Capítulo 1

—¡Pero este tratamiento es totalmente revolucionario! El especialista dice que incluso podría curar a papá. No obstante, es muy caro; además, sería necesario llevarlo a América.

Sakura Haruno se inclinó hacia adelante; sus ojos color jade se posaron suplicantes sobre el inexpresivo rostro de su antigua madrastra.

—¡Tayuya, eres la única a quien puedo recurrir! ¡Ayúdanos… por favor!

—Es totalmente imposible —lady Underhay sacudió la cabeza—. No puedo pedirle dinero a Lennox para mi ex esposo —se ruborizó con timidez—. Siempre ha estado… un poco celoso de Jiraiya.

—Fueron socios en alguna ocasión.

—Pero eso sucedió hace tiempo. Y de todos modos, Lennox piensa que el Consejo de Administración fue más que generoso cuando Jiraiya… absurdamente, los abandonó para dedicarse a pintar —los labios de Tayuya se apretaron—. Y a mí también me dejó.

«¡Tú fuiste quien lo dejó!», quiso gritar Sakura. «Tú fuiste quien no quiso arriesgar su estilo de vida para dejar que papá realizara su sueño».

Pero no dijo nada. Recordaba a su padre, diciéndole:

—No culpes a Tayuya, cariño. Ella nos amó, a su modo, pero no puede vivir sin dinero y comodidades. Los necesita, como se necesita el aire para respirar. E inevitablemente irá hacia dónde está el dinero. Lennox la tratará bien. Tienen un interés mutuo por las posesiones materiales y la seguridad…

Sakura recorrió con la mirada la elegante sala. La venta de cualquiera de las pinturas o de las antigüedades que contenía, habría pagado el tratamiento de Jiraiya Haruno.

—De todos modos, entiendo que tu padre ha tenido bastante éxito con su preciosa pintura. ¿No podría pintar algo para financiar su tratamiento? —Tayuya miró su reloj con inquietud.

Sakura sacudió la cabeza, agradecida de que Jiraiya no pudiera escucharla.

—El virus que le causó su enfermedad… atacó los músculos del lado derecho de su cuerpo. Tiene… dificultad para usar la mano, así que ya no puede pintar.

Tayuya se mordió con fuerza el labio inferior.

—Ya… veo. Bien, eso es trágico, pero si se hubiera quedado con la empresa, tendría un seguro médico que cubriría ese tipo de eventualidad. Lo siento, querida, pero nada puedo hacer.

Las manos de Sakura se torcieron sobre su regazo, con los nudillos blancos.

—Tayuya, debo conseguir ese dinero de algún modo y asegurarme de que papá tenga esta oportunidad antes que sea demasiado tarde. Haré cualquier cosa… estaré de acuerdo con las condiciones que ofrezcas. Pagaré el préstamo, aunque me lleve el resto de mi vida, pero tengo que conseguirlo. Si alguna vez te importó papá, por favor ayúdame a pensar en algo.

—Naturalmente que me importó. Pero lo que pides está fuera de consideración —hizo una pausa—. ¿Te has dirigido a alguna institución financiera?

—Sí, pero no tenía nada que usar como garantía para un préstamo. Ni siquiera puedo garantizar que habrá una cura duradera, o que papá pueda volver a pintar algún día.

—Jiraiya debió ahorrar para el futuro, antes de echar por la borda su carrera de negocios de esa manera tan loca —el tono de Tayuya era cortante.

—Él no podía saber que iba a ponerse enfermo —protestó Sakura—. Estaba bien hasta aquel invierno…, más feliz que nunca… —se interrumpió con culpabilidad, consciente de que sus palabras no eran muy afortunadas y cuando vio tensarse los músculos de lady Underhay, supo que ella también pensaba lo mismo.

—Temo que voy a tener que pedirte que te vayas —señaló Tayuya y se puso de pie—. Lennox llegará a casa en cualquier momento y preferiría que no te encontrara aquí. Vamos a recibir esta noche… al director de Uchiha International…, y hay cosas que debo hacer —hizo una pausa—. Lamento sinceramente no poder ayudar, Sakura.

—Yo siento haberte molestado. Eras mi última esperanza.

Al volverse hacia la puerta, ésta se abrió. Lennox Underhay entró.

—Sakura, ¿no? ¿Cómo estás? —su sonrisa era cortés, pero sin entusiasmo y la mirada que le dirigió a su esposa fue inquisitiva.

—Tiene que irse en seguida, cariño —interrumpió Tayuya con rapidez—. Te acompañaré a la puerta, querida —sus labios estaban comprimidos cuando llegaron al vestíbulo—. Sin duda él querrá saber qué estabas haciendo aquí —murmuró con tono agrio—. No quiero parecer insensible, Sakura, pero a veces haces las cosas muy difíciles.

—No habría venido si no estuviera absolutamente desesperada —repuso Sakura y luego le entregó a lady Underhay una tarjeta—. Este es el número de teléfono de mi hotel. Si llegas a pensar en algo… si se te ocurre algún modo de conseguir el dinero, puedes localizarme ahí en los próximos dos días.

Tayuya asintió reacia.

—Muy bien, pero no prometo nada.

La vida era muy injusta, decidió Sakura, con amargura. Tayuya simplemente había cambiado un lujoso y cómodo escenario por otro. Si dejar a Jiraiya después de cinco años de matrimonio le había causado pena, lo mantenía bien oculto. Tayuya podía ser la persona más dulce del mundo cuando quería. Pero cuando estaba de mal humor…

Sakura hizo una mueca. Jiraiya, viudo desde hacía unos años, había mimado mucho a su segunda esposa. Cuando él anunció que renunciaría a su empleo, a su casa en Londres y a la casa de campo en West Sussex para convertirse en artista, Tayuya lo recibió como un mal chiste y luego, como una aberración temporal; pero cuando se dio cuenta de que él no sólo hablaba en serio, sino que estaba absolutamente decidido, se volvió como loca. Sakura aún se estremecía al recordar aquella época.

De cualquier modo, Tayuya tuvo suerte. El acuerdo de divorcio la benefició bastante, cosa que ella parecía haber olvidado, y más tarde, se casó con Lennox Underhay, quien siempre había admirado su elegancia y belleza.

Al principio, todo funcionó bien para Jiraiya. En lugar de morirse de hambre en alguna cloaca en el extranjero, como Tayuya predijo, encontró un mercado listo y bien pagado para sus paisajes y él y Sakura disfrutaron varios años de viajar por la Dordogne y Provence mientras él trabajaba. Jiraiya Haruno, como había dicho un crítico, tenía la habilidad, única, de expresar al óleo la intensidad del calor y los tonos de las regiones sureñas de Francia. «Voy a conseguir el dinero y papá irá a América para su tratamiento».

Pero, ¿cómo obtendría dinero con rapidez?, se preguntaba. Tal vez debería considerar medidas más desesperadas. Las prostitutas de clase ganaban mucho, se decía, y libre de impuestos. Volvió un poco la cabeza, estudiando su reflejo en el cristal de la ventana del tren. Sólo un supremo optimista pensaría que los clientes desearían a una chica flaca, de diecinueve años, de senos pequeños, cabello lacio y ninguna experiencia.

Se alegraba de que su padre no tuviera idea de lo que estaba considerando, aunque fuera en broma. Él creía que ahora ella estaba tratando de vender su última pintura. El hombre de la Galería Orbis había sido muy amable y comprensivo, pero la pintura era casi irreconocible como obra de Jiraiya Haruno. Sakura fue poco realista al pensar que la aceptarían.

Iba a necesitar un milagro.

Horas más tarde, ya en su habitación, Sakura estaba tumbada en la cama cuando sonó el teléfono. Probablemente sería una llamada de la recepción, para preguntar cuándo se iría, pensó al levantar el auricular.

En lugar de eso, la voz de su madrastra, al otro lado de la línea, inquirió de forma cortante:

—¿Puedes venir a casa de inmediato? Hay algo que deseo discutir contigo.

—Acerca del dinero. ¿Quieres decir que has pensado algo?

—Posiblemente.

—¡Pero eso es maravilloso! ¿Qué es?

—No es algo que quiera discutir por teléfono —repuso Tayuya con frialdad—. Y en cuanto a que sea maravilloso…, bien, eso está por verse —hizo una pausa—. Ayudaría que vinieras razonablemente presentable —le sugirió y colgó el auricular.

Presentable, pensó Sakura con asombro, revisando en su mente el escaso guardarropa que había llevado con ella.

Se puso unos vaqueros y una blusa negra de manga larga, cepilló su cabello castaño hasta que brilló y lo sujetó atrás de las orejas con dos peinetas de carey.

Encontró a Tayuya sola en la sala, de pie junto a la chimenea de mármol y con una copa de brandy en la mano.

—¡Dios Santo, dije presentable y en lugar de eso te apareces como una estudiante de arte!

—Que es exactamente lo que soy —replicó Sakura, levantando la barbilla—. De cualquier modo, ¿importa mucho mi ropa? No me van a ofrecer un empleo de modelo, ¿o sí?

—No hay garantía de que te ofrezcan nada en absoluto —exclamó Tayuya—. Cuando él te vea, puede arrepentirse.

—¿Él? —Sakura frunció el ceño—. ¿Quién es él?

—Sasuke Uchiha —informó Tayuya—. Es el Director de Uchiha International y quiere hacerte una proposición. Tú lo escucharás, aunque encuentro todo esto totalmente increíble…, impensable —bebió un poco de su brandy—. Está en la biblioteca, así que te sugiero que no lo hagas esperar más.

Sakura se dirigió a la biblioteca. Había oído hablar de Uchiha International, por supuesto. ¿Quién no? Pero, ¿qué diablos podía querer alguien relacionado con una organización tan importante con una joven insignificante como ella? Como había dicho Tayuya: no tenía sentido. Se detuvo frente a la puerta de la biblioteca, preguntándose si debía llamar y decidió que no; giró el picaporte y entró en la habitación.

Todas las luces estaban encendidas y Sakura parpadeó después de la relativa oscuridad del vestíbulo. Cuando sus ojos se acostumbraron a la brillantez, se detuvo en seco…

El director de una importante compañía como Uchiha debería ser un hombre mayor, pensó, como Lennox Underhay, por ejemplo.

Pero este hombre era joven, e increíblemente atractivo. Tenía el pelo oscuro y los ojos oscuros como el ebano, con largas pestañas… Además, era muy alto y tenía un cuerpo magnífico.

Él también estaba sorprendido, sus oscuras cejas se juntaron sobre la nariz al tiempo que la examinaba sin prisa de arriba abajo.

Sakura sintió las manos húmedas de pronto y se limpió las palmas sobre sus vaqueros. El movimiento rompió la silenciosa quietud que parecía envolverlos y Sasuke Uchiha, abruptamente, también se movió como si estuviera molesto por algo.

—Así que… usted es Sakura.

—Sí —tragó saliva, mirándolo, hipnotizada y consciente de que tenía la garganta seca y el pulso acelerado—. Y usted es… Monsieur Uchiha.

Él sonrió breve y sardónicamente.

—Oh, dadas las circunstancias, deberíamos ser menos formales. Mi nombre es Sasuke.

—¿Cuáles circunstancias? —de repente, sintió miedo. No había pensado en serio lo de ser una prostituta de lujo—. No… no comprendo.

—¿No se lo han dicho? —los ojos se clavaron en los de ella—. Entonces, la tarea… el privilegio es mío, al parecer. Usted y yo, mademoiselle, estamos destinados a casarnos.

Por un momento, Sakura quedó paralizada. No podía moverse, hablar… o siquiera pensar coherentemente… «Increíble», había dicho Tayuya. Pero era peor que eso. Era una locura.

—Es mejor que se siente —añadió cortante Sasuke Uchiha—. Antes de que se caiga —su mirada la barrió de nuevo para apreciar la caída de los ajustados vaqueros sobre sus estrechas caderas y la ligera hinchazón de los senos bajo la blusa. Frunció el ceño de nuevo—. ¿Cuántos años tiene?

—Yo… casi veinte —pasó la lengua por sus labios resecos—. ¿De verdad ha dicho… casarse?

Él asintió sin sonreír.

—Pero yo no lo había visto antes… ni siquiera sabía de su existencia.

—Ni yo la había visto a usted —encogió ligeramente los hombros—. Pero eso no es necesariamente un obstáculo —acercó una silla de respaldo alto y le ofreció asiento luego colocó otra para él—. Antes de que me rechace como a un lunático peligroso, permítame explicarle. Yo necesito casarme con urgencia. Hace unas horas estaba pensando en poner un anuncio en algún periódico solicitando esposa.

—Esto debe ser una broma de mal gusto —comenté Sakura—. Nunca perdonaré a Tayuya…

—No es una broma —manifestó Sasuke Uchiha con tranquilidad—. Yo estaba distraído en la cena y me convencieron para que les contara mi problema. Fue entonces cuando su madrastra sugirió que su dilema podría ser la solución del mío. Por eso le pidió que viniera aquí esta noche y por eso estamos solos ahora.

—No… puedo creerlo. ¡Es insensato! —le dirigió una mirada de desprecio—, ¡poner un anuncio en el periódico! Usted es la última persona en el mundo que necesita recurrir a algo así.

Él sonrió.

—Gracias. Pero la verdad es que conozco a muy pocas jóvenes de edad y antecedentes adecuados que accedieran a casarse de una forma tan precipitada, sin un período convencional de cortejo… Además, exigirían votos de amor y devoción eternos. Algo menos que eso, las insultaría.

—¿Y no piensa que pueda insultarme a mí? —Sakura se puso rígida.

Sasuke Uchiha encogió los hombros.

—Por lo que sé, no creo que pueda permitirse el lujo de sentirse insultada —contestó—. Entiendo que necesita una considerable suma de dinero para pagar el tratamiento médico de su padre en Estados Unidos. Si se casa conmigo, me aseguraré de que estén disponibles suficientes fondos para que los use en eso… o en lo que quiera —hizo una pausa—. Me necesita para el futuro de su padre, y yo la necesito para el mío. ¿Hacemos trato?

—Primero, sería mejor que me explicará por qué necesita casarse urgentemente —señaló—. ¿Por qué no puede esperar a casarse con alguien a quien ame?

—El matrimonio es una lotería —expresó con cinismo—. Hasta ahora, me las he arreglado para no adquirir un billete. Pero actualmente me encuentro bajo la presión de mi familia—. Heredé la dirección de Uchiha International de mi abuelo, que me lo dejó todo ignorando a su hijo, quien, naturalmente, está resentido contra mí. Durante los dos últimos años, ha estado acusándome ante los miembros del Consejo de ser un playboy irresponsable.

Le dirigió una mirada rápida a Sakura.

—Al fin sonríe, mademoiselle, yo también encontré la situación divertida… al principio. Pero últimamente se ha tornado más seria. Mi nombre estuvo recientemente ligado al de una mujer que está casada con un hombre de importancia en el Gobierno. Ha habido… rumores en el círculo en que muevo…

Sasuke encogió los hombros.

—No es la primera vez que corren chismes sobre mí… no soy un santo… pero esta vez, mi tío ha llegado a decir que es probable que Uchiha International se vea metida en un escándalo mayúsculo por mi culpa. Según él, yo soy incompetente para ser el director. En consecuencia, mi tío ha convocado una reunión dentro de dos semanas, para discutir la situación y pedir mi renuncia. Naturalmente, él mismo piensa proponerse para el cargo de director. ¿Se da cuenta de mi problema?

—Yo… supongo que sí —se mordió el labio—. Pero tal vez su tío tenga razón… Después de todo, si sostiene una aventura con esa mujer… y si descuida a la compañía por ella…

La boca de él se torció.

—Mi vida privada no tiene relación con mi papel de director de Uchiha. Ninguna mujer se ha interpuesto entre mi trabajo y yo, ni lo hará.

Vaciló, con expresión triste.

—Hay un factor adicional. Mi tío Orochimaru tiene una hija, Karin, y ha llegado a insinuar que si yo le ofreciera matrimonio a mi prima, su oposición hacia mí cesaría de inmediato.

—¿No es esa, entonces, la solución?

—No sugeriría tal cosa si conociera a mi prima Karin. ¿Es una arpía?

—Yo podría ser igual de mala.

—Ese es un riesgo que tendré que correr. Al menos es usted una hija leal y cariñosa, según me aseguró lady Underhay. Por eso ella y su esposo sugirieron esta entrevista. Ambos tenemos serios problemas, mademoiselle y para resolverlos, sólo servirán medidas desesperadas. ¿De acuerdo?

—Bien… tal vez —extendió las manos con impotencia—. Pero… matrimonio…

—¿Desea que la tranquilice acerca de la exacta naturaleza de la relación que estoy ofreciendo?

Sakura descubrió que estaba ruborizada hasta la raíz del cabello.

—Sí.

—Bien, eso es lógico —se quedó en silencio por un momento—. No soy un salvaje, Sakura, pero me gustaría tener descendencia. Un día, te pediré que me des un hijo. Pero tendrás tiempo… tanto como necesites… para acostumbrarte, antes que eso suceda. ¿Es esa la seguridad que requieres?

—Sí… no… No sé —Sakura apretó las manos—. Oh, esto es ridículo… ¡una situación imposible!

—También es una solución práctica, eso es todo lo que importa?

—¿Hay algo más? —él parecía divertido.

—¿Y… el amor?

—¿Sí, verdad? —rió abiertamente, mostrando sus blanquísimos dientes—. Acabamos de conocernos. Siento que cualquier declaración apasionada de mi parte, sería prematura…

—No he querido decir eso —respondió colérica.

—¿No? ¿Entonces me estás diciendo que ya existe una relación importante en tu vida?

La nota francamente escéptica en su voz la molestó.

—¿Es tan imposible?

—Es improbable.

—En realidad me estaba preguntando qué sucedería si, después de casados uno de nosotros… conociera a otra persona.

—El matrimonio no siempre es una barrera para tales relaciones —expresó Sasuke con suavidad—. Mientras se mantenga la discreción.

—¡Ese es un punto de vista abominablemente cínico!

—Yo pensé que estaba siendo práctico —contestó—. De cualquier modo, todavía no estamos casados, ¿así que por qué buscar dificultades donde no las hay?

—Oh, por supuesto, todo va a ir de maravilla —repuso Sakura—. Puedo verlo.

Sasuke Uchiha se quedó callado largo rato, luego habló:

—Sakura, el matrimonio nunca es fácil. Nuestra situación es inusual, tal vez, pero ¿quién puede decir que un matrimonio que nace de la conveniencia mutua y la amistad, no puede tener éxito?

—Excepto que no somos amigos —afirmó ella con voz rígida.

—Todavía no, pero, ¿acaso es algo imposible?

—Casi por completo —sacudió la cabeza—. Oh, debe haber alguien más a quien puedas pedírselo.

—Y tú. ¿A quién acudirías para conseguir el dinero que necesitas con desesperación? ¿O ha exagerado tu madrastra?

—No —Sakura inclinó la cabeza con tristeza—. Tenía mucha razón. Lo que pasa es que… no pensé que llegaría esto —lo miró—. ¿Tú… no considerarías sólo… prestarme el dinero?

—Únicamente con un certificado de matrimonio como garantía. Paso gran parte de mi tiempo en tu país y me propongo contarle a mi familia que nos conocemos hace meses. Diré que mantuvimos nuestro matrimonio en secreto a causa de la salud de tu padre… y ¡Voilá! Todos los rumores silenciados de golpe.

—No es tan simple —Sakura suspiró profundamente—. No puedo responderte ahora… esta noche. Tienes que darme tiempo para pensar… para decidir…

—Eso es razonable. Me alojo en el Hotel Savoy —se puso de pie y ella hizo lo mismo—. Pero no me hagas esperar demasiado. Para ambos, el tiempo es esencial —hizo una pausa—. ¿Habría alguna diferencia si te dijera que poseo una de las pinturas de tu padre?

—¡Oh!—sus labios se abrieron con renovado asombro—. ¿Cuál?

—El Puente de Montascaux. Sería una lástima permitir que ese talento y vigor… se desperdiciaran —permitió que sus palabras penetraran en su mente, luego sonrió—. Ahora, ¿puedo llevarte a casa?

—Oh, no, gracias —Sakura retrocedió de modo involuntario. Sintió como si hubiera sido encerrada en una jaula con un tigre y hubiese tenido la fortuna de escapar con vida.

Pero si se casaba con él no habría escape. Tendría que vivir con él… compartir un techo… una cama. Su mente se quedó en blanco, negándose a aceptar tal posibilidad.

Sin embargo, habría dinero para Jiraiya… y para ella. Necesitaba un milagro y tal vez eso era lo que le estaba ofreciendo.

Sakura se dio cuenta de que Sasuke Uchiha la observaba con detenimiento, con sus ojos verdes entrecerrados y se apresuró a hablar.

—Te haré saber mañana lo que decida… lo prometo.

—Esperaré con impaciencia hasta entonces —Sasuke caminó hacia ella y antes de que Sakura se percatara de sus intenciones le tomó una mano y se la llevó a los labios. El contacto fue fugaz, pero la chica sintió que su carne ardía.

Él la miró, apenas sonriendo y declaró con suavidad:

—Que descanses, ma chère, y si no puedes dormir, piensa.