Hao quería engañarse, creerse sus excusas (sólo voy por Yoh, para ver si es más fuerte), quería no pensar en él. Todos los días, deja su campamento, y con él a sus camaradas que extrañados se preguntan por qué sigue espiando a su hermano si sabe que no hay progreso. Todos los días lo mira, lo observa cuando ríe, cuando llora, cuando se enoja; llevando su laptop a todos lados, siguiendo a Yoh tal como Opacho lo sigue a él.

Sabe que, por más que le duela, algún día lo matará. Es, después de todo, un simple y asqueroso humano.