SAINT SEIYA NO ME PERTENECE,

simplemente me encanta hacer historias diferentes con sus personajes.


¿Cuál es tu miedo?

Una brillante luz segó sus ojos azul turquesa e instintivamente busco la mano de aquel que era su mismo reflejo. Acostumbrados a la penumbra de aquella prisión en donde esperarían por largo tiempo que el juicio final llegase a ellos ahora una incandescente luz pasaba por aquellos parpados.

Sintió la necesidad de jalar aire a sus pulmones una vez más, empezando a diferenciar gran variedad de sensaciones, dándole por entendido que podría abrir aquellos orbes nuevamente y poder ver la luz del sol otra vez. Sentía un cosmos lleno de paz, reconfortante para él y para los otros que le acompañaron en aquella temible obscuridad. Sintió la necesidad de mover aquellos músculos, siendo los primeros sus manos y posteriormente los dedos, todos y cada uno de ellos.

Esa voz reconfortante les invitaba a levantarse nuevamente e igual que todos aquellos ahí postrados no hicieron más que verse a las caras. Incertidumbre total fue lo que sintió al ver a esos otros hombres y como todos ellos no esperaron a para formular sus cuestiones.

— He tenido una larga platica con mi padre — comenzó a hablar aquella mujer de tranquila paz — y junto con otros dioses ha aceptado que aquellos que han caído en las guerras anteriores puedan respirar una vez más el aire puro de nuestra amada tierra.

Silencio total fue lo que le siguió a esas palabras llenas de felicidad, y el murmullo se comenzó a hacer cada vez más presente. Aquel que fuese patriarca una vez se acercó a pasos lentos a su querida deidad y colocando una rodilla en el suelo, fue seguido por aquellos hombres más jóvenes, pero la sensación de tristeza, de traición a su querida diosa le lleno el alma nuevamente y con ojos húmedos hizo aquella simple reverencia.

— Todos ustedes vivirán nuevamente entre nosotros, una nueva oportunidad se les ha sido entregada y espero que esto sirva para que liberen sus corazones de aquellas opresiones que los consumen lentamente — dijo con esa dulce autoridad, luego poso su verde mirada en aquellos que "le traicionaron alguna vez" — Todo lo anteriormente ocurrido fue por causa de mi hermano Ares y es por ello que no puedo quedarme tranquila al saber que ustedes, mi querida élite de oro, sufran por sus acciones, es por ello que les he otorgado esta nueva oportunidad. — bajo los peldaños que separan el trono del patriarca a la parte central del templo y comenzó a pasar entre aquellos que fueran sus mas grande orgullo — de ahora en adelante, quiero informarles que ustedes regresaran a sus respectivos templos — y se dirigió primeramente al lemuriano de ojos lilas — Shion, quiero que retomes tu posición como patriarca de mi ejército, en cuanto a la cuestión de mis santos, Mu, quiero que forjes una nueva armadura de Géminis, ahora que tenemos a sus dos guardianes presentes — esto evidentemente lo dijo volteando a ver a sus queridos gemelos — una simple armadura no será suficiente para ambos. Ahora mis queridos santos, vallan a descansar y pronto mandare a un mensajero para la siguiente reunión.

Terminadas aquellas palabras, la infanta antena se retira a sus aposentos. Un silencio sepulcral se apodero de todos ellos y como si fueran desconocidos partieron a sus respectivos templos.

Aquel de ojos azul profundo, adornado por aquellas largas hebras de color dorado caminaba sin poder entender lo que sucedió. Entro a lo que llego a considerarse el templo más sagrado entre los doce, aunque por mera costumbre conserva sus hermosos ojos cerrados, camino hasta la zona de meditación en donde con anterioridad hablaba con el mismo Buda. Estiro sus manos y comenzó a sentir la fría roca de las longevas y nuevas paredes, no sabía con exactitud cuánto tiempo había pasado, pero viendo a su querida infanta no calculaba más de dos años desde que él y el resto de los dorados hubieran unido toda su fuerza en aquel desesperado ataque, porque siendo sincero, aquella unión solo fue por la desesperación de poder ayudar de alguna forma a ganar aquella terrible guerra.

Llego sin problemas hasta la gran e imponente puerta que resguarda el preciado jardín de Virgo, en donde tomo la irremediable decisión de cometer suicidio utilizando a sus viejos compañeros de armas. Camino a paso lento, sintiendo la humedad de ese hermoso pasto, al llegar frente a los sales gemelos sintió la fiera necesidad de contemplarlos una vez más; abrió sus parpados lentamente al tiempo que tocaba el delgado tronco de uno de los árboles, extasiado por tanta belleza, se dio cuenta que de ahora en adelante disfrutaría de esta nueva oportunidad dada por la infanta para disfrutar de aquello que alguna vez considero "mundano".

Se sentía un completo extraño en aquel templo.

Cierto que en aquella ocasión fue el quien cuido con tanta devoción el tercer templo, de igual manera es bien sabido que no es más que un traidor, a diferencia de su hermano, — el cual divagaba por el templo en aquellos momentos—, el sí tenía plena conciencia de todos y cada uno de esos atroces actos que cometía y por ello no se sentía merecedor de aquella nueva oportunidad que la infante les ofrecía. En cierta forma sentía un miedo atroz que recorre cada una de las células en su ser, de hecho ni siquiera sabe cómo enfrentara a su hermano, después de casi quince largos años de estar separados, sea por lo que sea, él fue quien cometió los peores actos por codicia, él fue quien inicio la guerra santa en contra del santuario marino y sabiendo que ahora aquellos a los que alguna vez pudo ver como sus amigos, ahora simplemente lo quisieran ver muerto.

Saga caminaba con esa forma tan pulcra característica en él, guardo silencio al estar frente a su par y por su cabeza pasaba más de mil y un formas de como iniciar una conversación con su tan querido hermano; pues aunque paso lo que paso, ahora sentía cierto alivio de saber que era un hombre nuevo, quizá confundido como todo el resto, pero aun así fue perdonado.

Se acercó cauteloso hasta estar frente a este, por su parte, Kanon volteo su rostro lleno de vergüenza, fue cuando sin pensarlo más, sintió el cálido abrazo de su hermano gemelo, haciéndole entender que ahora no lo dejaría solo nuevamente, por una vez en toda su vida, el menor de los gemelos sintió una paz que inundaba su alma y esto le arranco una sonrisa de sus labios.

Los días pasaron rápidamente y el nuevo flujo en el santuario podía sentirse mejor, mientras que algunos santos comenzaban a arreglar sus diferencias, otros más actuaban como si nunca hubiera pasado aquella terrible era en la que Ares gobernó sin piedad. Esa tarde, Shaka se quedó solitario en su templo, aunque sentía el cosmos de sus demás compañeros, siempre le intrigo uno en especial, y no es que desconfíe del gemelo menor, más bien, este le produce cierta curiosidad a su persona.

¿Cómo es que alguien puede ocultar tan rápidamente su cosmos sin el menor esfuerzo requerido? Eso sin duda despertó más la curiosidad que hasta hace poco permanecía sepultada en el olvido para "Shaka de Virgo", aquel que era considerado el más cercano a los dioses. Por mera costumbre poso aquellos penetrantes orbes en el horizonte, observando con cierta fascinación los templos menores y cada una de las muestras de vida en aquel mágico lugar. Sin querer vio como el santo de Géminis caminaba perdido en sus pensamientos entre pasajes que solo los dorados conocían, fue entonces cuando decidió seguirlo.

Su mirada estaba perdida, confundida ante el nuevo hecho de respirar aquella briza marina; desde que despertó, el primer lugar que llego a añorar durante todo este infinito tiempo fue el oleaje, la calidez de la arena, la briza fresca, el olor a salitre, el sonido arrullador, esa sensación de paz que solo lograba conseguir frente al mar. En cierta forma se sentía un completo desconocido para aquella mujer que le regalo una segunda oportunidad y aterrado de ver a aquellos que llego a lastimar en más de mil formas, huyo hacia el único lugar que sabía que podía contar. Poso aquellas turquesas al horizonte, donde nuevas nubes se acercaban amenazantes a la orilla.

Se dejó caer pesadamente en aquella blanda cama de arena, aspirando con devoción aquel aroma, inundando sus sentidos hasta perderse en aquellos recuerdos que tanto anhelaba; por un segundo poso esa penetrante mirada en aquellas nubes tan cercanas, recordando una parte de su existencia, un pasado caprichoso y lleno de rencores hacia la humanidad, llena de engaños, nada más que simples mentiras.

Sabe que pese aquellos sentimientos que la infanta pueda tener hacia su persona, no es digno de su perdón, ni siquiera cree que el recién liberado Rey de los mares pueda perdonar a alguien de su calumnia, sabe perfectamente que aquel santuario que ayudo a reconstruir desde las ruinas ahora lo toma como el más grande traidor y con ello sabe que debería de haber aceptado el castigo que le impusieran los dioses.

Aún recostado en la arena y con los ojos cerrados, sigue indagando en aquellos recuerdos, buscando cual fue su fallo inicial, buscando el origen de lo que es, y con la característica de su signo, el arcadio cambio de humor rápidamente, llegando lejos de una buena conclusión.

Desde una prudente distancia, el hindú observa en silencio al mayor, descifrando cada expresión de su hermoso rostro, sonrío para sí mismo y después de considerar que era suficiente lo observado se comenzó a acercar lentamente sin dejar en descubierto su persona.

— Es típico en ti ahogarte en un vaso de agua —. Aquella voz logro sacarlo de sus divagaciones — ¿se puede saber por qué saliste corriendo de los doce templos?

— Eso no es de tu incumbencia — contesto de la única forma que sabe hacerlo, con arrogancia. Fue entonces que aquel que nació bajo la custodia de Pólux poso su penetrante mirada en aquel que osa interrumpir su reclusión y con fingida preocupación agrega — no me vengas a decir que a más de uno le preocupa lo que llegue a sucederme, eso ni a Saga se lo creo.

— Kanon, Nuestra vida siempre expresa el resultado de nuestros pensamientos dominantes* — guardo silencio un segundo y al constatar que el mayor lo escucha atento y continuo — y es por ello que ahora te encuentras en esta encrucijada… Caballero.

Mientras que aquellas figuras seguían en su posición inicial, como si se tratara de figuras esculpidas en la arena, una briza comenzó a jugar con aquellos cabellos de color dorado, repentinamente una sonrisa se dibujó en aquellos labios que aparentaban seriedad, luego recordando la posición inicial, la seriedad recayó nuevamente,

— ¿Qué ha de saber alguien como tú? —. Regreso su mirada a las eternas olas del océano, repentinamente sonrió ladino, cargado de sarcasmo puro —… que naciste siendo dichoso, bajo el cuidado de Buda— cerro los ojos y aspiro aquel aroma, llenando con él sus pulmones, luego lo soltó lentamente y continuo — ¿Cuál es tu miedo más profundo? Si has sido desprovisto de aquellos sentimientos tan mundanos… ¿puedes contéstame algo tan simple?

Ante aquella petición, el susodicho no supo que decir, por primera vez se encontraba en una encrucijada, si bien es cierto lo que Kanon acaba de decir, desde que era un niño, fue desojado de aquellos sentimientos tan mundanos, aquellas cosas triviales como el clima, el hambre o la simple felicidad le eran tan extrañas como la simpleza de la vida que ahora tenía la oportunidad de disfrutar de nueva cuenta, fue por esta y por muchas razones más que su serio semblante mostró una sonrisa sincera y llena de curiosidad. Cosa que el mayor no pasó desapercibida.

— Y bien… ¿ya tienes la respuesta? — pregunto divertido, pese a ello un sentimiento de rareza se estaba apoderando de él nuevamente, era algo así como una calidez que comenzara a llenar un vacío en su interior — aún sigo esperándote…

— Sabes, ante la respuesta que quieres oír de mi propia boca, lo único que podría decirte Caballero, es que uno vive con las cicatrices que uno mismo elige* y es por ello que nos encerramos en esa parte de nuestro pasado — dijo el hindú posando esas orbes tan profundas y misteriosas sobre las turquesas de gemelo menor, luego con completa libertad se sienta a un lado de este y observa ahora el cuadro que tiene al frente. Simplemente dejo que esas azuladas esferas se hastiaran con tantos colores encontrados, tantas imágenes, sensaciones, olores y porque no, hasta el sabor del salitre que se colaba por su boca, por todo ello continuo con aquella respuesta — pero ahora depende solamente de uno mismo, el que esas cicatrices sanen y dejen seguir adelante.

Kanon guardo silencio, aun medita aquellas simples palabras y por un segundo una sonrisa de verdadera sinceridad se apodera de ese frio y desganado rostro, miro nuevamente al horizonte antes de volver a hablar.

— Sobre la pregunta anterior — hablo de nueva cuenta el menor —, no creo llegar a tener un miedo tan profundo como algunos de nuestros "hermanos" los han llegado a sentir en carne propia, creo que esos sentimientos aun me son ajenos, pero me gustaría experimentarlos alguna vez. — Kanon volvió a reír, sin más le parece realmente fascinante este chico, queriendo experimentar sensaciones que cualquiera llegaría a tomar como extremas. La curiosidad le empieza a consumir un poco más, cosa que el hindú nota con cierta gracia.

— Tú sí que eres extraño niño, mira que querer experimentar el terror, eso ni la propia Atena quisiera sentir — dijo entre risas.

A decir verdad, aquel intimo momento comenzó a acercarlos cada vez mas, entre bromas y bromas, ahora es el hindú el que pregunta.

— Dime la verdad. Cual es tu peor miedo?

Tras unos minutos de meditar su respuesta, Kanon se vio serio y contesto con la mayor sinceridad posible: — aquello que fue mi mayor temor ya ocurrió. Pese a todo, el ser encerrado en una prisión marina por aquel que bino al mundo a mi lado, el confabular una guerra por ceguera, rencor y ambición y el morir en soledad por una buena causa, eso mi amigo, es el peor miedo que llegue a tener en su momento.

Fascinado por sus palabras, Shaka medito por un segundo la siguiente pregunta: —¿ Y ahora...?

— Ahora...— dijo calmo, siguiendo con la mirada el va y ven del oleaje — ...el mayor temor que puedo llegar a tener es despertar un día y darme cuenta que esto ha sido un hermoso sueno.

Shaka entendió completamente aquellas palabras, sin mas que decir guardo silencio, observo como el de caprichosos rasgos se levanto de su lugar, camino unos cuantos pasos y después regreso con un pequeño montículo de ramillas secas, las acomodo de forma circular, rodeado por unas cuantas piedras marinas y encendió una cálida fogata.

— Comienza a refrescar.

— Eso se siente en el ambiente amigo— para cuando el mas joven se levanto, Kanon volteo a verle enarcando ceja izquierda.

— ¿Ya te vas?.

— pensé que querrías quedarte un momento solo con tus pensamientos.

— es mejor estar en compañía de un buen amigo...

En la imponente entrada de la tercer morada, bajo las serenas luces de las antorchas, se encuentra Saga preocupado por saber donde demonios se metió su hermano ahora, no es que desconfié de el, pero le preocupa que algo llegue a ocurrirle.


Muchas gracias por llegar hasta este punto.

Ya tenia ganas de subir esta historia desde hace mucho tiempo, pero antes quería adelantarla un par de capítulos antes de sufrir el típico atorón creativo.

En esta saga pienso tomar solamente a los Santos Dorados, a todos y cada uno de ellos, empezando así con nuestro querido gemelis menor (lo siento lo leí por un fic que recientemente comencé a seguir y se me pego xP). espero que les agrade esta nueva saga, créanme que disfruto mucho de escribir sobre los dorados y sus conflicto internos jajaja.

aclarando que seguiré actualizando las otras historias que tengo pendientes (menos notas de viaje, von esa historia tengo pleito aun).

Sin más solo me resta decirles nos leemos hasta la próxima...