Notas al final.


Absolución

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Capítulo 1: Búsqueda.


No era un viaje de excursión ni mucho menos, pero las cosas estaban tan flojas que parecía más eso que otra cosa. Se suponía que escoltarían a una señora de edad muy avanzada hasta su pequeño pueblo de origen, y después la regresarían a Konoha. Una sencilla misión de rango D, tan sumamente fácil que no era necesario enviar a todo un equipo para ello, solo con una persona bastaba. Pero considerando todas las demás misiones tan absurdamente fáciles que habían tenido con anterioridad, el joven equipo siete no se sorprendía tanto que a Kakashi-sensei le diera por aceptar esa labor.

La anciana caminaba casi colgada del brazo de Kakashi-sensei; le costaba andar y eso se notaba demasiado. Evidentemente Kakashi quiso relegarle ese trabajo a Naruto o Sasuke y ya después a Sakura, pero rápidamente la anciana mujer dijo que no quería que unos niños torpes la sostuvieran, porque bien podrían tirarla, que para eso estaba un hombre alto y fuerte como él. Y así el trio de jóvenes -disfrutando del golpe de karma que tuvo su maestro por hacerles perder el tiempo en tan absurda misión- se dedicaron a solo observar el hermoso paisaje.

Hacía algo de viento que producía un encantador sonido al chocar con las ramas de los árboles. Ya casi era hora de que la tarde cayera, por lo que había un inicio de tono anaranjado en el cielo. A Sakura tal imagen le provocaba una calma sobrecogedora y abismal, sin contar que justo frente a ella caminaba Sasuke, lo que mejoraba por mucho la imagen de aquel bosque.

Cuando el pueblo empezó a vislumbrarse entre el camino empedrado, los jóvenes ninjas exclamaron en sorpresa por lo bonito que era. Todo a su alrededor estaba adornado de bellas flores rosadas muy parecidas a las flores de cerezo, que solo la kunoichi identificó muy bien como Cosmos. Además tenían un poco alejado un bonito lago de aguas muy azules, que casi parecía pintado.

A Naruto inmediatamente le brillaron los ojos. Sería muy agradable lanzarse hecho una bola a darse un chapuzón, solo esperaba que con el frío viento de la tarde el agua no estuviera helada. Sakura pensaba en casi lo mismo, recordando el coqueto traje de baño que recién se había comprado y que por supuesto, no había traído. Mientras que a Sasuke solo le daba curiosidad el inusual tono de aquel lago, con ganas de meterse también. Leyendo las intenciones de sus alumnos en sus ojos, Kakashi habló.

— Se lo que piensan chicos, pero tenemos una misión.

Naruto no perdió la oportunidad para contestar.

— Pero Kakashi-sensei, usted se está encargando perfectamente de todo sin nuestra ayuda ¿verdad? — dijo, buscando un poco de ayuda entre sus compañeros.

— Si, si — entonces respondió la kunoichi — Usted puede con esto fácil, ¡ni nos necesita!

— Esta es una misión en equipo y en equipo tenemos que estar — contestó su maestro a sus rebuznantes alumnos — A no ser que quieran que yo me lleve toda la paga de esta misión, que de por sí ya es menos para ustedes por no ayudar ni a cargar el equipaje.

Ambos chicos dejaron caer sus hombros desilusionados.

— Abuelita ¿Cuánto tiempo dijiste que nos íbamos a quedar aquí? —cuestionó el rubio.

— Pues, solo venía por mis papeles, y ya — dijo la ancianita.

— Y si solo venía por sus papeles ¿para qué trajo equipaje? — preguntó la única kunoichi.

—Porque ya que pagué por el viaje, aprovecharé para visitar a mis nietos y a mis amigas, eso podría llevarme todo el día de mañana y me tengo que poner bonita — contestó la anciana ladina, después miró al hombre que la sostenía — O mejor dicho, eso nos llevara todo el día cariño, porque me tienes que acompañar.

La anciana carcajeó contagiando a Naruto y Sakura al mirar las expresiones claras sobre la máscara de su maestro.

— Eso ya no era parte de la misión, lo que significa que mañana si podremos ir a nadar ¿verdad Kakashi-sensei? ¡Y no podrás quitarnos parte de nuestra paga! —dijo el pequeño rubio muy animado y mirando brillante a Sakura.

— Pues…

— Ya no hay excusas Kakashi-sensei ¡Está decidido!

— Pero señora ¿Sí nos podemos meter a nadar? — Preguntó Sakura sensata — ¿No está prohibido?

La anciana pareció meditárselo un momento y luego le contestó.

— Claro que sí, no hay problema.

Los miembros del equipo siete ya no pensaron que ese viaje había sido una pérdida de tiempo, al menos podían sumergir sus cuerpos en un bello lago y tener un poco de diversión; y si mientras se divertían Kakashi trabajaba, pues mejor aún se sentía.

Caminaron más sin prestar atención en una anécdota que la anciana empezó a contar, el pueblo ya no estaba tan lejos. Cuando estuvieron justamente en la entrada con un letrero que anunciaba una bienvenida a los viajeros, el equipo siete siguió las instrucciones de la mujer hasta ubicarse en su hogar, y lugar donde ellos descansarían.

La anciana tenía una enorme casa, muchísimo más grande que la vivienda donde la habían ido a recoger en Konoha. Naruto le preguntó porque rayos vivía en su aldea si su pueblo de origen era mucho más bonito, a lo que la anciana contestó que su pueblo no solventaba ancianos como Konoha lo hacía. De cualquier forma su casa era muy bonita, en la parte trasera se hallaba un gran campo de cosecha que era administrado por la única hija de la anciana. Una señora muy amable llamada Shoho, con un marido un tanto cándido y de buen corazón. Rápidamente los recibieron con una gran mesa repleta de alimentos y bebidas, casi con prisa, todos hallaron un lugar en el comedor.

-o-

— ¡Vamos al agua! —Gritó Naruto.

La mañana llegó y con ella, el ajetreo escandaloso de dos miembros del equipo preparando sus cosas para un chapuzón en el lago. Sin decirle a nadie, se escabulleron por la casa con unas toallas en sus mochilas que habían tomado prestadas del enorme baño del lugar. De cualquier forma Kakashi ya sabía dónde probablemente podía estar su equipo, así que no debería haber problema en desaparecerse un rato.

Los jóvenes ninja habían mantenido un ritmo constante, platicando y haciendo bromas, más por parte de Naruto que por los demás; pero apenas vio que faltaba poco para su destino, se adelantó a ellos desnudándose magistralmente en el camino, y dando un gran salto en una bola de cañón.

Sus compañeros por el contrario, se tomaban su tiempo para acomodarse en la mejor orilla y quitarse sus ropas.

— ¿Cómo está el agua Naruto? — gritó Sakura.

Ella esperó la respuesta de su compañero, pero ésta no llegaba.

—¿Naruto?

Sakura giró su rostro hasta el lugar donde se supone estaría el Uzumaki, pero notó que él ni siquiera había emergido desde su lanzamiento. Bufó un poco molesta, no importaba, de cualquier forma tenía planeado sumergirse también sin importar la temperatura del agua. Se acercó a ella sin más dilación, aunque indecisa si debía esperar a Sasuke o no, hasta que un chillido ensordecedor la alertó.

Momentos antes de que ella diera su propio clavado, Naruto flotaba en el lago completamente rojo y haciendo una mueca de dolor. Sakura cambio su expresión a desconcierto y gritó el nombre de su compañero. La reacción de la chica fue rápida; invocó a un clon de sombras y lo hizo meterse para sacar al rubio. Entonces tanto ella como Sasuke, quien se había acercado confuso, notaron como la parte de su cuerpo que había estado completamente rodeada de agua, tenía unas ronchas enormes, similares a una gran alergia y le costaba respirar.

Afortunadamente las toallas que habían traído eran lo suficientemente grandes como para rodear al rubio y que Sasuke se lo pudiera llevar de regreso a la casa donde se hospedaban. Sakura tomó las cosas de todos y los siguió muy de cerca. Estaba muy preocupada. Naruto se veía realmente mal, perecía que hasta le costaba hablar porque después del primer grito al emerger no volvió a hacer ninguna otra exclamación y mucho menos una palabra. ¿Qué acaso el agua de ese lago era ácida? ¿Por qué la anciana no les había dicho nada si ella misma le preguntó en su momento si podían nadar? No importaba ahora, lo importante era encontrar un sitio en el que pudieran curar a su compañero.

Apenas tocaron el suelo de la casa, los gritos de Sakura se escucharon en ella.

— ¡Kakashi-sensei!— exclamó, deseando que él y la anciana aún no hubieran salido — ¡Kakashi-sensei!

Al escuchar los gritos, la mujer que los había recibido salió de una de las habitaciones.

— ¿Qué pasa? — dijo, pero apenas vio el estado en el que se encontraba uno de los niños que habían llegado a su casa, ordenó que lo llevaran a uno de los cuartos que lucía igual a una pequeña enfermería, resultando ser el único consultorio del pueblo.

Al parecer la hija de la anciana no solo manejaba el campo de cultivo, también era la doctora del lugar. Una suerte que decidieran primero irse a la casa a llamar a su maestro, que en buscar inútilmente una clínica que jamás encontrarían.

El Uchiha acomodó lentamente a su compañero en la camilla y esperó a que la mujer se acercara para examinarlo. Después de unas explicaciones de ambos jóvenes detallando como es que Naruto había acabado así, la doctora les confirmó que efectivamente, el lago era llamado, "el lago del infierno" por la sencilla razón de que apenas se tocará esa agua, un increíble ardor, enrojecimiento y ampollas se producían en todo el cuerpo, y como el Uzumaki se había sumergido completo y con la boca abierta, era por eso que le costaba incluso hablar o respirar. Los ninjas se defendieron diciendo que su madre no les había advertido de nada.

Sin perder tiempo, utilizó algunos de los escasos medicamentos que tenía en una pequeña vitrina que ayudaban a los pulmones, pero para el problema dermatológico, necesitaba hacer un ungüento especial a base de plantas medicinales que no tenía en su poder, ya que nadie se había metido a ese lago desde hace años, y en su consultorio solo se secaban, pero que se encontraban muy cerca de ahí.

— ¿Qué es todo este escándalo?, ¿Qué pasa? — gritó la anciana entrando a la habitación, siendo sostenida por el sensei.

— Pasa, que les dijiste a estos niños que podían meterse al lago cuando sabías que era peligroso —reclamó su hija, mirándola reprobatoriamente — Ahora mira como ha quedado este pobre muchacho.

La anciana miró apenas al rubio, mientras que Kakashi trató de informarse con sus alumnos de su condición.

— Solo tienes que ponerle un poco de ungüento y estará como nuevo— dijo la anciana, minimizando el problema — Tenías mucho por aquí.

—Ya no queda nada mamá— contestó, después se dirigió al resto del equipo — Permítanme, veré si nuestros vecinos tienen un poco en su invernadero.

La señora Shoho desapareció por la puerta, mientras los demás veían a Naruto con preocupación. Esas ronchas se veían bastante mal y no dudaban que estas le provocaban una mezcla de dolor, picazón e irritación al rubio de forma horrible. Y aunque todo había sido en parte culpa de la anciana, ella era la menos atormentada.

— Saben, no creo que los vecinos vayan a tener los ingredientes que faltan —dijo de repente la anciana— Se necesitan condiciones que su invernadero tan básico no tiene.

Sakura preocupada, preguntó cuáles eran esos ingredientes, y si eran muy difíciles de conseguir.

—De hecho muchachos, creo que están de suerte— comentó—El Sakikari crece en la cima de los árboles más altos que se encuentran en el norte, las reconocerán enseguida porque lucen como bolitas de algodón. Y la flor Kuromi, esas crecen solo al lado del río que está en el sur, y se parecen mucho a las flores de cerezo pero en miniatura. Aunque no lo recuerdo muy bien.

Para cuando la anciana terminó de dar la información, Sasuke y Sakura ya se habían arreglado sus ropas, y tanto ellos como su sensei, estaban dispuestos a salir por las dos cosas que faltaban en cuanto vieron a la señora Shoho regresar sin nada y con una disculpa. Pero la anciana detuvo a Kakashi antes de que se atreviera a poner un pie fuera de la habitación.

—A no, tú te quedas conmigo, deja que los otros dos vayan— ordenó la anciana prendada del brazo.

Kakashi les lanzó una mirada a sus alumnos y ellos asintieron preparados para la búsqueda.

— En ese caso, que Sasuke vaya al norte y Sakura al sur. Dense prisa muchachos.

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Sakura caminó buscando el supuesto rio que se encontraba en el sur, justo adentrándose al bosque. Las ramas de los árboles eran muy delgadas y no podía saltar de uno en uno para mayor velocidad, y tampoco podía correr libremente por todas las capas de raíces, desniveles y arbustos que se encontraban en su camino, sin embargo, trató de apurarse. La anciana había dicho que cerca de ahí estaría la pequeña planta que necesitaba, pero no encontraba el dichoso rio de referencia. Bueno, tampoco era sorprendente que una señora que no recordaba como abrir una puerta supiera exactamente donde se encontraba la planta medicinal. Solo esperaba que la picazón de Naruto no haya evolucionado en algo peor, y su problema respiratorio se haya arreglado. Le recorría un escalofrío el solo pensar que ella estuvo a punto de sufrir el mismo destino.

Caminó más y más hasta que se había adentrado por completo en el bosque. Nada estaba saliendo bien. Subió hasta la punta de uno de los árboles, pero la espesura de la vegetación hacía imposible apreciar si cerca se encontraba un rio o no, y la más preocupante, el pueblo se notaba a ya una distancia más que considerada.

Se debatió entre regresar o seguir buscando, cada vez más sentía que esa anciana la había timado y en realidad no tenía ni idea de nada, en todo caso ella estaría ahí como una tonta buscando algo que tal vez nunca encontraría. Pero desistió de regresar, porque si las cosas se invirtieran, y fuera ella quien estuviera quejándose de picazón, Naruto habría estado día y noche de ser necesario buscando y buscando algo para aliviarla.

Regresar era tentador, pero continuó con la búsqueda.

Ella era muy buena para determinar el tiempo sin necesidad de un reloj y tenía gran sentido de la orientación, apta de un buen ninja, suponiendo que ya se encontraba alrededor de cuarenta y seis minutos buscando algo, cualquier pequeña planta que se acercara a las características que la anciana le había dado, ya descartando incluso la parte del rio, pero a dónde sea que mirara, solo hallaba arbustos y frutos de diferentes colores, pero ninguna planta que se pareciera a las flores de cerezo miniatura.

Mientras buscaba observadora, su visión pudo detenerse en algo curioso que se encontraba un poco fuera de lugar, a pesar de que de éste se encontraba prácticamente oculto de cualquier ojo despistado, pero ella, quien se encontraba en una búsqueda, no pudo dejarlo pasar desapercibido.

Avanzó hasta él descubriendo una piedra muy pequeña, casi cuadrangular y plana, notando algo aún más curioso en ella. Trató de enfocar mejor su vista, descartando que no fueran simples fantasías suyas, pero no, estaban claramente ahí. Eran las marcas que indudablemente pertenecían a antiguos clanes ninja grabados de forma similar a las piedras que se ponían en las tumbas. Algunos de esos símbolos de clanes eran pertenecientes a su aldea, el símbolo del clan Uchiha de alzaba junto al Senju por sobre los demás.

Qué raro ¿Por qué algo como eso se encontraría ahí? Se acercó cautelosamente manteniendo su guardia. Cerca de esa piedra plana se hallaba un agujero de tamaño medio, perfecto para que una persona adulta pudiera entrar en él de un brinco. Nada a su alrededor se hallaba podado, o dando indicios de que hubiera actividad por ahí, y era lógico; si era un lugar secreto, mantenerlo en las mismas condiciones que el resto del bosque lo harían pasar desapercibido. Se detuvo antes de poder asomarse, bien ese podría ser el escondite de alguna organización criminal y la entrada podría estar rodeada de trampas.

Lo mejor era retroceder lentamente y dar aviso a los demás. Una memoria rápida vino a su cabeza recordando como Kakashi-sensei le había dicho que Orochimaru se escabullía entre guaridas subterráneas y esa podría ser una de ellas. Eso significaría una gran ventaja para su aldea en contra de ese criminal, después de todo lo que hizo en medio de los exámenes Chunin; y sobre todo, también sería un paso más para liberar a Sasuke de aquella marca de maldición que le había puesto.

Motivada por la deducción y las posibilidades, se encaminó nuevamente hasta el pueblo dando media vuelta, tratando de moverse sobre sus pasos. Estaba más que claro que la planta no se encontraba ahí, y la anciana se había vuelto a equivocar.

Pero justo cuando estaba avanzando lejos de aquel descubrimiento, vio algo que la hizo retroceder.

Un hombre había aparecido. Era alto, con el cabello gris y el cuerpo cubierto por una túnica. La altura tan intimidante y porte firme, más la penetrante y desafiante mirada le decían que no era solo un civil, era un ninja como ella. Sakura dudó entre sacar un kunai o solo mantenerse a la defensiva. No quería pelear con ese sujeto por supuesto, y armarse podría hacerle entender justamente lo contrario.

Mirarlo a los ojos le daba escalofríos, pero tampoco podía retirar su mirada y aclararle a ese sujeto que le temía. Por su parte, aquel hombre que aparentaba mucha edad, no se inmutó de ella ni por un segundo, y sinceramente, Sakura sabía que su apariencia era por mucho, muy poco intimidante.

— ¿Quién eres?, ¿Cómo llegaste aquí?

El sujeto rompió el silencio con una voz grave. Dubitativa entre mantenerse ahí o dispararse y salir corriendo como si no hubiera mañana, respondió.

— Solo buscaba unas plantas medicinales, no fue mi intención invadir el lugar.

Sakura se esforzó para sonar firme, como si fuera una ninja poderosísima demostrando que era un error meterse con ella, pero lo que salió de su boca era un aguado intento de sonar poco intimidada. El hombre la miró suspicaz.

— No sirve de nada mentir, cerca de aquí no crece ninguna planta medicinal.

Sakura era una persona educada, pero no pudo evitar maldecir a la anciana dentro de su cabeza. De cualquier forma, ella continuó.

— Yo no soy de estas tierras y me habían dicho que sí.

El hombre dio unos pasos hasta ella. Concentrada en su rostro y manos, Sakura reparó que tenía un báculo extraño.

— Lo sé, tu bandana es de Konoha, lo que hace que tu presencia aquí sea aún más que inadecuada.

Aquel sujeto hablaba sin dejar de dar lentos pasos, Sakura por instinto retrocedió, pero detrás de ella solo se encontraba el gran agujero por el que sería un error tratar de escapar. La iba a atacar, estaba claro, en ningún momento cambió su mirada desafiante de ella. Analizando la situación y barajeando sus posibilidades, Sakura tomó rápidamente una shuriken de su bolsillo y la lanzó directo a su rostro. El tipo sin ningún esfuerzo bloqueó el arma con su báculo, pero en cuanto lo retiró de su visión, vio que otras tres shurikens se movían hasta él en ángulos separados, obligándolo a dar un salto para poder esquivarlas.

La kunoichi aprovechó eso para escapar avanzando justamente por donde llegó, zona que hasta hace poco había sido bloqueada por el cuerpo del recién llegado. Sin embargo, una extraña persona totalmente blanca, sin ropa, con un cabello verde y cara siniestra apareció y se lanzó dándole un abrazo, fundiendo su cuerpo alrededor de ella, dejándola completamente inmovilizada.

— ¿Qué haremos con ella? — preguntó el tipo con su cara en la espalda de la kunoichi —Parece que nos ha descubierto.

— Solo métela a la guarida, Zetsu— ordenó el sujeto, esperando a que el susodicho caminara hasta el agujero en el suelo, siendo seguido de cerca por él.

El cuerpo de la kunoichi empezó a moverse sin que ésta lo consintiera. Estaba totalmente cubierta por el cuerpo blanquecino del tal Zetsu a excepción de sus ojos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de la entrada, su cuerpo manipulado dio un salto a su interior, solo logrando ver la absoluta oscuridad.

-o-

El lugar era hostil y había muchas partes donde ni siquiera podía ver su propia nariz por la ausencia de luz, que solo era excepción al haber alguna grieta en el techo. ¿Así serían todas las guaridas de los criminales? ¿En serio tenían que vivir en un lugar tan podrido como su alma? Preferiría estar sola en el bosque de la muerte que en ese lugar con esos sujetos. A pesar de que el túnel por el que caminaban tenía concreto, se podía ver como la tierra y las raíces salían entre zonas cuarteadas del mismo. Todo estaba lleno de suciedad, y parecía estar a punto de colapsar.

Llegaron hasta una habitación que bien parecía una cúpula, y lo más sorprendente, dentro tenía una estatua, gigante y aterradora. También se encontraba una pequeña cama con un sujeto recostado en ella que parecía dormir, y un gran tronco seco pero partido que podía funcionar como silla. Su mirada recorrió hasta el último rincón de ese sitio, encontrando también otra salida en el extremo opuesto y una flor de dimensiones inmensas casi al lado de la estatua.

— Ahora vas a decirnos la verdad.

El silencio que se había arraigado entre ellos fue cortado deliberadamente. Zetsu la hizo pararse en el sitio más alejado de la cama destapando su boca, y el otro hombre se paró justo frente a ella.

— Ya se los dije, solo buscaba una flor medicinal — defendió la pelirrosa.

— Y creo haberte dicho que por aquí no crecía ninguna flor medicinal. Tu no pareces herida, y el pueblo más cercano de aquí está aproximadamente a una hora de camino —contestó — Todo parece indicar que eres una espía de la hoja.

Indudablemente ella era de la hoja, pero no había sido enviada con esa intención. Vaya, que la razón por la que había ido a parar en ese lugar era por la misión más absurda de todas, no podía creer que esa encomienda desencadenaría algo que hiciera peligrar su vida tal y como lo estaba haciendo ahora. Él no le creería, y si estuviera en su lugar ella tampoco lo haría. Todo estaba en su contra y no sabía de qué forma zafarse de esa situación.

— No puedo dejarte ir así como así ¿verdad?— continuó —Sabes que tengo que matarte ¿cierto?

El autocontrol que hasta ese momento había llevado, bajó unos niveles cuando el pronunció aquello. Lo imaginaba, por supuesto. Ningún ninja inteligente y menos tratándose de un criminal, dejaría a alguien que descubrió su guarida se largase a dar aviso como si nada. Era obvio que la mataría. Rogar por su vida era en vano, pero de todas maneras lo intentó.

— Por favor no — dijo en voz baja, tratando de no alterarse — ¡Se lo ruego, no diré nada, lo juro!

— Tu palabra no tiene ningún valor para mí.

Sakura pensó en todas las posibilidades, cada cosa que le hiciera reconsiderar perdonarle la vida, pero ella sabía muy bien que no habría nada que le hiciese cambiar de opinión. Entonces el hombre se quitó la larga túnica mostrando más su apariencia. Tenía una larga melena puntiaguda, similar al gran ninja legendario fundador de su aldea, sus ojos negros se volvieron más intensos y a pesar de tener una piel arrugada, poco a poco sus facciones se hicieron incluso más claras para ella. Asombrada por su descubrimiento, Sakura tartamudeó.

— Tú, tú eres…

— Es Uchiha Madara — contestó Zetsu, que hasta su momento no había dicho nada, ante el mutismo de su rehén

A pesar de haber llegado a esa conclusión, Sakura abrió la boca impactada por tener sus sospechas aclaradas. ¡No podía ser cierto! Uchiha Madara había muerto hace años, siendo asesinado por el primer hokage, Hashirama Senju. Entonces ¿Quién era esa persona tan longeva frente a ella? ¡No podían estar hablando en serio!

—Luces sorprendida— dijo el supuesto Uchiha Madara —Supongo que deberías.

Sin decir nada, la kunoichi se dejó observar por el hombre frente a ella. ¿Estaría pensando en la manera de matarla?, ¿La torturaría primero? Antes ya había pasado por situaciones de vida o muerte, y las había superado exitosamente gracias a la presencia y apoyo de su equipo. Pero ahora estaba completamente sola y rodeada de las personas más inimaginables. ¿Qué tan perdida estaba? Si el blanquecino sujeto no la estuviera sosteniendo, ella ya habría caído al suelo por el miedo que le provocaba su mirada. ¿Qué haría?, ¿Todo acabaría así? Se negaba a creer que iba a morir. Pensó en su familia, en su equipo, incluso en los demás novatos de su generación. Ella desaparecería como si la tierra se la hubiese tragado y sin apenas haber luchado.

Lagrimas escurrieron de su rostro, implorando, aferrándose a su vida.

Patético, pensó Uchiha Madara. Pero ante su poder, cualquier persona sería patética.

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La kunoichi debería tener cerca de trece o catorce años. Bastante joven para morir, pero suficiente para ya haber conocido las crueldades de la vida ninja. De hecho, no se veía nada mal. Era común y comprensible que los clanes enviaran a jóvenes bellas en asuntos de espionaje. Estas kunoichis utilizaban su apariencia como mejor arma para conseguir lo que querían, a base de seducción. Con él nunca había funcionado. En sus tiempos una bonita fachada femenina era cuestión de cuidado sin importar la edad, pues desde que los niños podían sostenerse en sus propios pies los clanes los entrenaban para matar, con la educación extra en las mujeres para cautivar.

La kunoichi tenía el pelo rosado y ojos verdes, una imagen inofensiva perfecta para su labor. Sin embargo, antes de deshacerse de ella, meditó un poco la situación, desarrollándola a otra muy diferente. Tampoco podía decir que ahora que las cosas estaban claras, no podría tomar partida de ellas.

—Hace mucho tiempo que no estoy con una mujer— dijo, hablando con ella— Aun eres una mocosa, pero tienes bonita figura, servirás.

La kunoichi había guardado silencio en todo el momento que Madara había estado pensativo, tal vez, teniendo la esperanza de una excepción al destino que le ofrecía. Pero la nueva información era mucho peor.

Desesperada, intentó gritar lo más fuerte que pudo, al demonio con las precauciones, incluso si sabía muy bien que nadie la escucharía, solo gritó. Recibió una bofetada bastante dura que le hizo girar todo el cuerpo y caer al suelo, ni Zetsu la pudo contener, pero ella siguió gimiendo por ayuda. De su boca empezó a brotar un poco de sangre; y lloró más sin poder evitarlo.

—Por favor — volvió a rogar, casi repitiendo las mismas palabras que antes, a pesar del dolor que provocaba su labio partido — Por favor, no me haga nada, por favor, por favor.

Lo último lo susurró con el llanto en su garganta. No quería ser violada, no quería estar ahí. Mantenía sus pensamientos a pesar de querer gritarle que era un viejo asqueroso, pederasta y malnacido. No le convenía que decidiera molerla a golpes antes de tomar de su cuerpo, porque sabía que si ordenaba al otro tipo liberarla, con su cuerpo adolorido no tendría posibilidad de escapar.

— No creas que me gusta revolcarme con mocosas— habló el viejo, acercándose a la gigantesca flor que había visto desde un principio— Tengo un gusto más selectivo, con mujeres más maduras por supuesto.

La kunoichi no necesitaba de sus absurdas explicaciones. Le daba asco, total repulsión, ser mancillada por ese viejo. ¡Por favor! Si su equipo ya se había percatado de que ella estaba tardando en regresar, que se dieran prisa en encontrarla. Pensó en Sasuke y Kakashi, rogándole a todos los dioses que aparecieran en cualquier momento.

De pronto vio como el anciano ponía una de sus manos sobre la flor. Su cabello se volvió negro y su rostro empezaba a rejuvenecer. Él giró la cara para mirarla y sonrió, estaba más que claro, definitivamente él era Uchiha Madara.

— El efecto no durará mucho, pero será suficiente para lo que voy a hacer.

Madara se acercó hasta ella y examinó su cara. Ella se resistió por supuesto, pero sus dedos grandes se clavaron en la piel de su quijada de tal forma que no pudo retirar su rostro.

Era una jovencita bastante bonita y muy rosita. Él, que había crecido en un ambiente sumamente violento, rodeado de ruina y muerte, le era curioso encontrar a gente así. Tan despampanante y colorida. No podía negar que las mujeres de su época eran bellas, sobre todo las de su propio clan, pero entre su apariencia y armaduras, comparadas a sus camaradas masculinos, no se les podía hallar mucha diferencia.

Pero esta joven, a pesar de ser claramente una ninja novata por la facilidad de su captura, expresaba mucha feminidad. Su color de cabello era por demás extraño de encontrar, y sus ojos combinaban muy bien. Jamás se había considerado a sí mismo alguien que pudiese fijarse en una muchacha tan menor, pero era como una fruta que crecía solo en los rincones más imposibles de acceder. Justo el tipo de cosas que más atraían a Uchiha Madara.

Su expresión era de miedo, y no esperaba otra cosa en realidad. Decir que esa joven lo excitaba era mucho, pues aún estaba el detalle de ser casi una niña. No le motivaba la idea de tomar a alguien tan joven en lo absoluto, pero tampoco le desagrada ni iba en contra de ella.

Acarició su rostro y directamente pasó a besar sus labios, pero ella los apretó fuertemente de manera que casi no estaba besando nada de ellos. No iba a molestarse, tenía toda una vida de experiencia y sabía qué hacer. Con su mano enguantada, apretó uno de sus pequeños pechos sobre la ropa. Sakura inmediatamente abrió la boca por reflejo, cosa que hizo a Madara aprovechar e insertar su lengua en su húmeda cavidad, moviéndola, tratando de abarcar cada rincón de la pequeña boca. Aún sujeta por el engendro blanco, Sakura resistió todo lo que pudo, pero era imposible tratar de quitarse el tipo de encima cuando este ni siquiera la besaba, estaba prácticamente devorando su boca, sujetando firmemente su rostro con una mano y deslizando la otra en su cintura.

Se estaba sonrojando a medida que lloraba. Un calor nada satisfactorio recorría su cara y se acumulaba en su cabeza provocándole un pequeño dolor. Era asqueroso, pero era su primer intento de beso. Madara se separó de ella y la miró, para después volver a acercarse y esta vez, jugar con sus labios en un beso real. Ella ya ni siquiera intentó resistirse, sin embargo, tampoco correspondió.

Madara dejó de sujetar su cabeza, y empezó a recorrer con su otra mano el cuerpo de la kunoichi, tocando cada parte, cada extremidad; explorando a la prematura mujer con la que compartiría cama. Inequívocamente la última.

Lo hacía de manera lenta. Sabía muy bien que ella no se excitaría, pero de igual forma podría intentarlo. Pasó su mano derecha nuevamente encima de uno de sus pechos, y con su pulgar presionó la parte donde estaría su pequeño y delicado botón. Ella se estremeció sin desearlo.

El temblor de su cuerpo solo confirmó lo que en un principio Madara había pensado.

— Zetsu, recuéstala— ordenó.

Zetsu obedeció de inmediato, y se tendió sobre el suelo llevándose con él a la kunoichi. Desde su altura el Uchiha podía verla rendida, sudando a grandes cantidades; tal vez por el agarre de Zetsu o tal vez por el nerviosismo.

Colocó sus pies justo a cada lado de ella, y se agachó hasta prácticamente quedar sentado en su cuerpo.

— Antes estabas gritando, ¿Ahora no dices nada?

Sakura le miró temblorosa. ¡Por supuesto que quería gritar! Pero de que servía si él iba a callarle con un golpe. Era cobarde, no sabía qué hacer, pero no estaba lista para luchar, nadie la había preparado para ese tipo de batallas.

— Está bien, así está mejor, de cualquier forma tienes que ahorrar esa garganta para los gritos de placer — murmuró malicioso, con la sombra de una sonrisa perversa.

Ese viejo no podía ser más repugnante, pensó la kunoichi. Como si ella en algún punto pudiera disfrutar de algo así.

Las caricias de aquel hombre continuaron. Sobó su vientre hasta escalar a sus pechos otra vez, Madara acarició ahí, usando sus pulgares en movimientos circulares. Bajó el cierre del vestido, y extasiado pudo ver que la kunoichi traía unas mallas sin sujetador. Ante sus ojos, los botoncitos rosados se alzaron reclamando atención, aunque su dueña no lo consintiera, ellos estaban ansiosos de sus caricias.

— ¿No te pones nada abajo? Eres una niña mala.

Madara descendió lentamente mirándola todo el tiempo a los ojos; y Sakura, hipnotizada de la crueldad de su captor, tampoco pudo apartar los suyos. Su cuerpo era demasiado grande para la kunoichi, por lo que ese descenso hizo que la cara de él quedara incluso por encima de la cabeza de ella, pero rápidamente se acomodó, haciendo que ahora fueran las piernas de la joven las que estuvieran por los lados de su cuerpo y retrocediendo para quedar justo en frente de sus senos.

Apretó uno para abultarlo más y elevar el rosado pezón. La miró, como si fuera su amante y no su agresor, y con la punta de su lengua tocó aquel botoncito que la hizo temblar de una manera diferente. La primera lamida comenzó desde el inicio de su montículo hasta nuevamente tocar el botón, dejando fluir la saliva caliente que se deslizaba lentamente de su lengua hasta su piel. La mantuvo ahí mismo, haciendo que su músculo bailara alrededor de ella.

— ¿Te gusta? Así es como se siente ser mujer.

Sakura quiso contestar con un insulto, pero Madara le hizo callar metiendo su pecho en su boca, donde hizo profundas succiones y apretó con la lengua, propinando leves mordiscos, besándolo después, y besando todo el recorrido que hizo hasta llegar al otro, todo sin dejar de mirarla.

La pelirrosa no podía continuar aguantando esa mirada mientras le hacía esas cosas, pero un rápido movimiento de la mano de Madara hizo que Zetsu le obligara a mantener la cabeza alzada para que pudiera apreciar lo que pasaba. Cerró los ojos como segunda opción, pero eso no le impediría seguir sintiendo la boca del Uchiha legendario sobre su piel y abrirlos por reflejo.

El hombre dejó un beso sonoro lentamente por sobre sus pechos, para dar otro y otro, produciéndole escalofríos, subiendo lentamente por su cuello, donde la intensidad de sus actos regresó y atacó sorbiendo un trozo de este. La besó, aunque ella recobró momentáneamente su inútil negación en querer darle un beso apretando los labios, su mano enguantada se coló debajo del vestido, tocando por encima de sus pantaloncillos. No había manera en la que Sakura pudiera escapar de esas manos expertas, no tenía caso luchar. De pronto sintió como ese sujeto llamado Zetsu, dejaba libre sus piernas, y creyó que era momento de atacar.

Improvisadamente en tan incómoda posición, trató de arreglárselas para ajustarle un rodillazo en alguna parte que pudiera alcanzar y provocar un impacto razonable. El Uchiha detuvo cualquier intento y ella no tuvo otra opción más que arrojar patadas aleatorias. Colmado, el moreno le dio otro golpe en la mejilla, con más fuerza que las veces anteriores.

— Ya deberías saber que necesitas más que eso para escaparte de mí.

El golpe le había aturdido tanto, que no hizo un mínimo esfuerzo en evitar que Madara sacara sus pantaloncillos llevándose también su ropa interior. El hombre quitó el guante de una de sus manos y la coló a la entrepierna de la joven, sintiendo que ella no estaba mojada exteriormente, pero introdujo un dedo, indagando en la calidez y humedad.

— Estaba pensando en tratarte bien antes de deshacerme de ti, pero sinceramente no tengo mucha paciencia— dijo, juntando el bulto que se hacía en sus pantalones a su pierna.

Tomó uno de sus pies y retiró el calzado, haciendo que la piel descubierta de sus dedos frotaran el mismo bulto de su entrepierna, después sujetó el otro pie e hizo lo mismo. Madara notó que ya la kunoichi no hacía nada, mantenía su cabeza ladeada moviéndola muy poco, seguramente el último golpe le había causado una contusión interna, cerca de noquearla. Ya no tendría que aguantar sus inútiles intentos de apartarlo, pero tampoco tendría el placer de verla retorcerse cuando sus sexos se tocaran. Una de sus manos bajó sus pantalones y de él salió su miembro viril casi erecto. Se acercó a ella, apretándola, simulando mordidas en partes de su cuerpo por donde todavía su lengua no había recorrido, tratando de que su excitación subiera más para poder avanzar.

Buscarse una muchachita tan joven tenía sus ventajas. Su entrada era pequeña, virgen, y lucia realmente bella y apetitosa. Él jamás tuvo una pareja formal, y toda su experiencia se hallaba en mujeres de camino, muchas de ellas más que mancillas por decenas de hombres. Pero la criatura que tenía frente suyo era totalmente nueva, totalmente caída del cielo para su satisfacción. Sería un placer llevar a un ángel al infierno.

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Mientras más probaba de su piel, más se cautivaba de su joven rehén. Besó partes que la hicieron temblar de gozo, y mordisqueó en otras que le hacían erizar la piel. El cuerpo de la kunoichi era sincero, reaccionaba muy bien a sus caricias y se sentía ansioso de ellas.

Sus manos tomaron ambas piernas y las alzó juntándolas en el aire, lamiendo y besando su blanquecina piel entre los huecos y sus muslos. Cuando tuvo suficiente de su piel, separó las piernas de la mujer y sumergió su rostro en aquella expuesta intimidad. La recorrió con la mano que no tenía guante, sin penetrarla con él, deslizo su dedo por los pliegues de su feminidad, sintiéndolo, pensando en que nunca nadie lo había recorrido antes que él. La devoró por completo sin haber retirado su dedo aun, no dejó un solo rincón de aquella entrada húmeda sin tocar por su lengua. Jugaba con el pequeño punto de su máximo placer; succionándolo, presionando con la lengua y atrapándolo entre sus labios, atentó a las muecas de ella por resistirse. Definitivamente estaba siendo traicionada por su propio cuerpo.

El efecto del golpe estaba pasando y ella poco a poco volvía a la realidad. Costándole incluso más trabajo del necesario por la increíble sensación de tener una lengua recorriendo su parte más íntima. Estaba fuera de la órbita, sintiendo de manera tan profunda sus movimientos sobre su cuerpo. Sintió como el Uchiha se apartaba de ella, pero solo para ponerse sobre sus rodillas y mostrarle su masculinidad completamente dispuesta a entrar en ella. Se acomodó entre sus piernas y acto seguido se reanudó el dolor.

Ella que quejó, y Madara no esperó a que se acostumbrara a nada. La penetró de manera salvaje y brutal, desatándose después de tanto tiempo de haberse contenido. Sus movimientos eran frenéticos, completamente opuestos a los movimientos calmados que hizo antes de hundirse en ella. Sakura apretó los dientes, cerrando los ojos, deseando que todo acabara de una vez. Su cuerpo se movía impulsado por la brusquedad y la entrada de su cuerpo ardía como si estuviera frotándose con una lija.

— ¡Basta por favor!, ¡Te lo suplico!... ¡Detente!

Pero él solo aumento sus movimientos, aferrándose a las piernas de ella alrededor de su cintura, pegando sus caderas a las de ella en un duro vaivén. El sonido de su piel chocando era muy erótico para él, pero quedaba en segundo lugar ante lo apretado y caliente que se encontraba su miembro siendo atrapado en esa dulce cavidad.

Empezó a gemir, como hace mucho no hacía. Tal vez fuera la edad la que lo hacía más sensible, tal vez la falta de sexo en décadas que su cuerpo había extrañado. No lo sabía, pero sí sabía que esa mocosa le estaba haciendo sentir vivo como ninguna. Una corriente eléctrica empezó a expandirse desde su pelvis recorriendo su cuerpo. Mientras la penetraba, su mano enguantada pellizcaba uno de sus pechos, y la otra cubría los gritos de la joven mujer.

Su nuca cosquilleaba, lo sentía demasiado cerca. Aumentó lo más que pudo el poder de sus envestidas y con él, sus casi inaudibles gemidos empezaron a tomar más volumen hasta convertirse en exclamaciones de absoluto éxtasis. Podía sentir los líquidos fluyendo por toda su extensión que entraba y salía sin compasión de ella, y como finalmente se escurrían entre sus testículos y sus piernas, ensuciándole todo.

Enfocó su vista en donde la unión ocurría, notando lo grande que él era a su lado, pero lo bien resguardado que podía estar en su interior a pesar de eso. La mano en sus pechos la llevó a su propia boca, untándola de saliva, y luego deslizándola hasta por donde la división de sus labios íntimos comenzaba.

Bastaron unos segundos más de penetración y se derramó completamente dentro de ella. Liberó un gemido totalmente extasiado sintiendo las pulsaciones de su entrepierna y el cielo entre sus dedos.

Dejó pasar unos cuantos segundos y luego se retiró de su cuerpo. Volvió a acomodar sus ropas y con una voz recuperada y demandante le pidió a su subordinado que la dejara inconsciente. Tocando una parte de la nuca, Zetsu obedeció a su mandato.

Antes de darle la espalda, le dio un último vistazo a la kunoichi. Entonces, Madara Uchiha meditó.

— Llévala de regreso a la superficie, asegúrate de dejarla en algún sitio alejado de aquí.

— ¿Entonces la dejaras vivir? — preguntó — Que amable eres.

El cuerpo joven de su superior empezó a volver a su estado original. El poder de las células de Hashirama había hecho un buen trabajo con su apariencia, pero ya era hora de dejarla ir. Caminó hasta el gran tronco en forma de trono, y se sentó. Se encontraba exhausto y era momento de descansar.

—No voy a darte explicaciones, hazlo.

Sin esperar nada más Zetsu empezó a moverse llevándose con él a la inconsciente pelirrosa. Sin ni siquiera molestarse en acomodar su ropa o asquearse por tocar el líquido que aun resbalaba de entre sus piernas, solo se la llevó por la misma penumbra en la que había llegado.

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Sasuke regresó a la casa donde estaba el resto de su equipo, con él, las muestras de las plantas medicinales que la anciana le había pedido.

— Encontré esto, y la planta que le tocaba a Sakura —dijo apenas entró— ¿Ya regresó?

— Aún no — contestó Kakashi.

La señora al escuchar hablar al moreno, miró a su madre que descansaba en uno de los muebles junto a la cama del afectado. Naruto empezó a preguntar por Sakura, pero apenas hablaba el picor de su cuello le hacía callar.

— ¡Mamá, has mandado a la jovencita por el camino equivocado! —reclamó la señora, tomando lo que Sasuke le había entregado.

La mujer inmediatamente empezó a moler todo en una piedra mezclándolo con otra cosa, formando lo que parecía una especie de crema babosa.

— Ya les había dicho que no recordaba bien. Además la culpa la tiene este hombre— se defendió la anciana, señalando a Kakashi.

El sensei se señaló a si mismo incrédulo y la anciana continuó.

— ¿Quién manda a una niña sola al bosque? ¿Por qué no fue usted?— Recriminó — Le dio el camino más peligroso a ella.

— Pero fue usted quien me pidió que no me fuera — contestó el agredido — Y fue también usted quien dijo el camino equivocado.

— No quiera deslindarse de sus responsabilidades, ¡es usted un mal padre! — siguió la anciana, mirándole mal.

Sasuke salió de la casa mientras escuchaba a su sensei decir que ellos no eran sus hijos. Él había encontrado el Kuromi incluso antes que el Sakikari, pero ya había pasado un tiempo considerable como para retornar y avisar a su compañera, entonces pensó que lo mejor sería terminar la búsqueda del segundo ingrediente y después regresar.

Aunque era incluso antes de mediodía, el bosque era muy grande y si Sakura se había impuesto la condición de no venir hasta encontrar la dichosa planta que no existía por ese lado del pueblo, la noche caería y en verdad estaría en peligro. Dejaría el cuidado de su otro compañero en manos de su sensei, él iría a buscar a Sakura.

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Sasuke corrió a toda prisa.

En el primer instante que puso uno de sus pies en la entrada el bosque, una sensación de escalofrío le recorrió el cuerpo, como si estuviera sucediendo algo importante en algún lugar y él no se enterara de nada. Una sensación que ya había sentido antes, un sexto sentido que le avisaba que alguien estaba en peligro y le necesitaba o muy cerca, o muy lejos. Pero en ese caso, la única persona que podría estar en peligro sería Sakura.

Ni siquiera quería pensarlo. Sakura era una integrante de su equipo, alguien que junto con Naruto y Kakashi, aunque no quisiera aceptarlo, se habían convertido en seres importantes para él. Pero esa incertidumbre que sentía en su pecho, sabía que no era solo por ella. Había algo más, alguien más.

¿Pero que era ese algo que sentía? Apresuró el paso sintiéndose extrañamente ligero, y como si el tiempo pasara más rápido. Estuvo horas buscando, pero entre sus incómodos presentimientos y la rapidez de sus pasos, lo sintió como si solo hubieran pasado unos cuantos minutos de búsqueda.

Se subió a los árboles pero era inútil, todo el terreno estaba tan lleno de vegetación que le era imposible ver más allá de las copas. Tronó la boca molesto, si esa tonta anciana no fuera tan despistada nada de eso habría pasado. Ahora existía un Naruto agonizante de ardor y una Sakura desaparecida, porque sabía muy bien que lo estaba.

¿Y si ella ya había regresado al pueblo? No, la sensación seguía allí. Ella estaba en peligro, lo sabía, y no cambiaría de idea hasta no verla y regresar con ella al lado de Naruto.

Si sus habilidades ninja no fallaban, en poco más de cuatro horas había peinado gran parte del área oeste. Había caminado tanto y dado tantas vueltas, que bien podría haber ido a Konoha y regresado.

Cansado e intranquilo, activo su Sharingan una vez más. Este no era un Byakugan, pero tal vez en algo podría ayudar para su búsqueda, quizá a encontrar un rastro, o una barrera de chakra ¡o cualquier cosa maldita sea!

Entonces lo vio. Era una cosa rosa saliendo de entre los arbustos. Una maraña que parecía un montón de cabellos revueltos y llenos de tierra. Ni siquiera lo pensó dos veces y corrió hacía allá. Asomó su cuerpo hasta la enredadera de plantas que mantenían envuelto un gran cuerpo. Era Sakura, era ella. Estaba tirada encima de un arbusto pequeño que hacía de almohada, prácticamente escondida porque encima de ese arbusto unos tallos se alzaban sobre él y cubrían todo el cuerpo de la kunoichi, como si fueran estas las sábanas del bosque.

La pelirrosa estaba sucia, con golpes en el rostro y algunos otros rastros en torno a su piel. Su inconsciente compañera había estado en una batalla, pero seguía viva. Era un alivio a medias.

La cargó con la delicadeza que pudo sobre la espalda y emprendió el regreso a casa de la anciana. Sus dientes tronaban unos contra otros furiosos. Alguien se había atrevido a dañar a un ser importante para él, otra vez. La marca de maldición estaba inquieta junto a sus emociones. La idea de que un individuo anduviera por la vida molestando a sus camaradas le fastidiaba, no podía dejar las cosas así.

Pero maldita sea, otra vez esa estúpida debilidad.

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Hola, está es la primera parte del two-shot que he estado escribiendo desde hace poco menos de dos semanas. Me dio un atacazo MadaSaku brutal después de perderme en algunas imágenes de pixiv, pero buscando algunas ideas originales para esta pareja, (ni tanto eh, ni tanto) se me ocurrió esto.

La historia se concentra no solo en Madara y Sakura, sino en Sasuke también, el espectador principal. Ya después veremos en qué forma.

Perdón si se me escapó alguna falta de ortografía, la crítica es bien recibida :) Estoy haciendo un Indrasaku también, pero me cuesta trabajo porque hay como que cientos de años de diferencia entre sus existencias :p y no me gustaría recurrir a los viajes en el tiempo porque no soy muy bueno desarrollando ese tema, me aburro muy rápido, y ah que me voy por las ramas.

Gracias a todos por dedicar tiempo a leer esto, mi corazón se acelera con la fuerza de mil huracanes cada vez que leo un bonito mensaje o veo que el contador de visitas o favoritos sube. ¡Ajbashskjhas los amo!