Caminaron a la luz de la luna. Introduciéndose al bosque oscuro, sin mirarse ni dirigirse la palabra. Los aullidos y correteos solo eran un canto para sus oídos.

Cuando llegaron a lo bastante profundo, se adentraron en una cabaña camuflada totalmente oculta entre todos esos árboles.

— ¿Y tu marido?— Pregunto el con frialdad

—Discutimos — contesto.

—Todo saldrá bien Narcissa ¡lo prometo! — contesto el leyendo como sus pensamientos

— ¿Has visto a Draco? ¿Qué sabes de el?— Pregunto la mujer con aire de desesperación.

— Draco esta a salvo en Hogwarts

El tomo su mano, mientras la mujer dirigía sus ojos hacia el, a punto de desbordar por aquel liquido incoloro que tanto la avergonzaba.

—Tranquila— le susurro al oído— tú y tu hijo estarán a salvo.

— ¿Y tu Severus?

—La batalla final tiene un buen puesto para mi, solo asegúrame que vas a cuidar de ti y Draco— Contesto

Ella se abalanzó hacia sus brazos, tomándolo con fuerza y mojando con aquel liquido su capa. Últimamente Severus la hacia sentir acompañada, y Narcissa era una de las pocas razones por las cual el tenia fuerzas para vivir.

Sus rostros se chocaron, y tanto sus labios como sus cuerpos comenzaron a seguir un compás. Un compás ideal, un compás de despedida, miedo, arrepentimiento, angustia.

La sangre comenzaba a hervirles mientras que sus papilas gustativas simplemente sentían el sabor de sus pieles, y la danza de sus lenguas.

La luz de la luna apenas se asomaba por la ventana intentando contemplarlos.

Después de un largo tiempo en que sus labios y sus cuerpos juguetearon mientras se descubrían. Se quedaron inmóviles. Narcissa apoyó la cabeza en el pecho de Severus.

— ¿Aun amas a Lily?— Pregunto ella

— ¿Aun amas a Lucius?— reprocho el

—Contesta primero Severus, no seas cobarde.

—La ame con cada parte de mi ser Narcissa, pero ahora mi corazón también es tuyo— Beso su cabeza, y siguió hablando— ¿Y tu? ¿Y Lucius?

— ¿Lucius? ¿Qué no eh dado y algunas veces sigo dando por el? El ah sido mi libro, pero yo no eh sido mas que un poco de aburridos capítulos para el.

—Para el solo soy su señora y la madre de sus hijos, dos títulos. No digo que no me tenga el mínimo afecto, pero cada vez estoy más sola. Draco lo detesta Severus y ahora que te estoy entregando a ti también mi corazón, en poco tiempo te me iras como ráfaga de viento. ¿Y sabes que es lo peor de todo? No puedo hacer nada.

—No tienes que hacer nada narcissa. Solo llevarme en tu corazón. Susurro

¡Sin dudas, Severus en su vida había sido tan sincero y dulce como lo era esa noche! casi siempre era un hombre frío de rostro apagado y escaso de sonrisas, muy pocas veces ella lograba hacerlo sonreír y no sabia por que pero ambos olvidaban sus penas con solo mirarse a los ojos. Tal vez narcissa sabia a que se debía ese conjunto sentimientos revelados por severus o tal vez lo sospechaba, era por que se acercaba el final.

Ambos se encontraban en una bella cama tallada a madera, uno muy pegado al cuerpo del otro... como si no quisieran jamás despegarse. Luego de las palabras de Severus, narcissa, que ya tenia sus brazos rodeando el cuerpo de aquel lo tomo con aun mas fuerzas.

—Siempre—Dijo definitivamente ella mientras chocaba sus labios contra los de Severus nuevamente.

Ambos se quedaron dormidos al cabo de unos minutos.

Eran las 4 de la madrugada cuando narcissa se despertó. Contemplo con dulzura el rostro de Severus plenamente dormido. Se dirigió a una pequeña sala de estar que tenia la cabaña, en ella había una preciosa ventana y se sentó en uno del par de sillones que había allí teniendo como única compañía un calido café, un frío recuerdo y una fiel luna.

Se puso a pensar en que su esposo no la valoraba, que le estaba siendo infiel a una de las personas que mas amaba y que si algún día tuviera que hacerlo, ¿como le explicaría todo a su hijo? ¿Acaso aquel joven que aun se veía pequeño ante sus ojos la odiaría? ¿Sentiría vergüenza de ella además de una gran furia, o lo entendería?

Entonces recordó la discusión con su marido aquella noche antes de llegar allí.

—No puedo soportar a Voldemort aquí, necesito privacidad, quiero a nuestra casa tal cual lo era antes de que el llegara. ¿Por que no puedes enfrentarlo Lucius? siempre le has sido fiel a el por que eres un cobarde, un cobarde que esta echando a perder su familia por temor a que un ser oscuro con una potente varita pueda matarlo. ¿Sabes que? creo que seria mejor estar en otra vida, después de sufrir al igual que tu un avada quedará en mi cuerpo... tal vez muertos, pero juntos por fin ¡POR QUE LA PALABRA JUNTOS YA NO EXISTE PARA NOSOTROS, POR QUE NOSOTROS SOMOS TU TU Y TU OTRA VEZ! Ya no recuerdo ni cuando fue la última vez que rozaste mis labios, y tu hijo solo siente vergüenza y rencor por ti. ¿Quieres protegernos? pues no es lo correcto si eso implica mantenerte fuera de nosotros. Me voy querido pasare la noche en cualquier lado, no te preocupes tu amado lord seguirá a salvo en nuestra casa, si es que aun sigue siendo nuestra y no de el. Te amo, pero necesito respirar un poco, por la mañana volveré lo prometo. — Le dijo mientras se alejaba

También recordó que ni siquiera intento detenerla. Se sintió atroz cuando paso por su mente que le estaba siendo infiel, pero no podía evitarlo. Severus la hacia sentir mas importante de lo que Lucius la había hecho sentir en todo su matrimonio.

No le falto recordar a su hijo, la luz de sus ojos, cuan fuerte demostraba ser, y cuando sufría verdaderamente. Temía que se entere de lo que sucedía entre ella y Severus, y la odie de por vida. El era su fuerza, su alegría, su motivo para seguir existiendo. Que no daría por verlo sonreír, y si el algún día la odiara, ese seria su veneno más letal. Quien sabe por que, pero paso por su cabeza Lily y no sentía bronca por que Severus aun la ame, no, sentía orgullo por lo valiente que había sido al salvar a Harry y por dentro se sentía alegre de que así fuera, por que le caía bien ese jovencito y sabia que si Draco no hubiera sido manipulado por su padre, se parecería mucho a el. Entonces sintió angustia por no poder haber ayudado a su hijo en esos momentos, pues tenía tanto miedo de perder a Lucius que tomaba sus órdenes como oro.

La noche siguió invadiéndola, embriagándola de pensamientos, hasta que luego de un largo tiempo logro recuperar el sueño y se dirigió a la cama para recostarse en los brazos de Severus.