La mayoría de las personas que había conocido eran personas muertas, cuerpos rotos y efímeros en el que su sentencia de muerte ya se había grabado a fuego en las paredes de la historia, su historia. De esos no hubo más remedio que observarlos desde las sombras, en silencio. Cada día de sus días.
~1. Rose~
Rose no era una excepción a la regla, pero Rose no era normal.
Era la pequeña Rose Tyler que el Doctor vio crecer. Su Rose.
Cualquiera que lo hubiera visto, y sobre todo Jackie Tyler, habría pensado que era un raptor de niños, o algo así. Qué vergüenza.
Reducido a un mero observador.
En sus viejos tiempos sin duda habría dado todo por acercarse a ella, y sin embargo, había madurado. Sabía que no debía interponerse en la línea temporal de la chica.
Tal vez por un descuido, o tal vez debido a su subconsciente instintivo, tropezó con un saliente de la acera y calló frente a ella.
- ¿Me estabas espiando? - Preguntó.
- N-no – dijo el Doctor con un tono más agudo de lo normal. - Sólo estaba, em... buscando... ¿mis lentillas? ¿no? No, espera, esas cosas todavía no existen. - El Doctor balbuceaba palabras sin sentido como si estuviera loco. - ¡Mis gafas! ¡Sí! He perdido mis gafas. Eran negras y cuadradas, tipo Carey- Um, la verdad es que hace tiempo que no las uso... - Miró pensativo. - ¿Las has visto?
- Em... No.
- ¿Por qué me miras con esa cara?
- ¿Qué cara estoy poniendo?
- Una como "este tío es raro y da mal rollo".
- Es que eres un tío raro y das mal rollo.
- Si, bueno, es un gran club. - Dijo mientras sonreía tristemente.
- ¿Y por qué vistes así?
- ¿Así? ¿Así, cómo? No creo que esté tan mal.
- ¿Te has mirado al espejo?
- La ropa de los noventa se podría decir que tampoco es el "mejor estilo de la historia", y mírate, vas con un chándal ridículo a todas partes, ¡y es verde! ¿Quién lleva chádales verdes?
Aunque Rose quizás no entendiera lo que quería decir, el chico misterioso que vestía como un patético profesor de universidad le envió una mirada compasiva.
- Pobre pequeña Rose... Nunca debimos habernos encontrado ¿verdad? Pero ahora eres feliz, y eso está bien. En serio, gracias.
- ¿Qué tiene que ver eso con llevar chandal verde? ¿Quieres que te de mi chandal verde? ¿Y cómo sabes mi nombre?
Y entonces su mirada se cruzó con la suya, y pudo ver la tristeza y soledad que emanaban sus ojos. No respondió.
Rose miró hacia atrás como si se sintiera incómoda ante aquel extraño, y cuando se volvió, sus labios se mordieron al ver que aquella persona había desaparecido.
Se oyó el breve y ténue soplo del viento que no era, sino el hombre loco con la cabina del color azul más azul que existe.
La gente que lo vio tras unos matorrales, detrás de cientos de contenedores, sentado en los bancos del parque, y en cada rincón de la ciudad, siempre lo vieron observando a la pequeña. Muchos pensarían que era un violador, otros pensarían que era un tío raro que daba mal rollo, pero unos pocos se darían cuenta de que no hacía otra cosa que protegerla. Y eso era bueno.
