Año 2018 a.t.b (Ascensión al Trono Britannian). Lelouch vi Britannia se convierte en el dictador del mundo al acabar con la Federación Unida de Naciones y la facción Schneizel-Cornelia en una batalla como nunca se ha visto. Todo gracias al geass, el poder de los reyes, una magia que otorga la obediencia absoluta a quien lo posea. Más tarde, Lelouch decide sacrificarse para erradicar todo el odio concentrado en él y así hacer que el mundo viva en paz…o al menos esa era su intención.
Code Geass R3: Chained to Revenge.
Movimiento Número Uno: Ilusión Óptica.
XXX
El sol iba entrando tímidamente por los agujeritos de la persiana y empezaban a iluminar lentamente a la joven que yacía en la cama en una posición un tanto incómoda. La recién despertada muchacha se levantó y empezó a estirarse. Aún descalza, se dirigió hacia la ventana y se asomó a admirar el precioso paraje que la aguardaba debajo.
Bellos estanques con aguas cristalinas bañados por los primeros rayos del sol de la mañana, amplios y verdes jardines llenos de las flores más preciosas y de los más exquisitos colores que nadie habría imaginado. Liebres, conejos y demás animalillos recorriéndolo todo. Por no hablar del suave olor a hierba mojada que rondaba por el aire y de las aves que recorrían alegres el firmamento. CC suspiró y se giró, lo que había detrás de ella también era precioso: una enorme y cómoda cama, una gran televisión, diversos retratos, una mesilla de noche con un par de libros forrados en piel y con extraños y complejos símbolos en la portada y las paredes pintadas de un color rosa pastel que le hacían sentir como una auténtica princesa.
CC se vistió con un sofisticado traje rosado que ondeaba elegantemente al viento y descendió al idílico paisaje que se veía desde la ventana. Desde hacía unos minutos, allí la aguardaba Lelouch, con un traje nuevo de escrupuloso negro con pinta de caro, pero que sin duda valía su precio.
– Buenos días –saludó.
– Buenos días –respondió el joven que estaba a su lado gozando del paisaje.
Ambos se quedaron durante un buen rato mirándose, ensimismados y metidos de lleno en sus pensamientos, cavilando mientras a su alrededor disfrutaban de lo que era un autentico paraíso terrenal. El Jardín del Edén.
– ¡La perdemos! –se oía a lo lejos.
– ¡Tiene que continuar! –replicaba otra voz mucho más aguda.
A medida que iban pasando los segundos las voces se volvían más cercanas al tiempo que el paisaje se iba nublando hasta desaparecer.
CC levantó la cabeza de repente. No estaba en un Jardín del Edén sino en una fría camilla. Conforme iba abriendo los ojos poco a poco iba encontrándose con algo horrible. Tenía un montón de aparatos electrónicos conectados a ella. Me estarán investigando, pensaba. Un hombre ataviado con bata y una mascarilla blanca que impedía verle el rostro encendió un gran foco que lanzó un fuerte rayo de luz, directo a la cara de la muchacha. CC cerró los ojos y apartó la cara rápidamente.
– Creo que ya ha sido suficiente por hoy. Envíala de vuelta a la jaula –dijo el de la voz aguda quitándose los guantes.
– Sí –asintió el otro.
Entre los dos inmovilizaron a la peliverde y cuando la tuvieron completamente a su merced hundieron la aguja de una jeringuilla en la tierna carne de su brazo izquierdo, para adormecerla. De nuevo, esa ilusión, ese espejismo o como quiera llamarse volvió a su mente.
Mientras ella estaba atrapada en esa imaginación ideal dentro de un mundo violento e irracional, los dos hombres la cogieron de los hombros y arrastrándola la llevaron a su celda. Un enorme e imponente portón metálico custodiaba la entrada, en donde podía leerse "C2 – 33". Luego, el científico de la voz aguda metió en la cerradura una llave de también gran tamaño, y se abrió.
Ese habitáculo nada tenía que ver con su "habitación de princesa". Totalmente al contrario. Era una fría celda con paredes acolchadas y decenas de goteras en el techo. Entre ambos hombres, la dejaron delicadamente en el suelo y cerraron la puerta de la prisión.
Hacía mucho frío así que arrastrándose, al tener manos y pies atados, consiguió acurrucarse como pudo en un rincón e intentar evadir el frío de la mazmorra conciliando el sueño. Por primera vez en muchos años tenía miedo. Una ocasión idónea para recordar y pensar.
Recordaba su nacimiento, en la Baja Edad Media. Cuando no era más que una campesina que no tenía comida que llevarse a la boca. Recordaba cuando conoció a su primera amiga, una monja de un convento. La misma que le dio el geass, que se manifestó en ella como un poder para agradar a la gente. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón ella sentía que la que más le amaba era ella. Hasta un día en el que al fin se dio cuenta de que solo estaba siendo utilizada.
Recuerdos de antaño perdidos en el olvido, tapados por el velo del tiempo...
En el momento en el que esa monja le pidió que aceptara el maleficio de la inmortalidad para ella poder descansar eternamente; en ese momento se sintió como un objeto. Por primera vez.
También recordaba cuando conoció a Lelouch en un almacén abandonado, perseguidos por el ejército britanniano. Recordaba todas las peripecias que ella y Lelouch habían vivido con y sin la Orden de los Caballeros Negros.
En el fondo, CC sentía que la persona con la que más unida se había sentido era con Lelouch. Soñaba con que un buen día llegara tal caballero andante y la rescatara de ese desvivir. Pero sabía que era imposible ya que, estar así separados, era lo mejor para todos. No podría perdonarse nunca que descubrieran el paradero de Lelouch por su culpa. No, se repetía.
Pero por otra parte, sí que fantaseaba con que llegara y la ayudara a escapar de alguna manera. De su encarcelamiento no sabía nada, solo que llevaba ahí semanas, meses o quizás años, pues dejó de hacer muescas en la pared al segundo mes. También era consciente de que una vez al día esos dos hombres iban a su habitación, la adormecían con drogas y la llevaban al laboratorio, donde experimentaban largo tiempo con ella. Luego se despertaba y volvía a su jaula, así de simple. Mientras estaba absorta en esas cavilaciones, una enorme y caudalosa lágrima cristalina cayó resbalando por su mejilla hasta sus finos labios; dejando un camino de angustia, dolor, desesperación y añoro. Poco a poco sus ojos se fueron cerrando, otra vez.
Un ruido hueco retumbó el la celda.
Oh, ya ha pasado un día. Pensó la bruja, sin abrir los ojos aún.
Los dos hombres procedieron a entrar, a pesar de llevar el rostro oculto, CC se dio cuenta que no eran los mismos de siempre. Deben ser nuevos, o algo.
– Hoy vamos a cambiar de tour –dijo uno rubio– ¿Qué te parece?
CC no respondió, a decir verdad, tampoco se esperaba respuesta. Ambos la cogieron cada uno de un brazo y empezaron a sacarla del cuartucho. Era la primera vez que veía las instalaciones, pues, siempre estaba dormida cuando procedían a trasladarla.
Estaba recorriendo un largo pasillo con decenas, centenares o miles de puertas. Todas iguales que la suya, pero con diferentes inscripciones: "AD-M", "A-C-D23" etc. eran algunas de las que conseguía leer. Se horrorizaba al pensar que ahí dentro había gente en su situación, privados de su libertad. Eventuales gritos de desesperación cortaban el silencio confirmando sus temores.
Mientras, el tour continuaba por el corredor. Las paredes estaban pintadas de un color amarillento, ámbar. Casi el mismo de sus ojos, que eran como dos grandes, brillantes y hermosos soles. Pero había una diferencia, los que ella poseía no desprendían luz, estaban apagados por la angustia que sentía.
Al fin, llegaron al final del pasaje, un ascensor. Los tres subieron en él. Un hilo musical hacía más ameno el descenso: dos pisos, llegó a contar. Salieron del elevador y recorrieron otro túnel idéntico, y por fin llegaron al final.
Una sobria puerta de madera. Le obligaron a entrar.
Dentro del cuarto había dos taburetes de madera, una larga y fría mesa metálica, una papelera con mas basura alrededor suya que dentro, y una bombilla parpadeante que colgaba desnuda del techo. Era una sala de interrogatorios en toda regla y su mal olor lo confirmaba.
– Hay alguien que quiere hablar contigo –oyó desde alguna parte.
Diez minutos más tarde, quien quería hablar con ella se dignó a aparecer. Entreabrió la puerta y se sentó en uno de los taburetes, enfrente de ella. Ese misterioso personaje que iba enfundando en un impecable traje negro tenía los ojos azules y unos cabellos rubios cortos y alborotados.
– Espero no haberte hecho esperar mucho… aunque bueno, tampoco tendrías que ir a alguna parte ¿verdad? –preguntó insolentemente. Su intención era claramente ofender.
CC le giró la cara.
– Entiendo... bueno ¿Qué tal estás?
No hubo respuesta.
– Entiendo también. Bueno, como te veo dubitativa empezaré yo a resolver dudas. Para empezar estas en el Instituto de Investigación del Geass, también llamado Chermicoy y aquí como puedes ver, no hacemos daño a nadie. Solo queremos saber todo lo posible sobre esa maravillosa magia. ¿Podrías ayudarnos? –preguntó en un tono cortés concluyendo con una inquietante a la par que maquiavélica sonrisa lobuna– No somos como el Culto al que pertenecías. Nosotros no atentamos a la vida de esa forma.
Otro hombre vestido con un elegante traje de gala militar azul entró por la puerta, era más alto que su interlocutor. Portaba una elegante coleta hecha con sus cabellos negros como el azabache atados. También es conveniente decir que ocultaba tras unas elegantes gafas unos ojos negros y penetrantes.
– Señor –empezó a hablar–, no creo que le saquemos nada. Lleva aquí meses y no ha dicho ni una palabra en voz alta. A diferencia de otros internos que se pasan el día gritando y maldiciendo. ¿Esta seguro que nos oye o que nos entiende?
– Al cien por cien, caballero Cedric –le respondió-, es solo que no quiere hablar. Bueno, en vista de que su comportamiento es tan bueno, bájenla el grado de seguridad a nivel dos, en vista de que no es nada problemática –su semblante cambió drásticamente a una cara de enfado– respecto a ti, otro día volveré con más preguntas. Y espero respuestas –sentencio dando un golpe en la mesa.
– ¿Ya se va, señor? –preguntó el militar.
– En efecto. Llévensela a su celda.
– Yes, your majesty!-se despidió el soldado haciendo una reverencia– ¡Llevadla a su celda de nuevo! –gritó sin referirse a nadie en concreto.
Segundos más tarde el dúo volvió a llevarla a su celda. Una vez allí todo lo que rondaba en su cabeza eran preguntas. ¿Qué quería?, ¿Por qué el soldado se despidió con un "yes your majesty" si el majesty estaba reservado solo para los emperadores y en ese momento la emperatriz era Nunnally, la hermana de Lelouch? ¿Qué querría saber sobre el geass? ¿Para qué?
Diez minutos después, sin cesar de hacerse preguntas, un fuerte estruendo sacudió todo el edificio.
Oía a personas gritar, a gente correr, pero no sabía que pasaba, estaba asustada, no paraba de dar vueltas por la habitación. Al poco, escuchó el ruido de las llaves entrando por la cerradura, iban a por ella. Era uno de los dos de antes.
– Rápido, levántate. Ha habido un motín. ¡Rápido! ¡Tengo que trasladarte! –ordenó.
CC se dio toda la prisa que pudo en ponerse de pie pero no era tarea fácil al estar atada. En el momento en el que consiguió ponerse de pie vio a uno de esos científicos correr con la ropa ardiendo.
Al instante en el que CC quedó libre para escapar, lo primero que hizo fue darle una patada a ese hombre y dejarlo tirado en un rincón; lo segundo: cerrar la puerta, y, por ultimo; salir corriendo.
Lo que le aguardaba ahí fuera era pánico y desesperación. Había gente ardiendo, tanto "pacientes" como carceleros. Se respiraba miedo. Había gente tirada muerta en el suelo, personas llorando en los rincones, religiosos y no tan religiosos rezando lo que sabían en medio del pasillo y otros que solo corrían despavoridos sin rumbo fijo.
Un grupo de enmascarados con aspecto militar y arma en mano aparecieron por una de las puertas, rompiéndola de una fuerte patada. Y no dudaron en disparar en todas direcciones fundiendo las luces. Un grito general de una magnitud sin precedentes hizo que el edificio temblara.
Algunos internos se defendían utilizando sus poderes pero todo intento de salvación era inútil. Al final se podía oír el sonido de los cadáveres caer al suelo, las balas chocar con los cuerpos y las gotas de sangre impactar contra la pared. Ya nadie gritaba, todo estaba en un silencio sepulcral.
CC confundida y asustada por igual se agachó al oír los primeros disparos, a pesar de su inmortalidad, no sabía a que se enfrentaba.
Una sombra imperfecta cuyos ojos rojos imponían respeto se adelanto a la avanzadilla y empezó a andar entre los cadáveres, teniendo cuidado de no pisar ninguno. Debía ser el líder, pensó. En una placa, que llevaba en el pecho, podía leerse Gary L. L.
La joven se acurruco en un rincón llorando y rezando para poder pasar desapercibida. La suerte estaba con ella, nadie del grupo se dio cuenta de su presencia.
Cuando todos pasaron, poco a poco se fue levantando y horrorizada después de ver esa escena salió por el sitio por el que ellos entraron. A lo lejos se oían más disparos y una cantidad de gritos sin igual.
CC se encontró con una angosta galería subterránea. Después de mucho correr llegó al final del túnel. Alzando la vista se encontró con una trampilla metálica llena de mugre, atada a un cordón no menos sucio, del cual no dudó en tirar.
CC subió rápidamente, no había tiempo que perder. En medio de un frío y sucio callejón. Una vez fuera no dudó en salir corriendo. No tenia lugar a donde ir.
