Esta historia fué hecha por entretenimiento. Los personajes utilizados no son míos.

Sollozo entre la lluvia
Capítulo 1


Deja que la lluvia caiga. Está bien, no me molesta

Miraba a la ventana, perdida. El tiempo me deprimía y más porque la lluvia caía desde ayer, llenando el pueblo de humedad y a mí de tristeza.

Syaoran había salido a buscar mi pluma con Kurogane, ya llevaban más de tres días afuera, y no había señal alguna de ellos.

Fye se había quedado aquí conmigo, cuidándome. Para mi que es algo torpe, pero yo lo puedo cuidar hasta donde mi capacidad permita. Kurogane se ve capaz de cuidarse solo, pero Syaoran me preocupa.

Ha estado muy angustiado con esto de mis plumas. Ha tratado de conseguirlas todas, pero aún así varias se le han ido. Mokona me ha contado que son algo así como parte de mi alma, ¿eso es posible?Estoy enterada que son memorias que fueron esparcidas, pero nadie me ha dicho como fué que las perdí. ¿Qué habrá pasado?

También está la manera ligeramente precipitante en que Syaoran las busca, se preocupa demasiado por ellas.¿Porqué se interesa por las memorias de alguien que no conoce? ¿Porqué le interesa tanto que las recupere?¿Acaso nos conocíamos?

Fye entró repentinamente al cuarto, sacándome bruscamente de mi mente.

-Sakura, has estado muy callada estos días- su gran sonrisa sin sentido generalmente me pone de buen humor, pero la nostalgia me seguía rodeando.

-No han regresado- murmuré volteando hacia la ventana.

-No te preocupes, Cachorro grande y Cachorrito se las pueden ingeniar para regresar con tu pluma, solo se más paciente- sonrió y se sentó en una silla a mi lado.

Consideré su silencio buena compañía.

/-/

Días después regresaron, ambos visiblemente agotados. Fye fué quien los recibió, yo un par de metros detrás de él. Los dos cruzaron la puerta con un gran cansancio, observé un momento y vi que Syaoran tenía en manos mi pluma. Caminó frente a mi y me la entregó con una ligera sonrisa. Tambaleó hasta la sala y se recostó en el sillón. Kurogane gruñó algo entre dientes de un descanso y subió a su habitación.

-Syaoran…- murmuré, insegura si me escucharía.

El sonrió ligeramente. -Mande, Sakura- su voz sonaba cansada pero tranquila, pero a mí me seguía alterando.

-¿Como puedes llegar solamente así? ¿No tienes heridas?-

-Nada preocupante, tengo experiencia en la pelea.- y sonrió de forma nostálgica.

Esto me hacia sentir miserable. El hacia el trabajo duro y yo mirándolo todo en primera fila, como si encontrara en su forcejeo regocijo.

No quería que la gente sufriera tanto por mi, pero no sabia si encontraba más horrible el hecho de que él haya llegado sin heridas. ¿Qué lo guió a aprender a defenderse de esa manera? ¿Porqué peleaba? ¿Situaciones que no recuerdo? Una inmensa tristeza se apoderó de mi. Me sentía tan confundida, sin saber que hacer. Lagrimas comenzaron a formarse en mis ojos, lo que pareció alterarlo. En lo que se levantaba y se apresuraba a mi lado no pude evitar comenzar a llorar. Sentí su mano posándose suavemente sobre mi espalda mientras se acercaba.

-¿Ocurre algo, Sakura?

-No sé-

-¿Que ocurre, Sakura?- su voz sonó mas preocupada, me insistía a hablar.

-Nada- mentí entre mi llanto, no me podía creer porque Syaoran se arriesgaba tanto. Porque todos lo hacían. No entendía nada de lo que estaba pasando.

Estaba cansada de este viaje, quería irme a casa, recuerdo mi nombre, mi país, a Touya y Yukito, ¿qué más podría necesitar? A partir de eso, nosotros cuatro podíamos seguir adelante. Conseguiría nuevas memorias y las que me faltaban serian cosas del pasado, como olvidadas por los años.

Sintiéndome totalmente vulnerable e incapaz, huí hacia mi habitación dejando a Syaoran solo en la sala, acompañado por el ruido de la lluvia. En el camino tropecé con una mesita, un pequeño jarrón de vidrio cayó al suelo, quebrándose. Lo traté de levantar con mis manos, cortándome mis dedos por como estaba temblando. Escuché a Syaoran apresurándose desde abajo y la cobardía me hizo ignorar el desastre y continuar a mi habitación. Al llegar entré y cerré la puerta, huyendo de todo lo que no entendía.

Me sentía terriblemente miserable, ¿acaso no podía hacer nada bien? Quizás y solo soy una tonta caprichosa.

Me recargué en mi cama, dándome cuenta que tenia un pedazo de vidrio del jarrón aferrado con fuerza en mi mano. El vidrio me había cortado y la sangre corría por mi palma, manchando mi vestido pero no sentía dolor.

No quería vivir para lastimar más a Syaoran. Lo acepto, lo amo, pero lo amo tanto que no es justo que sufra por mi culpa.

Cerré los ojos, apretando mi mano con más fuerza, sentí como el vidrio rasgaba mi piel, la sangre caía en mi vestido con sonidos suaves. Empecé a llorar de dolor. Syaoran entró, abriendo la puerta con tal fuerza que golpeó la pared del otro lado.

-¡SAKURA! ¿QUÉ RAYOS HACES?

Su voz alterada me hizo relajar mi mano, corrió y me quito el vidrio de la mano.

-¿Qué se supone que querías hacer? ¿Matarte?

Lo sentía enojado, pero no podía parar de llorar.

Al ver que no iba a recibir respuesta mía, tomó mi mano, revisando la herida.

-Sakura ¿Porqué te hiciste daño?- su voz sonó triste, no pude hacer más que bajar mi mirada. No podía verlo a los ojos.

-Syaoran, yo...- batallé en hacer que las palabras salieran entre mis sollozos, -No me gusta que sufran. Siento que no puedo hacer nada para ayudarlos. No quiero que esto siga así.

-Esta bien, Sakura.- me consoló, hablando suavemente. -Lo hacemos porque nos preocupamos por ti, porque queremos que estés bien.

Sentí un gran peso liberándose de mis hombros. No mencioné palabra alguna en lo que trataba mi herida y el también guardó silencio.

Cuando hubo terminado, le pedí que se quedara un momento y el aceptó.

Recuerdo acostarme en mi cama, él se sentó en un pequeño sillón al lado de la ventana y vimos la lluvia caer. No dijo alguien palabra alguna y en un par de minutos me quedé profundamente dormida.