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Los pequeños rayos de sol que se colaban por el enorme ventanal de la espaciosa habitación despertaron a una castaña que dormía entre aquellas sabanas verdes de seda. Se estiró un poco aun en la cama y con un movimiento elegante de su mano, cerró bien aquellas cortinas verdes oscuras. La luz últimamente le molestaba en demasía apenas se despertaba, pasaban algunos minutos para acostumbrarse a ella y enfocar la vista. Se incorporó quedando sentada en el espaldar de la cama y enseguida un pequeño "pop" llamó su atención hacia su derecha. Una criatura pequeña, vestida y descalza la miraba expectante y con cierta alegría, sus ojos saltones y grandes parpadeaban acumulando pequeñas lágrimas. La mujer suspiro resignada a aquella escena, le regaló una pequeña sonrisa cansada y le extendió su mano para que se acercara, enseguida la pequeña saltó hacia adelante acercándose.
-La ama ha despertado, Polly estaba preocupada, la ama no suele dormir tanto…- la pequeña elfina retorcía sus manos mientras trataba de no llorar –Polly casi manda a llamar a él sanador, Polly temía que se sintiera mal de nuevo- terminó esta vez soltando su llanto incontrolable.
La mujer la miró con ternura y acarició su cabeza tratando de tranquilizarla. La pequeña estaba con ella desde que puso en pie en aquella casa y ya llevaba muchos años allí, le tenía un cariño especial –Tranquila Polly, deja de llorar, me encuentro mucho mejor esta mañana- se levantó aceptando la asistencia de la pequeña y se dirigió al baño.
-Polly ha preparado ya el agua, solo debe calentarla para usted ama- vio como la mujer asentía comenzando a quitarse su camisón de seda gris para dormir. Chasqueó sus largos dedos y el agua burbujeó unos segundos para botar un vapor –Polly bajará a preparar el desayuno mientras la ama toma su baño. Si necesita algo solo llame a Polly ama- la elfina tomó la ropa para dormir que su ama le extendía y se preparó para desaparecer cuando recordó algo -¿La ama desea algo especial para su desayuno?- sus orejas se pusieron en punta y abrió demás sus ojos dándole un tierno aspecto. La mujer meditó unos segundos para luego asentirle.
-Si no es mucha molestia Polly, quisiera un té con algo de miel y unas tostadas dulces de esas que me gustan tanto y solo tú sabes hacer- le guiño un ojo con complicidad mientras se adentraba en la enorme bañera de mármol con accesorios en plata envejecida. Suspiró satisfecha al sentir las esencias que la elfina agregó. -¿Mi pequeño?- preguntó con los ojos cerrados deleitándose aun.
La criatura graciosamente vestida infló su pecho con orgullo y asintió muchas veces feliz –Polly hará muchas para la ama bonita pero también agregará frutas y algunas cremas, debe alimentarse bien ama- la mujer castaña asintió sumergiéndose un poco más en las aguas tibias mojando sus cabellos. Sus ojos se iluminaron cuando pasó a responderle su pregunta –El pequeño amito ya está despierto y listo para tomar su desayuno, Polly lo dejó leyendo un libro en la biblioteca. Me retiro ama, Polly vendrá a buscarla cuando tenga todo listo- y un "pop" se escuchó dando a entender que estaba sola de nuevo.
La mujer sonrió. De tal palo, tal astilla. Su hijo adoraba la lectura tanto o más que ella y eso era decir mucho. Se dedicó a tallarse con cuidado usando una suave esponja, estuvo así unos minutos y lavó su cabello hasta que decidió que era suficiente ya que estaba ansiosa por ver a su pequeño bebé, aunque a este no le hiciera gracia que lo llamara de aquella manera. Suspiró, tan orgulloso como su padre. Salió de la bañera tomando su bata y secando su cabello con una toalla pequeña, se acercó al mueble con el espejo donde guardaba sus productos personales y tomó una crema de lavanda para aplicarse por todo el cuerpo. Murmuro unos hechizos usando magia sin varita y secó su cabello dándole un aspecto lacio y ondulado en las puntas sutilmente, con otro aplicó un poco de maquillaje dándose un look natural y se dio una mirada aprobando su trabajo. Caminó a su gran armario que ella creía innecesario pero el padre de su hijo así no lo consideraba, por lo que al abrirlo notó y se maravilló como siempre con la cantidad exagerada de túnicas, vestidos y calzado que poseía. Tomó su ropa interior de encaje negra poniéndosela, luego un vestido un poco mas debajo de sus rodillas, de escote recto y sin mangas, de cuadros negros, blancos y líneas rojas, se enfundó en el subiendo el cierre de la parte de atrás con magia verbal de nuevo y tomó unos tacones negros cerrados y en punta no muy altos. Se dirigió de nuevo a su peinadora abriendo un pequeño cofre de madera tomando unos pequeños zarcillos de perlas y una pulsera a juego, aplicó un poco de su perfume favorito en su cuello y decidió que era hora de bajar.
-Polly- llamó suavemente y solo tuvo que esperar segundos -¿Están ya todos en el comedor?-
La elfina asintió maravillada con la belleza de su joven ama –Si ama, esperan por usted solamente-
La mujer asintió levantándose –No los hagamos esperar mas entonces- tomó la mano de la elfina y enseguida se desaparecieron a las puertas que permanecían cerradas del comedor. La mujer las abrió y se encaminó a la gran mesa de 30 puestos que ya eran ocupados en su mayoría. Dio un "Buenos días a todos, enseguida servirán el desayuno, lamento la demora", recibió asentimientos de cabeza y cumplidos en su mayoría hasta que llegó a la punta principal donde le tocaba sentarse. Una sonrisa se instaló en su rostro al visualizar una cabellera negra y unos ojos azules que la miraban con atención. Se acercó al niño que estaba sentado a la derecha de su puesto y besó su frente con mucho amor –Muy buen día cariño. ¿Has dormido bien?-preguntó mientras se sentaba en el lugar que le correspondía, a la derecha de la cabecera de la mesa que aun estaba vacía.
El pequeño azabache de 7 años se removió incomodo y con el ceño fruncido por las miradas de los presentes, algunas de burlas como las más cercanas a él. –Buen día madre, veo con alivio que ya se encuentra mejor- acomodó su servilleta perfectamente doblada en sus piernas y tomó un sorbo de su copa de agua –He dormido satisfactoriamente, gracias- escuchó a su madre suspirar. Sabía que le irritaba que se dirigiera a ella en ese tono tan formal pero no estaban solos ni con sus allegados. La mesa estaba llena de visitas y lacayos de su padre. Tenía una postura que mantener.
-Nos ha dejado preocupados anoche mi señora, su desmayo en la cena fue alarmante- comentó un rubio de cabellera larga observándola con cierta preocupación.
-En efecto mi señora, fue una escena preocupante para los presentes- otra voz gruesa habló frente a ella, a la izquierda de la cabecera –Nos regocija verla en mejor estado- dijo alzando su copa de vino y dándole una inclinación de cabeza antes de tomar un trago a su salud.
La castaña asintió –Agradezco su preocupación caballeros, la encuentro reconfortante pero ya me encuentro bien- hizo una seña para que los cuatro elfos en la sala comenzaran a aparecer los platos en la mesa y les dedicó una pequeña sonrisa a cada uno –Pueden retirarse pequeños, tomen su desayuno ahora- les ordenó a las criaturas de orejas grandes quienes asintieron y desaparecieron. Las miradas inconformes y asqueadas no tardaron en llegar, no soportaban que ella tratara así a los elfos domésticos. Acomodó su servilleta de tela en su regazo y procedió a tomar un sorbo de su té –En mi estado estos episodios se repetirán una que otras veces- comento tranquila mirando a su pequeño tomar su desayuno.
-Por supuesto mi Lady, eso les comenté luego de que se retirara, a estos alarmados caballeros- la mujer que estaba al lado del rubio de coleta intervino –Cuando se está en la espera de un bebé estas cosas pasan con frecuencia- Narcissa Malfoy hacia movimientos elegantes para cortar sus alimentos con los utensilios.
La castaña asintió de nuevo dándole la razón y tocando levemente su vientre por debajo de la mesa. 2 meses tenía ya. Sus malestares en este embarazo eran mayores que en el anterior y primero hace ya 7 años, por eso se encontraba tan débil últimamente. Se concentró en alimentarse bien y paseó su mirada en los presentes. Los Malfoy por supuesto, Lucius, Narcissa y Draco, todos emanaban la elegancia y clase de su familia. Los Nott, Theo y Argustus como siempre impecablemente vestidos en sus trajes caros, silenciosos pero atentos a las conversaciones. Los Zabini, Tadeus, Blaise y la esposa de turno de Tadeus. Esas tres familias se encontraban sentadas juntas, respectivamente a su derecha, después de su hijo. Frente a ella, la mano derecha de su esposo, Severus Snape. Al lado de este, los hermanos Lestrange y mas allá, Evan Rosier con su familia. Buscó a los Greengrass pero parece que no encontraban en aquella mesa. Distinguió también a Macnair y Dolohov, para su disgusto así como Amycus y Alecto Carrow. Avery, Yaxley y Greyback tampoco estaban, eso quería decir que eran los escoltas esta vez. Terminó sus alimentos y se levantó haciendo que todos la imitaran.
-Cariño, acompáñame a dar un paseo por los jardines- pidió con voz dulce a su hijo al ver que ya había terminado de desayunar. El niño asintió y se limpió las comisuras de los labios con su servilleta.
-Por supuesto madre, el aire fresco le hará bien- se levantó haciéndole un gesto de mano para que caminara ella adelante como indicaba el protocolo –Si nos disculpan- murmuro a los presentes y siguió a su madre. Al salir del comedor todos se sentaron de nuevo.
-El Lord llega hoy ¿no es así Snape?- preguntó Amycus volviendo a centrarse en su desayuno.
El aludido termino de masticar la porción de comida que había llevado a su boca y asintió. –Según Greyback, deben de estar por llegar - informó en voz alta para que todos escucharan lo que seguro esperaban.
Theodore Nott llamó la atención de todos al rodar su silla y levantarse. Dirigió una mirada rápida a sus dos mejores amigos y estos lo imitaron –Si nos disculpan caballeros, damas, Macnair y Dolohov…- comenzó con toda la diplomacia que lo caracterizaba recibiendo un dedo del medio por los dos últimos mientras seguían comiendo –Draco, Blaise y yo debemos retirarnos también- sus respectivos padres asintieron sabedores de que sus hijos estaban encargados de la seguridad del pequeño heredero.
Draco besó la mejilla de su madre y se despidió caminando con rumbo a los jardines seguido de Blaise que ni se molestó en despedirse de su madrastra como las reglas de etiqueta indicaban tal cual lo hizo el rubio. Theodore le dedicó a su padre un asentimiento de cabeza y los siguió.
El moreno italiano suspiro dramáticamente –Ahh, otro día cuidando al mocoso oscuro- llevó sus manos a sus bolsillos recibiendo una mala mirada del rubio y el cabello negro. -¿Qué?- preguntó indignado. –Saben que bromeo, Merlin, que delicados. Adoro al mini voldy- rodó los ojos llegando a las puertas de vidrio que conectaban el salón azul, donde se acostumbraba a tomar el té o socializar con los invitados, a los jardines. Abrió las puertas y se dispuso a salir cuando la mano de Theo lo detuvo.
-Se supone que debemos mantener una distancia apropiada- mumuro el ojos verdes mirando hacia afuera con anhelo.
Zabini contuvo el impulso de rodar los ojos de nuevo y miro a su rubio amigo que parecía dudar si acercarse o no. –Déjate de mierdas Theo, los tres sabemos que te estás muriendo por salir corriendo a preguntarle cómo se siente-
Theodore frunció el ceño y miró a su amigo con reproche –Dilo más duro imbécil, no creo que te escucharan en Hogwarts-
Draco intervino antes de que se formara la típica discusión Nott-Zabini –Solo vayamos, preguntemos y nos alejamos. Estamos obligados a mantenernos cerca- los otros dos hombres asintieron, uno aun dudoso y el otro más que feliz adelantándose. Draco sostuvo el puente de su nariz exasperado –A veces creo que cuidamos dos niños-
Theo soltó una carcajada más relajado y lo siguió. La noche anterior sintió un ahogo horrible al verla tambalearse y caer en los brazos de Snape. La bruja estuvo bajo su cuidado durante todo un año y en ese periodo de tiempo aprendió a apreciarla, quererla, maravillarse con su espíritu, sin embargo no era nada romántico ni de pareja, no estaba tan loco como para enamorarse de la mujer del mago más despiadado del mundo pero si la consideraba alguien cercano, importante, Hermione Riddle antes Granger, era como su hermana menor y sabía que era igual para ese par de idiotas que ahora molestaban a su autodenominado "sobrino".
La bruja castaña le sonrió a su mejor amigo al verlo llegar también, pensó que no se acercarían a ella por todos los invitados que se encontraban en la mansión. –Joven Nott, no le ha preguntado hace unos momentos a su señora como se encuentra de salud- regañó usando un tono de voz frio y tratando de aguantar la risa.
El mago sonrió de lado y se acercó a ella –Mis obligaciones no abarcan la preocupación hacia usted mi señora –
La mujer hizo un puchero y movió su mano –¡Theo!- le reprochó dándole un suave golpe. El chico sonrió acomodándole un mechón de cabello detrás de su oreja.
-¿Cómo te sientes Mia?- susurro preocupado dejando atrás aquel juego de ama-sirviente.
Hermione sonrió sosteniendo con su mano la mano que Theo utilizó para acomodar su cabello y dejándola en su mejilla unos segundos –Mucho mejor ahora que están aquí los cuatro-
Draco sonrió tomando al pequeño y subiéndolo a sus hombros haciéndolo reír y decirle un "basta tío ya estoy grande para esto". Blaise enseguida se alarmó mirando a todos lados esperando los "crucius" por parte de los mortifagos encargados de los jardines pero nada llegó.
-¿Qué mier…?- levantó la voz alterado dispuesto a saber si querían morir ahí todos.
Hermione rió junto con Theo, el último soltó un "idiota" y se acercó al pequeño que le estiraba los brazos divertido para que lo salvara de aquella "tortura". La mujer los vio con ternura y se abrazó al moreno mortifago que se tensó aun más. –Calma Blaisy, he puesto ya el hechizo ilusionador sobre nosotros…- explicó calmando enseguida al hombre quien ahora si la envolvió en un abrazo protector –Creen que estamos cortando flores y ustedes nos cuidan unos pasos atrás-
Zabini asintió –Casi me das un infarto Mimi- Hermione logró modificar aquel hechizo para hacer ver una imagen distinta a la real. Solía usarlo cuando quería que su hijo jugara tranquilo en los jardines sin miradas de reproche o desaprobación por su conducta infantil. Lo único que podía hacer para que el niño tuviera algo de infancia normal dentro de aquella mansión. La bruja le guiño un ojo apartándose.
-Baja a mi hijo Draco, lo harás vomitar-
El rubio la miro entregándole el niño a Theo quien le entregaba lo que parecía un libro nuevo para su disfrute, haciendo que al niño se le iluminaran los ojos de alegría. –Como eres de aburrida sabelotodo. ¿Segura que ya te saliste del papel "señora-de-todos-con-una-varita-atravesada-en-el-culo"?- preguntó divertido y esquivando el abanico de Hermione.
-Lenguaje hurón oxigenado- le recordó entrecerrando los ojos a modo de advertencia.
-Oh vamos, seguro que de su padre escuchara cosas más educativas ¿cierto?- se burló esquivando ahora una silla de jardín.
-Basta chicos, ya pasaron varios minutos. No quiero arriesgarme tanto, hay demasiados mortifagos hoy aquí, me pone los nervios alterados- comentó apretando los labios en una línea y arrodillándose delante de su hijo para acomodarle el cabello despeinado y la ropa arrugada por los juegos. Sacó su varita del bolsillo ancho de su vestido y con un movimiento el niño estaba impecable de nuevo. Besó su frente como tanto gustaba de hacer y le sonrió de vuelta cuando el niño le hizo aquel gesto también. –Se que te he preocupado anoche cariño pero es normal que mami tenga esos malestares, este bebé es mucho mas travieso que tú. Todo está bien, solo debo descansar- sentía que debía comunicarle aquello para que estuviera listo para futuros episodios parecidos, después de todo, su embarazo sería difícil.
El niño asintió con ojos llorosos y se abrazó a su cuello.
Los tres hombres observaron la escena con una pequeña sonrisa. Cygnus siempre trataba de verse como el digno heredero de Lord Voldemort, frio, indiferente, prepotente y soberbio, pero en realidad solo era una fachada para los demás, el pequeño Cyg, como le llamaban ellos, no era más que un niño que necesitaba la atención de sus padres, sobre todo de su padre, ya que Hermione se desvivía por mostrarle su cariño todas las veces que pudiera.
-Todo estará bien cariño, pronto serás el hermano mayor de este pequeño bebé y tendrás compañía siempre- le limpió las lagrimas a su hijo y las suyas propias, malditas hormonas, pensó. Se levantó con ayuda de Theo que le ofrecía su mano ya y se arreglo ella misma. –Una cosa más Draco…- su mirada se posó en el arrogante Malfoy -Nada de maldiciones en la práctica o te arranco cabello por cabello y hago un muñeco vudú para mis alfileres-
El rubio sonrió sarcástico –Después de tantos años algo se te tenía que pegar ¿eh?- los tres hombres retrocedieron varios pasos de la mujer y el niño, al mismo tiempo que adoptaban una pose aburrida e indiferente.
-¿Te quedarás para la práctica mamá?- preguntó el pequeño de cabellos negros un poco ansioso.
Hermione bajó la vista hacia su único hijo –Por supuesto corazón, tu padre y yo estaremos allí como lo prometí- le sonrió y le hizo una seña para que se quedara allí y ella comenzó a cortar las flores, movió su mano disimuladamente y supo que el hechizo había acabado. Dio una mirada rápida y disimulada a los puntos específicos donde sabia estaban los guardias asignados y no notó nada extraño.
-¿Ves algo Theo?- Zabini aun sabiendo que Hermione era la bruja más inteligente de su generación, no pudo evitar la necesidad de corroborar que no se habían dado cuenta del pequeño momento.
El joven de ojos verdes tardó un minuto antes de contestar un suave "no". Al instante se enfrascaron en una conversación trivial mientras esperaban la hora indicada para preparar los jardines para la práctica del hijo del señor oscuro. Draco era el tutor mágico del pequeño, desde que había mostrado el primer vestigio de magia accidental a la edad de 3 años, el joven de los Malfoy fue asignado para enseñarle lo que era su legado mágico y hoy, luego de cuatro años recibiendo clases diarias de Draco y esporádicas de Snape y Nott, haría una demostración de lo aprendido. Esto se podía ver tonto y de poca importancia pero los cercanos al niño sabían que la presión de ser el hijo del mago más poderoso y de la bruja más inteligente desde Rowena, mantenía en constante presión al primogénito, más aun si su padre vería hoy el fruto de los constantes entrenamientos.
Cygnus creó un lazo afectivo bastante grande con aquellos tres magos puesto que eran los más cercanos a su madre, tanto que los llamaba tíos cuando se encontraba con ellos solamente. Draco era su padrino y tutor mágico, todo lo que sabía lo había aprendido de él. Theo era como una figura paterna, lamentablemente, una que bastante falta le hacía. Él era el que lo reprendía suavemente y lo corregía de manera adecuada, el que lo motivaba a querer mas, hacer mas, a dar más, su tío siempre confiaba en que él podía alcanzar el cielo si se lo proponía y no tenía nada que ver con su status de sangre o con que era el siguiente en gobernar el mundo mágico. En cuanto al tío Blaise, era el consentidor, el que le tapaba todo y lo ayudaba con las pocas travesuras que cometía contra los sirvientes de su padre. Después de ellos estaban el abuelo Snape, la abuela Cissy y el abuelo Lucius. A ellos también los quería y respetaba. Sabía que sus abuelos paternos y maternos habían muerto hace mucho y que tenia mas tíos por parte de su madre pero ellos también fallecieron hace ya algunos años. A veces acompañaba a su madre a llevarles flores en el Valle de Godryc.
Todos salieron de sus pensamientos al ver llegar a Amycus Carrow con paso ligero. Hermione frunció el ceño y se acercó a Cygnus, no confiaba en los hermanos Carrow, de hecho, no confiaba en ningún mortifago que no fueran Lucius, Snape y esos tres, sin embargo, su puesto la obligaba a tener una cordialidad forzada con todos ellos mientras estuvieran bajo el mando de Tom.
-Mi señora, joven amo- saludó con una pequeña reverencia.
-¿Qué se te ofrece Amycus?- Hermione había practicado durante años con Narcissa aquella mascara de frialdad y modales aristocráticos hasta hacerlo sin esfuerzo.
El mortifago le dedico una pequeña sonrisa y miro de reojo como Nott y Zabini se posicionaban detrás de él y Malfoy detrás de su señora. –Mi señor ya ha arribado a la mansión, se encuentra en sus habitaciones-
Hermione no pudo evitarlo, una pequeña sonrisa se formó en su rostro y asintió con más alegría de la que hubiese querido mostrar delante del lacayo. -¿Ha solicitado nuestra presencia?-
-Solo la suya mi señora. Con su permiso joven amo, mi Lady- inclinó la cabeza esperando la aprobación de la bruja para retirarse.
-Gracias Amycus, puedes retirarte- y el hombre se esfumo en aquel humo negruzco característico de los servidores del Lord. La mujer bajó su mirada al niño –Ve a prepararte cariño, estaremos contigo en breve- Cygnus asintió y se encaminó a la mansión seguido de Blaise.
-Loca por salir corriendo a tu cuarto ¿No Granger?- Malfoy siendo Malfoy, no podía dejar pasar la oportunidad luego de ver la sonrisa en el rostro de la bruja al escuchar la noticia.
La mujer contrario a lo que los dos hombres pensaban, sonrió ampliamente y con coquetería caminó hacia la mansión de nuevo –Dos meses Malfoy, solo te diré eso- y su suave risa se escuchó al momento que el mismo soltó un "diablos no quiero saberlo".
-Bien, teniendo en cuenta que en unos momentos te batirás a duelo con el hijo de 7 años del Lord Oscuro y agregándole que podría salir lastimado y Hermione también está loca… ¿Whiskey de fuego?- escuchó al rubio suspirar.
-Por favor- y caminó como si fuera hacia su sentencia de muerte. No solo Cygnus seria evaluado y criticado por su padre, el cómo su maestro también sería juzgado si el niño no cumplía las expectativas.
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Hermione caminaba a paso moderado por los pasillos cuando lo que quería era correr hasta su habitación. Tenía dos meses sin verlo, dos largos meses. Se había ido en una misión diplomática apenas se enteraron del segundo embarazo, le costó horrores dejarlo ir solo pero ella ya no podía darse el lujo de acompañarlo a todo como antes, Cygnus dependía de ella. Soltó un pequeño saltito inconsciente cuando giró en el pasillo y visualizo la puerta de la habitación que compartían. Se detuvo solo a pasos, se sentía como una quinceañera a punto de bailar el dichoso vals. Miró su reflejo en el espejo del pasillo justo fuera de su habitación y arreglo su cabello, alisó su vestido y trató de calmar la ansiedad. Luego de respirar hondo tres veces, tocó suavemente la puerta. Sabía que no tenía que hacerlo, era su habitación también después de todo pero la costumbre era algo fuerte.
Ninguna voz le contestó pero las puertas dobles se abrieron como clara invitación a pasar, se adentró y enseguida se cerraron suavemente sobresaltándola. -¿To…- no pudo terminar la frase cuando unos fuertes brazos la apresaron y un cuerpo la empujo con cierta brusquedad a la puerta. Respiró aquel olor a pergamino, tinta y menta característico del hombre que amaba. Enseguida se relajó.
-¿Qué te he dicho de ese nombre?- fue un susurro suave, casi inaudible en su oído. Un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja la hizo sostenerse de los brazos de aquel hombre.
-Estamos solos- susurro de vuelta con la voz mucho más baja si fuera posible. Sentía que temblaba de la expectación. Al instante sintió frio, estaba desnuda completamente. Sintió como la cargaban y de manera automática enrollo sus piernas en la cadera del hombre. Comenzó a sentir besos y mordiscos en todo su cuello, luego sus pechos. Soltaba gemidos y quejidos bajitos al mismo tiempo. –Hazlo, por favor… ya- dijo como pudo.
El hombre sonrió contra el pezón que había estado mordisqueando –A sus ordenes mi Lady- y sosteniéndola con una mano por el trasero, con la otra bajo su cierre y liberó su erección penetrándola de una vez. Ambos soltaron un gruñido de placer. –Estas tan caliente- aumentó el ritmo golpeando la espalda de la mujer sin piedad contra la puerta. Ya la curaría después.
Hermione se mordía el labio para no gritar, no sabía si la habitación tenía puesta los hechizos silenciadores y no quería protagonizar un escándalo pero parece que él tenía otros planes.
-Grita, no quiero que te contengas- le ordenó molesto tomándola del cabello con fuerza.
La bruja abrió los ojos sonrojada –Nos.. escu.. escucharan…-
-Que escuchen de quien eres ¡Grita!- comenzó a acelerar mas de ser posible y frotó su dedo en el punto sensible de su unión. La mujer se retorció de placer y observó cómo sus ojos se cristalizaban por la excitación –Di de quien eres, ¡házselo saber!-
-Tu…tuya, tuya- murmuro entre gemidos. La excitación del momento era más grande que la vergüenza que sentía de que la oyeran.
-Más alto maldición, más- exigió sintiendo como iban a llegar juntos al climax.
-TUYA, TUYA MI LORD, SIEMPRE TUYAA- y eso fue todo, su cuerpo explotó en aquella deliciosa sensación a la vez que sintió su interior llenarse de algo cálido. Apoyó su cabeza en el hombro de su amante y sintió como se movían hasta ser depositada delicadamente en la cama. Así era él, rudo y delicado, salvaje y calmado. Abrió sus ojos luego de regular su respiración y lo miro acomodándose el pantalón del traje negro. Se sentó en la cama tapándose con las sabanas cuando el hombre se acercó a ella.
-No te tapes, déjame ver tu vientre- y quitó las telas para posar su mano en el pequeño abultamiento que apenas si se notaba de su mujer. -¿Todo bien?- le preguntó sin dejar de pasar su mano por allí.
Hermione sentía que era su manera de asegurarse de que el bebé estuviera bien luego de esos meses. Asintió uniendo su mano a la de él en el recorrido por su estomago. El anillo con el escudo de la familia Gaunt relució ante la luz –Estamos bien- no podía sino responderle con infinito amor. Por esos momentos es que ella seguía con él, que aguantaba todo, que no se había rendido con su relación. No era su esposa, no se habían casado, Lord Voldemort no haría tal estupidez pero ella era suya, su mujer, la madre de sus hijos. El no era romántico, no la llenaba de flores y chocolates en fechas especiales, no paseaba con ella ni la sorprendía con cenas a la luz de la luna pero la cuidaba, la protegía y la mantenía como su mayor tesoro. Esa era la parte que solo ella conocía y que solo ella disfrutaba.
El hombre asintió y quitó su mano suavemente para ir a su armario y sacar una túnica. La mujer parpadeo confundida levantándose de la cama con las sabanas tapándola.
-¿Qué estás haciendo cariño?- una horrible sensación se instaló en su pecho al verlo ponerse la prenda y arreglar su cabello tan igual al de su pequeño niño.
-Saldré, ¿no es obvio querida?- tomó unos pergaminos de su escritorio y se apresuró a la puerta –No me esperes despierta, este asunto tardará-
Hermione sintió como los ojos se le llenaban de lagrimas, apenas había regresado, apenas, solo minutos llevaba allí y no era lo peor –Cygnus hará su demostración mágica hoy, será el duelo contra Malfoy- se arrastró prácticamente hasta la puerta impidiéndole la salida –Se lo prometiste- le recordó con la voz quebrada. Estaba tan dolida.
Voldemort la miró unos segundos antes de girar el pomo de la puerta de mal humor –Tu se lo prometiste- y salió justo cuando Hermione caía en el suelo llorando. Trató de calmarse, le hacia daño al bebé, el no tenia culpa de nada. Respiró varias veces –Po… polly- la elfina apareció al instante con cierto temor y las orejas bajas.
-¿Ama bonita?- pegó un brinco al verla envuelta en las sabanas llorando. -¡Ama!- se acercó deprisa verificándola por si estaba herida, su amo salió muy molesto de la habitación. –Ama Polly necesita que se calme, Polly no quiere que al pequeñito amito le pase algo y a la ama tampoco- la elfina lloraba también desesperada. La ayudo a levantarse y caminar hasta el baño. –La ama debe lavarse la cara, la ama se sentirá mejor, Polly traer a la señora Malfoy- Hermione asintió débilmente y se enjuago la cara.
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-Mira qué guapo te ves Cygnus, te quedó muy bien mi regalo- Narcissa aplaudió dos veces con aprobación mientras el pequeño incomodo le mostraba su regalo.
-¿Ansioso por el duelo Cygnus?- preguntó el patriarca de los Malfoy mientras despegaba su mirada del pergamino que leia. –Mi hijo es muy buen duelista, confio te habrá enseñado bien- un deje de orgullo y satisfacción se escuchó en aquellas palabras. Narcissa asintió con una sonrisa.
-Mi padrino es un excelente maestro abuelo, me siento honrado por su asesoría-
-Qué bueno que…- Narcissa se cayó al instante al ver entrar a la sala al mismísimo señor oscuro. –Mi señor- enseguida bajó la mirada e hizo una elegante reverencia. Notó como su mirado la imitaba levantándose de su silla.
-Un placer tenerlo de vuelta mi Lord- saludó Lucius.
El pequeño se tensó como siempre que veía a su padre. Hizo una corta reverencia no tan exagerada como la de la pareja de casados y miró a su progenitor –Padre, ha regresado-
El hombre que desde que entró solo veía a su descendencia levantó su mano haciendo aparecer unos libros –Léelos- se los entregó. –Lucius, vienes conmigo- y sin despedirse se esfumó en su humo negro.
El rubio miró con pena al chico, era obvio que se iban de misión –Suerte pequeño- y besó la mejilla de su esposa para desaparecer de igual manera.
La mujer de ojos claros suspiró con irritación y acarició los cabellos del niño –Querido, estoy segura que es algo urgente que requiere la presencia de…-
-No importa, ya es tarde- la cortó apresurado, no soportaba aquella mirada de lastima. Apretó más los libros en su pecho y comenzó a caminar cuando el "pop" de la típica aparición de un elfo lo detuvo, era Polly, la elfina de su madre.
La elfina se reverenció hacia el pequeño amo y fijó sus ojos aliviada en la matriarca de los rubios –Señora Malfoy, venga con Polly por favor, es la ama-
Nacrissa dejó su taza de té a medio beber y apresurada tomo la mano de la criatura.
-¿Qué pasa abuela?- el niño estaba asustado. ¿Acaso su madre se sentía mal de nuevo?¿ Discutiría con su padre? ¿Qué?
-Tranquilo, iré a ver y te informaré. ¿De acuerdo?- el pequeño asintió con ojos llorosos y observó cómo se desaparecían. Tiró los libros con rabia en el mueble y se apresuró a las puertas del salón. Afuera estaba su tío Blaise esperándolo pero poco le importó, subió corriendo las escaleras con su tío llamándolo detrás de el. Solo quería llegar al cuarto de sus padres rápido.
-Basta Cygnus, deja de correr- gritó Blaise costándole alcanzarlo. Enseguida Theo y Draco se le unieron, logrando Theo detenerlo antes de entrar al cuarto de Hermione.
-¿Qué diablos enano? Me has hecho sudar maldita sea- Draco respiraba agitado visiblemente enojado.
-¿Cygnus? ¿Qué sucede?- Theo se arrodillo a su altura aun sosteniendo su brazo pero aflojando el agarre. Miró preocupado como el niño comenzaba a llorar y trataba de acercarse a la puerta –Basta Cyg, no te dejaré ir hasta que te calmes y me digas que quieres hacer-
El niño lo miro –Mi… ma…má… mamá, por favor… déjame…- el niño balbuceaba desesperado. Draco y Blaise ya miraban la escena preocpuados. El niño no solía llorar, mucho menos en ese estado. Ambos voltearon hacia la habitación preocupados.
-¿Qué pasa con tu madre?- Draco se había acercado y arrodillado a su altura a un lado de Theo. Blaise miraba la puerta aun preocupado.
-No sé… Polly se llevó a abuela Cissa y no sé…- dijo el niño al fin de forma coherente.
Theo asintió. –Esperemos aquí afuera ¿de acuerdo?- Theo acarició sus cabellos y le tomó la mano para transfigurar tres cuadros en sillas.
-¿No te sentaras tío?- preguntó el niño al ver que lo sentaba en una de las sillas y se alejaba hasta el pasillo.
-Quédate con Blaise y Draco, llamaré al sanador Quiz- y se desapareció dándole una mirada significativa a los dos hombres.
-¿Sanador?- preguntó asustado de nuevo el niño mientras de levantaba de la silla.
-Tranquila Cyg, es protocolo. Tu madre no se ha sentido bien estos días y a cualquier incidente debemos traer a Quiz, son ordenes de tu padre- dijo Draco para tranquilizarlo y volviéndolo a sentar. –Esperemos, tu madre es la bruja más fuerte que conozco-
El niño se limpio las lagrimas asintiendo, su madre era fuerte, no por nada era la pareja del mago mas poderoso.
-Draco… crees que debemos… - Blaise levantaba su manga de la camisa revelando la marca tenebrosa.
-Aun no- ya había pensado eso pero primero verificarían que pasaba.
Luego de un minuto apareció Nott con el sanador, ex compañero de los tres y mortifago. Theo se acercó a la puerta y toco dos veces. Luego de unos minutos Narcissa Malfoy salió -¿Theodore?-
-El sanador Quiz está aquí por si es necesario señora Malfoy- la mujer negó con la cabeza.
-No será necesario querido, no es nada de salud. Pueden retirarse, bajaremos en breve a la práctica- y cerró de nuevo la puerta.
Theo suspiró aliviado y Blaise y Draco soltaron el aire que estaban reteniendo. Cygnus murmuro un "gracias Salazar" y se levantó seguido de sus tios. Las sillas volvieron a la normalidad y todos se miraron.
-Bien enano, bajemos, nos toca dar el show- camino tranquilo alejándose del pasillo. El niño lo seguía junto con Blaise.
-Puedes retirarte Quiz, tus servicios no serán requeridos- el medimago pronunció un "nos vemos" y desapareció.
Theo miró una vez más hacia la puerta y suspiró. –Pequeña problemática- sin embargo, sabía que algo había pasado y pronto lo averiguaría. Juro protegerla siempre, así arriesgara su vida en el proceso. Metió sus manos en los bolsillos y desapareció en la forma etérea.
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