Este fanfic es bastante estúpido, he de admitir. Aún así espero les guste.
La serie obviamente no me pertenece. Si así fuera, habría mucho Marichat. (?)
Ah, la pubertad. Estúpida y despreciable pubertad.
Esa horrenda etapa de la vida entre los trece y los veinte años de cualquier homo sapiens sapiens donde lo único que nos pasa es el constante sufrimiento de los erráticos y perturbadores cambios que ocurren en nuestro cuerpo y mente, donde de forma tortuosamente lenta vamos pasando de ser unos simple niños que jugaban a las escondidas y al pilla pilla a ser los adultos supuestamente responsables que sabemos que nunca llegaremos a siquiera ser la mitad de lo que la sociedad espera de nosotros. Pero lo peor es que el proceso de este cambio es como una digievolución, por lo que entre ser pequeños querubines y ser unos intentos fallidos de adultos, pasamos por una etapa llamada adolescencia, donde somos unos seres mutantes —apestosos en la mayoría de los casos— que no saben qué diablos hacer con su vida lo cual nos hace a todos pasar por una etapa emo depresiva al punto de que la única solución es encontrar algo que te haga olvidar esta persistente agonía. A veces, esto pueden ser cosas simples como videojuegos, series de televisión, cantantes, etc. Sin embargo, hay personas que lastimosamente no tienen la capacidad de mantener una vida que pueda ser catalogada como normal, por lo que las cosas a las que se aferran para poder seguir aguantando la prisión del existir son menos sanas, tales como animé, shippear, el simple hecho de estar en un fandom y saber qué es un fandom, hasta llegar a la obsesión con una persona —sea real o no— o bien con una ship, depende del tamaño del vacío existencial de la pobre alma en desgracia. Claramente no todos los adolescentes deben encontrar algo para disfrutar de la vida puesto que están extrañamente conformes con ella y son asquerosamente normales y felices, algo completamente grotesco. Pero por suerte este es un caso muy poco común, y la mayoría de las veces terminan arruinando sus vidas de todas formas, puesto que nadie está destinado a triunfar en la vida, y lo sabemos.
En resumen, todos somos una basura, pero hay basuras mejores que otras como es el caso de Adrien Agreste, una de las mejores basuras existentes.
¿Por qué está catalogado de esta forma? Se preguntarán algunos. Básicamente porque su vida no es tan miserable, es decir, ¡es millonario, fue bendecido con una belleza sin igual y es modelo! Pero su madre murió y a su padre le vale mil hectáreas de verga lo que él quiere o siente obligándolo a ser cosas que él en verdad no desea, y por esto no puede cumplir con anhelos y aspiraciones. Así que de todas formas arruinó su vida recurriendo a la peor categoría de obsesiones —una persona real para ser específicos— siendo esta la heroína de París: Ladybug.
Bueno, quizá no es tanto una "obsesión" por el hecho de que de verdad ha estado enamorado de ella durante ya casi que dos años, pero tampoco es un amor muy sano. Digo, tiene una carpeta con más de dos mil fotos de ella, sigue un blog donde suben más fotos de ella que obviamente él guarda, vídeos y un pijama que se compró hace poco rojo con círculos negros. No se ve tan ridículo cuando lo usa solo porque cualquier ropa que use le queda bien, magia de modelar y de ser hermoso, a lo mejor.
¡Ugh! Ya ni me acuerdo a qué quería llegar con- ¡Oh, sí, cierto!
La relevancia de este chico es que, después de todo lo que han leído respecto a la pubertad no ha sido en vano, sino que fue para dar una introducción a lo que estaba sucediendo en la vida del modelo, que a sus dieciséis años estaba entrando en la etapa más tortuosa de la pubertad, esa etapa donde las hormonas se alocan y deciden que en un mes el adolescente va a crecer por lo menos un centímetro —solo los hombres, las mujeres les llega el período y crecen apenas cinco centímetros en el resto de su vida— y cuando a veces debe de levantarse en medio de la noche porque mojó las sábanas... Y no de la forma en la que hacía cuando tenía una pesadilla, sino por sueños que podían ser cualquier tipo de sueño menos una pesadilla... Eran muy placenteros para ser pesadillas. Espero capten.
A veces se preguntaba cuál era la necesidad de que su traje sea ajustado, o peor aún, por qué el de Ladybug era tan ajustado.
La pubertad a ella le estaba sentando bastante bien, y es que Diosito Santo y la Virgen María... esas curvas... uff, pobre Adrien. Al menos el que el traje sea de color negro disimulaba una cosilla que se emocionaba y quería asomarse a saludar a la chica de cabello azabache de forma bastante animada. ¡Pero hey! Eso no es muy importante... Por el momento. En estos momentos lo importante es otra cosa.
Por ejemplo, el despertador del modelo sonando constantemente ya hace media hora, y siendo apagado una y otra vez por la pequeña criatura negra.
—Ugh...
—Nada de "ugh" —el último sonido lo imitó Plagg con la desganada y rasposa voz mañanera del rubio haciendo una expresión de querer ser erradicado de la faz de la tierra, la misma de Adrien en esos instantes, quien de paso le lanzó una de sus almohadas por mala onda al kwami pero gracias a ser un ente volador logró esquivarlo con facilidad—. ¡Hey! —giró a verle molesto—. Esa cosa es mucho más grande que yo, si me llegaba podría haberme causado graves daño.
—¿Y eso qué? —la voz del joven Agreste fue apagada por la almohada que tenía tapando su rostro.
El kwami puso los ojos en blanco por la ineptitud del contrario. Mientrss que empezó a comer un pedazo de camembert que se guardó la noche anterior para esa mañana, lo miró fingiendo indiferencia—. Te quedarías sin la posibilidad de ser Chat Noir, la única razón por la que no te has tirado por la ventana.
—... —se quitó la almohada del rostro y lo miró con algo de desprecio por ese último comentario—. Touché.
Plagg sonrió con sorna por haber salido victorioso de esa diminuta discusión mañanera, como de costumbre, pero antes de poder decir algo se escucharon pasos dirigirse a la habitación, por lo que rápidamente se escondió bajo las sábanas del chico y apenas lo hizo la secretaria de Gabriel ya estaba tocando la puerta.
—¡Pase! —exclamó Adrien mientras se sentaba en la cama.
La mujer pasó y solo avanzó un poco hasta quedarse delante de la entrada de la habitación—. Buenos días, Adrien —el nombrado le dedico una sonrisa—. El desayuno estará listo en pocos minutos, alístate y baja —fue lo único que dijo antes de retirarse por la puerta.
Un gas sonó.
—¡IUGH! —Plagg salió despavorido de debajo de las sábanas mirando horrorizado a Adrien, quien empezó a reírse a carcajadas—. ¡Y DESPUÉS ME DICES QUE MI QUESO ES APESTOSO!
—¡Yo no te he mandado a esconder ahí! —fue calmando de a poco su risa—. Además, soy un humano, tengo necesidades. Así que si me disculpas.
Se destapó por completo y se puso de pie, dispuesto a ir al baño a tomar una rápida ducha. Pero al ponerse de pie se pudo percatar de algo que le estaba causando leves molestias... Entre las piernas. Miró hacia abajo y se encontró con la visita de "el amigo matutino".
Los colores se le subieron a la cabeza.
Ahora quien reía descojonado era Plagg—. ¡Uy, sí, "necesidades"! —y ahora el que le miraba con ganas de estrangularlo y tirarlo por la ventana era el adolescente, que avergonzado caminó dando zancadas al baño—. ¡Suerte con tus necesidades de humano! ¡Seguro pensar en "tu Lady" te será bastante útil! —recibió un gruñido junto a un portazo como respuesta.
¿Ven? Si no fuera por culpa de la horrenda pubertad y el alocamiento de las hormonas, ¡estas cosas no pasarían! Pero no, la raza humana fue maldita con esta horrenda etapa que todos deben sufrir, sobre todo el pobre de Adrien que estaba teniendo que lidiar con todos los problemas de la adolescencia de un día a otro. Tuvo que comprarse un desodorante más fuerte y talco para los pies —Plagg insiste que hasta el Camembert huele menos a queso que los pies de Adrien—. Ya ni podía comprarse ropa o zapatos porque le dejaban de quedar a los dos meses de haberlo usado, hay camisas que compró el año pasado que en esos momentos le quedaban como petos nada más.
En lo poco más de un año que llevaba siendo Chat Noir, su cuerpo se había desarrollado bastante. Sus hombros claramente se ensancharon, era más alto e incluso su musculatura engrosó de igual forma. No supo cómo sentirse por el hecho de que desde que tenía un abdomen más marcados y se notaba a través del traje, el grupo de fans de Chat Noir fue aumentando considerablemente.
¡Hay que calmar las hormonas, por favor!
—No tengo mucho tiempo, pero... Ugh, al diablo.
NIÑO, POR DIOS, ACABO DE DECIR QUE HAY QUE CALMAR LA HORMONA Y TE VAS A MANOSEAR. ¿ES QUE ACASO NO CONOCES EL CONCEPTO DE UNA DUCHA FRÍA?
Se sentía sucia, demasiado sucia. Se había quedado dormida en plena clase y si no hubiera sido por el sueño que tuvo, hubiera continuado babeando la página del libro de matemática. Y es que, de todas las desgracias y vergüenzas que el destino podía darle ese día, de todas las opciones existentes para tratar de perturbar su paz interior, ¿tenía que justamente ser esa?
¿Realmente tenía que ser un sueño pasadito de tono con el cHICO QUE ESTABA SENTADO EN FRENTE SUYO? ¡¿CUÁL ES TU PROBLEMA, SEÑOR?! ¡¿CUÁL ES TU AFÁN DE HACERLA SUFRIR?!
Carraspeó e ignorando la risita de su compañera de puesto además de el claro sonrojo en sus mejillas, se irguió en su asiento como si nada, como si cierta parte de su anatomía no estuviera más húmeda que de costumbre. EJEM, es decir, uff, hace calor de repente ¿verdad?
—Oh, Adrien —susurró Alya en el oído de Marinette intentando imitar un supuesto sonido obsceno.
Queridos lectores, por favor imaginen la cara que puso la pobre chica.
—¡Alya! —exclamó completamente roja y captando la atención de las personas a su alrededor. Ya sentía venir el regaño, pero por alguna extraña e incomprensible razón Diosito se apiadó de su existir y el timbre sonó dejando a los estudiantes libres de ese infierno que se hacía llamar """"Colegio"""".
En algún lugar del universo, Satanás se sintió ofendido por tal comparación.
—Es que, Marinette, tienes suerte de que solo yo te haya escuchado —le dio la espalda a la pelirroja para intentar ocultar su bochorno—. Ya sabes, Adrien está justo allí —la de lentes tomó el rostro de la chica con cabellera azabache apretando sus cachetes y la hizo mirar en dirección del rubio.
Oh, ese chico la iba a dejar sin aliento... O sin caminar, lo que pase prime- MARINETTE POR FAVOR QUÉ SON ESOS PENSAMIENTOS INDECOROSOS, TIENES DIECISÉIS AÑOS, CALMA LA HORMONA.
Marinette, tratando de mantener la compostura terminó de guardar los cuadernos y cerró su mochila, todo bajo la entretenida mirada de Alya, y al ver que el chico ya salió por la puerta del salón, ellas hicieron lo mismo. Ya una vez afuera del establecimiento, la pelirroja le dijo a su amiga que la acompañara a dirigirse a los chicos diciendo que iba a ir a una cita con Nino, quien la esperaba contento junto al rubio. La adolescente de rasgos asiáticos se negó por un momento, pero como su amiga era tan comprensible le tomó de la muñeca y la arrastró con ella de todas formas.
—Chicos, ¡Hola! —saludó con una amplia sonrisa, y aún con esa sonrisa movió la mano de Marinette para que también saludara. Maleducada la niña, que no dice ni un "hola".
—Bueno hermano, debo irme, voy al cine con esta chica —Nino pasó su brazo por los hombros de su novia mientras esta soltaba la muñeca de Marinette, no sin antes mirarle de forma amenazante para que no saliera corriendo—. Lo siento Mari, te dejaré sin tu amiga toda la tarde —Alya rodó los ojos y la nombrada rió.
—No hay cuidado —respondió simplemente.
Adrien fingió sollozos—Pa qué invitas —lo miró con tristeza y deslizó su dedo por su mejilla como si fuese el recorrido de una lagrima. Fingió estar herido sentimentalmente por eso, a lo que recibió una risotada por parte del moreno.
—No seas tonto, es una cita de novios, ni loco te invito —le dio un zape al rubio, y Alya le regañó por ser bruto y maltratar al pobre—. Aunque podrías ir con Marinette, ya sabes, cita doble —alzó sus cejas varias veces mientras que Alya le guiñaba un ojo a la de cabellos azabache.
Adrien rió y se puso algo colorado—. Hoy no puedo, debo ir a almorzar y luego volver para la clase de esgrima —rascó su nuca—. Pero con gusto otro día —dijo siendo él el que le guiñaba a la ojiazul y le dedicaba una sonrisa.
La cara de la pobre estaba para una foto, de verdad que sí.
Cómo se respira.
—Y hablando de... —murmuró Nino al ver llegar la limosina—. Nos vemos, entonces —dijo despidiéndose.
—Sí, nos vemos, te hablo después Mari —habló la mejor amiga de la nombrada con una voz algo sugestiva, dando a notar claramente que le iba a preguntar sobre el sueño que tuvo en plena clase. Así que, este sería un buen momento para que la tierra le tragase.
—Adiós chicos —alegre, Adrien agitó su mano en signo de despedida mientras la joven pareja se alejaba. Seguido, se giró hacia la chica y por unos momentos la heroína pudo asegurar que sus mejillas estaban levemente sonrosadas—. Um, nos vemos, Marinette —y se dio media vuelta para avanzar a la limosina que lo esperaba.
Ella parpadeó perpleja por unos segundos, despertando del ensueño de haber estado junto a Adrien para fijarse en él por detrás. Siendo verano, él se encontraba tan solo usando una playera un tanto ajustada —Marinette realmente agradecía esto—, la cual era de color negro.Y por un momento se le vino a la mente la imagen de Chat dándole la espalda para cuando se iba, esa misma espalda de apariencia fuerte mas no exageradamente gruesa.
. . .
Se rió de sí misma. ¿Qué se habría fumado para pensar tales cosas? Lastimosamente nada, su mente siempre era así de perturbada.
Era cierto que extrañamente ambos medían lo mismo, y quizá tenían la misma contextura física, pero ¡no debía significar nada! Eran solo tontas coincidencias, que ambos incluso tengan la misma talla de zapatos y de ropa —algo que corroboró un día que Chat le fue a visitar y le hizo ser su modelo personal para algunas cositas que había confeccionado— o que ambos tuvieran ese trasero que llamaba bastante la atención cuando alguno de los dos estaba de espaldas- Basta, en serio, deténganse. Por favor.
Como decía... ¡No era nada! Solo burdas coincidencias. Lástima que los próximos días habrían demasiadas coincidencias.
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