EBULLICIÓN

Solo Puedo decir algo:

OMEDETOU GOSAIMASU MERCEDES CHAN

FELIZ CUMPLE

Espero que te guste este fic… es de tu pareja favorita

*****SR*****

Las luces de la ciudad iluminado una habitación en penumbras…

Sonidos que emergen del más puro placer…

Dos cuerpos en ebullición…

Dos almas que se encontraron… y ahora saben que son una

El motivo no importa, la atracción iba más allá de su comprensión…

*****SR*****

Después de una velada como muchas otras, nunca imaginó encontrar un hombre como aquel, justo frente a ella sentado en la barra de un distinguido bar del centro de la ciudad, se hallaba el hombre más apuesto que había visto, pero también misterioso, pudo vislumbrar su mirada dorada que la atravesó sumergiendo su cuerpo en promesas placenteras. Su atuendo, un traje formal, hecho a medida por supuesto, y su cabello, largo y platinado, deseó poder enredar sus dedos en él, y poder fundirse con su mirada.

Se detuvo de observarlo, cuando se dio cuenta que él también la observaba, pero de una manera mucho más obvia, notó como esas orbes doradas se detenían en sus labios, y sintió como si fuera una suave caricia, y poco a poco, él fue delineando su cuerpo, deteniéndose en sus suaves curvas, las cuales eran resaltadas por el elegante vestido de noche color esmeralda que se amoldaban a su figura, y dejaban notar el nacimiento de sus pechos en un escote no muy pronunciado. Sintió como una llama crecía en su interior y su pulso se aceleraba cuando nuevamente sus orbes se encontraron por un tiempo mucho más prolongado.

Él se levantó de su asiento, y caminó hacia ella, era alto, hombros anchos, y caderas estrechas, brazos fuertes y un pecho amplio, piernas largas, y era obvio que, aún sin ver, todas las mujeres del lugar se voltearan a verlo y se quedaran sin aliento.

-Buenas noches – su voz era profunda

-Buenas noches – sonrió evitando sonrojarse

Él sintió que su pecho se tensaba, y fue tan estimulante, como si una droga eufórica hubiera llegado directamente a su sistema nervioso* -Le importa si la acompaño? – se sentó en el asiento de al lado, antes siquiera de terminar su frase

-claro que no, siga – desvió la mirada al Martini que estaba tomando

-Me preguntaba si ya nos conocíamos – hizo un ademán con su mano al camarero – tráigame un whisky…- y viéndola a ella – podría invitarle una copa? – y sin que ella responda él ya había pedido un nuevo Martini para ella

Sonrió, era obvio que era un tipo que se salía con la suya, arrogante, demandante, y todo un seductor.

-Gracias – dijo cuando el camarero llegó con su pedido

-Puedo atreverme a preguntar el motivo por el que se encuentra aquí? –

Su porte elegante le daba un aire misterioso, y tan sensual cuando giraba un poco la cabeza para verla, mientras su cabello se agitaba levemente con su movimiento.

-Solo es un buen lugar para tomar una copa antes de volver a casa – en verdad, solo quería evitar llegar a su vacío departamento, donde no le esperaba nadie

-Veo que no soy el único que no tiene nadie quien le espere en casa –

Su comentario la dejó un poco sorprendida, era obvio que él estaba flirteando con ella, y ella estaba de acuerdo en seguir su juego, después de todo, no tenía nada mejor que hacer, y además, hacia días que ambos frecuentaban el lugar, y por obra y gracia del destino, Dios, los poderes de la naturaleza, o quien sabe que, ambos, habían estado jugando el mismo juego, cada vez que se encontraban en el mismo bar, y solo se lanzaban miradas a distancia.

La primera vez que la había visto, hubiera pasado desapercibida para él, pero su risa que era tan real y cantarina, lo había atraído, y al voltear al lugar del que provenía, se encontró con una mujer, que pasaría de largo para cualquiera, cualquiera que estuviera ciego, pues su castaña cabellera, larga y ondulada, sujeta firmemente en su nuca, había sido fruto de crear en él fantasías casi tan reales que tuvo que contenerse para no llevársela ese momento, aquel día estaba envuelta en un traje formal, unos pantalones de tela negra, una camisa beige y unos tacones bajos, dando delicadeza a su postura de metro setenta.

Después de ese día, continuó yendo a ese bar, pero ella no había vuelto a aparecer, se preguntaba ¿Por qué esa mujer le creaba tanta fascinación con solo haberla visto una vez? Y obtuvo una respuesta con una nueva pregunta, dos semanas después, cuando la había visto en ese mismo bar, y al igual que la anterior iba acompañada de otras dos mujeres, que también eran muy simpáticas, pero ella entre todas tenía cierto aire temerario y delicado al mismo tiempo, y se pregunto ¿Cómo sería poder recorrer su cuerpo?

Pronto, ese bar se volvió su favorito, pues ella empezó a frecuentarlo continuamente, gracias al barman, supo que ella era una clienta frecuente, y el joven camarero también hablaba mucho de ella, al parecer se conocían ya hace bastante tiempo, lo que de cierta forma le creó un sentimiento nunca antes conocido.

Ella hablaba con los que atendían el lugar como si fueran sus amigos de toda la vida, y entonces decidió que ella sería suya, la deseaba, deseaba a esa mujer, como ya hacía mucho tiempo do deseaba a nada ni nadie.

Esa noche había una leve nevada, y aún así, ella estaba con un vestido de fiesta que la cubría desde los pechos hasta los pies, formando las curvas de su cuerpo, y cayendo en velos desde sus caderas hasta sus pies, las capas de tela en variados tonos esmeraldas, su cabello generalmente recogido en una cola, estaba libre y enmarcaba su rostro resaltando su mirada audaz y sus labios tentadores, al igual que algunos mechones caían cobre sus pechos, prometiendo placeres insaciables.

-a veces es mejor vivir solo, y también a veces hace falta compañía, uno nunca sabe, y nunca esta conforme con tener o no tener – se encogió de hombros

Pronto su charla tocó temas vánales, entablando una conversación agradable, ninguno hablo de su trabajo o a lo que se dedicaba, ninguno hablo de familia, amigos, y sin embargo, era como si se conocieran hace mucho.

-me complacería con una pieza – le dijo extendiendo su mano y esperar a que ella acepte, cuando escuchó que la música de ambiente se tornaba lenta

-sería un placer – sonrió

Muchos los vieron, tal vez algunos reconocieron quienes eran, pero ¿qué importaba? Cuando llegaron al centro de la pista, y escucharon el sonido del piano, ambos se dejaron envolver por la melodía, como si fuera solamente para ellos.

La apretó más hacia su pecho, y el calor de sus cuerpos se fundió en uno solo, él aspiró su aroma suave a hierba y sol, y ella se dejó hundir en fragancias de canela y tabaco.

Sus brazos se apegaron a su pecho, y apoyó su cabeza a la altura de su corazón, escuchando el hipnótico latido, sintió como sus manos se amoldaban a su cintura, y acariciaban su espalda.

Ella se separó un poco de él, y observó su firme mandíbula, sus ojos, y su rostro en las sombras haciéndolo parecer peligroso y cautivador, sintió como él acariciaba su cuello, y deslizaba sus dedos hacia su quijada, para elevar un poco más su rostro, y luego, posar sus labios sobre los de ella, en un beso lento, cálido haciendo que por sus cuerpos recorra una sensación agradable y se acumule en un íntimo lugar.

Pronto sintió la necesidad de demandar más de sus labios delicados y abiertos como una flor, y se movió con ella fuera de la pista, llevándola hacia un lugar donde no podrían observarlos claramente, y sin que ella se diera cuenta, sintió como su espalda chocaba contra la fría superficie de una pared.

Entonces él volvió a besarla de una manera más voraz, dejándola sin aliento, jadeando por un poco de aire, y en su mirada vio una pregunta, a la que ella respondió sin dudar

-Vámonos –

Y tomándola por la cintura salieron del lugar, ella ni siquiera recordaba haber pasado por la puerta, ni que le hubieran entregado su abrigo, y menos el momento en que habían llegado al lugar donde estaban ahora. Solo recordaba haber sido besada una y otra vez por el hombre que tenía junto a ella, ese hombre que ahora la miraba fijamente, con la promesa de cosas maravillosas grabada en su mirada.

En medio de una habitación en penumbras se dejó hacer con él, sintió como su cuerpo entraba en calor, y se arqueaba hacia él para tener mayor contacto, sintió como él la sujetaba de manera posesiva, y mientras una de sus manos permanecía acariciándola por el cuello, la otra se afanaba en despojarla de su indumentaria, y ella hacia lo mismo con él, despojándolo de su pulcra apariencia, dejando al descubierto un torso muy bien formado.

Cuando por fin logro hacer que esa prenda dejara su cuerpo, la separó un poco y observo con mucho interés cada curva de su cuerpo, deteniéndose en sus pechos, para acariciarlos con una de sus manos, ella debido al exquisito aturdimiento que le causaron sus besos, no intento cubrirse, le acaricio el rostro con tanta ternura, que deseo que continuase así, solo poder sentir el contacto de su caricia, y ese sentimiento lo asustó, y dejando de pensar en ello, la volvió a tomar, besándola con más pasión, hasta que ella empezó a gemir, mientras sus pechos eran acariciados por sus manos, y el interior de su boca por su lengua, en una batalla en igual condición de demanda.

Le acaricio los brazos, los hombros, y se abrazó a él para enredar sus dedos en su cabello platinado, su cabello que era como seda entre sus dedos, sintió como la hacia retroceder, y pronto se vio atrapada entre él y la pared.

No se decían nada, pues cuando sus miradas se encontraban el deseo estaba escrito en ellos, y solo eso querían, sentirse uno.

Con delicadas caricias con su lengua, bajó desde sus labios, por su cuello, sus hombros, el nacimiento de sus pechos y sus pezones, empezó a acariciarlos suavemente con su lengua, y luego los chupó y mordió.

Ella intentaba reprimir los gemidos que traicioneros escapaban de sus labios apretados, y él jadeante disfrutaba de cada uno de sus gemidos, del sabor de su piel, de la calidez de su cuerpo.

Deslizó sus manos, por sus muslos, acariciando zonas erógenas que ella nunca jamás pensó, y sintió como él deslizaba sus dedos por dentro de sus braguitas, lo que provocó que soltara un gemido libremente, sintió que su cuerpo empezaba a ser presa de deliciosas caricias interiores, y sus dedos que no dejaban de moverse sobre el delicado botón de placer de su cuerpo, la hacían estremecer cada vez más, hasta que sintió que sus rodillas flaquearían.

Atacando sus pechos con su boca y una de sus manos, y acariciando su centro de placer cada vez más frenético, sintió como el mismo placer empezaba a crecer en él, enviando espasmos de placer a su miembro ya duro y erecto, apretado por sus ropas, desenado tomarla ya, y al mismo tiempo prolongar ese suplicio tan apasionante.

Introdujo uno de sus dedos dentro de ella, y por la sorpresa y placer que ella sintió, escuchó como gemía de placer, sus gemidos de los cuales pronto se hizo fanático, por la melodía que representaban, y continuando con sus caricias, se arrodilló delante de ella, mientras marcaba un camino de besos por su cuerpo, sin quitar sus dedos dentro de ella, haciendo que ella echara la cabeza hacia atrás, haciéndola pedir por más.

Deteniéndose en sus caricias, la despojó de su última prenda que ya estaba empapada del néctar femenino, y besando su monte de Venus, y continuando su exploración con su boca, puso una de sus piernas sobre su hombro, para poder saborear su esencia resbaladiza y pegajosa, con una fragancia que confundía sus sentidos de la manera más extasiarte.

-¿Qué… que haces? – gimió cuando sintió la hábil lengua masculina explorara su sexo

-solo saborear tu esencia – dijo lamiéndola – deliciosa – le dijo mirándola notando en sus ojos el placer que le producía sus caricias

Y continuó así durante un tiempo más, hasta que ella sintió como todo el universo empezaba a girar a su alrededor y una nube empañaba su vista, y sus músculos internos se contraían espasmódicamente, haciéndola presa del clímax, llevándola a su cumbre con un grito que no pudo controlar, derramando su esencia en la boca de su amante, y sintiéndose como nunca se había sentido.

Él se incorporó para sujetarla, y liberó su erección, y aún saboreando la esencia de la morena, la observó como jadeaba y atacó nuevamente su boca, y antes de que ella pudiera moverse, él la tomo por una pierna y en un movimiento circular la elevo a la altura de sus pechos, dejándola completamente abierta para recibirlo en su interior, y él presionándose contra ella, extendiendo el placer que ella volvía a sentir y el suyo propio, para introducirse en ella, duramente.

Ella gimió suavemente de dolor, el se mantuvo quieto, y antes de decir nada ella dijo:

-No pienses detenerte – dijo jadeante y mirándolo desafiante – más te vale continuar –

-perfecto, porque mi intención no era detenerme – sonrió seductor, y su voz ronca y profunda la atravesó de manera que sintió como el placer se acumulaba en su zona ya sensible

Sintió la calidez de su cavidad, lo estrecha que era, y deseó siempre poder encontrarse acogido por ella en su ceno, y con este último deseo empezó a moverse hasta que ambos se acoplaron a un solo ritmos.

Ella lo sentía profundo, muy duro y placentero, nunca había imaginado sentir algo así, y para ser su primera vez, era fascinante, deseó poder hacerlo una y otra vez durante toda la noche, todo el año… toda su vida. Pero sabía muy bien que esto era una aventura de una noche, y no se arrepentía de que su primer amante fuera él, un completo desconocido del que ni siquiera sabía su nombre…

Se escuchó gritar de placer cuando su cuerpo se convulsionó y en su interior se producían placenteros y excitantes espasmos, y pronto, la dureza del miembro de su amante aumentó y él también gimió, quedando ambos, elevados en el clímax de su pasión.

Él cayó lentamente arrodillado, y ella sobre él, manteniéndolo todavía en su interior siendo presas aún del orgasmo. La miró a los ojos, y antes de decir una palabra, la beso de lleno en los labios, mientras salía de ella.

Después de unos momentos, él se incorporó con ella en sus brazos, presa todavía de algunos temblores, y la llevó a su lecho, donde dejaría que descanse y se recupere.

La recostó junto a él y la observó, en sus ojos aún estaba escrito el deseo, y deseó él también volver a poseerla, lo deseó tanto que hasta le dolió, pero no podía, no después de haberse convertido en su primer amante, por ahora, solo esperaría a que ella descanse un poco y luego, ya vería como afrontar ese deseo creciente que empezaba a sentir…

-dime cual es tu nombre? – escuchó que ella le decía mientras se acomodaba sobre su pecho

-Sesshoumaru – dijo calmado, en un tono que ni él mismo se reconoció, jugando con los castaños mechones de la joven que tenía recostada junto a él

-soy Rin. Fue todo un placer conocerte Sesshoumaru– y luego cayó en los brazos del dios del sueño

El nunca imaginó que su nombre pudiera sonar tan bien en los labios de una mujer, suave y al mismo tiempo fuerte. La deseo desde el momento en que la vio, y se sentía satisfecho por haber sido él quien le había mostrado y brindado los placeres del cuerpo.

Y al ver la suave sonrisa en sus labios, deseó poder tenerla sí, y eso, para él, no era bueno, no debía sentir por ninguna mujer sentimientos como este, pero ella, desde el momento en que la vio despertó en el ese sentimiento tan extraño, y de alguna manera, tenía que reprimirlo, puesto que el haber pensado que hacerla suya una solo vez sería suficiente, había sido un error, ya que ahora que la había poseído, no quería dejar de hacerlo…

Continuara…

*****SR*****

Gomenasai, pensaba subirlo ayer, pro como t dije no habia internet así k ahora a primera hora lo hice, espero me entiendas

Y Bueno te gusto Mercedes chan? debo decir que no tenía idea de que título ponerle, y al final me decidí por este.

Espero que tengas paciencia con la continuación, de este año no pasa okis?

Bueno sin más debo decir que

Este símbolo * es de una frase que tomé de la novela de Lisa Kleypas, Casados por la Mañana.

Bueno y agradezco a los que se hayan dado una vueltita x aki…

FELIZ CUMPLE MERCEDES! ESPERO LA PASES BIEN…

Jane

Rukia Nair