Holaaa:
Jejeje… soy una loca lo sé. Y ya tengo fic nuevo.
Todo aquel que esté leyendo estas primeras líneas sea bienvenido. Espero entretenerlos hasta el final
Saludos
Yaem Gy
Capítulo 1: Lo que una es capaz por obtener sus sueños.
Hermione estaba emocionada. Acababa de llegar al hermoso edificio en los lindes de Nueva York. Cuando vio el anuncio no lo podía creer; y ahora que miraba al techo del edificio seguía sin poder creerlo.
Es… es un sueño hecho realidad- susurró para sí misma.
Se acomodó un rizo porfiado y la chaqueta. Alisó la larga falda y aspiró todo el aire que pudo. Tenía que conseguirlo. Lo iba a conseguir.
La entrada al edificio era muy linda. Tenía un estilo barroco muy delicado que dejaba a quien entrara con la boca abierta. Apenas pusiera pie en el hall, el conserje la interceptó y le preguntó a donde iba con una simpática sonrisa.
Necesito ver a la señora Longbottom- dijo la chica con ansiedad en la voz- vengo por el aviso en el periódico.
Oh, claro. Venga conmigo señoríta…-
Granger, Hermione Granger-
Escoltada por el conserje, llegó al ascensor de puerta de reja forjada. El hombre apretó uno de los botones y le indicó el número del departamento al cual debía concurrir.
Mientras usted sube, yo llamaré a la duquesa. Así ella sabrá que usted va en camino-
Gracias-
Un consejo. La duquesa Longbottom es una anciana muy estricta. Tiene que comportarse con suma cortesía y corrección. Muchos han tratado de obtener el departamento del ático, pero fallan en la primera entrevista-
Comprendo-
Suerte-
La chica se metió al elegante ascensor y apretó sus pulgares como siempre lo hacía cuando estaba nerviosa. Es que tenía que conseguir ese departamento. Según el anuncio era un departamento de dos pisos, con tres habitaciones, dos baños, un saloncito, una cocina- comedor y un despacho. Todo estaba amoblado. Pero lo que la atraía de verdad era el invernadero que se encontraba en el ático. Ya se veía maravilloso desde la calle.
El ascensor se detuvo en el tercer piso y con él, el corazón de la muchacha. Al llegar a la puerta tocó el timbre y en pocos minutos estaba frente a ella una señora pequeña y delgada que la miró de pies a cabeza con curiosidad.
¿Señorita Granger?-
Sí…-
La duquesa la atenderá de inmediato, pero le digo, yo que usted no me haría muchas expectativas-
Las palabras de la mujer calaron hondo en la chica.
Pero, ¿por qué dice eso? Si aun la Duquesa no me ha entrevistado pensó.
No pudo sentarse. Estaba demasiado nerviosa. Se quedó mirando la estancia para distraerse un poco. Tanto los muebles como los adornos se notaban antiguos. El sofá estaba tapizado con un rico paño de color sangre. La vitrina, en la cual se podían ver las copas y vasos de cristal, debía tener sus buenos años. El reloj de pie marcaba el ritmo y Hermione intentaba que su corazón desbocado pudiera seguir el compás sereno.
Buenas tardes-
La chica giró su rostro a la derecha y vio en el umbral a una señora alta y de fisonomía delgada. Llevaba el cabello recogido en un complicado moño y un ligero maquillaje que solo se marcaba en los labios. Su atuendo era sobrio, pero elegante. Un broche de piedra blanca adornaba el lado izquierdo de su pecho y se apoyaba en un bastón negro pero de empuñadura de granito.
Buenas tardes, señora Duquesa-
A modo de saludo, la chica hizo una pequeña reverencia, recordando las palabras del conserje.
Me han dicho que vienes a ver el departamento del Penhouse- dijo la señora sentándose en un sillón alto que parecía casi un trono.
Sí, he visto el anuncio y de verdad me encantaría poder alquilarlo-
La dama la observó detenidamente. Luego hizo sonar una campanita y la mujer que abriera la puerta a Hermione apareció.
Dile a Agnus que lleve a la… ¿señora o señorita?-
Señorita- dijo la joven con una sonrisa.
Ya veo- dijo la duquesa- Que Agnus lleve a la "señorita" a ver el departamento. – luego miró a Hermione- Después, vuelva. Para charlar.- le dijo con un tono extraño.
Cuando puso pie en el departamento creyó que había viajado a otro país. Las paredes eran sutiles, los muebles, hermosos. Las habitaciones eran tal como Hermione las había soñado. Al llegar al comedor- cocina sonrió satisfecha. Pero cuando salió al balcón y subió la escalera caracol, creyó que estaba soñando. El invernadero era lo más maravilloso que había visto en su vida.
Esto es lo que he querido siempre- susurró.
Caminó y miró las plantas. Vio el tragaluz en el techo y quedó encantada. Después abrió las puertas y llegó al tejado que tenía la mejor vista en todo Nueva York.
Estaba enamorada… se había enamorado perdidamente de ese invernadero.
Bajó rauda al tercer piso y si no hubiera sido refrenada por ese señor Agnus, hubiera golpeado la puerta con insistencia.
No se emocione- le advirtió el hombre- porque el golpe será más fuerte-
¿Por qué me dice eso?-
No le puedo decir porqué. Me lo han prohibido-
Dejó a Hermione en el recibidor y a los pocos minutos ya estaba allí la Duquesa Longbottom.
¿Te gustó el Penhouse, querida?-
Sí, es un lugar de ensueño-
Mmm… es una lástima que no podré alquilártelo-
Hermione sintió como si le cayera un balde de agua fría.
¿Cómo?-
Mi difunto esposo era un hombre muy tradicional. Se preocupaba de las buenas costumbres y su prioridad era la familia. En la cláusula especial que dejó para alquilar el Penhouse, deja la precisa instrucción que solo será alquilado a matrimonios-
Eh… -
Lo siento. Yo soy una devota de las últimas voluntades de mi marido. No puedo alquilarte el Penhouse porque eres soltera-
La impotencia y la indignación estaban invadiendo a la muchacha. La Duquesa había averiguado el estado civil de Hermione antes de mostrarle el departamento. Solo le había mostrado algo que de antemano no le entregaría.
Pero aun en ese momento, trató de ser lo más educada posible.
Oh, comprendo. Es una lástima. Pero usted no sabe que dentro de diez días he de casarme-
¿Casarte?-
Sí, mi futuro esposo está en – miró hacia un lado para encontrar inspiración. Entonces vio la fotografía de un joven hombre, detrás de él estaba el gran teatro de Sidney- … Australia. Está dando unos… conciertos allá…-
¿Es músico?- los ojos de la duquesa se iluminaron.
Sí- dijo Hermione sin pensar- , de… música clásica. Director de orquesta. Hace un gran trabajo-
Oh… Mi marido adoraba la música clásica. Dedico parte de su fortuna a fomentar y patrocinar a grandes músicos. Era un filántropo- la anciana tomó un pañuelo de su manga y secó unas lágrimas-
Entonces, estoy en condiciones de alquilar el departamento- dijo la chica. Que quiso tomar a la duquesa desprevanida.
Aún no lo estás, mi niña. Sigues siendo soltera. Cásate y ven a visitarme. Quizás aun el departamento esté en oferta para ese entonces. Sería hermoso ver tu fotografía de matrimonio y tu licencia-
El ascensor llegó al primer piso y Hermione arrastró los pies con pesadumbre. Solo bastó que el conserje la mirara una sola vez para comprender lo que había pasado.
Lo siento, señorita. Le hubiera advertido antes, pero lo tengo prohibido-
Comprendo- dijo ella.
Salió del edificio y miró por última vez la cúpula. Tendría que resignarse a que ese bello lugar nunca podría ser suyo.
Caminó hasta el pequeño departamento que arrendaba y se tiró al silloncito. De los dos sueños que albergaba en el corazón, uno estaba completamente perdido. Pero al menos le quedaba el otro. Un estupendo trabajo en un centro de investigación. La plaza estaba vacante y ella reunía todos los requerimientos. No por nada había salido de la universidad con las más altas calificaciones. Tenía las mejores recomendaciones de sus maestros. Era perfecta para ese trabajo.
Claro, la idea original era que al conseguir la plaza, con ese dinero podría pagar el alquiler del departamento en el Penhouse. Pero ahora ya estaba totalmente descartado.
Bueno, mañana al menos tendré una buena noticia- se dijo para darse ánimos.
El centro de investigación era impresionante. Hermione había quedado totalmente impresionada. Los laboratorios eran grandiosos y los invernaderos, majestuosos. Estaba emocionadísima por comenzar.
¿Señora Granger?- le dijo una inquieta recepcionista- la doctora Sprout la espera-
Señorita- corrigió la chica-
Ahhh, disculpe- dijo la mujer. Su rostro había hecho una mueca de lamentación.
Hermione pestañeó varias veces, confusa, pero tuvo que girar porque no quería hacer esperar a la doctora.
Señora Granger, que gusto tenerla aquí. He leído con entusiasmo sus antecedentes académicos. Son una maravilla. También he leído las cartas de recomendaciones de sus maestros. Veo que fue la favorita de muchos de ellos-
Eh, si. Dediqué todo mi empeño en ser una excelente estudiante-
Un prodigio- dijo la mujer mirando otra vez los documentos de la chica- usted es un verdadero prodigio-
Hermione sonrió.
Solo hay algo que por más que he buscado no puedo encontrar- dijo la rolliza señora alzando los papeles y buscando debajo de ellos.
¿Cómo? Pero si puse todo en el sobre-
¿Qué raro entonces?- Dijo Sprout- pero no encontré en ningún lugar su licencia de matrimonio-
¿Qué?-
Hermione abrió sus ojos desmesuradamente. Sacudió la cabeza. Debió escuchar mal.
Su licencia de matrimonio. Estaba entre los requisitos. Al Director del centro le interesa solo trabajar con personas casadas pues según él ha tenido muy malas experiencias con personas solteras. Dice que una persona con familia siempre hará una excelente labor-
Pero… eso… es… no es correcto.- alegó la chica.
Bueno, son políticas del centro. El director Slughorn es muy insistente-
Pero no es justo- dijo ya fastidiada la chica.
¿No eres casada? Oh, qué lástima-
Pero eso no impide que pueda hacer un buen desempeño. Usted misma dijo que mis antecedentes eran perfectos-
Sí, lo dije. Pero si no hay licencia de matrimonio… no habrá trabajo, querida-
Hermione se mordió los labios y trató de calmar en incipiente llanto que ya estaba por atacarla. Era estúpida esa clausula. Era estúpido que para que ella pudiera desarrollarse como profesional tuviera que necesariamente estar casada. Ella amaba su libertad, amaba no tener que estar atada a nadie. No podía ser que para un viejo decrépito fuera más importante un anillo que un intelecto valioso.
Pero esos eran otros tiempos. Era 1981 y aun era un verdadero escándalo que una mujer viviera sola, sin marido. Por muy capaz que fuera en muchas áreas de estudio y trabajo.
Trató de pensar. No podía perder esta oportunidad. No quería, no iba a perderla.
Pues, Aun no estoy casada, pero en diez días lo estaré- dijo como último recurso- ¿No me podría reservar el puesto hasta ese momento?-
La doctora Sprout la miró con nerviosa sonrisa. Luego bajó los ojos a los antecedentes de Hermione. Suspiró y volvió la vista a la muchacha.
Bueno… es que tienes tan buen currículo que sería estúpido perderte. Mira, voy a cerrar las vacantes para este puesto y esperaré a que llegues con tu licencia. Pero no puedes demorar más de dos semanas. Si no deberé reabrir las vacantes-
De… ¿de verdad lo haría?-
Pero por supuesto. Ven con tu licencia y todo estará solucionado-
Hermione casi se lanzó encima de la mujer para darle un abrazo. Solo extendió la mano y le agradeció con todo su corazón el favor que le estaba haciendo. Salió con rapidez del lugar y solo cuando ya estaba montada en el taxi se dio cuenta de lo que acababa de decir.
¡Dios mío, de donde saco una licencia de matrimonio en menos de dos semanas!- se dijo con angustia.
Dio vueltas en la cama toda esa noche. Iba a perder ese trabajo también. No había manera en la que consiguiera casarse tan pronto. Aunque tenía novio, Cormac no aceptaría casarse. Él era un alma libre que solo se dedicaba a poner todas sus energías en las causas que llevaba en naciones unidas. Era médico y viajaba de aquí para allá en la recientemente creada fundación "Médicos sin fronteras". Además era activista político y como tal, estaba en total desacuerdo con los procedimientos tradicionales que manejaba la sociedad de esos tiempos.
Nunca se casaría solo para que ella obtuviera un trabajo. Es más, Hermione estaba segura que Cormac jamás se casaría en su vida.
Estoy perdida. Nada de lo que soñé será mío- dijo en un puchero para luego ponerse a llorar.
Al día siguiente le visitó su primo Regan. Era un muchacho muy inquieto que había dado más de un dolor de cabeza a los tíos de Hermione. Estaba en Nueva York porque estaba escapando de unos tipos a los que le debía algo de dinero y por más que intentaba persuadir a su prima, la chica no cejó en decirle que no lo recibiría en su departamento.
Pero Hermione. Solo serán dos o tres días-
No-
Entonces por lo menos préstame cuatrocientos dólares-
¿cuatrocientos? ¿estás loco?-
Es lo que necesito para sacarme a esos tipos de encima. Vamos, se los puedes pedir a mi tío. Él nunca te niega nada-
Regan, No tengo porqué darte ese dinero. Pues sería dártelo ya que sé que jamás me los devolverías-
Hermione, de verdad estoy metido en un gran lío. Mira, tal vez pueda serte útil en algo.-
Sí, claro. ¿en qué me podrías ser útil tú?-
Conozco a mucha gente, en muchos lugares. Puedo hacer maravillas, de verdad-
Hermione lo miró y se mordió los labios. Quizás estaba a punto de cometer el peor de los disparates, pero al menos lo podía intentar.
Esa misma noche llamó a sus padres y consiguió mil dólares. Cuatrocientos para Regan y el resto para el hombre con el cual su primo la contactara.
A la mañana siguiente, aun creyendo que estaba haciendo una locura, fue a servicios sanitarios y se hizo los exámenes requeridos para obtener una licencia matrimonial. Dos días después caminaba, muy nerviosa, hasta el restaurante en el cual el hombre desconocido la había citado para reunirse.
Antes de entrar vio el letrero y se admiró de lo extraño que parecía el recinto. En letras grandes el lugar se daba a conocer a todos los que pasaran frente a sus puertas.
"Chile Lindo"- decía en español.
Entró y lo primero que vio fue una gran bandera en el muro opuesto. Esta tenía una larga franja roja en la parte de bajado. Arriba un rectángulo blanco hacia su lado izquierdo y un cuadro azul, con una sola estrella en el centro, en su lado derecho. Observó que todo el techo estaba adornado con unas guirnaldas rojas, blancas y azules y que en un pequeño escenario estaban dos hombres con guitarras haciendo una especie de duelo cantado.
Como Hermione no hablaba español, no tenía ni la menor idea de lo que esos hombres se decían el uno al otro, pero parecía algo muy entretenido pues el púbico presente se reía y les aplaudía.
Ella buscó un lugar y se sentó en la tercera mesa desde la puerta y junto al ventanal que daba a la calle. Apenas ella se sentara una joven le dio la bienvenida en un divertido acento y le pasó la carta. Hermione no tenía hambre, eran recién las ocho y media, pero se entretuvo mirando las fotos de los platos y tratando de pronunciar los nombres.
Por lo que veía, muchos de los platos contenían carne. Ella frunció el ceño. No pensaba comer nada de eso pues era vegetariana. Cuando la mesera volvió solo pidió un té y tostadas.
Ya llevaba su segundo sorbo cuando una figura se plantó delante de ella.
La señorita Granger, me imagino-
Sí- dijo la chica- y usted es –
Mundungus Fletcher- hizo una reverencia el tipo- para servir a tan hermosa dama-
Ella lo miró bien. Era un tipo bajo, calvo y de mirada nerviosa. Su traje era algo estridente, pero la chica no esperaba a un gran señor, pues imaginaba el tipo de compañías con las que se relacionaba su primo Regan.
El gusto es mío- dijo ella más por educación.
Bueno, usted me dijo que la presiona la premura y yo suelo ser un hombre que gusta de los trabajos rápidos. Pues, tengo lo que usted necesita- el hombre se giró y llamó con la mano a alguien- Ven, no te quedes allí parado. La señorita no te va a esperar toda la vida-
Hermione miró suspicazmente por detrás de Fletcher. Entonces vio que a paso lento venía un hombre joven que parecía muy incómodo.
Vamos, camina, No tengo todo el día- alegó otra vez el intermediario para luego girarse hacia Hermione- Bueno, le presento a su futuro esposo, Señorita Granger. Este joven que está aquí es el buen Ronald Weasley. Irlandés. Buena cuna, hombre muy tranquilo si no lo molestan-
Hermione le miró de pies a cabeza. Era alto, su cabello era pelirrojo y tenía unos grandes ojos azules. Involuntariamente sus labios esbozaron una sonrisa de complacencia, la cual eliminó apenas se asomara.
Buenos días, señorita.- fue lo único que dijo él joven. Con las orejas y el rostro totalmente enrojecidos. Le estiró la mano y ella apenas le devolvió el saludo con sus dedos.
Oh, bueno. Ya que las presentaciones fueron hechas, le pregunto señorita si trajo los exámenes que le pedí-
Sí- dijo la chica que se había quedado absorta por un momento en la figura del joven delante de ella- los tengo aquí.-
Pues bien, entonces le pido que se tomé ya su té pues en media hora está concertada la cita con el juez que celebrará su matrimonio-
Eso ella no lo esperaba. Nunca se le había ocurrido que se iba a casar el mismo día en que se concertara la cita con ese abogado de poca monta.
¿Ya?- dijo asustada. Miró al irlandés. Él estaba tan sorprendido como ella.
Pues si- dijo Mundungus- como le dije, me gusta la rapidez. Concerté la cita la misma noche que usted me llamó. Tengo muchos conocidos en el registro civil y me han concedido hora para este día. Supongo que trajo su documentación-
Oh, sí claro- dijo ahora la chica aterrada.
¿Y tú?- le preguntó al joven con sequedad- espero que hayas traído sus papeles-
Si, Fletcher. Si no los llevo encima todo el día, migración me mete en un avión de vuelta a Irlanda en menos de quince minutos-
Bien, bien. Estamos listos… vamos, vamos, el tiempo no espera a nadie-
La premura del hombrecillo no le permitió volver a tomar otro sorbo de té. Nerviosa por la situación, al sacar el dinero para pagar su orden, dejó caer su espejo y el joven se agachó para recogerlo.
Calma. Esto solo tomará unos minutos- le dijo suavemente.
La verdad que escuchar al muchacho no la calmó nada.
Partieron los tres a paso firme por la avenida. Fletcher cada tanto se secaba el rostro con un pañuelo y azuzaba a los novios para que se apuraran.
Al llegar al registro civil, tanto Hermione como "su novio" tuvieron que esperar en la entrada. Mundungus de repente apareció por un costado y les señaló que le siguieran hasta una pequeña salita en donde ya se encontraban tres personas.
Los presento. Rodolphus Lamas y Anges Brant, sus testigos… oh y les presento a su señoría, don Timothy Landon-
Tanto ella como el irlandés solo los saludaron con un gesto de cabeza.
Pues empecemos- dijo el juez.
La ceremonia fue bastante extraña. Hermione no sabía qué hacer en realidad. Miraba al juez hacer toda una parodia de los votos matrimoniales y a Fletcher seguir secándose el sudor con el pañuelo.
La chica se dijo que esta no era precisamente la ceremonia de matrimonio que ella hubiera soñado. No se parecía en nada a lo que alguna vez hubiera imaginado. Estaba en una salita aislada, con un montón de desconocidos y casándose con alguien al cual de seguro no volvería a ver en la vida.
No, si tenía que volver a verlo. Cuando fuera necesario del divorcio.
De reojo volvió a mirar al que se estaba convirtiendo en su esposo. Era en verdad alto, y el color de sus ojos resaltaba con el color de sus cabellos. Se veía fuerte y… maldición, no olía nada mal.
Sacudió su cabeza. Ella no estaba para estar mirando hombres. Ella le era fiel a Cormac. Y además, ese hombre se perdería de vista una vez la ceremonia se terminase.
Los anillos- dijo el juez.
Hermione, por instinto, miró de lleno al pelirrojo. Este pestañeó al juez y luego la miró a ella, como preguntándole si los tenía.
Vaya esposo me he granjeado. No pensó ni en los anillos dijo la chica con molestia.
Oh, calma, calma… no hay problema- dijo Fletcher- imaginé que ninguno pensaría en este detalle y me tomé el atrevimiento de comprarlos. Son sencillos. Oro de baja calidad, pero buenos en lo que se refiere a su función-
Acercó los objetos y los puso en las manos de cada uno. Tanto Hermione como Ronald se quedaron mirando su palma un momento, contemplando los resplandecientes aros.
Bien, señor Weasley, ponga el anillo en el dedo de su novia- dijo el juez.
El joven, un poco atontado, miró a Hermione para luego ofrecerle su mano. Ella, sin estar muy segura de lo que hacía, puso la suya sobre la de él y el joven fue colocando el anillo en su dedo anular.
Hermione se sorprendió de lo perfecto que había sido el calce.
Después fue ella quien tuvo que poner el anillo en el dedo del pelirrojo. La mano de él temblaba un poco pero de igual forma el anillo quedó perfecto.
Por un instante ambos se miraron, para luego retirar sus miradas y concentrarse en el juez.
Bueno, los declaro marido y mujer- dijo la autoridad- puede besar a la novia-
Hermione sintió un tirón en el estómago. De inmediato se giró para mirar a Fletcher. Pudo notar que su ahora esposo también miraba con insistencia al calvo hombrecito.
Oh, es solo un mero trámite. Vamos Ron, debo decir que te llevas la mejor parte pues la ahora señora Weasley es un bombón. Lo lamento por usted señora, pero este tipo fue lo mejor que encontré para usted-
La chica apretó sus brazos contra su cuerpo. Se sintió vulnerable ante ese desconocido.
El joven hombre se sacudió y exhaló aire. Luego movió su cuello como buscando ponerse cómodo. Se acercó a ella lo más delicadamente que pudo y con prisa le dio un pequeño piquito.
Bueno. ¡Felicidades a los Novios!- gritó Fletcher de improviso y ambos esposos saltaron de susto.
Los tres salieron del registro civil y Mundungus los llevó otra vez al pequeño restaurante chileno en donde terminaron sus negocios. Hermione le entregó su parte del dinero y Ronald Weasley también. El abogado les pasó entonces sus respectivas licencias de matrimonio y se levantó de la silla para retirarse.
Un momento- le detuvo la chica- ¿Cómo fue que supo la talla de mi dedo?-
Oh, eso fue muy fácil. Tomé la medida del dedo meñique de Weasley el día que le ofrecí el trato. No sé porqué pero siempre me resulta. Siempre las novias de mis clientes tienen la medida exacta del dedo meñique de sus fortuitos novios. Curioso ¿no?-
Al marcharse, tanto Hermione como Ron se miraron por un momento.
Bueno, ya está hecho. Ahora tengo que irme. En dos horas debo ir a trabajar- dijo el hombre.
Claro, adiós-
Ron estaba cruzando las puertas del restaurante cuando a Hermione le asaltó un recuerdo. Sin perder más tiempo salió corriendo del lugar y le llamó a viva voz en la calle.
¡Ron! ¡Ronald Weasley!-
Él de inmediato se giró y al mirarla avanzó hasta ella.
¿Qué pasa?-
Te necesito- dijo ella con urgencia.
El hombre la miró entre la sorpresa y el halago. Ella de inmediato adivinó sus pensamientos.
No te imagines cosas. Necesito una foto de matrimonio para uno de los trámites que debo realizar-
Se lo llevó a la rastra y muy pronto estaban en una tienda de disfraces en la cual Ron fue vestido como con un muy formal esmoquin. La chaqueta le quedaba perfecta, pero el joven luchaba con el moño en el cuello. Alguien le arregló el cabello pero cuando él se vio en el espejo de inmediato se pasó la mano para desordenarlo. Y la verdad, se veía mejor así. Cuando Hermione lo vio salir del vestidor no pudo evitar contener el aliento.
Por su parte el pelirrojo tampoco pudo obviar que la chica se veía muy bonita con ese sencillo vestido de novia que se había colocado y el ligero peinado que una de las empleadas le hiciera.
La foto la tomó uno de los dependientes de la tienda y veinte minutos después cada uno estaba otra vez vestido con su propia ropa y caminando por la acera opuesta.
Bueno, ahora si me voy- dijo Ron- tengo cuarenta y cinco minutos para llegar y mi jefe es un viejo odioso. Ahora que tengo la licencia no podrá negarse a darme un contrato. Mañana mismo tramito mi visa de trabajo y al fin todo estará solucionado-
Bien- dijo ella- pero necesito me des un número telefónico para cuando sea prudente llevar a cabo el divorcio-
Oh, Claro. Claro. No vamos a estar amarrados el uno al otro para siempre- dijo él.
Luego de ese último dato. Ron se alejó hasta perderse entre la gente que caminaba por la calle.
Ella le contempló hasta que ya no vio más ese cabello rojo.
El lunes siguiente ya Hermione estaba en el centro de Investigación. Con alegría comprobó que Pomona Sprout había cumplido su palabra y ahora ella era parte del equipo de trabajo del Doctor Slughorn.
No esperó nada y esa misma tarde fue a visitar a la Duquesa Longbottom, quien al recibirla la miró con extrañeza.
¿A qué debo su visita, señorita Granger?-
Buenas tardes, Duquesa. Pero ya no me llame señorita Granger. Ya soy la flamante señora Weasley- Y Hermione le mostró la más grande de las sonrisas.
¿Se ha casado ya?- le preguntó la anciana.
Sí, el fin de semana pasado. Mi esposo vino en viaje relámpago, pero ha tenido que retornar. Usted sabe, las responsabilidades de un director de orquesta nunca terminan-
Oh, tienes razón querida-
Duquesa, yo quisiera saber si aun está en ofrecimiento el Penhouse. Ahora que soy una devota esposa, mi marido me ha encargado encontrar un lugar para asentar a nuestra familia-
Bueno, sí, el departamento aun está en ofrecimiento. Entonces, ¿serías tan amable de mostrarme tu licencia de matrimonio y alguna fotografía del evento? Es que amo ver fotos de recién casados-
Hermione sabía que ese no era el verdadero motivo. Pero con gusto le entregó ambas cosas. La anciana solo tuvo piropos para el novio. Aunque lo encontró joven para ser ya un director de orquesta.
Ese sábado, un taxi llegó frente al hermoso edificio. Una chica castaña sacó sus maletas del vehículo y caminó feliz hasta la recepción. El conserje, muy amable, le ayudó con sus cosas y de inmediato le preguntó cuando el señor Weasley estaría llegando para poder conocerle.
Oh, el llegará en unos meses. Es que está en una seguidilla de conciertos… en… Sudamérica. Está intercambiando conocimientos con músicos de … Chile, sí, de Chile-
Oh, es una lástima que los recién casados se separen con tanta rapidez. Deberían haberse dado unos días de licencia-
Bueno, mi esposo es muy dedicado a su profesión. Pero ya llegará a nuestro hogar-
Una vez instalada, Hermione caminó emocionada hasta el invernadero. Abrió la llave de la fuente y vio el agua caer con delicadeza.
Ahora, ya sin que nadie la pudiera ver, la chica giró sobre sí misma con los brazos abiertos.
Lo había conseguido. Había logrado todo lo que deseaba. El departamento era suyo y tenía el trabajo de sus sueños.
Era feliz, completamente feliz.
No quiso pensar que todo lo que ahora tenía, se lo debía a un desconocido al que no creía que volviera a ver.
O eso era lo que ella suponía.
