Disclaimer: Nada me pertenece. Solo lo hago por diversión.

Sé que no gusta el OC (a mí tampoco mucho), pero en esta historia lo he hecho. De todas formas, espero que guste porque le he puesto muchas ganas e ilusión. La he basado un poco en el videoclip de Frozen del grupo Within Templation que me impresionó mucho. De ahí viene el título del Fic.

Me gustaría decir algo más, pero es que no se me ocurre. Sólo que espero que me digan que les pareció.


Capítulo 1

El día que Will la besó junto a la ventana del final del pasillo quedaba ya muy lejos. Tuvo que estar a punto de perderla para darse cuenta cuanto significaba para él, de que sin ella la vida parecía mucho más difícil y en la oscuridad era incapaz de orientarse y encontrar el rumbo, tropezando una y otra vez.

Pese a todo, había continuando equivocándose, solo que tenía la certeza de que había alguien esperándole, ofreciéndole la mano y su hombro cuando lo necesitara. Sus peores errores sin duda habían sido los que la habían dañado a ella. Entonces es cuando se encontraba solo y desesperado. Había tenido miedo a perderla, y casi lo hace, pero al final intentó lo imposible para traerla de nuevo a su lado. Ese día se prometió que no la dejaría escapar nunca más. Y por el momento, la promesa seguía en pie.

También llegó el momento en el que, mirándola a los ojos y tomando sus manos, dijo ante Dios que la amaba, siempre la amaría y sería suyo hasta el día de su muerte. Podría decir que fue el hecho más importante de su vida, pero mentiría, porque nada borraría de su mente la primera vez que sostuvo a su hija en brazos. Tan pequeña, tan frágil… y allí estaba él para cuidarla y protegerla. Una miniatura su esposa. Recuerda haber llorado mientras abrazaba a ambas, dándose cuenta de que todo lo que podía pedir estaba allí a su lado. Porque lo que Will Shuester siempre había soñado era tener una familia, personas a las que amar y por las que sentirse amado. Luego siempre quedaban otras cosas, como su vocación a la enseñanza y su pasión por la música.

Se sentía el hombre más feliz del mundo, por eso, la noche que su hermano llamó a su puerta con todas sus pertenencias en una bolsa de mano y el fracaso pintado en la cara no pudo menos que hacerle un hueco en su casa.

Joe era tres años mayor que Will, pero nunca fue su ejemplo a seguir. Abandonó el instituto, se compró una moto, se echó novia y desapareció. Sus ansias de libertad y de vivir la vida lo habían hecho salir de casa a la aventura. Pero consiguió sobrevivir por sí mismo ganándose la vida aquí y allí. Fue una gran desilusión para sus padres, así que estos intentaron controlar más la vida de su hijo pequeño. Pero Will en ningún momento pensó en seguir los pasos de su hermano. Eran demasiado distintos entre ellos, por lo tanto, nunca tuvieron gran relación. Se preocupaban el uno por el otro, sí, pero poco más. Prácticamente no se habían visto desde que Joe se fue.

Tardó un poco en reconocerle después de tanto tiempo, pero indiscutiblemente, aquel hombre era su hermano.

Al parecer, la buena suerte se le había acabado. Tras algunos problemas de dinero había acabado en la banca rota. Su mujer le había echado de casa y sus amigos le habían dado la espalda. Le daba demasiada vergüenza volver a casa de sus padres, así que el único sitio que le quedaba era ese. No tuvo que repetirlo dos veces. Will le ofreció su ayuda en todo lo que necesitase y le hizo sitio a la habitación de invitados.

-Es mi hermano, Emma –aquella misma noche, Will sólo tuvo que susurrarle esas tres palabras para convencerla al segundo. Al fin y al cabo ella entendía sus razones. Estando en su lugar tampoco hubiese dejado a su familia en la calle si pasaba malos momentos y habría esperado que Will lo entendiera y la apoyase. No iba a ser menos.

Al principio fue la cosa fue un poco incómoda, sobre todo cuando la confundió con Terri.

-Joe, esta es mi esposa –les presentó. Emma sonrió, esperando no parecer demasiado maleducada al mantenerse alejada del contacto físico. Es que no iba afeitado.

-Qué buen gusto tienes, Will –le guiñó un ojo a su hermano y al final la besó en la mejilla. Emma contuvo el aliento e intercambió una mirada con Will, pero ninguno dijo nada- Terri, ¿verdad? Papá y mamá me hablaron de ella. Siento no haber ido a vuestra boda, estaba liado con algunos asuntos… -la miraba tan fijamente que la hacía sentirse un tanto incómoda- Creía recordarte más rubia –Joe se había marchado poco después de que Will y Terri empezaran a salir juntos por lo que tenía un vago recuerdo de ella.

-En realidad, soy Emma –le corrigió con timidez dejándole un tanto sorprendido.

-Yo creía que…

-Me separé de Terri hace unos años, Joe. Ahora estoy con Emma –pasó el brazo por la cintura de su esposa- ¿No te han dicho nada mamá y papá?

-Hace unos años que no hablo con ellos –explicó cambiando rápidamente de tema.

Así que eso era todo lo que Emma sabía sobre Joe Shuester. Claro que Will le había mencionado anteriormente otras veces, pero solo de pasada. Nunca pensó que fuera a conocerlo de esa manera. Además, creía que era más como Will, pese a que él le había dicho que eran totalmente diferentes.

Cuando estuvieron los dos juntos sentados en el sofá y hablando de cosas de las que ella no entendía la mitad, se había parado a examinarlos. Físicamente, se daban un aire: la forma del rostro, los ojos hundidos, la boca pequeña… Pero al hablar los gestos eran totalmente diferentes, al igual que la manera de contar las cosas. Sin dudas, su Will le parecía el más atractivo de ambos.

-¿Y qué te ha dicho que quiere hacer? –susurró mientras buscaba su cuerpo bajo las sábanas.

-Básicamente, ordenar su vida –suspiró atrayéndola- Ver qué ocurre con su mujer, intentar recuperar sus antiguos ingresos… y con suerte poder rehacer su vida rápidamente y volver a la aventura.

-Entonces esperemos que tenga suerte…

Will rió.

-No te preocupes. Sé que no te gusta demasiado este asunto, pero se las arreglará bien. Mi hermano no es tonto, Em. En un par de meses volveremos a ser tú, yo y Carol –sonrió- Oye, ¿qué crees que opinará de su nuevo tío?

-¡Oh, seguro que estará entusiasmada! –rió acurrucándose en su pecho. Will la besó en la frente y ambos cayeron dormidos.


Como Emma programó, la noticia de que tenía un tío la ilusionó. Su familia no era precisamente extensa, aunque sí tenía algún que otro tío que no lo era de sangre.

Al principio, se mostró un poco reacia y tímida. Le costaba acostumbrarse a la gente nueva, sobre todo si aparecía de la noche a la mañana en la sala de estar.

-Papi, ya no quiero dormir más –bostezó mientras se frotaba los ojos. Le gustaba levantarse temprano, incluso los fines de semana. Según ella, tenía más tiempo para jugar. Así que, aún un poco cegada por la luz, fue a buscar a sus padres por el resto de la casa. Cuando vio a un hombre sentado en el sofá de espaldas a ella, automáticamente pensó que era su padre. ¿Quién más podría ser? Pero cuando se volvió y comprobó que se había equivocado retrocedió varios pasos hasta chocar de nuevo con la puerta- ¡Papá! –gritó.

-Buenos días, pequeña –Will la alzó por detrás y la cogió en brazos- Ven a decirle "hola" a tío Joe.

Quince minutos después estaba en brazos del hombre del que se acababa de asustar, y del que empezaría a encontrar todos los días en su casa cuando se levantara. No estaba muy segura de si le gustaba eso mucho.

-Entonces, Carly…

-Caroline –le corrigió. Nunca permitía que nadie en quien no confiara la llamase por ningún diminutivo. Todavía no había llegado a esa fase con su tío.

-Caroline –repitió recibiendo su aprobación- ¿Cuántos años tienes ya?

-Cuatro, tío Joe –contestó mirándole muy seria. Tampoco sonreía a desconocidos.

-¿Cuatro? Estás hecha toda una mujer ya –le sonrió- Ya irás al cole y todo.

-Claro –levantó la barbilla con orgullo. Ella ya no era una niña pequeña que necesitase estar todo el día en casa bajo la atenta mirada de sus padres. Su media legua decía lo contrario- Estamos aprendiendo a leer –explicó- Pero mamá también me ayuda un poco en casa. Dice que tengo que practicar mucho para poder leer sola mis cuentos –sonrió orgullosa de su misma.

-Y así es. Estoy convencido de que eres una chica muy lista, y que además no solo los leerás, sino que también escribirás tus propios cuentos–presionó con cariño su frente con el dedo.

-Todavía no sé escribir –frunció el ceño.

-Aprenderás, pequeña Caroline –le sonrió.

-Carly –corrigió.

-Pequeña Carly.

Qué fácil es ganarse el cariño de un niño. Son inocentes y confían en cualquiera con solo tres buenas palabras. Además, Caroline era como su madre, siempre encontraba lo mejor de las personas, aunque los demás no vieran nada.