Tras años leyendo fics, me he decidido a escribir uno, así que perdonad los diversos fallos e incoherencias. Muchísimas gracias por leer

Disclaimer: Ni la historia original ni los personajes de El Hobbit me pertenecen. Todos ellos pertenecen a J.R.R. Tolkien. Escribo por mera diversión y sin fines de lucro.

Si vuelves, no serás el mismo

Faltaba mucho para llegar, y a la vez, estaba a punto de finalizar su viaje. Apenas llevaba medio camino de vuelta a su casa. Su hogar. Pero no quería regresar. Tampoco quería los cofres de oro y plata que llevaba en el morral, ni la cota de mithril que portaba como obsequio. Ni siquiera quería el estúpido anillo de su bolsillo. Quería volver al inicio de su aventura, allá donde su mayor preocupación eran sus manteles y la vajilla de su madre.

" - ¿Me prometéis que volveré?

- ...No. Y si lo haces, no serás el mismo. "

Éste y otros pensamientos triviales rondaban por su cabeza, espantando a los verdaderamente importantes. Aquellos que le perseguirían durante lunas en todos sus sueños, pesadillas y realidades. El hecho de no volver a sentirse observado por la penetrante mirada de Thorin Escudo de Roble le hacía estremecerse de dolor.

Sumido en sus pensamientos, tropezó, yendo directo al suelo. Se giró para conocer al culpable de su infortunio, y se encontró con el objeto que menos deseaba en aquel preciso momento. El escudo. El escudo que daba nombre y apellidos a su miseria estaba allí para hundirle más de lo que ya estaba. Rápidamente alargó la mano para cogerlo y, torpemente, recorrió todos y cada uno de los surcos y muescas de aquel triste pedazo de roble ahora carcomido por las termitas.

Entre lágrimas, espantó como buenamente pudo a todos los insectos habitantes de lo que quedaba de escudo y lo guardó en su zurrón. Pensaba aferrarse a aquel trozo de madera como si le fuese la vida en ello. No se movió, pero continuó divagando.

Tenía grabada a fuego en su retina la imagen del Rey bajo la Montaña postrado en su tumba, con la cálida luz de la Piedra del Arca haciendo contraste con la oscuridad de la escena y sacando reflejos en la sangre reseca de las heridas que lo llevaron a la muerte.

" [...] Ese día, Azog el Profanador aprendió que el linaje de Durin no sería fácil de eliminar. "

Sus ojos de hielo, su larga y canosa cabellera, aquel porte regio que tanto lo caracterizaba, sus manos, recias y fuertes, curtidas por el trabajo de años... Todo él. Eran innumerables las cosas que echaría de menos de Thorin. Ah, Thorin. Su mero nombre le había hecho suspirar por largos meses, y ahora, a ese suspiro le acompañaría una lágrima. La más amarga de todas ellas.

Aunque, ¿quién era él para llorarle? Se podría decir que lo conoció ayer, y desde luego, muchas otras personas lamentarán más semejante pérdida, y con más motivos. Él había sido su saqueador, su camarada, su amante y, en ocasiones, su amigo. Pero nada de esto le importaba ya al dueño de sus pensamientos. Ya nada.

Bilbo suspiró profundamente. Ninguno de sus quebraderos de cabeza le iba a servir de nada. Hizo de tripas corazón, y, con el orgullo en un puño y el valor en otro, admitió para sus adentros que estaba enamorado de un recuerdo. Se reincorporó, se sorbió las lágrimas, y prosiguió con su camino de vuelta a casa.