Corto One-shot solamente escrito por diversión :)
Celoso.
by Sirio Dragneel.
— ¡Natsu, deja de molestar a Duncan! — rugió Lucy. Con confusión el nombrado se giró hacia ella, no entendiendo el motivo de su furia.
—¡Pero no he hecho nada, Luce!—se defendió, sus manos enfrente de su pecho por las dudas. Ella, probablemente, le golpearía en cualquier momento con su tan peligrosa ''Patada de Lucy''
La rubia apretó sus puños, y en unos segundos, el dragón slayer salió volando del gremio. Los demás se rieron a costa de él, para su fastidio. Sabía que terminaría de esa forma, pero agradeció que la rubia no hubiera puesto demasiada fuerza en su patada como para noquearlo.
Aunque ahora su pecho dolía como el infierno.
Él estaba irritado, demasiado irritado como para gritarle a todos que eran unos idiotas.
Realmente, realmente no quería que el niño estuviera tan cerca de Lucy. Todo había tomado un medio giro que, no lo admitiría en voz alta, le asustaba por completo, porque estaba siendo desplazada al segundo lugar, y había sido olvidado hasta que gritara exigiendo atención.
Sentándose en el suelo mientras refunfuñaba por lo bajo sobre chicas rubias ilusas, y frotando su pecho con una mueca de dolor, no pudo hacer más que quejarse por todo lo que le fue quitado.
Sus ojos, negros como el carbón y llenos de una furia depredadora que no conocía límites, estamos hablando de Natsu Dragneel después de todo, se fijaron con un odio implacable en el mocoso que estaba al lado de Lucy.
Su Luce.
Él nunca había sentido emociones tan fuertes y negativas hasta que Duncan había entrado en sus vidas. El odio, la furia que sentía por ese mocoso mimado por su compañera favorita, se había llevado el título, y bien merecido, de ''El enemigo de Natsu''
Uno muy peligroso.
No confiaba en él pese a que todos lo hacían. No sentía un agrio aroma proveniente del chico, así que no era una mala persona, y también dependía del propio Natsu en las batallas, pero...
Sus instintos se estaban volviendo locos por él. No entendía nada, y era tan frustrante para él. No había pensado tanto como lo había hecho esta semana desde que el desgraciado apareció para llevarse la atención de todos.
Por un lado sentía, como ya había dicho varias veces anteriormente, furia y odio (aunque no realmente odio, sino rivalidad, pero él se negaba a decirlo), por otro lado sus instintos estaban, además de locos y a la defensiva, confundidos.
Sentía una vena protectora, casi igual a la que sentía por Lucy, por el niño.
No entendía, y no quería hacerlo. Su cabeza explotaría si ese mocoso no desaparecía en ese mismo instante.
Soltó un gruñido, mostró sus colmillos hacia el rubio.
Los ojos negros, con motas verdes y avellanas, se fijaron en él temerosamente. Sintió una increíble satisfacción al verle retroceder unos pasos. Todo el gremio negó con la cabeza, ahí iba otra vez.
—¡Natsu!— gruñó cuando Lucy se interpuso en la mirada desafiante que compartía con el bastardo. Ella puso sus manos en sus cadera, mirándolo con cansancio, aunque en sus ojos se podía notar la tensión que sentía por la situación en general.
Ella estaba demasiado cansada por los choques entre ambos niños. Sí, había veces que sentía que Natsu era otro niño... bueno, eran la mayoría de las veces, admitió para sí misma con una mueca.
Él bufó, cruzó sus brazos mientras se levantaba del suelo. Desvió la vista cuando la Heartfilia se acercó de él.
— ¡Ya estoy cansada de tu infantil comportamiento!— exclamó. Natsu abrió la boca, más que indignado. Ahora, ahora sí que estaba enfadado con el bastardo.
— ¡Pero Luce! — gimió— ¡Le prestas demasiado atención al niño, te estás olvidando de mí!
Happy asintió, por una vez de acuerdo con el de cabello salmón. Natsu le envió una mirada asquerosa, sabiendo que el gato estúpido no se había acordado de él hasta que gritó hacía unos minutos.
El rostro de la mujer enrojeció en unos segundos, los demás miembros retrocedieron al igual que el chico, quien miró al dragón slayer nerviosamente. Duncan, a pesar de temer del hombre, quería su atención. Pero también era demasiado dependiente de Lucy, obviamente, como para que Natsu lo dejara acercarse. Este último no entendía que dependía de ella para sobrevivir.
Después de todo, ni siquiera sabía cocinar. Y era demasiado mimoso, necesitaba que ella le diera atención, además también era suya.
— ¡Él es tu hijo, pedazo de imbécil! — chilló.
Mostró sus colmillos con un aire desafiante.
Así es, Natsu Dragneel no podía entender que estaba, en verdad, celoso de su propio cachorro.
Fín.
