Fandom: Fairy Tail.
Parejas: Gruvia, Gale, Jerza y un poco de Nalu.
Advertencias: Violencia y lenguaje obsceno.
Los personajes e historia original de Fairy Tail no me pertenecen. Son propiedad del grandioso Hiro Mashima y su linda imaginación.
Capítulo 1. Lo que todos necesitan
Demasiado cerca del amor y demasiado lejos de una relación.
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Prólogo: Inició con un corazón roto
No había entre ellos más relación que la de un par de amigos y compañeros, creo que todos lo saben. Natsu, Lucy, Erza, Wendy... todos los demás, hasta los más despistados, conocían la situación. Algunos los ignoraban, otros miraban con cierta curiosidad, esperando el momento en que todo cambiara. Pero sus amigos más cercanos estaban al borde de la desesperación, sobre todo Erza. Ella adoraba a Gray y en cierto modo, le había cogido mucho cariño a Juvia. Era como la hermana mayor de todos, y le gustaba dejarlo bien claro.
Nuestra historia no se desarrolla con una mujer madura haciendo de celestina, porque entonces todo sería demasiado fácil y suelto.
No, Erza Scarlet nunca planeó los inconvenientes que ella y los demás vivieron en Morgana, la isla de los espejos.
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Todo comenzó cuando una carta llegó en manos de Levy al gremio de Fairy Tail. Nadie notó algo extraño en ello, pues su expresión de alegría y su vivacidad eran bastante comunes. Apenas provocó cierta emoción en sus dos compañeros y amigos más cercanos, quienes la vieron cruzar el recibidor como un ángel que apenas tocaba el piso.
Por su parte, la maga traductora llegó en un suspiro a la barra donde servían las bebidas para los miembros del lugar. Se encontró con Mirajane, Cana y Lyssana con una sonrisa espléndida y un saludo igual de bonito. Todas la recibieron con alegría, y la primera en darse cuenta del pequeño papel dorado en su mano fue Cana.
— Levy, ¿qué llevas ahí? —Le preguntó con curiosidad, haciendo que la otra muchacha revoloteara, emocionada.
— Es una invitación. —Le explicó a la castaña y al resto de las mujeres, que ahora veían con atención el sobre dorado.— Lo recibí esta mañana directamente a mi habitación. No lo he abierto, pero el remitente proviene de las Islas Lánguidas, no muy lejos de la Isla Tenryu. Son muy famosas por contener la mayor cantidad de registros escritos del continente, sin mencionar que hay lenguas que sólo existen en esas islas.
Dado que la chica había empezado a hablar realmente rápido, Cana no pudo evitar reír con ganas.
— Pues suena perfecto para ti, Levy. ¿Pero irás tu sola? ¡Eso queda muy lejos!
— Cana tiene razón. —Convino Mirajane con amabilidad, y un deje de preocupación en su mirada.— Sabes que hemos tenido problemas de todo tipo en los últimos meses. Si te encuentras con algún inconveniente tu sola...
— Lo entiendo.—Le interrumpió Levy con naturalidad. Dado que la joven era bastante madura, no solía tomar decisiones tan apresuradamente.— Todavía debo leer su contenido, pero no tengo la intención de ir sola a un viaje tan largo. —Aunque sus palabras parecían pronunciadas por simple sentido común, en su expresión se leía un motivo mucho más profundo.— A decir verdad, estoy contenta porque espero poder invitar a algunas personas del gremio. Sé que todos están tensos por las marcas que dejó tanta batalla, sin mencionar que algunos no saben aún qué hacer con su vida. Pensé que... un viaje les vendría bien.
Las tres mujeres... cuatro, si contaban a Erza que se había unido de forma inesperada, miraron a Levy con admiración y ternura. La maga, por pequeña que fuera, era una persona en verdad astuta y consciente de su entorno.
— Ábrela. —Le pidió Erza, con su característica mezcla de tranquilidad y seriedad.
Levy la miró y asintió sin chistar.
— "Querida señorita McGarden, está usted cordialmente invitada a una reunión del Grupo Comunicativo Literario y Lingüista de las Islas Lánguidas, con el fin de exponer sus recientes investigaciones y presentar una propuesta para el siguiente boletín semanal de nuestra organización." —Leyó en voz alta, atrayendo más y más la atención de sus compañeros. En menos de cinco minutos, Natsu, Lucy y Gajeel se habían acercado con interés.— "La reunión tendrá lugar el día 'Viernes, cinco de Diciembre', en la Biblioteca Nacional de las Islas Lánguidas. Le rogamos su asistencia."
— ¿Puedes llevar a un acompañante? —Preguntó Erza, sin poder evitarlo.
— Según esto, sí. —Respondió Levy, bajando los ojos castaños hasta el final de la carta.— "En señal de nuestra hospitalidad, le proporcionaremos a usted y a cuatro invitados más habitaciones en el Castillo Lánguido, ubicado en la isla principal. Atentamente: El líder de G.C.L.L., Coben McLeod."
Todos permanecieron callados, intentando descifrar la expresión de Levy para poder emocionarse o preocuparse. La verdad, es que ninguno de ellos conocía a aquel extraño grupo literario, de modo que sonaba un poco sospechosa tal invitación. Pero cuando la maga de escritura mostró aquella pequeña, diminuta, y sumamente brillante sonrisa, todos la imitaron y comenzaron a festejar. Lucy la abrazó y la felicitó de buena cuenta, pues ella estaba más familiarizada con todo lo que tuviera que ver con literatura.
— ¡Esto es fantástico! No dudo que dentro de pronto tengamos a una famosa periodista entre nosotros. —Exclamó la rubia, tomando a la peliazul de los hombros. Muchos rieron, aunque Levy parecía intentar aferrarse a la modestia.
— ¡Bueno! Y al final sí podrás llevar a un par de colegas a tu viaje. —Le dijo Cana, dando un "brindis" de vino por ella.
— Oh, cierto. ¿A quien llevarás, Levy? —Preguntó Lucy, mientras varios magos detrás se asomaban para ver a la aludida.— No te recomiendo llevar a Natsu, él no sabe nada de libros y probablemente se muriera en la biblioteca... o quizás quemara todo para entretenerse un rato. —Bromeó con una sonrisa socarrona, ganándose un gruñido de parte del Dragonslayer.
— ¡Ya me disculpé por quemar ese bicho de libro! —Le gritó.
— ¡Enciclopedia, Natsu, enciclopedia! —Le reprochó Lucy con su típico tono reprobatorio.
Mientras ellos dos discutían y varios magos y magas aturdían a Levy con preguntas, la peliazul fijó la vista en un muchacho que estaba al fondo de la sala. Estaba más serio que de costumbre, quizás porque no se encontraba peleando con Natsu. Todo rastro de humor o ánimo se le había escapado tras la pelea en Tartaros. Y no que no hubiese vuelto a sonreír jamás, pero su temperamento había cambiado bastante. Gray movió por enésima vez el tarro de zumo que tenía enfrente, pero no lo bebió. En vez de eso, miró la marca negra que sobresalía en su piel, medio oculta por su chaqueta de cuero.
Nadie pareció darse cuenta que Levy anotaba algo en una pequeña libreta que llevaba a todos lados.
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Cuando el día avanzó y todos comenzaron a perder la esperanza de ser invitados de Levy, una mujer acudió al encuentro de la maga, mientras ella escribía una serie de posibles propuestas para aquel boletín semanal. Su presencia no fue tomada ni con molestia ni con resignación, pues se trataba de una compañera bastante serena frente a la cual podía trabajar tranquila.
— Me sorprendiste, Erza. —Le soltó Levy con naturalidad, sin dejar de transcribir runas de un libro a otro. Una pequeña sonrisa se sospechaba en sus labios.
— ¿Lo hice? —Preguntó la pelirroja, aunque su expresión armónica demostraba que aquella era una simple pregunta retórica.
— Pues claro. —Respondió la otra, como si fuese lo más evidente del mundo. Hizo una pausa para borrar una runa mal escrita y reemplazarla por una serie de líneas indefinibles. Después levantó la mirada sólo un instante, topándose con los ojos marrones de Titania.— Te mostraste muy curiosa sobre la invitación que me llegó, pero has sido la única que no se ha abalanzado sobre mi preguntando si puede venir conmigo. Lo que me lleva a la conclusión de que, tratándose de ti... quieres acompañarme.
Erza no pudo reprimir una risa ligera.
— Eres muy observadora.
— Es mi trabajo serlo. —La peliazul se encogió de hombros, siguiendo con su trabajo.— Aunque siento curiosidad. ¿Puedo saber por qué quieres venir?
— No. —Respondió la pelirroja con la misma tranquilidad.— Es un asunto privado, pero puedo decirte que en verdad lo necesito.
Levy dejó su trabajo para observar a su colega con más atención. En efecto, solía ser una chica muy observadora, que no juzgaba a las personas sin antes haberlas conocido bien. Además sabía que, aunque Erza no era una mujer fría, protegía su intimidad con fiereza. Tan sólo verla a los ojos confirmaba su sinceridad al respecto.
— Está bien. —Aceptó con un suspiro, sacando de nueva cuenta la libreta de apuntes. La pelirroja la observó con curiosidad, pero no preguntó por su contenido. Por su parte, Levy la guardó luego de haber garabateado algo en sus páginas.— Me alegra que fueras tan honesta conmigo, Erza. —Le dijo con cierto afecto, ganándose una mirada igual de cariñosa por parte de la otra maga.
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Se acercaba la noche cuando Levy McGarden, codiciada maga traductora por todo Fairy Tail, decidía volver a casa. Era un poco agobiante recibir tanta atención, pues aunque adoraba a sus compañeros, tenía la firme determinación de hacer de aquel viaje algo importante. No deseaba tener unas vacaciones cualquieras, y esperaba que quienes la acompañaran estuvieran en condiciones similares.
Fairy Tail había recibido un duro golpe después de varias tragedias, pero ella se encargaría de ayudar con la cicatrización de esa herida punzante.
Y hablando de eso, cuando llegaba a Fairy Hills, encontró a una muchacha de cabello tan azul como el suyo.
Generalmente Juvia era muy alegre, sobre todo cuando se encontraba cerca de Gray. Pero al igual que el mago de hielo, su forma de comportarse había cambiado desde la pelea de Tartaros. No llovía a su alrededor ni tampoco se la veía llorando, pero la diferencia era notable para cualquiera que la conociera. Su expresión era reservada e insegura, muy parecida a cuando llegó al gremio y no se sentía capaz de amar ni ser amada por nadie. Pero esta vez había algo diferente que la atormentaba, algo que ensombrecía su mirada y la hacía recordar cosas dolorosas y desagradables.
Mientras la observaba caminar hacia la entrada del edificio, una mano descansó en su hombro a sus espaldas. Levy se giró, entre sorprendida y desconcertada, para admirar a un Gajeel bastante serio.
— Vas a invitarla. —Le dijo. No sonaba ni a una pregunta ni a una orden. Se trataba de una simple afirmación hecha por alguien que la conocía perfectamente.
Ella asintió.
— Lo necesita. No soy tan cercana a Juvia como tú, pero puedo darme cuenta. —Susurró, con una sombra de preocupación en la mirada.— A veces parece que está al fondo de todo, como un libro que se cae y nadie nota hasta que se tropieza con él. Juvia suele ser bastante llamativa en el gremio, pero ahora es como si se limitara a "estar".
— Es incluso peor a si estuviera deprimida. —Reconoció el moreno, con su típico ceño fruncido. Consideraba a la maga de agua una buena amiga, a pesar de su cursilería y su afán de enamorarse de un imposible.— ¿Crees que el viaje le ayude? —Le preguntó a la McGarden, que a su vez lo miró a los ojos.
— Tengo la sensación de que sí... —Murmuró.— Y a ti también.
Gajeel abrió los ojos con evidente sorpresa.
— ¿Yo?
— Sí, tú.
— ¿Por qué? —Gruñó, más confundido que molesto. Le inquietaba la seriedad con la que Levy lo miraba. Desde hacía un tiempo había evitado estar tan cerca de ella, pues cada vez era más consciente de que había una confidencialidad especial entre ambos, así como una conexión.
— Porque... —Empezó la muchacha, pero no pudo continuar. Bajó la mirada, un poco incómoda, y se preguntó a sí misma "por qué". Tenía motivos, muy buenos motivos, para llevar a Gray, Erza y Juvia. Pero con Gajeel era diferente. Sabiendo que no podría mentirle al Dragonslayer, pero sin la intención de revelar todos sus sentimientos, se limitó a contestar:— Porque yo también tengo asuntos que arreglar, y te necesito ahí conmigo para hacerlo.
El silencio se hizo entre ambos, con Levy mirando el suelo y un intenso color rojo cubriendole las mejillas. Gajeel, por su parte, la observaba con una mezcla de asombro y entendimiento. Tras una larga pausa, asintió, aunque ella no podía verle.
— Vale.
Ambos se despidieron con un sentimiento cálido en el pecho, no sin antes acordar que el pelinegro convencería a Juvia de abordar ese viaje. Levy estaba segura que si se lo pedía a Erza, ella podía hacer lo mismo con Gray.
Todos lo necesitaban, de un modo u otro.
Lo que no sabían, es que darían resolución a sus sentimientos con una nueva carga de problemas y una aventura como pocas otras.
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Muchas gracias por leer hasta el final. Sé que todo el capítulo giró en torno a Levy a pesar de que el fic es principalmente Gruvia, pero intento concentrarme más en el desarrollo de la historia por ahora. Más adelante avanzaré con tan hermosa pareja, sin mencionar el Gale que estará siempre presente. Tendrán que esperar un poco para el Jerza.
Si quieren ser parte de la tripulación de Levy, no duden en aportar algunos reviews (?)
