Hola! este fic es una adaptación de ''Un millon de besos'' escrito por Rita Clay Estrada. Yo solo lo convertí a SasuSaku.

Disclaimer: Ni naruto ni la historia me pertenecen. Naruto pertenece a Kishimoto & la historia a Rita Clay Estrada.. Si naruto me perteneciera sasuke hubiera regresado a konoha despues de matar a madara y reviviria su clan con Sakura.


A juzgar por su porte y su traje a medida, aquel apuesto hombre podría haber sido un millonario; pero su ceño indicaba que se trataba de un alto ejecutivo. La mirada intensa de sus penetrantes ojos negros parecía, sin embargo, la de un amante.
Una contradicción... interesante.

Con la lista de tareas que su tía le había dado en la mano, Sakura Haruno se quedó mirando cómo el hombre se acercaba a la puerta de la tienda. Se detuvo en el umbral, llenándolo con su sola presencia.
Llevaba un traje de color gris claro, entretejido con una fina hebra negra; tenía el cabello negro, grueso y bien cortado. Su rostro era recio: los pómulos marcados, la boca bien esculpida y un mentón sensacional. Tenía los hombros anchos, y el resto de su cuerpo "entraba por los ojos" como su tía Tsunade, habría dicho.
Teniendo en cuenta la descripción que le había hecho su tía, apostaba cualquier cosa a que se trataba de Sasuke Uchiha, el director del centro comercial MidTown, a las afueras de Roppongi, en el distrito Minato.

Sus ojos, más negros que la noche, le devolvían el escrutinio, observándola con la misma intensidad. Aunque no estaba sonriendo, como ella, le interesaba lo que veía, de lo contrario, no estaría tan concentrado. A no ser que estuviera más tenso de lo que ella había imaginado en un principio.

Era tres de enero y el centro comercial pronto rebosaría de clientes, como lo había hecho durante las Navidades, en aquellas fechas, a causa de las rebajas. Era el primer día que sustituía a su tía Tsunade y, hasta el momento, solo había completado dos tareas de la lista. Gracias a Dios, la otra empleada, la que sabía cómo llevar la tienda, estaba al llegar.
Sakura dejó el fajo de papeles sobre el expositor de cristal lleno de joyas de oro y plata y extendió la mano.

—Hola, Sasuke Uchiha. Me alegro tanto de conocerlo, mi tía me ha hablado mucho de usted.

El hombre en cuestión parpadeó, sorprendido por el saludo.

— ¿Como dice?

— ¿No eres el director de este centro?

— Sí. —el hombre avanzó con cautela hacia el interior de la tienda.

De modo que era el famoso Sasuke Uchiha. Sakura se relajó.

—Bueno, mi tía no hace más que hablar de ti.

Sasuke entornó sus hermosos ojos negros. Seguía sin sonreír.

Era evidente que su tía no hablaba tanto de ella como de él. O, tal vez, no la hubiese comprendido. A fin de cuentas, tenía un marcado acento inglés.

—Me llamo Sakura Haruno —dijo, con voz alta y clara—. He venido a encargarme de la tienda hasta el día de San Valentín, mientras la tía Tsunade se recupera de su fractura en el brazo.

Finalmente, la comprensión tornó en sus ojos. Sasuke le estrechó la mano. La tensión de su rostro fue desapareciendo.

—Me alegro de que pudiera venir —le dijo—. A Tsunade le preocupaba que no pudiera dejar su, eh, trabajo.

Sakura profirió una suave carcajada. Aquel hombre la intrigaba. Cuando se relajaba, parecía una persona completamente distinta. Aunque, si Sasuke Uchiha conocía a la tía Tsunade lo bastante como para saber que había tenido que pedir permiso para ausentarse de su trabajo, también debía de saber cómo se ganaba la vida. Algunas personas tenían ideas extrañas sobre las masajistas. De vez en cuando, había clientes masculinos que buscaban algo más que un masaje, y ella les paraba los pies enseguida.
Sakura sonrió y fingió no dudar que Sasuke la consideraba una ciudadana modelo.

—Como soy masajista, mis ingresos se basan, principalmente, en las propinas. No podía permitirme el lujo de pasar sin ellas, pero, por suerte, cuando mi tía se rompió el brazo, la temporada tocaba a su fin.

—No sabía que hubiese temporadas para los masajes —la voz de Sasuke estaba cargada de ironía, pero Sakura la pasó por alto. De momento.

—Normalmente no las hay, pero yo trabajo en un balneario y, cuando se termina la temporada de esquí, y antes de que empiece la temporada de primavera, hay cuatro o cinco semanas de poca actividad —se apartó un mechón de cabello, pero dejó que su larga cabellera le cayera por el hombro y la espalda—. Aunque, el año pasado, en Oizumi no tuvimos el acostumbrado paréntesis entre temporadas. Hubo una avalancha continua de turistas.

—Es una hermosa ciudad.

—Y de mucho dinero —añadió Sakura.

—Y de mucho dinero —repitió Sasuke, que estaba prestando más atención a su boca, que ella sintió un hormigueo en los labios—. ¿Tan importante es eso?

—Solo si eres pobre —respondió ella con rosto solemne. ¿Estaría bromeando? Normalmente, solo los ricos hacían preguntas tontas como aquella—. No serás el propietario de este centro comercial ¿verdad? —preguntó con fingida inocencia.

—No —Sasuke se mantuvo serio—. ¿Sería importante?

Sakura no podía dejar de sonreír.

—Seguramente, para ti, sí.

Por fin, Sasuke también sonrió, y fue como si el sol inundara con su luz toda la tienda.

—No sé. No tengo tiempo para sentir celos de los que tienen más que yo. Disfruto de lo que tengo.

—Yo también doy gracias por lo que tengo —repuso Sakura, que había abierto mucho los ojos—. Pero no soy tan tonta como para despreciar otras bendiciones… como el dinero.

Si Sakura creía que la sonrisa de Sasuke era seductora, se debía a que todavía no había escuchado su risa. Era grave, sonora y deliciosa. Le acarició la espalda e hizo vibrar todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo.
Sasuke era un hombre realmente atractivo. Aunque no era de los suyos. Maldición.

—Tengo la sensación de que sabe ganarse sus propias… bendiciones, señorita Haruno —contestó finalmente.

—Por favor, llámame Sakura, y gracias por decirlo. Es cierto, si no persigues lo que quieres en la vida, no puedes esperar que te caiga del cielo. Decir lo que se quiere no basta para hacerlo realidad.

—Esa es la filosofía de las personas ambiciosas —bromeó Sasuke—. Apuesto a que consigues lo que quieres un cincuenta por ciento de las veces.

Sakura percibió el brillo de su mirada.

—Las probabilidades superan el cincuenta por ciento.

—Eres dura de pelar —repuso Sasuke. Sakura sonrió, disfrutando del cumplido.

—Gracias —le dijo, y salió de detrás del mostrador—. Pero no tan dura como se pondrá la tía Tsunade, si se entera de que no he seguido su lista.

Sasuke emitió un murmullo ausente de afirmación y la miró de arriba abajo.
Llevaba una blusa informal de algodón de color negro y una falda larga de volantes de color rojo, negro, marrón y verde. Calzaba unos mocasines de ante con flecos plateados, a juego del cinturón de cuero que se ceñía a su cintura. Entonces, se fijó en las manos de Sakura por primera vez. Llevaba un anillo de plata en cada dedo. Unos pendientes de plumas pendían de sus orejas y le rozaban los hombros.

—Cielos —murmuró.

Sakura bajó la mirada a su falda.

— ¿A que es llamativa?

—Lo único que necesitas es una cinta para la cabeza de cuentas y parecerá que has viajado en el tiempo hasta los años sesenta.

Aquel comentario parecía un poco retrógrado. Sin embargo, Sakura se limitó a sonreír de oreja a oreja.

—Maldición. Y yo que quería ganarme el premio al mejor disfraz de india. Gracias. Además, es una falda muy cómoda.

Sasuke frunció el ceño.

— ¿Así es la moda en Oizumi?

—Sí, aunque un poco más informal —Sakura contempló la lista de tareas como si estuviera demasiado ocupada como para prestar atención al gesto torcido de Sasuke—. Pero me he vestido de gala para Roppongi.

— ¿Lo sabe Tsunade?

Sakura tuvo el deseo fugaz de darle una patada en la rodilla. Pero, con aquellos mocasines, se haría el mismo daño que si estuviera descalza. Así que se encaró con él y lo taladró con la mirada.

—La tía Tsunade no es mi madre. Soy una mujer hecha y derecha, Sasuke, por si no lo habías notado.

Sasuke bajó de inmediato la vista a los senos de Sakura y una leve sonrisa elevó la comisura de sus labios antes de volver a contemplar aquellos ojos verdes de expresión grave. Sakura esperó un momento antes de continuar.

—Escojo mi propia ropa, amigos y trabajos. Si eso te causa algún problema, adelante, hablemos de ello. De lo contrario, tengo cosas que hacer… —Sakura esperó a que Sasuke dijera algo. Pero su parte femenina no podía dejar de desear que no fuera tan atractivo… sobre todo, cuando sonreía.

—Tienes razón, disculpa, mi pregunta estaba fuera de lugar —dijo Sasuke, y sonrió perezosamente.

Sakura podría haber mostrado algún remilgo, enfado o un centenar de emociones distintas. Sin embargo, le plantó una mano en el hombro, se puso de puntillas y le rozó la mejilla con el más leve de los besos. Luego, dio un paso atrás.

—Mi tía nunca me perdonaría que no te perdonara. Así que acepto tu disculpa, siempre y cuando sigas usando esa maravillosa loción para después del afeitado.

—Ese es un comentario sexista —repuso Sasuke, un poco sorprendido—. Si fuese yo el que lo dijera, me acusarían de un sinfín de cosas.

—Cierto —confirmó Sakura, todavía en shock por la reacción que experimentaba ante su proximidad—. Y, con lo guapo que eres, si me dijeras lo mismo sobre mi perfume, seguramente, me lo volvería a poner. Sin embargo, no todo el mundo es tan abierto y sincero como yo.

Sasuke sonrió.

—Te pareces mucho a tu tía Tsunade, ¿lo sabias?

—En otras palabras, no consigues que se adapte a tu idea de lo que está bien o mal, ¿verdad? —Sakura rió entre dientes—. Gracias por el cumplido. Es una de las cosas que me unen a mi tía. Cuando me haga mayor, quiero ser como ella.

—Estoy seguro de que lo conseguirás. Tienes más del cincuenta por ciento de probabilidades.

De modo que Sasuke Uchiha tenía sentido del humor. Vaya!

—Dime —preguntó Sakura —. ¿Hay alguien más en tu familia como tú que tenga guardados un millón o dos?

—No. Soy hijo de un pastor y su secretaria. No provengo de una familia acaudalada —la miro con curiosidad—. ¿Tan importante es un millón para ti?

—Ya lo creo. ¿Recuerdas nuestra conversación sobre el dinero? —preguntó Sakura—. Bueno, si la tía Tsunade tuviera suficiente, no habría tenido que traerme desde Oizumi. Podría haber contratado a alguna persona de aquí para que la sustituyera. Y yo no tendría que haber esperado tanto para venir a verla. Podría haber hecho el viaje cuando hubiese querido.

Sasuke sonrió y se volvió hacia la puerta.

—Yo que tú no me preocuparía por las finanzas de tu tía. Tsunade tiene suficiente —cuando llegó a la puerta, Sasuke le dirigió una mirada que decía "me rompes los esquemas, pero eres una mujer intrigante". Sakura ya había visto aquella mirada en más de una ocasión. De hecho, se las había dirigido a un par de hombres en sus veintiséis años de vida.

—No me malinterpretes —repuso Sakura en voz baja —. No soy de las que se preocupan.

—Ni siquiera se me ha pasado por la cabeza que lo fueras —Sasuke vaciló solo un segundo —. Adiós —se despidió con formalidad.

—Nos vemos después, Sasuke —contestó Sakura, en tono informal.

Sasuke siguió andando, pero volvió la cabeza y le dedicó una de sus profundas miradas antes de salir de la tienda.
Sakura se tomó un momento más para observar cómo se alejaba por el centro comercial, en dirección a su despacho. Tenía unos andares agradables, pero habría sido más divertido verlo caminar sin la chaqueta del traje.

Sasuke notó la mirada de Sakura en su espalda durante todo el trayecto hasta las oficinas del centro comercial. Aquella sensación lo irritaba, estimulaba e intranquilizaba al mismo tiempo. Desde el momento en que había puesto los ojos en Sakura Haruno, se había sentido intrigado. Tsunade lo había llamado para decirle que sería el primer día de Sakura en la tienda y para pedirle que le diera la bienvenida. Sin embargo, Sasuke había olvidado el motivo de su visita. Sakura era una empleada más, se dijo, en un intento por quitar importancia a las sensaciones que acababa de experimentar. En menos de un segundo de contacto visual, había sentido curiosidad por ella. Diez minutos después, la intriga lo consumía.

No se parecía en nada a las mujeres que solían atraerlo. A él le gustaba un tipo de mujer más conservadora. Sakura, aunque hermosa en su estilo, parecía un alma indómita. Desde luego, no era su tipo. En su opinión, no iba vestida como correspondía a la dueña de un establecimiento, sobre todo, un establecimiento tan elegante como la floristería y tienda de regalos de Tsunade. Aunque muchas de las dependientas se vestían como Sakura, ella estaba representando a la dueña.

Sasuke podría haberse golpeado por no reconocer la verdadera razón por la que quería que Sakura vistiera de forma diferente. Tenía que ser sincero, su atuendo no tenía nada de malo, simplemente, deseaba que su gusto en ropa fuera más parecido al de él. Tal vez, que fuera más trajeada, o que llevara tacones altos que sugirieran unas piernas larguísimas…
¿De dónde diablos había surgido aquel pensamiento? Sasuke lo desechó al instante, antes de poder reaccionar a la imagen.
Demasiado tarde.

No quería complicarse la vida en aquellos momentos, y Tsunade era solo una amiga. De lo único que tenía que preocuparse era de si Sakura mantenía la imagen de la tienda y desempeñaba la labor de Tsunade como era de esperar. No en vano el establecimiento se llamaba Entrée. Contaba con la clientela más acaudalada y elitista de Roppongi, para la que creaba arreglos florales a gusto del comprador y vendía regalos de diseño exclusivo.

Al margen de su imagen, cielos, que hermosa era. Tenía un cabello largo y esplendido color rosa, que le caía por la espalda hasta rozarle las caderas, suavemente redondeadas, y aquellos ojos. Grandes, rasgados, de un brillante color verde. Un hombre podía perderse en esos ojos. No le importaría contemplarlos mientras… también sofocó aquel pensamiento. Al llegar a las oficinas del centro, abrió la puerta de cristal y entró.


Y? tomatazos, lechugazos? lo traté de adaptar lo mejor que pude.. gracias por leerlo :)

se merece un review? ya saben.. criticas destructivas o constructivas para mejorar .. XD