el modo mas fácil…el correcto. Sus ojos se pasaron rápidamente por el lugar casi imperceptiblemente…sonrió para sus adentros cuando encontró la respuesta a su acertijo: el techo estaba por derrumbarse surcado de grietas, tan sólo necesitaba un empujoncito más y se derrumbaría sobre SUS cabezas.
— ¡Bombarda!—, gritó apuntando al techo y tomando desprevenidos a los demás. Fue por eso que ellos no fueron tan rápidos, fue por eso que no tuvieron oportunidad de convocar un Protego que los cubriera de las pesadas losas que caían de arriba.
Ellos no lo hicieron, pero Luna sí. Casi en el instante en que sus labios pronunciaron el hechizo y se abrazó a Theo protegiéndolo con su cuerpo, convocó un silencioso Protego formando un campo alrededor de sus cuerpos, evitando que murieran aplastados.
Cuando el estruendo del derrumbe se fue apagando hasta quedar en silencio, Luna se incorporó un poco aún con un brazo rodeando a Theo y el otro sobre su cabeza. El un principio el polvo no le dejaba ver nada. Ella había acabado con prácticamente toda la casa. Con los ojos fruncidos alzó la vista mirando através del inmenso boquete del techo; curiosamente la cama donde ella y Harry dormían colgaba de la orilla, Luna trajo saliva. Luego inspeccionó a su alrededor, y con estremecimiento recorriéndole todo el cuerpo, vio los cuerpos de dos de los jóvenes mortios sobresaliendo de debajo de las losas, completamente aplastados, mientras que un brazo sin dueño se dejaba ver mas allá. Después miró a sus espaldas, no había rastro de Nott padre, el techo lo había cubierto por completo.
Un quejido de Theo la hizo girar hacia él.
—Tranquilo Theo, te voy a sacar de aquí, lo juro—. Estaba pálido, pálido de muerte, temblaba, podía notar el bajón en su temperatura corporal y los latidos de su corazón rugiendo desbocado, tratando de compensar la sangre perdida.
—Luna….
—Ssshh, no digas nada, no te esfuerces.
—Luna…
Sin perder un minuto mas, Luna tomó a Theo entre sus brazos, hechizó su cuerpo para hacerlo mas liviano y tirando de él por la cintura logró cruzar el solitario marco que daba la bienvenida a Grimmauld Place.
Cerró sus ojos con fuerza, tratando de pensar en un lugar seguro donde aparecerse, lo malo es que en las actuales condiciones le era imposible concentrarse…de pronto lo vio, no conocía el lugar del todo bien ya que solo había estado una sola vez ahí, precisamente con Theo y Pansy en una misión hacía un año pero estaba segura que podría lograrlo. Sí, podría hacerlo.
Theo sintió las ultimas fuerza abandonar su cuerpo y, permitiéndose caer en un abismo oscuro y frío, lo ultimo que sintió fue la fuerza de la desaparición tirando de él.
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N/a:
Hola!
Bien, pues para todas las chicas (cos, nunca se sabe) que gustan de leer a esta pareja y que nunca antes me habían leído a mí, déjenme presentarme, soy Gely o mejor conocida como Ninkie Potter y esta es mi primera historia sobre éstos dos….
He de confesar que si escribí esta historia es por mi INMENSA fascinación por el castaño Slyhterin mas sexy y macho de todos los tiempo, Theodore Nott.
Jejeje…
Ya había escrito de él en un One-Shot llamado Tras el Muro, y en mi historia La Dama del Invierno, pero quería darle una historia más de él, mas propia donde solo él fuera el protagonista.
En cuanto a la chica, Luna es un personaje que me cae muy bien y creo que en esta ocasión y dadas las situaciones que se darán mas adelante en la historia era la mas indicada.
Espero en el alma que les haya gustado, si es así un review y me lo hacen saber, y si no, pues también…jijiji….
Desde Tijuana México un abrazo enorme y nos leemos pronto.
GRACIAS POR LEERME.
BESOS
GELY : )
