SNK Heroines/The King of Fighters y todos sus personajes pertenecen enteramente a sus respectivos autores y son usados aquí con meros fines de entretenimiento y perversidad.

Aclaraciones y advertencias: esta historia no tiene realmente gran contenido, es más bien un PWP (o sea, lemon lol) entre Rock y Fem!Terry. Si no te agrada la idea, es mejor que no sigas leyendo; si sí te gusta o simplemente tienes curiosidad, bienvenido.

Última aclaración: Rock en este fic tiene dieciocho años, es decir, es mayor de edad (sé que en algunos países es a los veintiuno, pero en el mío no y shá). No quiero que aparezca algún SJW a decirme que estoy sexualizando a un menor de edad DE FICCIÓN o esa clase de tonterías. Perdonen, me molesta un poco-mucho el tema (?)

Sin más que decir, ¡espero les guste!


Rock se apresuró a continuar friendo la carne mientras cortaba las verduras en pequeños trozos. Realizar dos tareas a la vez no era algo que no hubiese hecho antes, cocinaba bien y rápido, pero en esa ocasión estaba más apurado de lo normal. Llegó incluso a rozar el cuchillo con uno de sus dedos, provocándole una mueca de dolor antes de llevárselo a la boca de forma rápida, afortunadamente la herida era superficial. Una voz detrás suyo le provocó un escalofrío:

—Si te molesta mi presencia, puedo irme —dijo Terry. Rock tragó saliva mientras negaba dificultosamente con la cabeza, ¿molestarle la presencia del mayor? ¿cómo era eso posible? Terry era la única persona con la que se sentía realmente cómodo. Pero ese timbre de voz sonaba más agudo, más suave. Miró de reojo la figura del mayor, mucho más delgada de lo normal, y suspiró.

Bastaron unos días para que Terry cambiara completamente. Más bien, fue en una noche: Rock entró al cuarto como siempre para decirle que el desayuno estaba listo, y fue recibido por una mujer desconocida y despeinada que bostezaba mientras preguntaba si podía ir a comprarle un par de cervezas para acompañar los alimentos. Rock había recorrido, con la mente totalmente en blanco, la figura que reposaba en la cama de Terry y lo contemplaba confundido al ver su expresión, y cuando su vista se detuvo en la playera blanca que había reducido su tamaño para convertirse en un ceñido top que sujetaba un par de grandes pechos, fue el momento en que ambos gritaron.

Todo era culpa de la magia: eso fue lo único que Rock logró entender de las frases y maldiciones que Terry soltó. Dijo algo sobre un sueño, un sueño en donde se había convertido en una mujer (y que después admitió, apenado, que no era la primera vez que soñaba con algo así) y secuestrada junto con otras chicas, pero donde al final todo acabó bien y recuperaba su cuerpo de varón para despertarse, a causa de una nueva pesadilla que no quiso explicar, y luego por el llamado matutino de Rock. Un sueño dentro de otro sueño y, ahora...

Terry se negaba a salir del departamento: no podía permitir que nadie lo viera así. Rock le dio la razón, pero ahora que sabía su más profundo secreto, se convirtió en su cómplice y el encargado del mayor... la mayor. No es como si no lo hubiese hecho antes, más bien desde que era un niño, pero la situación era completamente distinta y el cuerpo de Terry, también.

Claro que lo incomodaba, ambos lo sabían: Rock nunca disfrutó de la compañía femenina, las mujeres le intimidaban bastante. Así pues, ¿cómo iba a reaccionar al darse cuenta que la persona en la que más confiaba en el mundo, si no es que la única, se había convertido de la noche a la mañana en una mujer? Y ni hablar de su ropa... si alguna vez juzgó a Mai por su forma de vestir, mentalmente le pidió disculpas.

—Podrías irte a poner algo más abrigado —comentó él de pronto, fingiendo concentrarse en la preparación del desayuno —¿No te da frío con eso puesto? Al menos usa un suéter o algo así.

Escuchó a Terry chasquear la lengua hasta que, segundos después, suspiró con tristeza.

—Rock... toda mi ropa está igual —afirmó, y era algo de lo que Rock también fue testigo: las playeras se habían convertido en tops idénticos al que traía en ese momento, al igual que las chaquetas rojas que se habían reducido de tamaño, ¡ni hablar de los shorts! Era sencillamente vergonzoso. Y también se negaba a utilizar su característica gorra tanto porque estaba en casa como porque, de igual forma, estaba "transformada". Fue el turno del menor para suspirar.

—Escucha, tal vez si buscas bien en el cuarto... —comenzó a decir, antes de recordar que el otro tenía razón y no podía utilizar nada de su antigua ropa: hasta su vieja chaqueta de aviador servía apenas para cubrirse. Se le ocurrió una idea —. Ponte algo mío si quieres —dijo mientras señalaba la puerta de forma distraída. Ya había hecho esa propuesta con anterioridad, pero el otro la rechazó al asegurar que nada le quedaría o no se le vería bien, ¿tenía que ponerse en ese plan? —. No tardes, terminaré pronto —agregó. Tenía la necesidad de hablarle así, como si nada entre ellos hubiese cambiado, como si Terry siguiera siendo Terry... que, al fin y al cabo, lo era, ¿o no? Dejó de pensar en eso para concentrar toda su atención en seguir cocinando, bajo la mirada del rubio mayor quien se encogió de hombros pero igual obedeció, yéndose a la habitación. Cerró la puerta tras de sí, ¿cuándo volvería a su antiguo cuerpo? ¿Qué dirían los demás si lo veían así? Rock era el único en quien podía confiar, el que no se burlaría y lo ayudaría a encontrar una forma de sobrellevar la situación mientras esta durara… suponiendo, claro, que durase más de lo que ambos podrían soportar.

Tal pensamiento lo hizo estremecer. Se acercó al armario con desgano y rebuscó entre los cajones, tomando una de las playeras negras hasta que notó que, encima del bote de ropa sucia, estaba una de las chaquetas de Rock: al parecer aún no tenía tiempo de lavar con todas sus demás ocupaciones. Suspiró y se acercó, quizá si él lo hacía podría ayudar con algo al menor, quien de por sí realizaba todas las tareas domésticas en esa casa, tanto por gusto como porque sabía que Terry dejaba mucho que desear en habilidades hogareñas. Tomó la prenda entre sus manos y pasó sus ahora delgados dedos por encima de la tela, delineando los adornos de la misma antes de que, sin saber por qué razón, cerrara los ojos y la acercase a su rostro. Inhaló: el aroma del más joven inundó sus fosas nasales, la mezcla de sudor, la colonia que acostumbraba usar, un poco del propio al tener la ropa en la misma cesta...

El jadeo que salió de su boca lo hizo volver a la realidad, ¿qué estaba haciendo? Los colores se le subieron a las mejillas y el rostro delgado y de facciones finas en que se había convertido su varonil cara, le devolvió la mirada en el espejo. Maldijo entre dientes mientras se acercaba a la cama y se sentaba en el borde, con la chaqueta de Rock en su regazo. La alisó entre sus manos antes de tragar saliva, tomarla y acercársela de nuevo al rostro. El tintineo de sus pulseras lo hizo creerse descubierto y casi provocó que saltara de la cama para fingir que nada pasaba, pero en ese momento una ansiedad y, sobre todo, un calor inusitado, le nubló completamente el juicio.

Entreabrió los labios, pero ningún sonido salió de su boca. Cerró los párpados y volvió a inhalar, olvidándose momentáneamente del sitio donde se encontraba y el hecho de estar haciendo algo como eso. Apretó los muslos mientras oprimía la chaqueta contra su nariz de manera casi desesperada: por Dios, el olor... ¿cómo era posible que, durante todos esos años, nunca se percatara de lo delicioso que olía Rock? No encontraba ningún adjetivo para definirlo, de lo único que tenía la certeza total era que, por alguna razón más allá de su comprensión, el aroma de Rock le estaba haciendo perder la cabeza.

Cayó en la cama, sujetando la ropa con ambas manos, abrazándose prácticamente a ella. Apretó las piernas y eso provocó que se mordiera el labio inferior para acallar lo que sea que deseaba decir. Un cosquilleo se hizo presente entre sus muslos, y aquello lo asustó. Ahora entendía más o menos lo que estaba sucediendo, pero nunca se esperó que, en ese cuerpo, la excitación resultara tan fuerte y, sobre todo, insoportable.

En un rápido movimiento quedó boca abajo, aferrado todavía a la chaqueta mientras apoyaba las rodillas en el colchón para elevar sus caderas, aunque seguía sin saber por qué motivo… o tal vez no quería pensar en ello. Bajó la diestra en un recorrido del cuello al escote, con muchas ganas de palpar lo que había debajo del top, pero no lo hizo: no es como si fuera la primera vez que se tocaba, pero sí la primera en que lo hacía con ese cuerpo y de algún modo le resultaba incómodo, incluso atrevido tomando en cuenta que seguía sintiéndose ajeno a él. Las caricias eran suaves, apenas toques con la punta de los dedos hasta que se atrevió a oprimir con mayor fuerza o, mejor dicho, insistencia. Hubo un instante en que creyó que le faltaba el aire, pero se recuperó y pasó los roces hacia el abdomen extrañando la falta de músculos marcados o esa pequeña barriga que surgía cuando el menor preparaba sándwiches, y estuvo a punto de detenerse cuando llegó a la apertura de los apretados shorts. Sin embargo, hubo algo que le hizo seguir, y fue la ropa de Rock que estaba ahora bajo su cuerpo. Fue necesario evocar su imagen a pesar de saber lo inapropiado que era: el atractivo rostro del joven, esas facciones cada vez más maduras y masculinas y que, a pesar de que era inevitable pensar en Geese cuando lo observaba detenidamente, debía admitir que el parecido físico no era tanto como para preocuparse. El vivo color de sus ojos y el brillo con el que lo miraban cuando estaba feliz o el modo en que se oscurecían cuando se enfadaba, sus finos labios… lo mucho que se había desarrollado en esos años de convivencia. Lo alto que estaba, pronto lo superaría en estatura… los músculos que se le delineaban con esas entalladas playeras… sus manos con las que podía golpear con la misma habilidad con la que cocinaba… sus manos sin guantes de por medio recorriendo ese cuerpo, su cuerpo…

Dudó un poco, pero en cuanto sus dedos tantearon la zona baja por encima de la ropa, combinado con el olor de Rock que aún poblaba su nariz y esos pensamientos nada sanos, su corazón latió con más fuerza que nunca. Hizo el toque más insistente, de arriba hacia abajo, sus rodillas temblaron y creyó que caería pero no lo hizo, tanto era su deseo de continuar. Movió las caderas al compás de sus dedos, todavía visualizando a Rock en su mente ahora ya no como una imagen aislada sino siendo partícipe de su deseo. Aquello fue el acabose, y no pudo resistirlo más: ese coctel de nuevas sensaciones combinadas con una lujuria de la que nunca se creyó capaz, lo hicieron soltar el nombre del menor de forma bastante audible. Supo enseguida que había cometido un error cuando escuchó los pasos apresurados del más joven acercándose a la habitación y abriendo la puerta bruscamente.

—¿Qué sucede? —preguntó, asustado de que algo malo le hubiese pasado con ese llamado que sonaba tan desesperado, pero al contemplarlo... o contemplarla sobre la cama, con las mejillas encendidas y en aquella postura con la mano apoyada firmemente contra su entrepierna, fue su turno de enrojecer completamente. No había que pensar mucho como para saber qué estaba ocurriendo —Qué... ¿qué estás haciendo? —preguntó, pese a todo. Terry resopló con molestia por esa interrupción que le impidió llegar al clímax, recostándose mientras volteaba a verlo, y Rock tragó saliva al ver que tenía el top más abajo de lo normal y una capa de sudor cubriéndole la expuesta piel.

—No… no se suponía que lo vieras —comenzó a decir, con el pecho subiendo y bajando en una respiración lenta. Fue entonces que Rock se percató de que tenía su chaqueta sujeta contra su cuerpo, y lo primero en lo que pensó fue en acercarse para apartársela. Estuvo a nada de soltar un molesto por Dios Terry, ¿en qué demonios estabas pensando?, pero no lo hizo porque no quería hacer más grande la situación, deteniéndose frente a la cama con la mano puesta sobre la ropa.

—B-Bueno, pero ya da igual —contestó con falsa calma, más bien apuración —. Olvidemos esto, ¿quieres? Ve a desayunar de una vez, la comida se en...

La mano de Terry se aferró firmemente a su muñeca. Rock se sorprendió de que la presión fuera tan fuerte, pero no debía olvidar la fuerza de Terry, esa cualidad que admiró desde la primera vez, y que al parecer no había menguado a pesar de lo delgado que ahora lucía. El jalón que lo hizo caer a su lado, en la cama, lo hizo reafirmárselo.

—Qué es lo que... —nuevamente, no terminó de hablar: las ahora pequeñas manos de Terry recorriendo su cuerpo lo hicieron estremecerse. Sin embargo, él (ella, más bien), estaba igual o peor, con la mirada vidriosa y el rostro enrojecido. La vista de Rock bajó para posarse en su escote, en esos pechos que parecían buscar la forma de salir del top.

En circunstancias normales, Rock estaba seguro de que no permitiría que nadie lo tocase de esa manera, fuera un hombre o una mujer. Pero esa no era una circunstancia normal: estaba con Terry, la persona en la que más confiaba, la que más quería en el mundo... tal vez la misma magia que lo había transformado en una mujer estaba provocándole un nuevo efecto y obligándole a actuar así, o eso quería pensar. Así que debía proceder con calma, comprensivo, apoyándolo como lo había hecho siempre… o, en este caso, apoyándola.

Terry bajó el rostro hasta su cuello y Rock ladeó la cabeza por inercia, dándole sin querer el espacio necesario para que no se separara. La nariz de la mayor y su aliento en esa zona le hizo cosquillas, pero lo que le hizo sobresaltarse fueron sus palabras:

—Hueles bien... —dijo ella —¿Desde hace cuánto hueles tan bien? —agregó, en tono pesado. Rock sintió como los suaves pechos descendían hasta apretarse contra sus pectorales por encima de la ropa, y se mordió el labio inferior con fuerza.

—Siempre he olido así, Terry —respondió como pudo. Hizo el ademán de incorporarse, pero el otro no se lo permitió, por lo que Rock terminó gruñendo: debía ser comprensivo, sí, pero tanta cercanía no era parte del trato —... ¿Qué es lo que quieres?

Terry alzó la vista para mirarlo. La expresión de necesidad continuaba por lo que Rock hizo una mueca antes de que ella hundiese la nariz en su cuello, inhalando de nueva cuenta ese aroma "peculiar". Rock tenía la vista fija en la pared, incómodo como jamás lo había estado en toda su vida, intentando distraer su atención en algo que no fueran las manos femeninas aferradas a su abdomen y el rostro frotándose contra su cuello como si se tratara de una gatita mimosa. Pero en cuanto sintió la misma mano colarse por debajo de su playera, fue inevitable soltar un jadeo que ni así logró alejar a Terry.

—Basta… basta, deja de jugar —exigió Rock, haciendo un esfuerzo por quitárselo de encima. Logró escuchar un bufido de Terry, que continuaba sujeta… ¡sujeto! a su cuerpo de forma desesperada. No iba a lograr apartarlo por mucho que lo deseara, a menos que usara la fuerza y eso era algo que de verdad no quería hacer, a pesar de saber que Terry no era ningún débil ni siquiera en esa forma tan fina. De pronto las uñas del mayor se enterraron en su abdomen y sus dientes en el cuello, logrando sacarle un quejido de dolor, ¿por qué hacía eso? Intentó tranquilizarse de nueva cuenta —. E-Escucha, si tienes alguna… necesidad, sáciala tú solo… o sola... —no pudo terminar de hablar, porque de pronto sintió algo mojado contra su entrepierna. Se quedó completamente paralizado, y las caricias se detuvieron tan repentinamente como habían comenzado. Sin embargo, Terry continuaba encima de su cuerpo y con la cara oculta en su cuello, pero esta vez estaba seguro que lo hacía por la vergüenza. La voz femenina lo sacó de sus pensamientos:

—Lo siento… lo siento tanto… —la escuchó decir, en un murmullo apenas audible. Sonaba de verdad afectada, y tenía razón en sentirse así después de lo que había hecho… pero a Rock le dolió ese tono tan triste, tan... decepcionado de sí mismo. Nunca le gustó ver así a Terry, por eso siempre se esforzó en complacerlo y hacerlo feliz, fuera dándole un buen entrenamiento o preparándole su comida favorita, que le mostrara esa sonrisa que lograba calmar sus pesadillas nocturnas. Terry siempre le dio todo a la medida de sus posibilidades, y desde que era pequeño se encargó de actuar no sólo como un padre sino como un hermano mayor o el mejor de los amigos, alguien con quien siempre podía contar. Nunca podría pagarle con nada todo lo que le había dado… así que, pensándolo con frialdad, era su turno de apoyarlo en un momento tan difícil como ese.

Ahora sí usó la fuerza, quitándoselo de encima para en un rápido movimiento colocarse sobre él, ella, más bien. Terry se sorprendió ante el cambio de posturas, pero no dijo nada, se limitó a mirarlo fijo con los labios entreabiertos. Rock evitó su vista, pudoroso.

—S-sólo haremos esto, ¿bien? Para que te tranquilices —comentó. No tenía ninguna experiencia, pero confiaba en que no lo haría tan mal o en que Terry lo guiaría. Además, ¿qué tan difícil podía ser...? Tragó saliva. Su mano bajó a la entrepierna contraria, los shorts estaban tan pegados a los muslos femeninos que le costó trabajo introducirse bajo estos, pero una vez sus dedos tocaron la ropa interior completamente húmeda, el gemido de Terry lo tomó desprevenido y estuvo a nada de apartarse, pero ella se lo impidió.

—Ahí... —indicó débilmente. Las mejillas de Rock estaban igual de rojas que sus pupilas, pero hizo el esfuerzo de controlarse para no salir corriendo de la habitación. Exhaló y en silencio comenzó a frotar los dedos contra esa parte, observando como Terry apretaba los párpados al igual que los labios. Flexionó una pierna para estar más cómoda mientras el movimiento continuaba. Rock podía sentir lo caliente y palpitante que estaba la zona, contemplando de primera mano la forma en que Terry ladeaba el rostro hacia la derecha y después a la izquierda, y la manera en que su pecho se elevaba para descender casi enseguida. Tragó saliva: en todos sus años de vida ninguna mujer, por hermosa o curvilínea que fuera, había logrado tenerlo en una situación así. Pero ser testigo de la forma en que Terry ahogaba sus gemidos, cómo se agitaba y apretaba las sábanas entre sus manos, tuvo un efecto inesperado en él y, con la mano libre, bajó el top blanco de un solo tirón. Los pechos, grandes y pálidos, rebotaron un poco antes de mostrarse en todo su esplendor y eso causó que Terry abriera los párpados volteando hacia el menor.

—E-espe... —No terminó su frase, no pudo hacerlo: de su garganta emergió un grito ahogado cuando los labios de Rock se prendaron a uno de sus pezones con imprevista urgencia. Sintió la lengua alrededor de este y, en cuanto se endureció, succionó con avidez. La mano con la que segundos antes jalaba la sabana, bajó hasta la cabeza del menor y la empujó contra su pecho, deseosa de más. Nunca quiso admitir lo sensitiva que era zona incluso desde que era un hombre, pero ahora le parecía más sensible que antes, más necesitada. Los dientes del rubio provocaron que hiciera la cabeza hacia atrás, y la fricción insistente contra su clítoris causó que intentara cerrar las piernas a pesar de que el joven en medio de ellas se lo impedía. A pesar de "habitar" recientemente ese nuevo cuerpo, la sensación le era conocida: los ojos lagrimeando, el sudor pegándole el cabello a la frente, la respiración que se hacía cada vez más gruesa… faltaba poco, faltaba tan poco…

Pero no ocurrió nada, porque Rock se apartó. Terry volteó a verlo, confundido pero también molesto de que hubiese interrumpido el momento (otra vez) cuando ya estaba tan cerca de alcanzar su clímax, pero no pudo protestar al sentir como el otro se colocaba en medio de sus piernas. Tragó saliva, Rock no sería capaz de dejarse llevar por sus instintos naturales… ¿o sí? Pese a todo y a lo mucho que lo había provocado, no deseaba averiguarlo. Pero en cuanto colocó ambas manos en sus shorts y jaló hacia abajo para apartarlos con todo y esos pegados interiores, dejó salir un gemido de sorpresa. Intentó apretar los muslos de nueva cuenta para que el otro no mirase esa zona que también él observaba cuando estaba en la ducha, primero con sorpresa y luego con nostalgia. Pero era inevitable: el menor contempló su rosácea vulva, coronada con un vello rubio que, en esos momentos, se encontraba empapado. El bochorno era mucho, pero aumentó cuando Rock tomó sus piernas para abrirlas de par en par y Terry lo miró, agitado. Su sexo estaba abierto y expuesto, tan húmedo que hilos de fluidos bajaban entre sus glúteos hasta dejar una mancha en la cama. Por parte del más joven parecía fascinado con esa parte de su anatomía, con las rojas pupilas fijas en ella hasta que fue acercándose poco a poco: no escuchó, más bien, no le importaron las palabras de Terry, quien finalmente entendió qué era lo que pretendía. ¿Cómo sospecharlo, si Rock era tan tímido, tan serio, tan poco dado a guiarse por sus impulsos? El muchacho apenas oyó frases cortadas provenientes de la boca de Terry, extractos sobre que no lo hiciera, que debía darse una ducha antes, que era vergonzoso o cosas así. Sujetándose de sus muslos acomodó las piernas de la ahora rubia por encima de sus hombros, bajó el rostro y sin más lo hundió en su entrepierna.

—¡R-Rock! —chilló Terry cuando la lengua del menor comenzó a recorrer su vulva de arriba hacia abajo para después dedicarse a los mojados labios. Con sus piernas lo apretó contra sí para que no se separase, para que continuara y siguiera aferrado a esa zona que jamás pensó en compartir con alguien más, menos con el jovencito. Oh, Dios, ¿por qué se sentía tan bien? ¿Por qué el menor estaba haciéndole sentir tan bien en ese cuerpo? Las hormonas, no encontraba otra explicación: las hormonas femeninas la estaban enloqueciendo... oh, no, ahora se refería a sí mismo en otro género. Pero la lengua inesperadamente hábil de Rock lo devolvió a la realidad, a una realidad que estaba pecando de exquisita. Arqueó la espalda cuando sintió el cálido aliento del menor depositarse de forma insistente en esa zona, la punta de su lengua abriéndose paso entre sus pliegues y la manera en que sorbía como si esperase una recompensa. Terry tenía los párpados entrecerrados al igual que la boca, pero sólo los primeros se cerraban totalmente de cuando en cuando debido a las acciones de Rock. Hubo un momento en el que atinó a alzar un poco la cabeza para contemplarlo, y se arrepintió enseguida de ello por mero pudor: la mata de pelo rubio sobresalía contra su piel lechosa y el vello púbico. Hubo un instante en que quien alzó la vista fue Rock y Terry pudo observar lo brillantes que lucían sus ojos rojizos, como jamás los había visto. Parecía... satisfecho, una mirada profunda como si estuviera atravesándolo, como si quisiera ver más allá de su cuerpo y de esas vergonzosas reacciones. Instintivamente se estremeció, él oprimió su lengua más fuerte, y eso lo hizo volver a su posición antes de gimotear.

A pesar del placer, no podía dejar de pensar en lo sorprendente que era que el más joven lograra hacerlo sentir así: interpretaba a la perfección las reacciones de su cuerpo, y las usaba a su favor. Incluso sus manos, aún aferradas a sus muslos, ejercían una presión que pasaba de suave a firme según los gemidos de Terry. Bajaba de pronto el ritmo para darle unos segundos de descanso antes de volver a retomarlo, con mayor ímpetu, y aquello lograba estremecer el cuerpo femenino que sentía las piernas temblando a pesar de continuar aferradas a la joven espalda. No supo en qué momento llevó la diestra a uno de sus pechos para palparlo casi con desesperación llegando al punto de estirar su pezón bruscamente, provocándole un nuevo gemido. Pero en cuanto el menor se dedicó por completo a su clítoris, lamiendo el contorno antes de chupar con una suavidad que segundos después derivó en insistencia, un escalofrío le recorrió la columna vertebral, explotando en su entrepierna. Arqueó la espalda y sin más sujetó la cabeza del más joven con ambas manos empujando de forma desesperada, sin importarle ahogarlo: en ese momento lo único en lo que pensaba era en desfogarse.

Rock no se apartó, al contrario, se dejó hacer a la par que encajaba las uñas en la blanca piel de los muslos femeninos mientras sentía los fluidos escurriéndole de entre los labios: Terry se había corrido, la humedad combinándose con su saliva era la prueba de ello. Jamás se esperó que una chica pudiera venirse hasta ese nivel, aunque tampoco es como si se lo hubiese preguntado con anterioridad. Siguió ahí a pesar de que Terry había terminado, porque la ahora mayor continuó sujetándolo antes de debilitar el agarre para luego deshacerlo, cayendo a la cama pesadamente. El clítoris le pulsaba de manera intermitente, en una sensación que bajaba por sus temblorosas piernas hasta terminar en la planta de los pies. Se sintió muy cansada, y fue entonces que Rock se separó con lentitud, pasando la diestra por su boca para limpiarse rápidamente con el dorso de la mano. El orgasmo de Terry había sido tal que hilos de fluido le escurrían por la barbilla y se apresuró también a apartarlos, más por vergüenza de que lo viera así que por otra cosa. Debía admitir, al menos para sí, que el sabor no era nada desagradable. Tomó aire.

—Ya estás... tranquilo, ¿no? Podemos ir a desayunar de una vez —comentó, como si nada hubiese pasado, ¿qué podía hacer? Le había dicho que lo "calmaría" y cumplió su promesa. La observó... lo observó con los párpados cerrados y los labios entreabiertos para tomar aire, las manos por encima de su cabeza y las piernas abiertas de par en par, con su sexo brillante de saliva y humedad propia. Intentó no poner atención a sus pechos que estaban bañados en sudor y mejor desvió la vista para que el otro no se sintiera incómodo de que hubiese un testigo de esa escena de vulnerabilidad total. Estuvieron en silencio unos segundos, un silencio que realmente no era incómodo porque Terry lo estaba aprovechando para descansar, hasta que habló:

—Estoy... estoy demasiado cansado como para ir al comedor —admitió con un hilo de voz. Rock frunció el ceño, ¿hablaba en serio? Terry alzó la cabeza con dificultad para dedicarle una sonrisita lánguida, y eso le hizo saber que sí, lo hacía. La rubia atrajo la chaqueta del menor hacia su cuerpo, colocándose de lado para cubrirse con ella a pesar de que tener pudor en un instante como ese resultaba inútil, tal vez sólo lo hacía porque tenía frío. Por parte de Rock, evitó posar la mirada en esos redondos glúteos.

—¿Y si me traes la comida aquí? Por favor —sugirió, aunque más bien era una petición en toda regla —. Y una lata de cerveza, ¿sí? O mejor dos —añadió, ampliando la sonrisa.

Rock entrecerró los párpados: en efecto, logró su cometido y Terry se sentía mucho mejor, el hecho de que tuviera hambre y quisiera beber era suficiente para percatarse de ello. Sin embargo y, ahora que la conciencia volvía a ocupar su cerebro, no podía dejar de pensar en lo ocurrido segundos antes. Había tocado a Terry, su cuerpo, las zonas que jamás le llamaron la atención hasta ese momento, y ella... él, parecía actuar como si nada, como si lo sucedido no supusiera un cambio en su relación. ¿Estaba fingiendo que todo estaba bien, o sencillamente no le importaba? Parecía demasiado tranquilo mientras Rock estaba ahí, con la cabeza a reventar de dudas y la vista perdida en la piel húmeda y sonrosada que estaría dispuesto a volver a recorrer si surgía la oportunidad. Una punzada lo devolvió a la realidad, incorporándose de la cama y dirigiéndose a la puerta de manera apresurada. Se detuvo, mientras Terry lo observaba en silencio.

—Sólo una —dijo, antes de salir de la habitación.


Esta historia tendrá un segundo capítulo, que pienso publicar cuando termine de corregirlo y así. No se desharán de mí y de mis perversiones tan fácilmente (?)

No tengo muchas aclaraciones que hacer, simplemente estoy fascinada con la versión mujer de Terry y considero que da para mucho jugo. De hecho, yo soy fan del genderbend así que estoy feliz con ella lol. Ahora bien, debo admitir que me gusta la relación de Rock y Terry, sea "normal" o romántica. Ya he escrito de ellos dos antes, así que ahora que Terry es una chica y surgió la oportunidad de shippearlos sin temor a ser juzgada (mentira, me juzgarán de todas formas orz), pues, heme aquí (?) Admitiré que me causa un poco de ruido que digan que es una relación incestuosa, no lo veo como tal al no ser parientes de sangre. Pero bueno, al fin y al cabo, cada quien cree, lee y escribe lo que quiere. Y yo haré lo mismo.

En fin, espero les haya gustado y dejen comentarios. ¡Gracias por leer y nos vemos en el próximo capítulo!