Descargo cualquier tipo de responsabilidad respecto a los personajes. Ninguno me pertenece y el relato es totalmente ficticio.
"Como dos cometas, amarillos, por el cielo... Simplemente, dejate llevar. Este fic, al igual que mi corazón, es solo tuyo."
1. Deja vu.
Viernes 6 de Febrero de 2015.
Nueva York.
Un Deja vu es la experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación nueva. Es la sensación de estar viviendo algo que ya hemos vivido anteriormente.
Podría contar mi vida uniendo casualidades. – Suspiró infundiéndose de valor. - ¡Hoy la vi de nuevo! – Finalmente arrojó con emoción pero sin capacidad para poder transmitirla.
¿Qué vas a tomar esta noche? – Lanzó la misma voz de todos los días a la misma hora. - ¿Lo mismo de siempre? – Agregó comenzando a servirlo.
Retirándose el abrigo, tomó asiento en una de las barras que conformaba ese bar al cual asistía con frecuencia. Decir frecuencia seria mentir. Asistía todas las noches, a la misma hora y con la continua ilusión intacta.
Viniste más temprano hoy. – Continuaba con su monólogo ante el mutismo de su par. – Y al parecer… - La observó de reojo. – Más callada que de costumbre.
Espera que tome unas cuantas copas. – Espetó desanimadamente situando ambos codos sobre aquel trozo de madera terciada. – No estoy de ánimos para charlar.
¿Mal día? – Acercó el vaso hasta sentir como realizaba contacto con esa mano helada
¡Pésimo! – Resopló realizando un fondo blanco. Sus ojos al igual que los labios se fruncieron con asco. - ¿Qué es esta porquería? – Abanicó con la mano abriendo la boca.
Estás muy fría, necesitas algo que te reanime. – Buscó nuevamente la botella. – Si esto no te hace entrar en calor, dudo que algo más lo haga.
Está infernal afuera… - Realizó nuevamente otro fondo blanco sin pensarlo. Sus ojos se volvieron a achicar a la vez que con la boca gestó otra mueca de repudio. - Servime otro. – Exigió con prepotencia.
No me hago responsable de cómo termines. – Sonrió con picardía ante la atenta mirada de aquellos ojos, que al parecer, hoy no se mostraban tan vivos.
Una y otra vez.
Muchas veces sentimos que en nuestra vida las historias y las escenas se repiten, que son las mismas. Mismas situaciones, mismas respuestas, mismas reacciones, mismas palabras, mismas caras, mismos sentimientos. ¿Nos pasa siempre lo mismo? ¿Reaccionamos continuamente de la misma manera?
Las dudas generadas te llevan a replantearte si debemos cambiar. ¿Tenemos que salirnos de lo básico para generar algo diferente? ¿Dejar las costumbres de lado, y volver a empezar?
Una y otra vez ocurre la misma historia.
Una figurita que se repite hasta aburrirte. La misma canción que se escucha una y otra vez hasta cansarte. La misma escena, una y otra vez, hasta enfurecerte.
Cansada de vivir siempre lo mismo.
Pateando la puerta con vigor, se abría camino para trasladar aquellos dos cuerpos candentes hasta el baño del bar. Arrojándola sobre el lavatorio sucio y repleto de papel higiénico usado, se disponía a desnudarla. Besándose desaforadamente, como si el fin del mundo estuviese por llegar, comenzaban a deshacerse de la ropa que las cubría. Retirando ambas mudas superiores se analizaban al descubierto, perdiéndose en la ropa interior que resguardaba el pecho de ambas.
Besos salvajes se intercalaban con mordidas aún más pasionales. Los sentimientos se dejaban a un lado y ambas se dejaban llevar por la excitación momentánea. Una mordida irracional proporcionada en el labio inferior de su par, derivó en un sobresalto marcado. Apartándose lo necesario, sonreía con insinuación.
Al final resultaste más putita de lo que parecías… - Exclamó sintiendo con la yema del dedo como su labio comenzaba a sangrar.
Te podría denunciar por abuso. – Situó su propio dedo índice entre los labios, succionándolo provocativamente. – Para tu información… - Notó como comenzaba a acercarse a ella. – Todavía soy virgen.
Notando como mordía el labio inferior con provocación, se acercó sin titubear. Abriéndole las piernas lo necesario para situarse entremedio, aferraba su mentón con violencia. Besándole la mandíbula con desesperación, notando como los huesos se le marcaban lo suficiente, comenzaba a hacerse dueña de aquel diminuto cuerpo con ambas manos. Intercalándolos con lamidas feroces, llegaba hasta la oreja de su victima.
No te das una idea como me excitan las novatas… - Susurró mordiéndole el lóbulo de la misma. – Te voy a hacer mía hasta que ruegues que pare. – Hizo una pausa. – Y aunque lo hagas voy a seguir haciéndolo.
Su respiración se pausó, al igual que los latidos del corazón se ralentizaron. Abriendo sus ojos color avellana a la par, efectuó un movimiento certero. Pateando a esa mujer que se encontraba sobre ella, logró alejarla. Su pecho se inflaba con vigor ante la imagen que lograba apreciar.
¿Qué carajo te pasa? – Gritó frunciendo su ceño. Rápidamente una nueva sonrisa se dibujo en ella. - ¿Es tu manera de provocarme? – Volvió a acercarse con cautela. – Sos más salvaje de lo que aparentas.
Tapándose como si hubiese sido ultrajada, se colocó de pie, esquivándola con notoriedad. Notando como lágrimas involuntarias rodaban por sus mejillas, intentó mantener la voz. Cada palabra, cada detalle, cada gesto, le recordaban a ella. Simplemente no podía continuar.
No puedo hacer esto… - Se quebró. – Yo solo soy de una persona.
¿Pero que mierda… – Detuvo la expresión al notar como la figura de su par se perdía tras la puerta.
Presionando con fuerza su rostro, intentando contener ese llanto inminente, se colocó aquella muda superior que descansaba desperdigada por el suelo. Automáticamente corrió hasta la banqueta donde descansaba su abrigo. Sujetándolo con vigor, sin levantar la vista del suelo, se dirigía a la puerta de aquel bar que últimamente era como su hogar.
¡NI SE TE OCURRA VOLVER MOCOSA DE MIERDA! – Gritó descargando su ira y calentura aprovechando la poca cantidad de gente que se encontraba presente.
Cinco personas ocupaban aquel lugar. Cinco personas lo suficientemente ebrias como para entender y asimilar que estaba ocurriendo. Abriendo las puertas con fuerza, adentrándose en ese frío perturbador, comenzaba a caminar por la calle. Quería gritar, llorar, correr. Quería tantas cosas y no sabia qué. Solo de algo estaba segura. Ella solo pertenecía a una persona.
Ella solo pertenecía a Quinn.
Me sentí sucia. – Hizo una pausa inhalando con profundidad. – Me sentí infiel… ¿Puede entender eso? – Consultó achicando sus ojos y dirigiéndole la mirada.
Como todos los viernes de cada semana, de cada mes, de cada año, Rachel se encontraba en terapia. Hacia cinco años que asistía. Su evolución iba en retroceso. En vez de sentirse cada vez más independiente, padecía todo lo contrario. Cada día era un volver a empezar, cada semana un suplicio.
Lo entiendo perfectamente. – Acomodó sus lentes antes de transcribir una línea en la libreta. – Deberías preguntarte porqué seguís yendo a ese bar.
Se encontraba recostada en aquel diván que conformaba el salón de su terapeuta, Luz. Hacía demasiado tiempo que la conocía. La confianza entre ellas era notable y el sostén recibido también. Aunque aun le costase no tratarla de usted.
Notaba los múltiples intentos por que aquello sucediese, notaba como el trato recibido era de igual a igual. Notaba ese deseo por generarle confianza. Notaba como con cada consejo buscaba transmitirle las ganas de seguir adelante.
Ella solo podía afirmar que había muerto al volver a vivir.
Todo lo ocurrido derivaba en un montón de enseñanzas. Enseñanzas de vida que no ayudaban a crecer. Enseñanzas que solo podían marcarla al igual que las cicatrices del accidente. Cicatrices que solo a su Quinn irreal podían gustarles. Si algo había aprendido de todo lo que padeció, es que nada es lo que parece. Podes conocer demasiado a una persona sin conocerla realmente, y viceversa. No confiaba en nadie, ni siquiera en ella misma.
Todos somos extraños, inclusive ante nuestros propios ojos.
Humedeció los labios y pensó las palabras correctas antes de contestar. – Todas las noches antes de dormirme me pregunto lo mismo. – Inhaló profundo, sintiendo como el pecho se inflaba y elevaba ambas manos que reposaban entrelazadas sobre él. – La única respuesta que encuentro es verme a mí misma reflejada en el espejo de la barra de ese maldito lugar… Es como una droga, algo que hago sin pensarlo realmente… Algo que no puedo evitar.
Ajá. – Masculló tomando nota.
Intento alejarme, lo intento con todas mis fuerzas pero me resulta imposible. – Sollozó. – Mi vida gira en torno a ella. – Suspiró nefastamente. – Siento que mi vida es un constante deja vu… Un bucle que siempre lleva a lo mismo. – Humedeció los labios. – Tengo la absurda esperanza de que Quinn entre por la puerta de ese bar algún día… Que se abrace con Santana, que sean las mismas amigas inseparables que creé.
Vivís en un constante deja vu porque te limitas al libro que narró tu mente. – Captó la atención de Rachel. – Tu vida es una rutina que solo tiene un nombre: Quinn. – Aclaró su garganta. – Tenés que romper el cristal de la costumbre, tenés que dejarla ir.
No puedo. – Suspiró. - ¿Se cree que no lo intento? Hace más de cuatro años que busco seguir con mi vida, dejar de lado su recuerdo, dejar de lado lo que consideraba real y no puedo. – Elevó su cuerpo de aquella posición, quedando sentada frente a ella. – Siempre tratamos el mismo tema, recaemos en lo mismo… ¿Cuándo voy a encontrar una solución?
La solución esta ante tus ojos, siempre lo estuvo, solo es cuestión de que te sientas capacitada para dar ese gran paso. – Levantó la vista del apunte. – Eso es lo que buscamos juntas, que puedas desprenderte de esto que tanto te aflige.
¿Y si no quiero desprenderme? ¿Y si mi vida es esta? ¿Y si estoy dotada de paciencia por algún motivo? – Tragó con dificultad. – Yo se que existe… Lo siento acá adentro. – Se sujetó el pecho con vigor.
Hay veces que por más buena que sea la causa, genera más dolor que felicidad. – Hizo una pausa extensa.
¿Cómo puedo determinar si esta causa no puede llegar a tener un final feliz? – Indagó a la nada misma, como si fuese un análisis interno.
Eso es algo que tenés que descubrir vos sola, yo simplemente puedo brindarte las herramientas necesarias para que lo notes. – Sonrió al notar la mirada perdida de Rachel. - ¿Cuánto tiempo mas estás dispuesta a esperar?
El necesario. – Respondió rápidamente. – El que sea necesario. – Repitió asegurándose a si misma.
Entonces explicame cual es el motivo de tu preocupación. – Se preparaba para tomar nota nuevamente.
Exhaló la totalidad del aire y volvió a recostarse boca arriba. – Lo que me preocupa es conocerla. – Hizo una pausa. – Conocerla y que no sea lo que creé… Que no me ame incondicionalmente como la amo yo. – Contuvo el llanto. – Siento que si eso ocurre no voy a poder tolerarlo, no voy a lograr salir de la depresión que me va a generar el simple hecho de haberla buscado por cada lugar impensado para encontrarme con alguien que ni siquiera me reconoce.
Existe esa posibilidad. – Acotó ante una nueva pausa.
Lo sé… Y eso es lo que me preocupa. – Jugaba con sus manos nerviosamente. – No quiero volver a sufrir por lo mismo.
Vuelvo a repetirte, eso solo depende de vos. – Aclaró su garganta. – Si decidís seguir adelante con esta búsqueda, debes aceptar que puede ser algo gratificante como no.
La sesión había terminado o al menos así lo indicaba la alarma que osaba interrumpirlas. Usualmente disfrutaba el tiempo compartido con Luz. Estar lejos de sus padres y la ausencia de una madre presente la llevaban a refugiarse en personas que la hiciesen sentir bien.
Si bien, por la edad, se asemejaba más a una hermana o alguna prima muy lejana, la cuestión era la misma. No sentía que estuviese tratando con un profesional, si no que estuviese tomando un café con su mejor amiga. Se encontraba a gusto hablando con ella.
Colocándose de pie, sintiendo como sus manos sudaban y ambas piernas temblaban con la sensación de quebrarse, se dirigía hacia la salida. Recordando aquellas últimas frases, mecía su rostro sabiendo que al salir de allí nada iba a ser como había sido impuesto. Era una ruleta sin fin. Siempre recaía en lo mismo.
Siempre recaía en ella.
Trata de despejar tu mente el fin de semana. – Agregó como un consejo de amiga. – Te veo el lunes Rachel.
Afirmando con el rostro. Asintiendo sin procesar lo emitido, atravesaba aquella puerta abierta totalmente. Sus pies se movían lentamente a diferencia de su cerebro, el cual parecía no dormir. Detuvo el trayecto en seco.
Por casualidad… ¿Tiene un turno libre para mañana? – Consultó efusivamente volteando sobre su eje.
¿Vale la pena visualizar e imaginarnos nuestro futuro? ¿Vale la pena inventar imágenes en nuestra mente? ¿Qué conseguimos con ello? A veces soñar, alegrarnos, pero otras enojarnos y amargarnos.
La visualización es un ejercicio.
El deseo se proyecta en nuestra mente y atraemos lo que imaginamos. ¿Todo lo que somos, existe porque antes lo pensamos? ¿Todo lo que somos es lo que realmente deseamos?
Todos podemos visualizar nuestro futuro. La realidad es lo que percibimos con nuestros sentidos, no importa si algo es real o no, si lo vemos y creemos en lo que vemos entonces lo será. Materializar algo que no existe y volverlo real. Ese es el poder de la visualización.
Para visualizar es importante el detalle, no alcanza con ver la escena en general, si no cada fragmento en particular. Los sentidos son fundamentales. Poder percibir los olores, las texturas, los sabores, recrearlos en nuestra mente hasta que parezca real. Y cuando la realidad dicta mucho de nuestros deseos, hay que concentrarse aun más.
¿A cuántas clases más pensas seguir faltando? - Regañó Tina desde el sillón al notar como Rachel ingresaba por la puerta.
Situada en la sala de estar de aquella residencia donde vivan, leía uno de los tantos libros que correspondían a la carrera. Ambas cursaban juntas el seminario intensivo de teatro, canto y baile. Se encontraban en una de las mejores escuelas del país y al parecer la morocha desaprovechaba la posibilidad de exprimir su talento.
¡No empieces desde temprano! – Resopló perdiéndose en el cuarto. – Tuve un día pésimo… Horrible.
¿Otra vez fuiste a ese bar? – Cerró el libro y focalizó la atención en lo que comentaba su amiga. – Anoche no te escuché llegar.
Vine más tarde que de costumbre… Digamos que las cosas se complicaron… - Hizo una pausa tras un soplido intenso. - ¡La vida se me complica!
¿La viste? – Consultó sabiendo la respuesta.
A Santana – Respondió con obviedad a lo lejos – Igual que todas las noches.
¿Y Quinn? – Arrojó colocándose de pie y acercándose a la morocha. Dejó que su cuerpo reposara contra el marco de la puerta. - ¿Al menos hablaste con Santana sobre ella?
Quinn todavía no aparece. – Buscaba enérgicamente dentro del placard. – Pero ya lo hará. – Intentó autoconvencerse. – No le dije nada… - Cortó en seco su comentario resoplando ofuscada. - ¡Odio no encontrar lo que busco!
¿Vas a salir de nuevo? – Frunció su ceño, confundida. – Me estás asustando con tu actitud tan… Nocturna. – Agregó con temor.
¡Si! – Retiró la muda necesaria. – Voy a volver al bar hoy por la noche… ¡Es viernes, tal vez vaya!
¿Cuánto tiempo más pensás seguir con esto Rachel? – Cruzó sus brazos y serenó el tono. - ¿Luz que opina al respecto? Tal vez debas cambiar de terapeuta…
Lo que yo hablo con mi terapeuta es tema mío, no tengo en mente cambiarla por nadie... Hace muy bien su trabajo. – Sonó terminante. – Y pienso seguir el tiempo necesario hasta encontrarla.
¿Y si eso nunca pasa? – Indagó con dureza.
¿Y si está en algún lado de Nueva York esperándome? – Hizo una pausa. - ¿Y si bajo los brazos y ella está esperando que yo aparezca? – Sintió como varias lágrimas se hacían presentes. – No me voy a rendir tan fácil, no voy a ceder hasta encontrarla… ¡Así tenga que vivir por ello! – Agregó con autoridad.
La buscaste en Rossewood, en Ohio, en Los Ángeles… ¡Ahora en Nueva York! – Gritó abriendo ambos brazos. - ¿Y si es hora que aceptes que no existe?
¡Nunca! – Chilló señalándola con el dedo índice. - ¡Nunca mas vuelvas a decir eso Tina! – Inhaló profundo. – Hoy voy a volver a ese bar y voy a encarar a Santana.
¿Qué tenés pensado hacer? – Meció su rostro de un lado a otro. – Ni siquiera tenés la certeza de que su aspecto sea como lo imaginaste… ¡Ni siquiera sabes si se llama Quinn!
No la imagine. – Mordió el labio inferior. – Sabes perfectamente que si las vi cuando estuve en coma fue porque en algún momento de mi vida las crucé. – Pensó un instante. – Vine muchísimas veces a Nueva York como también lo hice con Los Ángeles… Tal vez en alguno de esos viajes que hice con Theo para buscar universidades, las crucé en el colectivo o en quien sabe donde. – Humedeció los labios. – Quinn existe y la pienso encontrar… ¡Mira Santana! – Abrió las manos notoriamente.
¿Qué querés que vea en Santana? – Alzó una ceja. – Vos misma me dijiste que no se asemeja en nada a la que creías conocer y también me dijiste que no te reconoció… ¿Sabes porque? ¡Porque no te conoce!
Tal vez esa impresión que tuve fue porque no la conozco del todo bien… - Buscó una excusa justificable.
¿Hay algo que me estés ocultando? – Caminó hacia ella sigilosamente.
Dejándose caer sobre la cama, situando el rostro entre ambas manos, Rachel dejaba que su cuerpo expresase todo ese dolor que venia conteniendo. Rompiendo en llanto desconsoladamente, sentía como los brazos de su amiga la rodeaban sosteniéndola.
Te imaginas algo hasta que podes verlo, lo podes ver nítido, como si fuera real. Y así vas teniendo todo lo que queres, lo que sea.
Todo lo que pasa, lo que uno es, es porque alguna vez lo pensó, lo haya querido o no.
Lo que uno desea, si logras representarlo, se materializa.
El deseo es como una película que se proyecta en la mente. El deseo siempre encuentra la manera de materializarse. La realidad de hoy esta construida por los pensamientos de ayer. Todo lo que pasa, lo que uno puede ser o es, lo que logra tener, existe porque antes se lo pensó. Hay que aceptar la responsabilidad en las cosas que ocurren, porque la realidad es la culminación de lo que alguna vez se deseó.
El deseo es una fuerza misteriosa. El deseo es energía en movimiento. El deseo propio o ajeno te obliga a tomar decisiones. El deseo es un imán, atrae lo que se visualizó, lo bueno y lo malo. Porque nadie llega a ningún lugar si antes no lo desea.
Mi deseo es simple y personal.
Mi deseo es Quinn Fabray.
La besé… - Sollozó aun entre sus brazos. – La bese y casi pasa a mayores…
¿A Santana? – Se apartó notando como afirmaba con el rostro. - ¿Qué? – Frunció su ceño. - ¿Besaste a Santana?
Volvió a afirmar e intentó expresar su punto de vista pero no fue posible.
¿Vos te volviste loca? – Gritó. - ¡Creía que la estabas buscando a Quinn!
¡Ya lo se! – Elevó la voz. – Ya sé que me equivoqué… Había tomado mucho y me deje llevar por su aspecto… - Disminuyó el tono. – Sentía que eran sus labios los que me besaban.
¡Pero no lo eran! – Intentaba hacerla entrar en razón. – Rachel no podes seguir así… Yo te entiendo, juro que trato de hacerlo. – Presionó ambas rodillas, encontrándose en cuclillas frente a ella. – Pero no podes seguir yendo todos los días a ese bar, tomando hasta que el cuerpo no te resista, durmiendo tres horas por día y comiendo lo necesario para no desmayarte… - Suspiró. – Disculpame, pero esto así no puede seguir… No es vida para vos, ni para nadie.
Es la única manera en la que se vivir… ¿Qué pensás hacer al respecto? – Achicó los ojos. - ¿Abandonarme como me abandona todo el mundo?
No pienso discutir con vos cosas sin sentido como la que me estas planteando. – Recobró la postura. – Tenés olor a alcohol, estás sin dormir y encima necia. – Exhaló con fuerza. – Creo que el único que puede hacer que entres en razón es Theo.
¡No lo metas en esto! – Gritó recogiendo la muda de ropa que había separado. – Me voy a ir a bañar, voy a calmarme y pensar las cosas. – Comenzó a dirigirse hacia el cuarto de baño. – Y después voy a volver a ese bar a buscar lo que me pertenece.
No entendiste nada de todo lo que dije, ¿No? – Seguía con la mirada su andar.
Al parecer la que no entiende lo que siento sos vos. – Se perdió tras la puerta. – Cualquier persona puede dominar un sufrimiento, salvo aquella que lo siente… ¡Claramente este sufrimiento es lo único que me mantiene viva!
¿Qué me estás insinuando? – Se acercó para oírla mejor. - ¿Estás queriéndome decir que te doy la espalda? ¿Qué no te entiendo? ¡Hace cinco años que estoy con vos!
No. – Abrió la ducha. – Nunca dije eso… Solo digo que sos mi amiga y tenés que apoyarme en todo lo que considere correcto para mí misma. – Sintió la temperatura del agua. – Se que te vas a oponer… - Se llamó a silencio repentinamente.
¿Qué idea descabellada me vas a decir? – Suspiró, resignada.
Necesito que vengas conmigo al bar. – Arrojó sin anestesia.
¿Qué? – Gritó. – ¡Ni lo sueñes! – Negó con su rostro a la par. – Que te deje cometer las locuras que cometes no quiere decir que las apañe… Si voy con vos, estaría haciéndolo así que olvidate. – Hizo una pausa. – Es un NO rotundo.
Siempre se dice que una historia te marca, y ves todo desde esas cicatrices. No existe una única verdad. Todo depende del punto de vista, de cómo se mire. ¿Será que si nos falto amor, veremos falta de amor, aún en el amor mismo?, si se trata de una historia de abandono, ¿Siempre veremos eso en cualquier caso?
No se pueden conciliar dos puntos de vista tan distintos.
¿Las palabras tienen un único significado o depende de como se escuchan? Ver siempre lo que uno quiere ver es una forma de ceguera, si dos personas pueden tener una verdad diferente, entonces ¿Hay una sola verdad?
Estamos presos de nuestra única manera de ver las cosas, nada es ni blanco ni negro, todo depende.
En las mayorías de las discusiones, todos y nadie tienen razón. ¿Se puede decir que alguien sea de una manera o de otra? Si vemos las cosas siempre desde el cristal de nuestra historia, de nuestros traumas, ¿Se puede confiar de nuestros ojos?
Yo solo confío en lo que mi corazón dicta.
¿"Back Room"? – Leyó dubitativamente el cartel que se encontraba sobre ellas. - ¿Es acá? – Observó hacia todos lados. - ¡Estamos en medio de un callejón Rachel! – Gritó nerviosa.
Vengo todos los días acá… Creeme, es seguro. – Golpeó tres veces esa puerta de madera que se encontraba frente a ellas. – Es la clave. – Explicó ante la atenta mirada de Tina.
Esto es una locura… ¡Y yo tendría que estar arrastrándote de los pelos! Mira si nos matan… ¡O nos violan! – Inhaló profundo. - ¿Qué te hace creer que Quinn pueda venir acá?
¿Qué te hace creer que no? ¡Y no nos va a pasar nada! – Frunció su ceño ante la insistencia. - ¿Y si es amiga de Santana? – Abrió los ojos con vigor. - ¿Y si viene a visitarla? ¿A hacerle compañía?
La puerta se abrió de golpe provocando que ambas se sobresaltaran. Un hombre excedido de peso, con aspecto lo suficientemente desagradable se encargaba de abrirla. Haciéndose a un lado, dándoles el paso, se inclinaba para saludar a la morocha.
Era habitué del lugar.
¿Esa clase de gente es con la que te codeas? – Consultó en su oído percatándose que nadie la oyese. – Tengo miedo Rachel….
¡Sh! – Exigió dirigiendo su vista al frente. – Ahí está mi objetivo. – Elevó el mentón señalando hacia la barra.
¿Esa es Santana? – Analizó a esa mujer que se encontraba tras la barra.
Si… - Su voz se entrecortó.
¿Con esa casi…- Fue interrumpida.
¡Si! – Gritó con desesperación. – No me lo recuerdes porque no voy a tener el valor suficiente para hacer lo que debo.
¿Qué pensás hacer? – Notó como comenzaba a caminar con decisión hacia esa muchacha. - ¡Rachel! – Gritó en un susurro. - ¡Rachel!
Fue en vano.
A paso firme se alejaba de Tina. Inhalando ferozmente buscaba tomar la valentía necesaria para afrontar lo que estaba por realizar. Era hora. Había llegado el momento de ser valiente y efectuar aquella pregunta que no se animaba a realizar por miedo a que la respuesta no fuese lo que buscaba oír.
Me… Me urge hablar con vos. – Titubeó al llegar a la barra.
Aquella persona a la que se dirigía volteó sobre su eje y pudo notar aquellos ojos color avellana observándola más vivazmente que nunca antes. Ambos cuerpos se mostraban firmes como si se tratase una lucha por enseñar una entereza inexistente.
¿No fui clara cuando te dije que no… - Su comentario se vio interrumpido.
Sigo respirando porque ella me lo pidió… Te pido por favor que me digas donde está. - Pudo notar como el ceño de Santana se fruncía con fuerza. - ¡DECIME DONDE ESTÁ! – Gritó ante el mutismo de la latina a la vez que un golpe seco en la barra la secundaba.
El rostro inmolado de la latina transmitía a la perfección el desconcierto que estaba invadiéndola. Palpando el nerviosismo de esa persona que osaba atacarla como si fuese culpable de algún acto ilícito, boqueaba al igual que pez fuera del agua buscando con desesperación las palabras correctas.
Palabras irreales.
Mensajes confusos que no hacían más que infundirla en un desconcierto absoluto.
No me pienso ir de acá hasta no obtener mi respuesta. – Replicó Rachel tomando el control ante dicha situación.
Pensaba quedarse allí, lo tenía claro. Así su vida dependiese de ello. Había estado esperando durante cinco años por esta casualidad.
Era hora, no podía dejarla marchar.
¡I'M BACK BITCHES!
Espero que me amen por haber adelantado la fecha y no me tiren a la hoguera por el "mini acercamiento" PezBerry.
El motivo de que esto ocurriera fue porque el amor tocó el timbre de mi puerta y me dijo "Es 1 de Mayo". Recapacitando, siendo consciente de lo que esa fecha significa para mi y lo importante que es, decidí regalarle lo más puro que tengo: Mis palabras.
Iluminandome con ese amarillo incandecente, enamorandome con esas palabras sinceras y siempre justas, seduciendome con esa sonrisa transparente y esos ojos tan expresivos. Hoy, en nuestro dia, te digo mas que nunca: Desafiemos la gravedad, tiremonos en paracaidas.
Feliz mesario be, tierni, yellow, Ari o simplemente Cat.
¿Ya es Abril del 2013? Te quiero... Mucho.
De más está decir "Recomiendo que lean la primera parte bla bla bla". Es la continuación de "Alza tu voz", ya todos estamos al tanto.
Próximo capítulo: Viernes.
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