Título: Cuervos y polillas
Pareja/Personaje: Jamie Dark,Soman Dark, implícitamente Jean Russell/Jamie Dark.

Cuando yo era más pequeña, solía pensar que un día me convertiría en mariposa. Estaba tan decidida a que fuera cierto, que le pedí a mi madre que me enseñara a tejer para hacerme un gran cobertor color chocolate, a la medida de las ramas de un sauce enorme en el bosque, del cual pensaba prenderme para comenzar a convertirme. Mi mamá dijo que no me enseñaría nada para hacer algo tan demente. Me puse a llorar y cuando papá regresó, le conté... ¡Y lo encontró muy gracioso!

Mi papá siempre encuentra gracia en lo que a mí me pone triste. Eso no es justo... ¡Se supone que debe apoyarme! En ese entonces, él me había dado esa idea cuando me contó cómo fue que nací. Me dijo que él era ruiseñor expulsado de su propio nido por tener las plumas negras. Que fue criado por cuervos ciegos, y que mi madre era una tarántula bastante mentirosa, malcriada por hormigas. Según su historia, él cayó del cielo con un ala herida y mi madre decidió aprisionarlo en su tela, para tener un sitio tibio sobre el cual dormir y el sonido de su voz como arrullo para terminar su insomnio. De esa unión prohibida, salió una pequeña lombriz: ¡Jamie Dark!

Cuando llegaba a esa parte, yo me enfadaba muchísimo e incluso lloraba, mientras lo golpeaba en su enorme brazo derecho. Mis puños nunca le hacían daño y cuando me veía cansada, me rodeaba y abrazaba hasta que yo dejaba de moverme, reíamos, aceptábamos las disculpas uno del otro y decidíamos qué era lo mejor que teníamos. Él aseguraba que yo podría ser un gusano de seda, convirtiendo los vegetales que mamá me obligaba a comer, en vestidos de gala. Y yo le decía que si él solo había engañado a los cuervos, podía hacerlo con cualquiera y hasta convencer de que era un cuervo de baja estatura. Luego nos sentíamos algo tristes...Porque él nunca quiso ser un cuervo, ni yo un gusano de seda. No en realidad. Si papá pudiera elegir, sería él una paloma blanca y yo una mariposa de alas muy, muy rojas y bien, bien grandes. Y los dos cruzaríamos, a nuestra manera, el cielo durante diferentes horarios, pero cerca, muy cerca el uno del otro siempre, cuidándonos.

Mi padre solía decir que las mariposas son huérfanas y que yo quería ser una para escapar de sus pésimos cuidados. ¡Eso a mí me hacía reír! Como si no pudiera decirse lo mismo de las águilas o los cuervos... Incluso de las palomas. Decidí aceptar ante él volverme un gusano de seda. Le prometí que si alguna vez me quedaba huérfana, lo primero que haría, sería tejerme un capullo para convertirme en mariposa.

Tal vez mi papá pensó que yo hablaba de las mariposas bonitas. No, ellas parecen felices (no creo que sea verdad eso de que son huérfanas). Para lamentar la muerte de mis padres, cuando sea una mariposa, me pondré alas negras, con bordes dorados. Volaré de noche. Será como ser viuda.

Mi único amigo aquí dice que si aún creo esta clase de cosas, es porque aún me falta mucho por crecer.