Esto ocurre en 303 AL, dos años después de Danza, ya que yo considero de la última parte el año 301 AL, así que Arya ahora tiene 14 y Gendry 19.
Apenas tendré tiempo para escribir este fanfic, así que subiré cada Miércoles :)
Cada vez hacía más frío, y las duras nieves no cesaban del su caída en el cielo. No importaba cuánto tiempo estuviera nevando ni por cuántos días, el cielo estaba cubierto de puntos blancos sobre un campo gris.
Harwin no sabía hasta cuánto más podía resistir la Hermandad; era invierno desde hace dos años y empezó a nevar fuertemente desde hace un año. Él era del Norte, y estaba acostumbrado a duros inviernos y crueles fríos, pero juraría no haber visto tanto nieve en su vida, y siendo las Tierras de los Ríos. Le dio escalofríos sólo de pensar lo que habría en Invernalia. Niños, hombres, mujeres y ancianos luchaban cada día para no caer, e intentaban hacer hueco en las tabernas de los lugares. Cada vez eran más y él no sabe hasta qué punto pueden resistir; todo son huérfanos de casa, pueblo o Señor.
Su vida en la Hermandad cambió duramente como los líderes murieron y revivieron. Con Lord Beric Dondarrion no había nada excepto esperanza; eran los héroes locales, los que soñaban volver a estar en un reino pacífico y tranquilo. Con Lady Corazón de Piedra todo ha cambiado; donde antes había esperanza y ayuda ahora hay venganza y rencor, aunque lo reinaba verdaderamente era el temor. Con Lord Beric todo estaba a salvo; los planes se cumplían gracias a las ayudas que recibían de la gente de pueblos y villas, y ahora hay cada menos que se ofrecen a la Hermandad, prefiriendo a no ser descubierto por culpa de una señora muerta con sed de venganza y el polvo restante de Lord Beric. Harwin sabía que debía ser fuerte por los que toman su ejemplo; niños, hombres y mujeres, pero él estaba igual de asustado que los niños que se agarran a las faldas de sus madres cuando deben de marchar hacia otro lugar.
Thoros de Myr tampoco es que ayude mucho; desde la muerte definitiva de su amigo y líder, su ha consumido en un fantasma en lo que antes fue; ya no era el sacerdote rosa que todos querían y reían con él, su túnica se había colorido en marrón sucio que antes era un amarillo claro y bebe cada vez más, perdiendo el sentido de sus palabras. A veces no sabía si lo que decía Thoros era una visión o una alucinación de su embriaguez. Sigue con su religión a los que todos adoran fieramente; era lo único que quedaba, y el fuego alumbra y calienta a la gente de su alrededor.
Sus visiones siguen siendo extrañas, y aunque nunca han sido buenas o malas, Thoros dice que hay algo oscuro que reina y reinará, una guerra entre vivos y muertos.
—¿Quién ganará? —una voz resonó entre la multitud.
—El Señor de la Luz no me revela nada, pero debemos de rezar para que más vale que ganen los vivos.
También ve en sus fuegos una manada enorme de lobos luchando contra la oscuridad, dragones derritiendo todo lo que encuentra hasta al fin el fuego los consume a sí mismos, una doncella bailando con la muerte con la dulce melodía del canto de un sinsonte, visiones que no aclaran el futuro pero sólo empeora la situación.
Desde que la nieve los cubría los huesudos y sucios tobillos, decidieron que no deberían estar moviéndose en grupos tan grandes por la muerte que trae los vientos de invierno, así que decidieron buscar algún lugar de acogida. ¿Pero dónde? Cada vez la gente era más hosca a prestar lo poco que tienen, ya no tienen a Lord Beric a su lado.
Un día, los hombres y mujeres de la Hermandad también lo notaron.
—Todo era mejor con Lord Beric —dijo una mujer con un niño en el pecho—. Él nos cuidaba, nos alimentaba y nos protegía. Bueno, nos hacía creer que nos protegía.
—Ahora se ha ido, él y la esperanza de sobrevivir a este invierno —replicaba un hombre mientras intentaba comer un trozo de pan más duro que las frías rocas que los rodeaban.
—Y todo por resucitar una mujer que creó más problemas en la guerra. Debería de estar muerta —otro hombre se atrevió a decir.
Harwin miraba incómodamente al pequeño fuego que lograron construir. No podía decir nada; tenía a un grupo de gente hambrienta en frente suya. Los demás decidieron hacer lo mismo.
Y Lady Corazón de Piedra apareció, fría y distante, como siempre. Su pelo blanco era del mismo color de la nieve y su garganta roja y podrida, sin curarse como su corazón. 'Lo peor son sus ojos', Harwin pensó. 'Esos ojos azules como el hielo que quieren cortarte porque vives y sus hijos no'. Harwin no era amigo de Lady Corazón de Piedra, ni él ni nadie. Apenas hablaba, y si lo hacía, la voz de la muerte hablaba por ella, con sonidos casi irreconocibles y llenos de furia. No quería acercarse a nadie, sólo se mostraba fría a todos aquellos que quisiesen dirigirle alguna palabra. 'Ella amó en el pasado, pero ha descubierto que el amor es tan mortal como las heridas'. Ella no necesitaba amigos, sólo venganza. '¿Y qué pasará cuando haya matado o hayan muerto todos a los que ella deseaba venganza? ¿Seguirá viviendo entonces?'
—Harwin, debemos de irnos —dijo Lim Capa de Limón, deprimido por la situación.
Lim, tan vivaracho y fuerte, se ha convertido en un fantasma de lo que fue: seguía siendo alto y fuerte, pero su mirada estaba perdida y cada vez comía menos. Incluso su capa se había vuelto de color arena, sucia y rota. Sus compañeros también se volvían más apagados y débiles, como si poco a poco estuvieran muriéndose. 'Están vivos pero muertos por dentro'. Harwin se levantó de su cómodo y frío sitio cerca del fuego y se empezó a cojear hasta donde podía ver la apagada capa de Lim.
La noche era silenciosa y cerrada, sin animales a quienes escuchar ni ramas que romper. La nieve acallaba todo, blanca e inmaculada. Harwin seguía las huellas de las grandes pisadas de Lim, y podía ver los de algunos más. Las huellas de Jack-con-Suerte eran pequeñas y irregulares; debía de ir borracho. Las de Thoros de Myr eran grandes y singulares, una pisada diferente a la otra. Las que iba por delante de ellos era las de Lady Corazón de Piedra; apenas se veían.
Sentía que los árboles le miraban y el cielo gritaba el viento que rugía por la negra noche, pero no había nadie allí. O quizás sí. En la fogata Harwin juró haber escuchado pasos por la rotura de la nieve, y ahora sentía ojos, miles de ojos, mirándole fijamente mientras anda hasta en pequeño claro del bosque.
Con otra hoguera pero más pequeña, logra encontrar a Lim, Jack-con-Suerte, Thoros de Myr y a Lady Corazón de Piedra, lo más lejos posible del fuego. Ella no necesitaba fuego para calentarse, ni comida para abastecerse ni siquiera sueño para dormir. Ella no necesitaba nada; ella no tendría que estar aquí.
—Tenemos que hablar sobre la situación que tenemos ahora — Jack-con-Suerte fue directo al grano.
—¿De qué tenemos que hablar? —Lim dijo arrogantemente—. La gente quiere refugio y lo estamos buscando, pero la gente se cansa de esperar.
—Por eso debemos de hablar —Thoros de Myr apresuró—. La gente se impacienta y eso creará peleas —Thoros se acercó a la hoguera—. Muchas peleas.
—¿Y qué quieres que hagamos? —Lim defendió—. ¿Les podemos dar una casa? ¿Un cobijo? ¿Comida? ¿Fuego? ¿Asegurarles a sus hijos que no morirán mañana de hambre o frío? Esto es el crudo invierno, Thoros. La gente no va a esperar hogares calientes y comida hasta rebosar, es el puto invierno.
—He sufrido muchos inviernos —intervino Harwin—, pero ninguno tan fuerte como éste, y eso que estamos en las Tierras de los Ríos. Lim tiene razón, no podemos dar promesas rotas a la gente, pero tampoco tenemos algo con lo que darle esperanza.
—¿Acaso sobrevivir no es suficiente esperanza? No podemos asegurar ningún futuro para mañana, por eso debemos vivir de lo que tenemos hoy. Tenemos que buscar algún sitio y rápido —dijo Jack-con-Suerte—. Thoros, ¿tus visiones no te revelan nada?
-Oscuridad —Thoros miraba atentamente al fuego—. Oscuridad y nieve.
Todos sabían que eso no era bueno.
—Entonces, ¿qué hacemos? ¿Morimos o vivimos? A veces no sé si deberíamos seguir viviendo o no —Jack miró al fuego como Thoros, esperando que algunas de las llamas respondiese sus plegarias.
Lady Corazón de Piedra se adelantó al fuego. Sus pasos eran silenciosos y largos; era el movimiento de las faldas que la delataba al andar. Sus ojos azules miraban a todos como si no fueran más que unos críos mimados, mientras que sujetaba la corona de su hijo muerto, congelado sin ver un mínimo destello que el bronce pronunciaba cuando era algo más grande.
Ella empezó a hacer señales y hablar, de lo que solo salían sonidos extraños. A veces Harwin la entendía y a veces no, pero ella confiaba en sus interpretaciones. Esta vez, como siempre, le miró a Harwin, para que hablase por ella.
—Debemos de seguir vivos; más que nunca si pretendemos sobrevivir —Harwin robó las palabras de Lady Corazón de Piedra.
—¿Y qué pasa si al final nos rendimos?— la voz de Lim subía de tono, y le miró desafiante a ella.
Se escuchó unos ruidos en los arbustos. Todos se giraron al ruido, y una fuerte ventisca fría los azota en la cara.
—¿Quién coño hay allí? —Jack-con-Suerte reclamó al desconocido.
Y apareció. Algo que hizo que Thoros de Myr empezase a rezar hasta sangrar, con lo que Lim se mease en sus pantalones, Jack y Harwin se quedaran inmovilizados y Lady Corazón de Piedra abriese tanto los ojos que parecía que se los iba a arrancar. Apareció un Otro.
Era más alto que Lim y tenía unos ojos más azules y fríos que Lady Corazón de Piedra; era blanco y esbelto, extrañamente bello y aterrador, sin ningún ropaje y de arma una larga y blanca espada de cristal. Sus pisadas sonaban como las campanas del infierno y los sonidos que salían por su boca era la música de la muerte.
Salieron dos más exactamente igual que él; altos y pálidos, con las mismas espadas. Parecían espejos de sí mismos. Al estar a la misma altura, miraron con curiosidad a Harwin y a los demás y levantaron su espada, que brillaba por la luz de luna. Gritaron al unísono y empezó la pelea de hielo y fuego.
Lim fue el primero en reaccionar, y el primero en morir. Cogió su gran espada y aunque el Otro luchaba con destreza y gracia, Lim era fuerte y ágil y consiguió cortarle un brazo entero. No importó. Con la otra mano, el Otro se dirigió hacia Lim y en un pulso de corazón la nieve se teñía de rojo mientras el cuerpo sin cabeza de Lim Capa Limón caía hacia el suelo.
Jack-con-Suerte, al ver la muerte de su amigo y la falta de una espada, creyó que era buena idea coger un grueso palo en llamas para espantar al Otro mientras cogía la espada de Lim. Tuvo que cogerla con ambas manos y fue directamente hacia el Otro con su espada manchada de sangre, pero el Otro que acompañaba lo agarró del cuello y el segundo y tercer Otros le arrancaban los dos brazos y el primer Otro lo apuñaló en el cuello mientras Jack gritaba, pero la noche absorbía sus gritos.
Quedaban Harwin, Thoros y Lady Corazón de Piedra. Thoros seguía rezando, pero sacó su espada y empezó a atacar a los dos Otros. Uno de ellos se dirigió a Harwin y a ella.
Y tan rápido como vino, una sombra le atacó rápidamente al Otro, arrancándole la garganta. Cuando estaba quieta la sombra, Harwin se dio cuenta que era una enorme bestia gris; era un lobo gigante y fiero, con más lobos atacándo a los demás otros. Consiguieron arrancarle la cabeza a uno de ellos, pero siguió atacando por igual. 'No importa cuántos lobos haya, éstos no mueren'. La hueste de lobos era infinita; lobos había en todas partes, grandes y pequeños, de todos los colores, pero compartían el rojo sangre que manchaba su pelaje, y todos eran liderados por el lobo enorme. 'Es la noche de los lobos', Harwin pensó, 'pero no la de los vivos'. Tenía que reaccionar.
Harwin cogió a Lady Corazón de Piedra por el brazo y empezaron a correr lejos de la masacre. 'Está tan fría como la nieve', Harwin pensó. Debía irse de allí, avisar a los demás y huir para no mirar atrás. Lady Corazón de Piedra hablaba por el silencio; ha reconocido al lobos. '¿Será la loba que Arya Stark abandonó por Vado Rubí?' Harwin nunca se había fijado en los lobos de los hijos de Ned Stark, pero el lobo era enorme para su tamaño. 'Si fuera así, que los Dioses la acompañen'.
Tras veinte minutos corriendo a través del bosque, Harwin se detuvo a descansar. Ella estaba bien por fuera, pero tenía una batalla en su interior. 'La loba es de su hija. Le ha recordado a sus hijos'. ¿Será una señal de que a lo mejor Arya sí está viva? 'No, ella murió cuando fue secuestrada por el Perro. No queda más que su loba'.
—Tenemos que ir a por los demás —Harwin le dijo—. Hay que avisarles.
Lady Corazón lo observó con una mirada vacía y se escuchó un ruido. Apareció otro monstruo del invierno. 'No, otra vez no'. Estaba todo oscuro y sólo estaban ellos. Éste era el más grande de todos y tenía la espada más grande que Harwin ha visto jamás. Se acercó rápidamente hacia ellos.
El Otro miró atónito a Lady Corazón de Piedra, como si supiera que ella estaba muerta. La mirada de Lady Corazón no era de miedo o temor, sino de furia y enfado. Harwin sacó su espada y se puso entre el Otro y ella, pero el Otro ni lo miró dos veces antes de apuñarle en el pecho antes de que Harwin hiciese ningún movimiento. Después lo cogió del cuello, y Harwin se sentía mareado, muerto de dolor y viendo cómo el cielo le clavaban cuchillos de hielo desde el cielo.
