Disclaimer: Esta historia no es mía y pertenece a Kira Renge la versión original es del anime y manga de Fairy Tail, y yo he pedido permiso para adaptarla a Bleach. Los personajes de Bleach tampoco me pertenecen solo a su respectivo creador: Tite Kubo.


Prologo

-Era un agradable y soleado día en la ciudad de Karakura, todos estaban entusiastas y emocionados por lo que en unas horas ocurriría en ese mismo día, aunque no todos.

—Rukia esta hermosa—le dijo una mujer morena, cabello violeta y ojos miel casi vidriosos a la chica que estaba enfrente a ella.

—Gracias, Yoruichi-san— le dijo sonriendo tristemente a su amiga.

— ¡Rukia! —gritó un hombre de cabello color azabache corriendo hacia la habitación.

— ¡Kaien-dono! —dijo la pelinegra lanzándose a los brazos del muchacho. Los ojos de Kaien se nublaron y la abrazo con fuerza acariciando su cabeza.

— ¿Por qué lo vas a hacer?

—Todo es por Nii-sama, no puedo hacer nada al respecto.

—Pero…Yo—tartamudeo.

—No puedes venir conmigo, Nii-sama no lo permitirá.

—Eso lo sé, pero al menos quise intentarlo—la miro a los ojos y le dijo—.Yo te voy a cuidar por siempre, no lo olvides.

El joven sonrió tristemente mientras abrazaba más fuerte a la pelinegra, luego entro una muchacha avisando que ya había llegado al momento, ella suspiro tragando unas cuantas lágrimas y se marchó con la mirada en alto. Este era el día en la que la condenarían para toda la vida. Se subió a la limosina que la llevaría a su destino tortuoso, no pudo evitar mirar al cielo en el camino y aguantar las miles lágrimas que se asomaban por sus ojos de nuevo; luego de unos cuantos minutos ya había llegado a una enorme catedral de color beige, con una entrada adornada de coloridas flores, el conductor le abrió la puerta y bajo del auto. Se acercó a la entrada acompañadas de unas muchachas que la ayudaban con su vestido, se encontró con los ojos grises de un hombre y este se aproximó hacia ella y agarrar su mano.

—Rukia te ves hermosa—dijo el hombre de ojos grises y cabello negro; estaba harta de escuchar esa frase—. Si Hisana estuviera viéndote, estaría orgullosa de ti.

—Lo que tú digas, Nii-sama.

Apretó su mano y se pusieron en marcha, caminaron a paso lento en la catedral, Rukia intentaba sonreír forzosamente a los invitados pero era difícil ocultar su tristeza, en el altar pudo ver a un muchacho alto, y fornido de aproximadamente su misma edad y de un llamativo color de cabello naranja, que esperaba con el ceño fruncido su llegada. Una vez llego al lugar se soltó de la mano de su padre y este le dio una palmeada en la cabeza y sentarse en su asiento.

—Te tardaste demasiado—le susurró al oído el muchacho—. Quiero terminar con esta estupidez de una vez.

—No es necesario que lo digas, yo solo lo hago por Nii-sama— le susurró también. Luego de eso no se dijeron una palabra más y la ceremonia trascurrió con normalidad, la pelinegra miro el suelo en casi todo el rato hasta esperar la llegada de ese momento.

—Kurosaki Ichigo ¿Aceptas a esta mujer para amarla, respetarla hasta que la muerte los separe? —preguntó el sacerdote.

—Acepto—dijo sin vacilar.

—Kuchiki Rukia, ¿Aceptas a este hombre para amarlo, respetarlo hasta que la muerte los separe? —preguntó de nuevo.

—Acepto—dijo en sollozo. Y en ese momento ya había perdido su libertad de amar.

El sacerdote dio un gran suspiro para terminar la ceremonia con la famosa frase dicha en todos los matrimonio, o como Rukia lo veía, como cadenas de su libertad.

—Puede besar a la novia.

Ichigo levanto el velo que cubría el rostro de la pelinegra para luego acercarse lentamente lo cual fue tortuoso para ella, y darle un beso frio, Rukia no lo pudo aguantar y una pequeña lagrima bajo por su mejilla, pero la limpio rápidamente, no podía permitirse llorar.


Actualizado el 18 de noviembre de 2016.