Code: Lyoko y todos sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.
Sovramagnificentissimamente
¿Cómo había llegado a aquella situación? A aquel momento que llevaba esperando desde que la vio por primera vez. Había sido un camino largo y laborioso, lleno de baches, de obstáculos, de cagarla, de volver a empezar, de mucho pelear y demasiado esperar.
Si había algo que a Odd se le había dado bien desde siempre era conquistar corazones. Siempre había sabido qué hacer y qué decir, incluso con Sam, quien poseía la capacidad de romper sus esquemas sin pestañear. Pero no con ella.
Ella era un desafío constante, no sólo porque era terca como una yegua salvaje, si no porque, además, estaba locamente enamorada de su mejor amigo. Si Ulrich la hubiese correspondido no habría iniciado aquel largo camino, pero como era un amor unidireccional se aventuró al laberíntico sendero hasta su corazón.
Sus primeros pasos fueron en secreto, procurando que ninguno de sus amigos se percatase de que el flechazo que había sentido al verla se había quedado instalado en su pecho, porque ella era el enemigo, la que siempre estaba en medio, la que les ponía la zancadilla cuando querían correr, pero también era la que no dudaba en ayudar cuando la cosa estaba muy torcida. Porque dentro de ella no sólo estaba la niña caprichosa y egoísta que todos veían a diario, también estaba la chica que quería encajar a toda costa y entablar amistades sinceras, la que él veía cuando la miraba.
Los pequeños detalles, torpes y, a menudo mal interpretados, se volvían en su contra como un bumerán lanzado con mano diestra. A Odd le costaba mantener el optimismo en alto, así que acababa fastidiándola, haciendo que ella tuviese que tirar de toda su altanería para no venirse abajo; a veces era un auténtico capullo, lo sabía y le jodía.
Intentó ganar terreno tonteando con todas las chicas que se le ponían a tiro, pero ella parecía no inmutarse, como mucho escupía un "cerdo" entre dientes. Porque para Odd Della Robbia ninguna relación era seria y todos lo sabían.
Tras derrotar a X.A.N.A. había elaborado un plan menos infantil y más directo, le había pedido consejo a Yumi quien a menudo era la voz de la razón en aquel grupo sinsentido. Yumi le había dicho que tenía que plantarse delante de ella y hablarle, hacerlo como lo había hecho en aquella sala de chat en la coincidieron. Y Odd lo había intentado tantas veces que había perdido la cuenta, siempre pasaba algo, alguna interrupción inesperada, alguna visita no programada, alguna mala cara y un sinfín de Hervé metiéndose por el medio.
Al final le había pedido una pequeña ayuda a Aelita para conseguir entradas para el concierto de los Subdigitals, porque qué mejor que llevar a una chica al concierto de su grupo preferido. Se había guardado las carísimas entradas en el bolsillo de la sudadera y fue a enfrentarse a su destino. A aquella hora el culebrón preferido de Sissi se acababa, por lo que saldría de la sala de recreo para ir al comedor con Nikolas y, seguramente, con Hervé, no se dejaría frenar por ellos, ni por nadie. Sin embargo, cuando llegó hasta ella se desató el desastre.
Por algún motivo dos alumnos cargaban varios paquetes de harina frente al edificio, Odd los miró con curiosidad mientras acercaba, oyó a Sissi hablar con Nikolas y centró en ellos su atención, tenía que ser rápido e interceptarla antes de la cena.
—¡Eh, Sissi!
Ella le miró con las cejas enarcadas quedándose quieta.
—¡Sissi! —chirrió la voz de Hervé.
Odd deseó fugazmente que tropezase y se cayese de morros al suelo, lo que fuera para que no se metiese en medio como siempre. Y tropezó de manera espectacular, rodando por el suelo arrollando a los dos alumnos, mandando a volar los paquetes de harina que se estrellaron a los pies de Sissi alzando una enorme y densa nube blanca. La muchacha estornudó, los allí presentes se echaron a reír, incluso Hervé. Odd se quedó inmóvil, normalmente se habría reído, pero no le había hecho gracia, tal vez porque su oportunidad se veía truncada de nuevo, quizá porque ya no quería que Sissi fuese el blanco de ninguna broma.
—Idiotas —escupió ella alzando una nueva nube blanca al moverse y dar media vuelta.
—Sissi, espera —rogó Odd casi por inercia caminando tras ella. El resto seguía riendo como si aquella situación fuese la más divertida del año—. ¡Espera!
Ella no obedeció, apretó el paso.
—¡Piérdete!
Él tampoco acató la orden, aceleró.
—Espera te digo.
—Deja de perseguirme.
—Sissi, oye. —Ella se giró mirándole con una ceja alzada y los brazos cruzados, cubierta de harina de pies a cabeza—. Quería pedirte algo.
—No es un buen momento y mi padre no va a cambiar tus notas aunque se lo pida.
—No es eso.
Sissi soltó un bufido alzando una pequeña nube de harina. Esperó repiqueteando con el pie en el suelo, impaciente.
—¿Y bien? No tengo todo el día.
Odd tragó saliva, estaba allí petrificado como un idiota mirando su cara emblanquecida por la harina.
—Vamos, suelta tu bromita para que todos podamos seguir con nuestra vida.
—Te-tengo dos entradas para el concierto de los Subdigitals del sábado que viene.
—Felicidades.
Estaba cabreada y no podía culparla, no había elegido el mejor momento para abordarla, pero el tiempo se le estaba acabando.
—La cuestión es que me sobra una y me preguntaba si querrías venir conmigo.
Ella le miró sospechando, buscando una trampa que no había.
—¿Por qué?
—¿Por qué no? ¿Te gustan, verdad? —le devolvió la pregunta con naturalidad, sintiéndose un poco él mismo de nuevo—. He pensado que estaría bien.
—¿Por que no Emilie? ¿O Magali? ¿Azra? ¿Karen? ¿Noémie? —enumeró con la sensación que podría pasarse un mes entero diciendo nombres de mujer.
—Porque quiero ir contigo.
—¿Dónde está la trampa?
—No hay trampa.
—¿Soy la única cruz sin marcar en tu cuaderno de citas y quieres completarlo antes de que acabe el curso?
Odd enarcó las cejas y se echó a reír, no era la primera vez que oía eso, pero sí la primera que Sissi lo decía.
—Faltan muchas cruces —soltó con descaro—, pero a ti no te apuntaría en él.
Sissi bufó alzando una nueva nubecilla de harina.
—Eres un cerdo.
—¿Eso es un sí o un no?
La muchacha le miró con el ceño fruncido, sospechando aún más que antes, porque tenía que haber trampa, porque Odd no la invitaría sin alguna idea retorcida en su cabeza, porque nada bueno podía salir de Odd, ¿verdad?
—Está bien, pero si haces algo raro te juro que…
—¡Sovramagnificentissimamente!
—¿Qué?
—¡No te arrepentirás!
—Ya, seguro.
Fin
Notas de la autora:
¡Hola! Ya sabéis que me gustan las palabras peculiares y que no tienen una traducción concreta, una de las que me encantan es esta, Sovramagnificentissimamente, que vendría a ser "genial", "maravilloso", veintisiete letras con mucha felicidad contenida. Este shot tiene segunda parte con otra palabra italiana sin traducción concreta. Luca, un viejo amigo de Sicilia usaba ambas con mucha frecuencia, así que les tengo un cariño muy especial, además son el tipo de palabras que usaría alguien como Odd.
Espero que os haya gustado. Un abrazo
